La niña de la llave
Versión personal de un relato del amigo Karmataruk, con una admirable trayectoria literaria que podéis seguir en su blog..
Por cuestiones de mi trabajo estaba fuera de mi casa, en una de tantas ciudades de las que visitaba al año y en las que pasaba unos 15 días como máximo, por lo que me gustaba alojarme en uno de estos apartamentos turísticos que están ahora de moda, ya que me era más cómodo para tener una mayor independencia e intimidad, porque a pesar de estar casado felizmente y con dos hijos, con tanto tiempo fuera de casa, me había acostumbrado a tener sexo esporádico con alguna mujer que podía conocer en esos lugares, y si no surgía nadie, con prostitutas.
Siempre había alguien que me decía que los hombres tenemos nuestras necesidades y que había muchas mujeres dispuestas a satisfacerlas sin ningún compromiso, pero eso me causaba una sensación de culpabilidad cuando volvía a casa y mi mujer me recibía ansiosa de mi “cariño”, aunque ya no pudiera evitar buscar ese sexo desde que un compañero de trabajo, en las mismas circunstancias que yo, me “obligó” a liarme con unas chicas que habíamos conocido en un bar, descubriendo las mieles del “sexo prohibido”.
Cuando coincidía con este compañero en algún viaje, siempre me llevaba a la búsqueda de alguna con quien pudiéramos echar un polvo, con esa impunidad que te da el estar lejos de tu casa con mujeres desconocidas que no volvería a ver nunca más.
A él le gustaban especialmente las más jóvenes, viéndome en alguna ocasión en la patética situación de andar detrás de alguna colegiala que veíamos por la calle, que nos seguían el juego divertidas y halagadas por despertar la atención de dos hombres mayores, aunque supongo que si nos hacían caso sería por ser las típicas putillas adolescentes que tanto abundan hoy en día y que empiezan a follar apenas les salen las tetas.
Aunque esas chicas fueran de la edad de mi hija, al estar en un lugar donde no me conocían, mi personalidad se transformaba de tal manera que en una ocasión en la que conseguimos llevarnos al apartamento a dos crías de unos 15 años, (preferí no preguntarles ni saber su edad, por no sentirme un pervertido, aparte de que podrían mentirnos perfectamente, ya que les gusta parecer mayores, pero las tetas que tenían, creo que despenalizarían cualquier delito que cometiéramos con ellas, jeje), me sentí en el cielo follando con ellas y creo que en ese momento traspasé una línea que cambiaría mi vida.
Quizás, este compañero de trabajo me había pervertido definitivamente, ya que siempre estaba contándome sus viajes a países sudamericanos en los que podía follarse a cualquier cría con gran facilidad y había instalado en mi mente ese deseo por las jovencitas, hasta el punto de haberme sorprendido a mí mismo mirando libidinosamente a mi propia hija en una de las ocasiones en las que andaba por casa ligera de ropa, imaginándome lo que sería follar con ella.
No sé si todo esto servirá de justificación, para que en esa ciudad, cuando llegaba al apartamento donde me alojaba, me fijara en una chiquilla que ya había visto varios días sentada en el portal con su móvil, y otras veces, haciendo las tareas de clase. Me había fijado en ella porque parecía china y por su posición con las piernas dobladas, debido a la corta falda del uniforme escolar, me permitían ver sus braguitas y mis ojos se iban inevitablemente a ese triángulo mágico que formaban en su vulva y que me turbaba de una forma que ni yo mismo quería admitir.
(—¿Qué hago yo mirando a esa cría, que prácticamente es una niña? Se me está yendo la cabeza ya con estas cosas……—pensé para mí.)
Pero estaba claro que mi polla mandaba sobre la razón y al tercer día, me atreví a hablarle:
—¿Qué haces siempre aquí abajo? ¿No hay nadie en tu casa?
—No, mi madre trabaja todo el día y me da miedo estar en casa sola, así que prefiero estar aquí.
Me imaginé que su familia tendría una tienda de esas de chinos, aunque ella hubiera nacido en España ya, y no sé por qué, le dije:
—Pero estarás incómoda ahí haciendo los deberes. Si quieres puedes estar en mi casa hasta que venga tu madre.
En ese momento pensé: ¿Qué estoy haciendo? Estoy loco, estoy invitando a esta cría a mi casa, ¿Qué va a pensar su madre?, pero esa chiquilla me sorprendió diciéndome:
—Vale, gracias.
Mientras subíamos en el ascensor, ya me estaba arrepintiendo de lo que había dicho, pero la sonrisa confiada de Valeria, como me dijo que se llamaba, me tranquilizó a mí también y sólo me atreví a comentarle:
—Oye, será mejor que no le digas nada a tu madre de que estás conmigo. No sé si pensará mal…..
—No te preocupes, no le diré nada. Tampoco se lo dije cuando estuve con el señor del primero.
Así que yo no era el primero que tenía a esa cría en casa mientras llegaba su madre. Mis sucios pensamientos empezaban a dar vueltas en mi cabeza, ¿Qué haría Valería con ese vecino, o que haría él con ella? Pero, ¿por qué tendrían que hacer algo…..? ¿Qué me está pasando…..?
Al entrar en casa le dije que podía sentarse en la mesa de la cocina para terminar de hacer los deberes y le ofrecí algo de comer, pero no quiso nada.
Mientras yo me preparaba la cena, no hacía más que mirarla. Era preciosa, con ese largo pelo negro que casi le tapaba los ojos, con esa mirada pícara que ponía, sus incipientes pechos visibles por su escote y las piernas cruzadas mostrándome sus bonitos muslos de una forma despreocupada. Sus rasgos orientales le daban un aspecto más exótico y todavía más atrayente para mí.
Por mi cabeza pasó la imagen de mi hija, las veces que la había visto así en mi casa, pero esto era distinto, Valeria no era mi hija y sin yo entenderlo, me estaba poniendo la polla dura, y aunque intentara alejar esos pensamientos de mi cabeza, las veces que mi compañero y yo nos habíamos tirado a alguna colegiada, me hacían pensar si Valeria…….., pero rápidamente me decía a mí mismo: No, no es posible que ella….., parece pequeña todavía para andar follando por ahí….
Había oído hablar de estas “niñas de la llave”, que al salir del Colegio se pasaban la tarde solas esperando a que sus padres llegaran de trabajar. Mi compañero me había contado una vez algo sobre una de ellas, y que un amigo suyo se la había follado, pero me contaba tantas historias, que a veces no le prestaba atención, porque me volvía la cabeza loca y lo que era peor, me pasaba la noche masturbándome imaginándome todas esas experiencias y fantasías que me metía en la cabeza.
Pero esta vez, ahí estaba Valeria, a mi disposición, como me imaginaba que lo habría estado también de ese otro vecino. Los nervios me atenazaban y casi no sabía ni que hablar con ella, pero en mi cabeza sólo había una idea fija:
—¿Y con el señor del primero, que hacías en su casa?
—Lo mismo que aquí, hacía los deberes y hablaba conmigo.
—¿Y por qué no sigues yendo a su casa?
—Porque una vez empezó a meterme mano y quería follar conmigo.
Escuchando su respuesta, mis sueños de tener algo con ella, se desvanecieron de repente, situándome en esa realidad que nunca debía haber abandonado. Era totalmente normal lo que me estaba diciendo, esa cría no era la puta que yo me imaginaba y menos mal que todavía no había intentado nada con ella, continuando la conversación:
—Ya entiendo. Menudo pervertido el tío ese. A ti eso no te gusta, claro, eres muy pequeña todavía.
—No soy tan pequeña, que ya he follado, ¡eh!
Caray con la mocosa esta, lo que me estaba diciendo. Mis pensamientos empezaron a cruzarse en mi cabeza, amagando con provocar un cortocircuito, acertando a responder:
—¿Ah sí? Vaya, no me lo esperaba…..
Pero ella siguió hablándome, ya totalmente desinhibida:
—Pero solo lo hago con quien me gusta.
—Ya, claro, es normal. ¿Y quién te gusta a ti?
—El del primero no me gustaba. Era un baboso y olía mal, pero tú si me gustas.
Mi corazón dio un vuelco con lo que acababa de escuchar. Una cría de apenas 12 años diciéndome que yo le gustaba y creo que ella notó mi nerviosismo, riéndose al ver mi cara:
—Jaja…. ¿Qué pasa…? ¿Yo no te gusto a ti?
Entre balbuceos, pude contestarle:
—Siii, sí, claro…., me encantas……
—¿Podemos follar entonces?
Estaba claro que esta cría quería matarme de un ataque al corazón. Yo no me podía creer lo que me estaba pasando, pero tampoco quería desaprovechar esta ocasión que me estaba dando la vida, y me quise asegurar:
—¿Has follado con muchos ya?
—Con algunos, pero no me gustan de mi edad, me gustan mayores.
Y tanto, pensaba yo. Cuando se lo cuente a mi compañero se va a morir de envidia…..
Yo estaba desando ya devorarme a esa cría, pero mis últimos reductos de prudencia, procuraban que luego no hubiera sorpresas desagradables, así que continué preguntándole:
—¿A qué hora viene tu madre? Estará buscándote…..
—Falta más una hora todavía. La esperaré en casa.
Tenía una hora para disfrutar de Valeria y no sabía si empezar allí mismo o llevarla a la habitación, pero ella se acercó a mí y pasando sus brazos por mi cuello empezó a besarme.
Ante su decidido paso, mi cuerpo empezó a temblar como el de un adolescente, pero su boca me supo a gloria. Su lengua era la más exquisita que había probado y mientras degustaba sus interminables besos, mis manos empezaron a acariciar su cuerpo por debajo de su ropa. La suavidad de su piel me hizo consciente de que me iba a follar a la cría con menos edad de mi vida, algo que nunca hubiese imaginado, pero Valeria estaba haciendo realidad mis sueños.
Mi compañero de trabajo tenía razón. Cuando se prueba a alguna de esta edad, no volverás a sentir lo mismo con ninguna otra. Era algo indescriptible……..
Ella había echado mano a mi polla por encima del pantalón, totalmente empalmada, palpando su tamaño como una experta prostituta y mientras yo seguía recreándome en el placer que me estaba dando Valeria, ella me dijo:
—Llévame a la cama……
Yo la cogí en brazos y la llevé a la habitación. La tumbé sobre la cama y empecé a desnudarla completamente. Esa vagina que había percibido bajo sus braguitas en el portal, aparecía ante mí como la fruta más jugosa que había visto en mi vida, sin apenas vello, abultada y ligeramente sonrosada y entreabierta. Estaba ya empapada y se notaba que por ella había entrado ya más de una polla.
Ella no perdió el tiempo para sacar mi polla del pantalón y ponerse a chuparla, dejándome claro que no era la primera que tenía en su boca.
Su cuerpo de niña no correspondía con sus actos, pero eso lo hacía más perverso todavía. Era como si el mismo diablo hubiera poseído ese cuerpo para llevarme al infierno con él, pero después de eso, ya no me importaba lo que pasara.
Continué besando y lamiendo todo su cuerpo, cada centímetro de su piel que se erizaba al paso de mi lengua, haciéndola estremecer dentro de su fragilidad. Casi temía ponerme sobre ella, por miedo a hacerla daño con mi peso, por lo que la puse encima de mí, de forma invertida para hacer uno de los 69 más morbosos de mi vida. Ella pasaba su lengua por mi polla como si estuviera chupando un delicioso caramelo, metiéndosela dentro de su boca todo lo que podía, mientras mi lengua pasaba una y otra vez por la rajita de su vagina abriéndose paso para introducirla cada vez más adentro, y haciéndola retorcerse sobre mí, incapaz de contener su placer, soltando en mi boca pequeños chorros de flujo que yo supuse que eran pequeños orgasmos que iba teniendo.
Desde luego, Valeria estaba disfrutando conmigo y yo con ella, como pocas veces lo había conseguido con una mujer. Solo faltaba esa penetración final que me diera total posesión de su cuerpo y de pronto, ella misma me lo pidió, no como la niña que era, sino como la espléndida mujer que sería en un futuro, dueña de su cuerpo y de su placer, sabiendo perfectamente lo que quería y pidiéndomelo con esa seguridad que solo da la experiencia:
—Fóllame, por favor, métemela ya……
La senté sobre mí, porque quería contemplar como mi polla iban entrando en ese pequeño coño viendo como iba desapareciendo dentro de él. Cuando empezó a moverse sobre mí con suaves movimientos, eso era ya el éxtasis total y yo sentía como la sangre fluía hacia mi polla a borbotones, haciéndola palpitar dentro de su vagina, que continuaba soltando esos pequeños chorritos de flujo que me tenían empapado y hacían más fácil y placentera la entrada de mi polla hasta lo más profundo de su coño, hasta un lugar en el que parecía hacer tope y ya no entrar más, pero cada vez que llegaba ahí, ella gemía más fuerte, casi gritaba como si fuera un placer insoportable para su pequeño cuerpo.
En esa situación era lógico que mi semen no tardara en derramarse dentro de ella y en varias descargas fui soltándolo, saliéndose fuera mezclado con su corrida viscosa, hasta que llegó un momento en el que ella pareció quedarse desmayada, sin moverse, lo que me asustó, porque tuve miedo de haberla hecho daño al haberla penetrado demasiado profundo.
Intenté reanimarla, y ella volvió en sí con una sonrisa, diciéndome para mi tranquilidad:
—Gracias.
—¿Gracias por qué, cariño?
—Porque me has dado más gusto que nadie y fuiste muy cuidadoso conmigo.
—Soy yo el que tengo que darte las gracias por la hora más maravillosa que he tenido en mi vida.
—Ha estado muy bien, sí, pero tengo que irme ya, mi madre va a llegar.
—Si, claro. Lávate bien primero, que no te vea así, toda manchada de semen.
—Sí, voy a casa a ducharme ahora, antes de que llegue.
Salí con ella hasta la puerta y para mi sorpresa vi que metía la llave en la puerta de al lado.
—¿Vives aquí?
—Sí. Te vi llegar el primer día.
—Pues yo nunca os había visto, ni a tu madre.
Valeria me miró con una sonrisa enigmática y entró en su casa. Al poco rato, oí ruido en la escalera, por lo que puse el ojo en la mirilla y vi a una elegante mujer rubia muy arreglada, entrar en la puerta de al lado. Luego, desde dentro de mi casa, intenté escuchar lo que hablaban:
—¿Qué tal, Valeria? ¿Qué has hecho hoy?
—Nada, mamá, lo de siempre.
.—¿Has estado en casa de algún vecino?
—Sí, he estado con el de al lado.
—Mejor así, ya sabes que no me gusta que te quedes en el portal tú sola, que te puede pasar cualquier cosa.
—Ya lo sé, mamá. Los vecinos me cuidan muy bien.
—Me alegro, hija. Tú eres muy cariñosa y sabes hacerte querer.
—Mamá, ¿has tenido muchos clientes hoy?
—No ha estado mal, hoy he tenido a tres casados, que lo que quieren es echar un polvo rápido después de trabajar, antes de irse a su casa.
—¡Ah!, genial, mamá. Tú siempre dices que son los mejores. Pagan, no dan problemas y se van rápido, jeje.
—Así es, hija. Es bueno que vayas aprendiendo.
Yo no podía creerme la conversación que estaban teniendo madre e hija, pero lo bueno de viajar tanto es que conoces a gente de todo tipo, algunos de mejor tipo que otros…, pero lo que tenía claro es que después de esa tarde con Valeria, quería pasar el mayor tiempo posible con ella, antes de volver a mi casa.
Cuando al siguiente día, volví a ese piso, esperaba encontrármela otra vez en el portal, pero esta vez no estaba, por lo que sentí una gran decepción y me dije a mí mismo:
—¡Vaya! Algún vecino se me ha adelantado y ha debido llevársela ya a su casa. Mierda, se la estará follando……
Mientras subía la escalera andando, tenía la esperanza de encontrármela por allí sentada en algún escalón, pero al llegar a la 2ª planta, la vi salir de uno de los pisos, y la llamé:
—Valeria…..
—¡Ah!, hola.
—¿Qué haces? ¿Estabas con algún vecino?
—¡Eemm!, sí, bueno, pero llegó su mujer y ya me voy.
—¡Ah!, ya. ¿Y no os dio tiempo a follar?
—No, acababa de subir con él.
—¿Y que dijo su mujer al verte allí con su marido?
—Nada. Ella ya le dijo a mi madre que subiera a su casa a merendar cuando quisiera.
—Claro, algo normal. Y su marido te da la merienda, jaja.
Ella me sonrió con complicidad por la broma, pero esta cría me tenía fascinado, se debía pasar las tardes follando con todos los vecinos del portal, que ya la conocían y sabían que lo podían hacer con ella.
—Entonces ¿quieres venir a mi casa? —le pregunté, ansioso.
—Bueno, vale……
Al entrar en casa, se sentó directamente en la mesa de la cocina, enseñándome nuevamente sus bonitas piernas de forma despreocupada mientras sacaba las cosas de la mochila para ponerse a hacer los deberes, con una naturalidad que me dejaba asombrado y yo en mi cabeza con la única idea de follármela otra vez, pero previamente intenté indagar sobre los enigmas que tenía sobre ella:
—¿Qué te dijo tu madre ayer?
—Nada, lo de siempre.
—¿Ella no sospecha lo que haces cuando estás sola esperándola?
—No —mintiendo claramente.
—¿En qué trabaja tu madre?
—Trabaja con hombres.
Bueno, al menos en eso no me mentía:
—¿Con hombres….? ¿Qué hace con ellos?
—Es masajista. Les hace masajes.
—¡Ah!, ya entiendo. Ya sé cómo son esos masajes…..
—¿Ella te cuenta cosas de su trabajo?
—A veces…..
Estaba claro que Valeria no quería darme muchas explicaciones de lo que hacía su madre, así que decidí volver a lo que me interesaba:
—¿Te falta mucho para acabar?
—Ya estoy terminando. ¿Qué quieres, follar?
Su franqueza me dejaba desarmado. Para esa cría, follar era como tomarse un helado, un pasatiempo más, pero para mí, en ese momento era lo más importante que podía hacer en mi vida, pero siguió sorprendiéndome con lo que me dijo después:
—Este móvil está viejo ya. ¿Me compras uno nuevo?
Moralmente, me sentía en deuda con Valeria. Me había permitido follarla y lo menos que podía hacer era tener un detalle con ella, pero a la vez sentía que era una especie de pago por sus servicios prestados, lo que me confundió un poco, aunque pensando en lo a que se dedicaba su madre, veía lógico que ella actuara así, así que sin saber si eso era lo correcto, le contesté:
—Bueno, ¿cómo lo quieres?
—De los buenos, como los que tienen mis amigas.
—¡Vaya! ¿Y quién se los compra a tus amigas?
Ella me miró sonriendo, con cara de sorpresa, como diciéndome, que yo no me enteraba de nada:
—¿Quién se los va a comprar……? Los señores……
¿En qué mundo vivía yo? Y ¿en qué mundo vivían estas crías? Follaban con hombres mayores para que les compraran cosas o les hicieran regalos. Pero bueno, en realidad, ese era el mundo que me había enseñado mi compañero de trabajo, un mundo al que había estado ajeno hasta hace poco.
—Ya entiendo. Así que follas conmigo para que te compre un móvil nuevo.
—Yo no te obligo ¡eh!, solo si tú quieres. A mí me gusta follar contigo.
Como era posible que esta cría estuviera manipulando mi mente de esta manera, jugando con mis deseos y con mi razón. Quizás el estar todo el día en la calle, le hubiera dado una madurez impropia de su edad, quizás el tener la madre que tenía, había hecho el resto, pero el caso es que me tenía en sus manos y empecé a pensar que si me negaba a sus “insinuaciones”, podría tener un grave problema con ella.
Estaba enganchándome a Valeria y eso me preocupaba, pero pensé que me quedaban pocos días para estar allí ya y no quería tener ningún problema, así que le dije que mañana le traería un móvil como los que le gustan a ella, mirándome Valeria con una amplia y pícara sonrisa, como pensando –ya he conseguido lo que quería-, para luego decirme a mí:
—Ya terminé. ¿Vamos a la cama….?
Esto no podía estar pasando. Nadie me creería en la situación en la que estaba metido, pero ya no pensaba contárselo ni a mi compañero de trabajo y en lo único que pensaba era en disfrutar nuevamente de esa chiquilla que me tenía loco, con su llave colgada en el cuello, que no se la quitaba ni para follar.
La deseaba como pocas veces había deseado a una mujer y fue nuevamente tenerla desnuda entre mis manos y ponerse mi polla dura como una piedra, dispuesta a entrar otra vez en ese delicioso coño que parecía tener vida propia, palpitando al contacto con mi glande en su entrada, llevándome una vez más al máximo placer que había tenido en el sexo, mientras ella parecía tener un placer similar al mío o así me lo hacía creer, porque en realidad, ya no sabía que pensar de esta cría que me había encontrado en el portal, aunque en esas circunstancias, tampoco me importaba mucho.
Yo la miraba desnuda en la cama, su cuerpo delgado, su piel blanca con apenas unas pequeñas tetas y mi polla entre sus piernas, entrando en ese coño que la devoraba, pero tampoco quería salir de él, porque me la exprimía una y otra vez en un sin fin de corridas como nunca había tenido, hasta el punto de sentir una ligera debilidad que me hacía no poder continuar follándola por mucho que quisiera hacerlo.
Al terminar, se marchó nuevamente a su casa y al llegar su madre, intenté escuchar nuevamente lo que hablaban entre ellas, sumiéndome una vez más en esa irrealidad en la que me había instalado desde que conocí a Valeria:
—¿Qué tal cariño, como te ha ido el día?
—Muy bien, mamá. El vecino de al lado me va a comprar un móvil nuevo.
—Que bien, menos mal, hija, porque ese que tienes ya está muy viejo.
—El señor de arriba me dijo que mañana va a llevarme a comprar ropa a un sitio que conoce él. Jaja, es un pervertido, quiere comprarme unas braguitas que son como tangas para niñas y lencería que quiere que me ponga en su casa.
—Pues muy bien, hija. Ese señor tiene mucho dinero y si quiere darse el capricho de tenerte en la cama, sácale todo lo que puedas.
—Siempre me dices lo mismo, pero a mí no me gusta sentirme como una puta, me gusta pasármelo bien y divertirme con lo que hago.
—¿Qué quieres decir? ¿Me estás reprochando algo…? El puterío es lo que nos ha dado de comer y para vivir aquí, no lo olvides. Hay muchos hombres que pagan fortunas por estar con niñas como tú. Cuando seas mayor, ya te darás cuenta de lo que cuesta salir adelante.
—Perdona mamá, no quería decir eso… ¿Y a ti como te ha ido?
—Pues bien, también, he tenido bastantes clientes hoy y estoy cansada, así que me voy a la cama ya.
—Vale, mamá, yo también me voy a dormir.
—Acuérdate de tomar la pastilla, hija. Ya tienes el periodo y sabes que debemos cuidarnos, porque a los hombres mayores no les gusta ponerse el condón.
—Ya lo sé, mamá, no me olvido. A todos les gusta correrse dentro.
Al otro lado de la pared, yo continuaba absorto en las palabras de la madre y la hija, llegando a pensar si eso que me estaba pasando era una especie de sueño o si era todo real, pero yo continuaba oliendo el aroma de la colonia que me había dejado Valeria, mi polla todavía tenía restos del semen derramado y mañana tendría que ir a comprarle un móvil a esa cría que me había robado el alma.
Menos mal que en pocos días, me volvería a mi casa, porque no sé lo que hubiera pasado de seguir en ese apartamento más tiempo, aunque en mi vuelta, ya nada volvería a ser igual que antes. Mi vida había cambiado para siempre, por culpa de esa “niña de la llave”.””
holi a todos, pongo a disposición mi cuenta de tg por si alguno se anima, tengo poca experiencia en rolear, pero es una experiencia deli más cuando es con algún hombre morboso y pervertido uwu. Puedo hacer de bbtªs pke (máximo _03_Añts) uwu
@uwu_holi