La Madame
La historia de una mujer nacida para el sexo, desde su niñez hasta que se muera, seguramente…..
Soy una señora mayor, a la que podéis identificarme como Rosa, aunque no sea mi nombre verdadero, que tuve dos hijos en mi adolescencia, sin llegar nunca a casarme, y que he llevado una vida que muchos no se creerán, en la que el sexo ha sido, casi desde que tuve uso de razón, mi principal motivación y entretenimiento sin límites ni barreras morales.
El dinero de mi familia me ha permitido llevar esa vida sin muchas preocupaciones, a la vez que me ha facilitado introducirme entre esas élites sociales que viven en su burbuja ajenos a toda norma, ley o regla que ellos mismos establecen a los demás.
Pronto me hice con un grupo de amigos especiales con los que celebraba en mi casa reuniones y fiestas muy exclusivas, a las que empezaron a acudir altas personalidades de diferentes campos, artístico, político, empresarial, judicial y hasta eclesiástico, que si dijera sus nombres, todos les conoceríais, pero gracias a mi discreción, ellos sabían que ese era un refugio seguro para sentirse libres de esas figuras públicas que se mostraban a los demás.
Pero lo que buscaban en mi casa, aparte de un lugar para relajarse y olvidar el estrés de sus vidas profesionales, eran esos placeres sexuales que difícilmente podrían encontrar en otros lugares con menos seguridad y más riesgos.
Algunos de ellos no venían solos, sino que hacían participar a sus familias de ello también, en el caso de que fueran personas que en su intimidad ya tuvieran esta forma de vida liberal, algo que se solía dar más entre mis amigos artistas, que por su profesión tenían más fácil el acceso a esas experiencias sin una mirada tan crítica como hacia otros profesionales con unas responsabilidades que no se podían permitir esos deslices.
Debido a mi situación económica, yo nunca necesité pedir ninguna cantidad económica ni compensación por recibir a esas personas en mi casa, aunque es obvio que la influencia y el Poder que conseguía con ello, no podrían pagarse con ningún dinero, por lo que mi motivación principal era la de colaborar a crear un tipo de sociedad libre de ataduras morales, y prejuicios sexuales, quizás algo utópico de lograr, pero las utopías siempre han sido el motor por conseguir unas sociedades mejores y más felices.
Mis hijos, una niña y un niño, también fueron parte fundamental de estas reuniones, ya que por la educación recibida, se comportaban de una forma totalmente libre, aunque no eran los únicos, ya que como os decía, otras familias también traían a los suyos, y entre todos colaboraban a crear ese ambiente transgresor, sensual y diferente a cualquier situación, que incluso personas de este nivel pudieran llegar a conocer.
Todo eso era lo que hacía de mi casa un lugar especial, que todos se esmeraban en proteger y mantener esa discrecionalidad que aseguraba sus vidas también, por lo que en la intimidad solían llamarme “La Madame”, aunque sin ninguna connotación con la prostitución, ya que en mi casa nunca se ejerció como tal, sino como si fuera una especie de conseguidora de sueños y fantasías, de mundos irreales donde ellos podrían manifestarse como en realidad eran, sin ninguna transacción dineraria, ya que solo se trataba de vivir según mi filosofía de vida, inculcada a mi familia y a todos los que quisieran sumarse a ella..
Quizás resultara chocante para los que visitaban por primera vez mi casa, encontrarse a mis hijos desnudos por allí, entre ellos, desde que eran muy pequeños y aunque estuvieran a sus cosas, luego presenciaran las escenas de sexo que se daban entre todos, hasta que empezaron a participar también.
Mi hija, que era la mayor de los dos, llamaba más la atención de esos hombres maduros que la miraban con ternura, aunque no podían disimular el morbo de su deseo, ni podían evitar acariciar su cuerpo cuando se acercaba a ellos con cualquier disculpa.
Ellos sabían que eso no les iba a ser recriminado, mientras contaran con la complicidad de la niña, que dejaba que sus dedos pasaran por su vulva pellizcando suavemente sus abultados labios haciéndola estremecer y provocando a la vez, unas erecciones incontrolables en esos hombres necesitados de estímulos “especiales”.
Algo que también le sucedía a su hermano, cuando eran esas maduras señoras las que jugaban con su pollita, llegando a besarla y chuparla, las más atrevidas, mientras lo tenían en su regazo, ya medio desnudas por su calentura.
También, el viejo cura, al que mis padres encargaron mi cuidado en su ausencia, cuando todavía era una loca adolescente incontrolable con dos bebés, pero que no tardó en meterme en su cama, quizás para cuidarme mejor, le gustaba también entretenerse con mis hijos cuando fueron creciendo, haciendo gala de esos vicios que sabía que nadie le iba a echar en cara.
Pero bueno, como os decía, mi casa no era un lugar exclusivamente para ir a disfrutar del sexo sin más, era un lugar de reunión, de hablar entre amigos, de estar desnudos si nos apetecía, de beber y pasarlo bien de distintas formas, en los dormitorios o en la piscina del jardín donde os podéis imaginar todo lo que sucedía, aunque a mí una de las cosas que me gustaba especialmente era recibir a nuevas personas o familias completas, que por cualquier motivo venían a mi casa por primera vez y se encontraban con esas situaciones nada convencionales.
Reconozco que me gusta ser una pervertidora de críos, disfruto con su turbación cuando me ven desnuda, en esas ocasiones que son sus primeras veces en ver a una mujer así, la cara que ponen, la reacción física que les produce y entre las tantas veces que se han producido a lo largo de mi vida, puedo contaros cuando en una ocasión, una empleada de una de mis empresas vino a casa a traerme unos documentos para firmar.
Como era ya fuera del horario de trabajo, vino acompañada de su hijo, un crío muy guapo de unos 11 años, al que pregunté su nombre, diciéndome que se llamaba Santi y que ya había cumplido los 12 años.
Como nosotros en casa, casi siempre estamos desnudos, me había puesto una bata por encima para abrir la puerta y les mandé pasar, sentándonos en el sofá mientras leía esos documentos para firmarlos.
Esta empleada era de confianza, había venido más veces a mi casa y ya me conocía, por lo que no le extrañó mi forma de recibirles, aunque a su hijo no le conocía y supongo que se sorprendería al verme así, sin preocuparme en ocultar mi desnudez, que él intentaba ver con la mirada baja, debido a su timidez.
Supongo que su madre estaría incómoda por esta situación con su hijo, pero yo intentaba que él me viera lo más posible, de forma que mis pechos caían libres sobre esos papeles que estaba mirando y al estar sentada con las piernas abiertas, mi coño también quedaba a su vista.
Me preguntaba si alguna vez habría visto así a su madre o yo era la primera mujer que veía desnuda de esa forma tan cercana, pero yo alargue esa situación disfrutando especialmente del momento, invitándoles a tomar algo mientras esperaban, lo que aproveché para preguntar a ese crío tan mirón:
—¿Te gusta lo que ves?
Su madre se quedó sorprendida por mi pregunta y el crío se puso todo rojo, mirando a su madre, sin saber que decir, por lo que insistí:
—¿Nunca has visto a tu madre así?
Mi empleada, por el respeto que me tenía no decía nada, hasta que intentó disculpar a su hijo:
—Perdone que el niño la haya estado mirando. Normalmente es muy tímido y casi ni se atreve a levantar los ojos, el pobre.
—No te preocupes, mujer. Ya sabes como soy yo. No me incomodan sus miradas, todo lo contrario. Deberías darle algún gusto a tu hijo.
—¿Cómo…? ¿Qué quiere decir…?
—Pues que le dejes que te vea las tetas alguna vez, ya sabes, que se vaya recreando un poco la vista, para que no le impresione tanto el cuerpo de una mujer y pierda esa timidez.
—Pero si es un niño todavía. No creo que tenga mucho interés por esas cosas ya.
—¡Ay, estas madres….! ¿Pero no te has dado cuenta de cómo se le ha puesto la polla mirándome a mí? —fijándome en el bulto que se le había formado en su pantalón— Todos somos seres sexuales desde que nacemos, y los niños, aunque no sean muy conscientes de ello, buscan también su placer sexual, como podemos hacerlo los adultos.
—¡Ah!, por Dios, que vergüenza…. La verdad es que ha crecido mucho y se le pone muchas veces así. A veces las madres no nos damos cuenta de estas cosas y de lo que provocamos en nuestros hijos.
—Claro, mujer, es natural. Tendrías que traerle más veces y ya verás que bien se lo pasa en las fiestas que organizo aquí.
—Pero son fiestas para mayores, ¿no?
—Son fiestas familiares. Hay muchos niños como él, y niñas también, jaja.
—Ya, no sé si querrá venir. Ya ve lo tímido que es, que ni habla.
—Si me lo dejaras aquí, eso se lo quito yo rápido.
Esta vez la que se puso toda roja fue mí empleada, imaginando por donde iban mis palabras, y viendo ella que ya estaban firmados todos los documentos:
—¡Señora……! Bueno, ya está firmado todo, nos tenemos que ir. Gracias por atenderme tan tarde.
Pero yo no quería despedirme así, tan rápido, y le dije a Santi:
—¡Anda Santi!, dame un beso —y al acercarme a él, le cogí una mano y la puse sobre una teta para que la tocara.
Él se quedó parado, mirando su mano, pero sin hacer intención de apartarla, mientras su madre se puso un poco nerviosa, diciendo a su hijo.
—Dale un beso a la señora y nos vamos, que es tarde ya.
Al hacer él gesto para darme el beso, yo giré la cara para buscar su boca con la mía, por lo que prácticamente nos dimos el beso en ella, diciéndole después:
—A ver si convences a tu madre para que te traiga más veces y así puedas bañarte en la piscina y jugar con los demás niños que suele haber por aquí.
Él me dedico una sonrisa, y su madre, bastante incómoda con la situación, solo me dijo:
—Ya veremos, señora. Adios.
Como os decía, disfruto especialmente de este tipo de situaciones, que yo he ido provocando en muchas ocasiones, normalmente con buenos resultados posteriores, como en este caso, en el que un día me llevé la sorpresa de que esa empleada volviera a mi casa con su hijo, diciéndome:
—Es que está muy pesado con que le traiga aquí, y no he tenido otro remedio, si no le molesta…. Además, hoy tengo unas cosas que hacer y me viene bien dejarlo un rato.
—No me molesta. Por mí, encantada de que lo traigas. Precisamente, hoy tenemos la fiesta de cumpleaños del hijo de una de mis criadas y se lo va a pasar muy bien.
—¡Ah! Genial. Lo recogeré a la noche.
Yo, como siempre, estaba medio desnuda, volviéndose a fijar el crío en mi cuerpo, sin quitarle ojo, llevándole a la piscina donde estaban los demás niños y niñas bañándose.
Él se quedó mirando, un poco sorprendido, diciéndome:
—Están todos desnudos.
—Claro, aquí siempre se bañan así, están más cómodos y no les hace falta el bañador.
—Es que yo lo traje.
—Bueno, si quieres puedes ponértelo, pero los demás te van a mirar raro, ya sabes….
—Ya, sí, es verdad. Entonces no lo utilizaré, pero no se lo diga a mi madre.
—Mira, cariño, yo no le contaré a tu madre nada de lo que pase aquí, así que tú puedes hacer lo que quieras, ¿vale?
—Vale —me contestó él, un poco más relajado.
Yo le vi desnudarse e ir directamente a la piscina, donde estaban los demás, metiéndose en el agua directamente, quizás precisamente para ocultar su desnudez.
Me quedé un rato mirando, esperando a que empezara a interactuar con los demás y se sintiera a gusto, cuando llegó uno de esos amigos importantes que solían ir por mi casa:
—Hola, me he enterado de que había una fiesta de cumpleaños y como tenía tiempo para pasarme un rato….
—Hombre, no te veo yo mucho participando en la fiesta de cumpleaños de unos niños, jaja.
—No seas mala, que siempre te gusta provocarme…, ya sabes a lo que me refiero.
—Claro, jaja, es que yo soy así, ya lo sabes….
—Sí, por eso te adoramos todos. A ver si hoy tenemos un final de fiesta feliz. ¿Qué tienes preparado?
—Pues nada, lo de siempre, la comida, la tarta y unos globos con un poco de gas de la risa, para que se pongan contentos, jaja.
—Ya, ya, bueno, tú sabes cómo hacer esas cosas…..
—Sí, se lo pasan genial, y al final les apetece jugar…
Mientras llegaba ese momento, yo estuve observando a Santi, ya que era su primer día, viendo que continuaba en la piscina hablando con dos niñas que estaban con él, riéndose y pasándoselo bien jugando con ellas.
Mi amigo también se quedó mirando, diciéndome:
—¡Qué maravilla poder ver estas preciosidades! ¿Sabes? Una vez, estando en el Palacio de un Jeque firmando unos contratos, organizó una fiesta y vi una escena parecida a está, con un grupo de críos y crías bañándose en la piscina, que luego se sumaron a la fiesta.
—Ya me imagino como sería….
—Yo estaba como en otro mundo, con esa música árabe sonando de fondo, las bailarinas, bebidas afrodisiacas y unos exquisitos manjares, culminando con una orgía en la que todo era posible. Precisamente de ahí me viene el gusto por los críos también. Hoy espero llevarme a la habitación a una parejita, con alguno de estos y aquella cría más bajita, que menudo cuerpito tan rico tiene ya. No la había visto nunca aquí.
—Es Alexia, que ha venido hace poco de su país con su madre para trabajar aquí, que es hermana de una de mis sirvientas, y como se quedó embarazada con 14 años de ella, en su país vivía con otra hermana y su cuñado. La cría tuvo un desarrollo muy precoz y antes de los 10 años ya tenía unas buenas tetas y culo, por lo que el cuñado empezó a meterse con la niña y me dijo su madre que la tenía todo el día encima de él y que es un milagro que no la hubiera preñado. Así que para alejarla de él, se vinieron para acá, pero sí que llama la atención de los que la ven….
—No me digas que se la han follado ya….
—Sí, el cuñado ya se la había metido alguna vez, y no sé si alguno más; de un vecino mayor me habló también, así que ya tiene su experiencia, no te creas….
—¡Dios….! No me extraña, porque ver a una cría con esas tetas, se la pone dura a cualquiera. Yo ya tengo la polla dura, sin necesidad de pastillas, jaja…. Pero teniéndola así tan gorda, no sé si le entrará….
—Seguro que sí, están acostumbradas a eso y todo les entra.
Mientras seguíamos observando a los críos en la piscina, él se fijó en una escena que le llamó la atención:
—Mira, esos ya han empezado la fiesta por su cuenta, jaja.
—¡Anda! Si es Santi al que esa cría le está chupando la polla ya. Menudo estreno…..
—Lo que pasa aquí no pasa en ningún lado. Me encanta venir a tu casa, es como un paraíso para mí. La pena es que mis obligaciones no me permitan venir más a menudo.
—Bueno, pues disfruta de esto cuando puedas. El fin de semana tenemos otra reunión con varias familias y van a venir unos diplomáticos extranjeros también.
—¡No me digas….! A ver si puedo venir, porque podría hacer unos buenos contactos para mis negocios.
En ese momento, vino Santi a decirme que quería ir al baño:
—Tenemos que subir al piso de arriba, cariño. Ven conmigo.
Yo tenía puesta una bata muy corta, que apenas me tapaba las nalgas y como él iba detrás de mí por las escaleras, se quedó mirando mi culo y todo lo que podía entrever de mi coño. Al llegar al baño, ya tenía su pollita empalmada otra vez y le dije:
—Ya vi que te lo pasaste muy bien en la piscina…..
—Sí, jaja. Hay unas niñas muy simpáticas.
—¿Te gustó lo que te hicieron?
—Sí, me dio mucho gusto.
—¿No te lo había hecho nadie? ¿Ni tú mamá tampoco?
—No, que va, no sabía de esto ni que las mamás se lo hicieran a sus hijos, solo de escucharlo a otros chicos.
—Algunas mamás sí que se lo hacen, yo conozco a algunas. ¿Y qué más hablan esos chicos?
—¿Ah, sí? –Sorprendiéndose de que fuera así, y continuando– Alguno estuvo con chicas y hablan de cómo se tocan y hacen cosas con ellas.
—¿Cómo lo que te hizo esa niña a ti?
—Sí.
—¿Y la tocaste tú a ella para darle gusto también?
—Sí, le gustó mucho cuando le metí el dedo en el chichi.
—Claro, es muy rico eso, pero a ti te gustó más que te la chupara, ¿no?
—Me encantó, la verdad.
—¿Puedo hacértelo yo?
Él dudó por un instante, diciendo finalmente:
—Bueno….
—Ya sabes que no le voy a decir nada a tu mamá. Ven aquí.
Me metí su polla en la boca y empecé a chuparla de forma que él empezó a temblar de gusto, echándome un líquido seminal muy dulce, comprobando cómo su polla se había hinchado y crecido de una forma que a él mismo le sorprendió, volviéndose más tentador para mí el seguir disfrutando de ella:
—¿Me la quieres meter un poquito entre las piernas?
Antes de que pudiera responder, vio como yo le abría mis piernas y le enseñaba el coño, quedándose mirando con los ojos muy abiertos y un poco asustado, también, ya que sé por experiencia que cuándo un crío de estas edades puede ver por primera vez el coño de una mujer madura abierto para él, se llevan una gran impresión, porque es algo muy diferente de las rajitas cerradas que con suerte pudieron ver en niñas de su edad.
Cuando te abres de piernas ante un niño, se queda como hipnotizado mirándote, fijándose en todos esos pliegues que se forman en los labios vaginales interiores y exteriores, la humedad que rezuman y los diferentes tonos de color que se forman en una abertura que ocupa toda la entrepierna, con múltiples pliegues en la piel que varían de una mujer a otra y que por momentos, parecen tener vida propia con sus palpitaciones de excitación, y que en algunos casos, puede verse rodeado de una mata de pelo más o menos cuidada, que convierte a ese coño en todo un misterio de la naturaleza, que actúa en sus pollitas como un resorte para levantarlas llevadas por su instinto.
Una visión inolvidable que les deja como paralizados, por lo que tuve que acercarle hacia mí para poner su polla en la entrada de mi vagina, frotándola ligeramente antes de metérmela por completo, haciendo que me follara y que disfrutara de esa experiencia por primera vez en su vida.
Él se encontraba muy excitado mientras yo le ayudaba en la follada, guiando sus movimientos hasta que a él no pudo aguantar más y me echó todo lo que tenía dentro, viniéndome también a mí el gusto por el roce de su polla en mi clítoris, quedándonos los dos abrazados hasta recuperarnos un poco de la corrida, volviendo luego a la parte de abajo donde mi amigo ya se estaba entreteniendo con una niña sentada en sus piernas, calentándose con ella, y diciéndome al llegar:
—¡Vaya! Has tardado mucho en bajar, ¿no?
Aunque al fijarse en como tenía la polla el crío que iba conmigo, se rió:
—Jaja, ya veo, habéis estado entretenidos….
—Y tú también, según parece. No pierdes oportunidad.
Él se rio y siguió con esa niña, besándola y metiéndole el dedo en el coño, mientras ella no soltaba su polla de la mano, moviéndosela y masturbándola como una experta, calentándome a mí de nuevo al ver la escena, por lo que empecé a masturbarme, ante la mirada de otro de los chicos que se quedó mirando, haciéndole una señal para que viniera conmigo y sentándole a mi lado, empecé a hacer lo mismo con él que mi amigo con la niña, sobándonos mutuamente hasta que llegaron nuestros orgasmos con la corrida del chico y de mi amigo en el coñito de esa cría que tenía encima de él, diciéndoles luego que volvieran a la piscina cuando terminamos, comentándole a mi amigo:
—No ha estado mal para empezar, ¡eh!
—¡Uufff! Me las follaría a todas….., y a ellos igual, les sacaría todo el semen, como hacéis vosotras con tanto vicio.
Pero de momento, mi amigo se quedó observándolas complacido, mientras empezaban a comer todo lo que les había preparado, incluido el hijo de mi empleada, que se había integrado con los demás totalmente.
Al terminar se pusieron a jugar con los globos, que al pincharlos empezaron a hacer su efecto entre los críos, desinhibiéndolos todavía más de lo que estaban, por lo que empezaron a juntarse entre ellos con esa desnudez en la que estaban, proporcionándonos un espectáculo digno de ver y de recrearse con él.
Algunos se ponían directamente a joder entre ellos, ante nuestros ojos, a mamar las niñas, e incluso niños entre ellos mismos, ya que allí sabían que no había límites y esos niños solo estaban educados para disfrutar, sin prejuicios ni estereotipos impuestos, llegando en ese momento a la casa mi amiga Angie, a la que conozco desde hace muchos años, cuando sus padres vinieron a trabajar en la Embajada francesa, y que acabó siendo como una segunda madre para mis hijos, hasta el punto de que fue ella a quién primero folló mi hijo, cuándo yo todavía pensaba que su pollita no podría dar placer a una mujer, pero ella siempre ha tenido ese punto más de perversión de la que yo tengo, y siempre ha ido por delante en nuestras correrías sexuales, pidiéndome cuando todavía era pequeño, que le pusiera al niño encima cuando estaba desnuda, abrazándole y sujetándolo entre sus piernas.
Juntas hemos hecho muchas locuras, como os decía. A ella le encanta pervertir la inocencia, disfruta metiendo el vicio en el cuerpo a niños que todavía no piensan en el sexo, pero ella siempre me dice que es porque lo desconocen, y como demostración de ello, en cuanto ella se lo enseña y les muestra como disfrutarlo, ninguno se niega y a partir de ese momento, ya no pueden vivir sin él.
Recuerdo el caso de una pareja de hermanos, hijos de una vecina que tuvo que hacer un viaje y me pidió dejarlos en mi casa hasta que volviera. Ella sabía que yo siempre tenía niños en casa y le dije que estaría encantada de tenerlos conmigo, pero el caso es que esta vecina ni se imaginaba lo que pasaba con ellos en mi casa, así que se fue tranquila.
En cuanto Angie les echó el ojo, ya empezó a maquinar conmigo como podíamos divertirnos con ellos, porque yo siempre, al final, acababa haciéndole caso y me dejaba llevar por esas locuras que siempre ideaba.
El niño era el mayor, que ya estaba en esa edad de “las primeras leches”, como dice mi Amiga Angie, y su hermana, dos años menor, empezando a formarse ese cuerpo de mujercita que pronto sería deseado por cualquier hombre amante de las tiernas “delicatesen”.
Mi amiga se puso a provocarles, para ver su grado de inocencia o de picardía que ya pudieran tener, comprobando que eran dos niños sin ninguna malicia, seguramente porque sus padres no eran como nosotras, jaja, pero Angie estaba decidida a sacarles ese demonio de tentaciones carnales que todo ser humano llevamos dentro, y les propuso dormir desnudos en la misma cama, al igual que haríamos nosotras en la cama de al lado.
Ellos, como si eso fuera parte de un juego, nos imitaron e hicieron caso a Angie, metiéndose desnudos en la cama, y tal como esperábamos, ese instinto animal salió de ellos, y bajo las sábanas juntaron sus cuerpos abrazándose para sentir la agradable sensación del contacto de su piel, lo que pronto provocó la erección del hermano mayor, lo que a la niña le hizo gracia y su mano, por primera vez agarró la pollita de su hermano, produciéndole esa sensación que todas hemos tenido en esa ocasión tan especial.
Angie, teniendo ya el control total de ese juego, les dijo:
—¡Hey! Eso lo hacen los novios… ¿queréis ser novios?
Y la niña, mostrando esa total inocencia, dijo riéndose:
—Síii… jaja
—Pues entonces, tenéis que besaros como hacen los novios, en la boca.
Y allí se pusieron los dos a meterse la lengua en sus bocas, lo que a pesar de su torpeza inicial, acabó excitándoles, como mostraba el rubor en las mejillas de la cría, que parecía mostrar más iniciativa que su hermano, a pesar de su menor edad, algo que suele ser normal en estas edades, en las que los chicos suelen ser más parados.
Continuando diciéndoles Angie:
—Las novias besan la pollita de sus novios y se la meten en la boca para darse gusto.
Y acto seguido, sin pensárselo mucho, la hermana pequeña empezó a besar la erecta polla de su hermano, metiéndosela finalmente en la boca, ante la sorpresa de él, pero dejándose llevar por el placer que le producía, haciéndole expulsar esos primeros líquidos pre seminales que a su hermana no le importó saborear, continuando chupando hasta que hizo a su hermano eyacular en su boca, lo que la sorprendió un poco, quedándose confundida con lo que había pasado.
Después Angie le dijo al chico que se pusiera sobre su hermana. Era el momento de enseñarles a follar, esperando ella que la polla del chaval, no demasiado grande, no tuviera demasiados problemas para entrar en el pequeño coñito de su hermana, sobre todo, por lo lubricada que estaba ya, ayudándoles ella misma en la operación y cuando consiguió colocar la punta de su polla en la rajita de ella, le mandó apretar, quejándose su hermana pequeña, aunque no lo suficiente para que él dejara de follarla, una vez introducida toda su polla en su vagina.
Pronto, sus gemidos fueron acompasándose, descubriendo ambos un placer que nunca habrían imaginado hasta ese momento, que tuvo su estallido final en la corrida del hermano mayor dentro de su hermana, que parecía estar encadenando pequeños orgasmos que la tenían como en trance, con su cuerpo a merced de la polla de su hermano entusiasmado por el placer encontrado entre las piernas de su hermana pequeña.
El espectáculo era de los que nos gustaba presenciar, dos hermanos follando por primera vez, sabiendo nosotras que a partir de ahora, eso lo volverían a repetir muchas veces más, porque la perversión iniciada por Angie ya no tenía vuelta atrás y el cómo seguirían ellos practicándola en su propia casa sin ser descubiertos por sus padres, ya era cosa suya, siendo un elemento más que alimentaba nuestro morbo.
Seguramente, este comportamiento de mi amiga Angie estuvo marcado por su infancia y por todas las experiencias que vivió, que marcaron su vida de este modo, y quizás por eso, tampoco se casó nunca, porque su forma de ver la vida es incompatible con el matrimonio, al menos con la visión tradicional que tenemos de él, pudiendo ser debido a proceder de una familia francesa incestuosa, en la que según me contaba, siendo niña, ella era como un juguete sexual a la que pasaban de cama en cama en su familia, convirtiéndose ahora, en su edad madura, en una pervertidora y “disfrutadora de críos” (como nos llama a las mujeres que somos así, un buen amigo mío), para extraerles de forma compulsiva sus primeras corridas de semen, como si eso fuera el alimento que le da la vida y la rejuvenece, convertida en una especie de vampiresa en busca de la eternidad.
Aunque quizás siempre fuera eso y se comportaba así, es en la madurez cuando más está disfrutando de todos esos efebos que nuestras circunstancias de vida ponen en nuestro camino para nuestro deleite y el de ellos mismos.
Podríais pensar que somos una especie de ninfómanas pervertidas, pero somos algo más complejo que ese simple concepto, porque esa condición no nos atormenta ni nos hace sentirnos culpables de disfrutar del sexo y de la vida que te otorga eso, sin atender a límites que puedan imponerte.
Al llegar Angie y ver el espectáculo que se estaba desarrollando, se dirigió a nuestro amigo, que seguía descansando en el sofá:
—Pero bueno, que haces ahí tú solo….
—Descansar un poco, que ya he tenido lo mío, jaja.
—¡Ah!, bien, ya me parecía a mí. Echemos un ojo primero, a ver lo que tenemos aquí —fijándose especialmente en los críos, buscando alguno que le gustara.
—Ese es nuevo, ¿no? —señalándome a Santi.
—Sí, es hijo de una empleada y me lo ha traído hoy, mientras ella hace unas gestiones, pero no te creas, que ya tenido sus primeras experiencias aquí con las niñas.
—No me extraña, porque tiene una pollita rica.
Angie se sentó desnuda en el sillón poniendo los pies sobre el asiento y con las piernas abiertas, mientras empezaba a masturbarse, para llamar la atención de los críos que al verla, se fueron acercando, poniéndose unos por detrás para tocarle sus generosas tetas, mientras el hijo de mi empleada, siempre tan curioso, se quedó delante de ella hipnotizado por su coño y con su polla levantada hacia el cielo, lo que excitó más a mi amiga, que le invitó a tocárselo, mientras ella tomaba en su mano ese pene que tanto le atraía.
—Cielo, que hermoso lo tienes —y dirigiéndose a mí— ¡Bruja!, tú seguro que ya lo has probado…
—Mi sonrisa le dio la respuesta que esperaba y lo acercó hacia ella para metérselo en la boca y darle sus primeras lamidas, aunque en realidad, lo que hizo, fue acabar metiéndoselo todo en la boca, incluidos sus huevos, como si quisiera devorarle entero, diciéndole cuando se lo sacaba de la boca:
—¿Me lo vas a dar todo, cariño?
Y volvía a chuparle con ganas buscando sus primeras gotas de semen que colmaran su deseo y ansiedad por degustarlo, hasta que finalmente, consiguió sacar de él una nueva corrida, más aguada que las anteriores, pero del gusto de Angie, que lo disfrutaba como solía hacer en esas ocasiones, a la vez que un grupo de críos la rodeaba tocando todo su cuerpo, lo que a ella le encantaba, sentirse en esa especie de harem particular, turnando la pollita de todos ellos en su boca, según se iban corriendo.
Desde luego, a obscena y perversa no la ganaba nadie y todos esos críos que la conocían lo sabían, ya que incluso se había llevado en ocasiones a alguno de ellos a su casa, con el permiso de sus madres, diciendo nuestro amigo:
—Ya hubiera yo querido estar a su edad entre las piernas de una mujer así, pero bueno, ahora puedo compensarlo con otras cosas, como esta maravilla —sentando en su regazo a Alexia, la niña sudamericana en la que se había fijado anteriormente, jugando con sus llamativas tetas, comenzando a besarla y bajando su boca hacia sus pezones erguidos culminando esos duros pechos, desproporcionados para su pequeño cuerpo, siguiendo excitándola hasta que pedía ser follada.
—¿Ya la puedes joder? —preguntándole Angie a nuestro amigo, que a pesar de estar rodeada de críos, no se perdía nada de lo que sucedía a su alrededor.
—Sí, seguro que le entra. Al menos, alguna le ha entrado ya, según dice tu amiga.
El pequeño coño de esa cría empezó a recibir el hinchado glande en forma de bellota, que abría su rajita al máximo de su extensión, hasta que acabó desapareciendo en él junto el resto de su polla, ante la incredulidad de quien lo viera, siendo follada con la delicadeza que merecía.
Nuestro maduro amigo la puso a saltar sobre su polla, en una de esas cabalgadas que las niñas empiezan a disfrutar encima de sus caballitos de juguete, aprendiendo las habilidades de una buena amazona, que hará derramar las pollas de todos los hombres sobre los que se monte.
Todavía no había acabado la fiesta, cuando vino la madre de Santi a buscarle, encontrándose con ese panorama, con su hijo desnudo junto a todos los demás, poniendo ojos de espanto ante lo que estaba pasando, diciéndole su hijo:
—Mamá, entra, que no me quiero ir todavía.
Mi empleada me miró, como preguntándome qué clase de fiesta de pervertidos era esa y que hacía su hijo participando en ella, pero era tal su estado de shock, que se decía para ella misma, porque no se atrevía a decírmelo a mí directamente:
—Yo sabía que se hacían fiestas aquí, pero ¿esto….?
Interrumpiéndola su hijo:
—Desnúdate, mamá. ¿No ves que están todos así?
Incapaz de reaccionar de una forma lógica, según sus parámetros morales, empezó a quitarse la ropa, supongo también que por ese pudor que se tiene cuando se está en un lugar donde te da más vergüenza estar vestida que desnuda.
Una vez desnuda, se sentó dónde estábamos los demás adultos, aunque sin atreverse a mirarnos, casi, pero su hijo sí que la miraba con unos ojos deseo diferentes a como me había mirado a mí. Se le notaba ese morbo especial de ver desnuda a su madre, por significar para él algo especial y quien sabe los sueños nocturnos que haya podido tener con ella, más allá de lo que pudiera pensar su madre sobre su despertar a la sexualidad.
Santi se podía recrear, por fin, en la turbadora desnudez de su madre, con el típico cuerpo de milf con el que sueña cualquier niño o adolescente pajero, fijándose especialmente en su espléndido culo y voluminosos pechos que le caían por su peso.
Todo ello se plasmaba en el morbo de la situación, que nos transmitía a todos, por lo que una de mis sirvientas, que estaba presente y que también participaba en ocasiones de estas fiestas, se reía divertida por lo que estaba presenciando, diciéndole a Santi:
—Tócale la chocha a tu madre para que se vaya animando….
—Ni se te ocurra, ¡eh! —Dirigiéndose la atribulada mujer a su hijo— Lo tengo todo sin depilar, que vergüenza…. —pensaría al vernos a nosotras con el coño depilado, intentando ocultar su vista a los demás.
Interviniendo Angie:
—Si no quiere tu mamá, ven a comérmela a mí, cariño —mirando a Santi y enseñándole su coño abierto.
La pobre mujer miraba incrédula como su hijo metía su cabeza entre las piernas de mi amiga y empezaba a chupar ese jugoso coño, después de tantas corridas de los chicos, pero inesperadamente, ante esa situación, empezó a acariciarse ella misma el coño, excitada por lo que veía, como si hubiera en el aire todavía, los restos de algún globo de la fiesta de los niños, que empezaban a embriagarla.
Nosotros mirábamos sorprendidos la escena, porque viendo su actitud, no podíamos esperar algo así, pero ella siguió masturbándose frenéticamente mientras su hijo seguía comiéndole el coño a mi pervertida amiga, que miraba a la madre del crío, como preguntándole “si le apetecía…”, a lo que no contestó, pero Angie puso a Santi entre las piernas de su madre para que siguiera chupando el coño de ella, que esta vez sí permitió que la cabeza de su hijo se metiera entre sus muslos para empezar a lamer los jugos de ella, que se estremecía y gemía ante las pasadas de la lengua de su hijo, al que seguramente no le importaba el vello público de su madre, e incluso, en su imaginario podría excitarle más todavía, al tener asociada a esa imagen el coño de una mujer madura como su madre..
Después se levantó y se puso a chuparle las tetas con esa misma ternura que se las habría chupado cuando era un bebé, disparando aún más el morbo de su madre, a la que quizás eso, le hizo recordar esos momentos
Mi empleada estaba ya fuera de sí y cualquier cosa podría pasar, sorprendiéndonos una vez más su actitud, al decir a su hijo:
—Ponme la pollita en el coño, hijo, y métemela.
Santi, aprovechando el estado de excitación de su madre, esta vez no dudó mucho y se colocó entre los voluptuosos muslos de ella para joderla como quizás nunca hubiera imaginado que podría hacerlo, mientras ella empezaba a gemir poseída de ese morbo máximo de tener a tu hijo entre las piernas.
—¡Aaahhhh!, ¡Aaayyyy! ¡Aaggg! Qué gusto, me vas a hacer correr, cabrón…..—resignándose con rabia a que su hijo le proporcionara ese orgasmo.
Nosotros mirábamos con curiosidad morbosa como esa pudorosa mujer se había transformado en otra “disfrutadora de críos” más, para unirse a nuestro club, jaja, aunque cuando terminó, empezó a sentir algo de culpabilidad y se mostró avergonzada por lo que había pasado:
—No sé qué me ha pasado, ¿cómo he podido hacer esto…?
—Tranquila mujer. No pasa nada porque te hayas liberado de esta forma. Seguro que lo estabas deseando, aunque no lo reconocieras.
—No lo sé, señora. Debe de ser porque llevo un año separada, sin haber probado a otro hombre y estaba ya que me subía por las paredes.
—Jaja, pues eso debió de ser, pero me parece que ahora no te va a hacer falta ningún hombre, teniendo a tu hijo en casa.
—¡Ay, señora! No me diga eso… ¿qué clase de madre soy, que he permitido que mi hijo me folle?
—Una madre pervertida, como nosotras, jaja —le dijo Angie, ante la cara de espanto de la pobre mujer.
Mi empleada, todavía en shock, miraba a su alrededor, viendo a todos esos chicos desnudos, con la pollita levantada por lo que habían presenciado, preguntándose si todo eso estaba siendo un sueño del que no quería despertarse, o en verdad había traspasado una línea que ninguna madre debería pasar, volviendo a mirar a su hijo, y diciéndole:
—¡Anda, vístete!, que nos tenemos que ir ya.
Diciéndole yo a Santi:
—Ya sabes que puedes volver cuando quieras, y si traes a tu madre le darás una alegría.
Él se río con picardía, marchándose de mi casa completamente distinto de cómo había venido, diciéndole yo a su madre:
—Ves cómo se le ha quitado la timidez…..
Ella me miró resignada, pero se notaba la lujuria de sus ojos al imaginarse como serían ahora las noches con su hijo en su casa.
Casos como este he tenido varios a lo largo de mi vida y siempre los he disfrutado especialmente, porque no hay nada más perturbador que ver turbarse a los demás ante situaciones que no se esperan ni son capaces de asimilar.
El sexo forma parte de esas sorpresas con la que se encuentra el ser humano al ir creciendo y nunca sabe a dónde le va a llevar, porque es un camino desconocido que irá descubriendo a lo largo de su vida, ese camino que yo he recorrido de esta forma tan intensa desde que empecé a tomar una consciencia temprana de lo importante que es el sexo en todos nosotros y como puede transformar nuestras vidas hasta un punto inimaginable para cualquier persona.
Me encantó!!
Uf, riquísima película porno textual con los niños! Te aplaudo y te pido más escenas de que los chupen, monten a señoras y niñas y ellos sean montados, sé bien obscena 🔥
Que relato tan más excitante, todas las escenas puestas en la cabeza del lector con lujo de detalles inyectan las letras de esta historia que no necesita ser más explícita, es una maravillosa manera de llevar al lector a ese mundo de depravacion que solo podemos soñar? Jejeje, gracias por e relato