La niña de Vanesa.
Mi primera experiencia con una nena de 9 años, gracias a su mamá..
Después haber hecho un recorrido extenso por las redes sociales y visitar los perfiles de cientos de chicas, sentí una sequedad en la boca que me provocó ese camino hacia la nada; como si estuviera en un inmenso desierto.
Cuando entré en la desesperación, me topé con lo que parecía una persona encantadora. Una mujer rubia con un tipazo impresionante que esperaba encontrar en la misma forma que yo, una relación. Por lo menos eso creí en ese momento…
Yo soy un tipo bastante calmado, que no se altera por gran cosa y muy seguro de mí mismo. Quizás fue eso lo que más le atrajo a Vanesa, así se llama ese bombón de mujer.
Estuvimos disfrutando intensamente en todos los lugares que se nos ocurría; como dos chiquillos. Por la playa, en un lugar apartado en la montaña. En los lavabos de los bares, mi piso y su piso. En fin, eso era un certamen de folleteo en toda regla.
Una tarde, tras follar en un parque; detrás de unos matorrales, nos sentamos cómodos y exhaustos en un banco. Viendo pasar las pocas personas que pasaban por allí.
Eran las 10.30 de la noche.
Unas crías se apresuraron a recoger una pelota a la cual le habían propinado una patada y fue a parar a nuestro costado. Me fijé que mi encanto de mujer no separaba su mirada del culito de una de las nenas. Aproximadamente tendría unos 7 u 8 años. Y digo que me fijé porque era imposible no darse cuenta.
Mi rubia tenía clavado sus ojos en el estrecho culito de aquella monada. Su short estaba literalmente pegado a sus piernas, y su linda rajita dejaba entrever un hermoso culete.
Aquel pantaloncito se hendía en su pompis y le propiciaba una raja bien marcada en el trasero de la nena.
No me sorprendió que yo prestara atención, pero me extrañó que ella estuviera tan atenta y absorta en esa imagen. Acabé no dándole demasiada importancia…
Hasta que al cabo de unos días, descubrí que aquella mirada intencionada se debía a una pasión desenfrenada por otra personita a la que amaba.
Dicho y hecho… no tardó en llegar la aclaración de todo aquello.
Después de haber congeniado durante unas semanas más, empezó a confesarme ciertos juegos que practicaba junto a su hija de 9 años.
Yo ‘flipaba’ en colores, ya que no era una situación normal, pero me dejé llevar. Tampoco sabía si estaba algo tocada o realmente decía la verdad.
Yo, por si acaso me la follaba como dios y bebía de su cuerpo como si fuera ¡maná del cielo!.
<<Bendita sea la hora que conocí a esta tía>> – me repetía una y otra vez.
Me tenía encantado, y tras mi apariencia reposada, le dejaba percibir descaradamente ese morbo desproporcionado que tenía hacia esa rubia de ojos grises.
Tras pasar algunos días desde el último polvo que echamos, me llamó y me reveló que deseaba verme y poner en práctica conmigo unos juegos.
Nunca hubiera pensado que aquella mujer de 40 años y que había conocido de una forma casual por internet, me hiciera una proposición así.
Cuando confió en mí me llevó a su casa y me presentó a su hija Alicia. Una monada de niña, un verdadero bombón. Rubita como la madre, con una sonrisa de oreja a oreja.
Mientras charlábamos y me ponía tibio de licor, ella aprovechó para calentarme y hacer venir a su nena junto a mí.
En aquel momento entendí a la perfección que intentaba medir mi grado de ‘candidez’ con su hija. Me cogió la mano y la hizo pasar por la cintura de Alícia. La puso sentada en el sofá, en medio de los dos, y así poder manosearla un poco entre ambos.
Yo ya intuía que su madre deseaba que yo participara de una forma activa en sus juegos, pero no pensaba que lo que me sucedería, fuera tan sublime…
Me lo soltó sin ningún tipo de complejo.
La madre me dijo que podía relamer el culito a su hijita, que ella lo hacía de vez en cuando para relajarla, en vez de cantarle una nana.
¡Me quedé con la boca abierta!. Creo que tardé unos segundos en volver a respirar mientras mi mano estaba posada en las tetitas de su hija sin mi permiso. La acababa de poner la madre en ellas.
Sin darme cuenta, Vanesa le había bajado el tirante a la niña y lucía unas preciosas y perfectas corolas de un tono sonrosado. Pasé mis dedos por esos pezoncitos y se me nubló la vista.
Más tarde me confesó efectivamente, que desde ya bien pequeña practicó esos tocamientos con la niña. Pero lo que realmente le excitaba y ponía como una perra era relamerle todo el culete a su nena. A Vanesa, era algo que siempre la había excitado y recurría a su hija casi cada noche para saciar su lujuria. Siempre lo había hecho de una forma extremadamente delicada y amorosa, pero cuando llegaba al climax no podía evitar gemir y correrse mientras le ensalivaba todo el contorno del cuerpo de su preciosa hija.
A mí me pareció algo disparatado, pero también excitante. Nunca había hecho ese tipo de guarradas con una nena, pero quería probar algo así.
<<Sí!, decididamente quiero participar>>.
Así que comenzó lo que iba a ser la mejor noche de morbo y deseo sexual de mi vida.
Sin esperar más, su mamá le puso el culete en pompa y le dijo:
- Este señor te va a relamer el canalito del culo, como te hace mamá todas las noches cielo.
- Vale mami, ¡lo que tú digas!…
La colocó a cuatro patitas en el asiento de la cómoda y me dejó que yo hiciera el resto.
Era una nena bien guapa. Tenía un cuerpito bien definido y su pequeña silueta ya mostraba un buen traserito.
Decidí que no podía quedarme como un pasmarote mirando el culote de Alicia sin más. La tenía delante mío, esperando ser atendida por un hombre que era la primera vez que veía.
Le bajé inmediatamente sus pantalones elásticos y comprobé en todo su esplendor, unas caderas bien marcadas. Seguidamente le deslicé sus braguitas hasta sus pantorrillas, quedándola desnuda hasta los tobillos. Quería que abriera las piernas y necesitaba tenerla bien espatarradita. No contemplé quitarle sus zapatillas; posiblemente porque estaba absorto en esa imagen tan bella y excitante.
Su blusa de tiranta ya no la tenía encima.
Mis ojos babosos contemplaron ese culetito tan lindo y blanco que tienen las chicas a esa edad..
Su chochete era algo gordito y sus labios vaginales eran más gruesos de lo normal para ser una niña, o eso suponía yo. Imaginé que esa hinchazón era por los frotamientos que había recibido la nena de su madre durante estos años.
Aunque he de reconocer que había tenido alguna vez ese tipo de fantasías, y en más de una ocasión imaginé esa situación, nunca había experimentado algo así . Pensar que su mamá le regalaba en forma de lengua unas noches bien calientes, me ponía tembloroso e impaciente por merendarme aquel culito tan respingón que parecía bien sabroso.
En ese momento, tuve una erección y mi verga se puso durísima. Estaba ansioso!
Cuando iba a pasar a la acción, contemplé las nalgas de la chiquilla y recorrí con mi mirada sus piernas hasta las pantorrillas, comprobé como sus calcetas estaban algo manchadas, era algo normal, y aun sabiendo que los nenes siempre tienen su culete un poquito sucio me quedé inquieto. Estoy seguro que su madre le había aseado pertinentemente su precioso trasero, pero reconozco que fui algo pudoroso.
La madre observó mis dudas y de repente noté como su mano agarró mi cipote y me pegó unos meneos bien intensos en mi verga.
Entonces, se acercó al culete de su hija y le dió un besito muy tierno en uno de sus glúteos. La niña miró a su mamá y le puso cara de estar preparada para esa lamida que le iba a meter un desconocido.
<<Cielo, eres un amor. Te estas portando muy bien>>.
Decidí que ya era hora de «cantarle a esa niña su nana». Al principio fui con algo de prudencia hacia su culo, sin perder de vista las braguitas de la nena. Me temía que iba a tener que degustar sus heces.
No me lo pensé más y metí de lleno mi boca y nariz dentro de la raja del culo de esa mozita.
Uf! recuerdo que casi me desmayo de gusto, del olor que me vino. Recibí un intenso aroma desde el interior de su canalito que casi me condujo al paraíso.
<<Dios bendito!>> – me dije a mí mismo << Qué dulzura>>
Le abrí con mis manos las cachas de su culo y enseguida comencé a chupar su hoyo y a lametearlo. La niña pegó un brinco y su mamá le acarició sus pechitos mientras me seguía metiendo unos buenos meneos en mi pene.
Cuando empecé a relamer todo el canalete de su pompis, descubrí que la niña no sólo se sentía aliviada por aquellas lamidas, sino que además disfrutaba con mi lengua.
<<La madre había hecho un buen trabajo con la nena todos estos años>>.
A cada repaso que le metía en la rajita de su culo, la nenita jadeaba y se le erizaba toda la piel.
Tenía el ojete tan dilatado que mi lengua entraba y salía sin ofrecer apenas resistencia. Descubrí por primera vez ese sabor a caquita de nena. Me acomodé también a cuatro patas y comencé a remover intensamente mi lengua dentro del orificio de aquella muchachita. Con mi nariz aspiraba el aroma de su culito, mientras lengueteaba por dentro todo su delicioso ano.
Entonces vi como su madre le empezó a frotar su vulva, le magreaba con sus dedos el pequeño clítoris con movimientos circulares, presionando intensamente cada vez más el chocho de su hija. Sus labios se pusieron visiblemente voluminosos, aún más de como los tenia al quitarle sus bragas…
Mientras su madre le complacía, yo hacia mi faena con su oyito tan tierno. Entre gemiditos de la nena, rechupé cada centímetro del interior de su cavidad anal. Notaba como mi lengua rebañaba todo el contorno de su escroto, entremezclándose mi saliva con la sustancia que emanaba de su tierno y exuberante agujero dilatado.
<<Bendita muchachita>> – pensaba fogosamente a la vez que cumplía con mi parte del trato.
Fundí mi boca en su recto, mientras sentía las contracciones de su ojete como me aprisionaba la lengua, al tiempo que la ensalivaba dulcemente. Su agujero se estrechaba a la vez que se dilataba, para que finalmente acabara introduciéndola hasta el fondo en ese placentero horto de Alícia. El rico saborcito algo amargo que procedía de sus entrañas me hizo explotar de vicio. Tuve que retener mi esperma para no correrme!
Fue una pura delicia convertida en realidad!
Sería imposible como resumir aquella escena si uno no vive esa experiencia.
De repente, la nena empezó a electrizarse y a temblar de gusto. Su coñete comenzó a humedecerse; el frotamiento de la madre en sus partes más íntimas había hecho efecto.
Vi unas gotitas resbalar por su entrepierna…
Tuvo unos pequeños espasmos y su madre empezó a comerle y mordisquear con ansia toda la mollita del pompis tan blanquito y exótico!
- Ohh..mami! Uhmm..que ricoo! Me tiemblan las piernitas. No puedo masss, ya me viene el juguito>>
La nenita gritó y eyaculó en mi propia boca.
Me bebí todo aquel néctar tan jugoso, mientras la niña gritaba de placer. Todo aquel liquido había venido del interior de una vagina infantil y eso me provocó una excitación descomunal.
Cualquier hombre se sentiría agradecido a una jovencita así y a su madre, por permitir que le devorase el trasero a su hija, cuando ella misma contemplaba como le rebañaba todo el culo tan goloso.
Degusté ese manjar hasta que decidí que ya era hora de lametearle con egoísmo ese chochete chorreante que estaba esperándome.
<<Ahora toca una buena ración de este dulce coñete>> – pensé muy excitado.
Pero la nena cayó en la cama tan excitada que no pude probarlo. Permaneció rendida y semidesnuda mientras seguía emitiendo pequeños gemidos por su boca.
- Mami me he exitado>>, intentaba emular tal vez las palabras que en alguna ocasión habría escuchado de su madre.
- Este señor me ha hecho cositas muy ricas.>>
Su mamá le dio un beso muy dulce en sus labios y le dio permiso para descansar.
La niña se echó rendida y se adormeció como un bebe.
- Tengo que decirte algo Pablo, y es que te has portado muy bien con la niña. Deseo que conozcas a mi hijo Lauren de 13 años y mi otra hija de 11, Amanda..
Continuará…
Quiero agradecer la buena acogida de mi relato 🙂
Espero seguir regalando mucho más morbo…
Si queréis comentar podéis hacerlo con total libertad. Gracias!
Muy buen relato exitante
Gracias misionero, me alegra que te haya gustado!! Un besito