La pequeña diosa del sexo 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por leo.leoncio.
LA PEQUEÑA DIOSA DEL SEXO, CUARTA PARTE
Camila lanzó un agudo gritito al verme e hizo lo posible por taparse con las colchas de la cama.
Hilda, desinhibida, corrió hasta mí, riendo alegremente, con los abiertos en alto, como cuando una niña quiere que la carguen.
Y, con un salto sobre mí, me forzó a que la cargara.
_”Vamos a la cama”, me ordenó.
Yo la obedecí, fingiendo estupor mientras miraba a mi novia.
Me senté en la cama e intenté que Hilda se bajara de mí, lo cual fue un inútil.
Camila se deshacía en disculpas, Hilda la frenó.
_”No tiene caso que te disculpes … él ya vió lo que hicimos y lo que hemos estado haciendo … te gustan las mujeres tanto como los hombres … quizás mas … y lo cagaste a él conmigo …no tiene nada de malo … él debe entender que eso pasa … que a veces la gente se confunde y después se descubre en sus verdaderos gustos … sé que él se siente traicionado … pero … yo sé como compensarlo … hey Camila, deja de llorar”, -le dijo a mi novia, mientras yo la miraba con la mirada de odio que mejor podía fingir-.
“Oye tú – me dijo Hilda- ¿quieres vengarte de ella?, ¿quieres hacerla sentir lo mismo que tu sientes?, … pues muy fácil, hagámoslo aquí y ahora mismo, frente a ella, … no creo que ella se oponga, … con todas las veces que lo hemos hecho … ¿verdad, Camila?.
( mi novia no dijo nada), ¿lo ves?, anda,… ¡¡ a sacarse la ropita y pasarlo bien!!”, exclamó la niña, mientras me forcejeaba para quitarme la ropa.
Hice cómo que me decidía y me la quité yo mismo.
Con un movimiento felino, Hilda se subió sobre mí quedando ensartada y a horcajadas, apoyó sus manos sobre mi cuello y apretó lo suficiente para ahogarme levemente, mientras subía su culo hasta casi sacarse mi pedazo, y bajar de un fuerte y sonoro golpe, moliéndome los huevos con cada sentón.
Mi novia la observaba todo, claramente perturbada.
_”Dios mío…nunca imaginé que a una niñita de 10 años le gustara tanto el sexo”, susurró.
_”¡NO! -replico la niña, cabalgándome- ahg, ahg, ahg.
la verdad es que.
ñgf, ñgf, ñgf.
odio el sexo .
lo odio mucho.
”
_”Pero.
si lo estás haciendo pedazos… “
_”No… mf, mf, mf… me entiendes,… gha,gha, gha… desde que tenia… ñm, ñm,ñm… 5 años me tocaron.
ugh,ugh,ugh.
me hicieron cosas … yo tenía miedo, no sabía.
ah,ah,ah…pero.
oh,oh,oh.
sentí muy rico.
(las clavadas de Hilda comenzaron a ser más rápidas),… asi que… ih,ih,ih…me gustó.
uhm,uhm,uhm.
me gustó mucho.
ei,ei,ei… yo sabía que estaba mal… ñih, ñih, ñih… la verdad es que.
ñam,ñam.
ñam… (su cuerpo estaba bañado en sudor, los músculosse tensaban y marcaban debajo de su piel tono bronce, la niña jadeaba por la exigencia física),… amo los penes, los adoro, me gustan demasiado.
igh,igh,igh.
(con cada golpe sentía como la punta de mi glande chocaba y presionaba su cérvix, sintiendo cómo un desesperante cosquilleo me recorría la espalda)…y odio el sexo.
lo odio.
porque .
me hace sentir sucia.
(Hilda aumentó la velocidad, parecía un auténtico taladro, su carita roja, la punta de su sulenguita colgando de su labio inferior, conteniendo su aliento, me decía que pronto se iba a correr)…mhf, mhf, mhf.
me hace sentir puta… y eso…ÑIH, ÑIH, ÑIH , me… ENCAN…¡¡¡TTTAAAAHHHHHHHHHHHHHHH!!!”.
La voz de Hilda comenzó con un grito muy fuerte y ronco, la cual se fue agudizando y se perdió en un chillido agudo que terminó en un sollozo que, al final terminó mutando en una risotada como de loca, mientras la niña se posaba suavemente sobre mi pecho, babeándome el pecho mientras reía.
_”Eres un monstruo…”, susurró, concluyendo Camila.
_”Ja,ja,ja… si, mi amor… soy un monstruo … una enferma…¿y sabes porque?.
porque nunca quedo satisfecha,… quiero más….
ya tuve pene… ahora… quiero comer conchita… conchita de puta… tu conchita Camila”.
Aún jadeante, la niña se levantó y se dirigió donde mi novia quién, algo temerosa, retrocedió.
La niña hizo caso omiso, se posó suavemente sobre ella, le tomó la cara entre sus manitos y le otorgó un largo beso lésbico, muy lento, muy rico, con su lenguita jugando sobre sus labios, introduciéndose dentro de su boca, controlando el flujo de saliva, haciendo que ésta suene al rozar sus bocas… finalmente, tras 5 minutos, mi novia cedió.
Con su cuerpo mas relajado, le fue fácil a Hilda meter una de sus piernas entre los muslos de Camila y abrirle las piernas, mientras le iba comiendo el cuello, el contorno de las tetas, le besaba, ensalivaba , mordía y estiraba los pezones, provocando fuertes rugidos en mi novia, quien arqueaba la espalda, entregándose gustosa a la menor.
Finalmente, Hilda llegó hasta la concha de mi novia.
La observó, la abrió y se fijó en cada detalle.
Besó los labios vaginales con la misma técnica con que besó la boca mientras, sus deditos jugueteaban en ambos orificios, rozándolos, presionándolos, metiéndose dentro de ellos, hurgando en su interior, a la vez que sus dientes raspaban la capucha del clítoris.
_”AHHHH…OHHHH… así, así, así… chúpame rico así”, susurraba mi novia.
_”Me encanta tu conchita… me gusta comértela… ¿te la como mejor que tu novio?.
_”SÍ, … ¡¡MIL VECES MEJOR!!”, se le salió a Camila, quien al verme se sonrojó… pero no me molestó su comentario, al contrario, me calentó más.
Con mi pedazo bien duro, me dirigía a darle su merecido a la putita, cuando ésta me hizo ademán con su mano de que me detuviese.
_”Ahora no, …¿no ves que estoy ocupada comiéndome a tu noviecita?,- me detuvo con un tono arisco y el rostro muy serio.
En un primer instante, no quise obedecer y seguí hacia ella, pero la niña se levantó y alzó su pie para darme una patada, que no alcanzó.
_”¡¡Te dije que te fueras!!.
¿no ves que estás sobrando?, … tu novia no te necesita, conmigo le basta… me la como mejor que tu… no te queremos aquí… déjanos solas por un rato,… ¡¡sal de aquí!!.
vuelve cuando te llame… ¡¡ bastardo impotente!!”, me gritó con furia pero, en su carita, se dibujaba una sonrisa torcida y perversa.
Entendí su juego y lo seguí en el acto, me retiré hasta el dosel de la puerta y esperé allí, corriéndome una lenta y desesperante paja, mientras las veía.
Hilda siguió en lo suyo, olvidándome por completo.
Chupaba y chupaba sin descanso, los sonidos de la saliva chocando con los jugos vaginales de mi novia inundaban la habitación y me enervaban, sobre todo cuando eran acompañados por los profundos suspiros de mi pareja, quien se revolcaba suavecito entre las sábanas, al ritmo de la lengua de la niña.
_”Que rico es comerse una conchita enfrente de su novio… ¿te gusta cómo te la chupo MA-MI-TA?.
MMMHHH…yo sé que te gusta … tu conchita está muy mojada y caliente…”
_”¿Ya…lo has…mmhhh… hecho antes?”, preguntó en un susurro Camila
_”Si… muchas veces… a veces son novios,… otras veces es un matrimonio queriendo experimentar … incluso me he comido a varias parejas de amantes que andan borrachos y muy calientes … siempre ha sido idea de la mujer … que quiere ver cómo me como a su hombre… no se porque les gusta ver como una niñita se lo chupa a su hombre… les gusta ver como ese pene que se las ha culeado tantas y tantas veces entra en mi vaginita apretada y chiquitita… ”
Con esas sucias palabras, Hilda finalizó la faena de comerse la concha de mi novia, se levantó y fue en busca de su mochila escolar.
Ya se imaginarán Uds, el espectáculo de ver su cuerpecito desnudo brincando alegremente, moviendo su culito de un lado para otro, yendo hacia la mochila y de allí sacó un consolador de dos puntas, de buen tamaño y de color azul.
¿Cómo es que ésta niña lleva semejante juguete a la escuela y ningún maestro lo ve?, sólo Dios sabrá.
Con su juguetito en la mano se dio vuelta lentamente y fijó su mirada en Camila.
Agachó un poco la cabeza, sonrió torcidamente con la carita brillante por los jugos vaginales de mi novia y volvió donde ella, con ese andar de gata en celo que me enloqueció tantas veces.
Lo único que quería en ese momento era follármela bien rico pero, ella aún no quería.
_”¿Nunca te ha cogido bien rico una puta, verdad?, preguntó Hilda, de forma arrogante.
_”No, jamás”, respondió camila.
_”Entonces seré tu primera vez, la primera hembra que te lo mete como se debe… y ya verás cómo te va a gustar… yo sé que te va a gustar… te voy a culear bien sabroso… PU-TA”, susurró roncamente la niña, mientras se posaba lenta y suavemente, colocaba una de la puntas entre sus bocas y lo lamían y se besaban entre ella, todo a la vez, gimiendo como las putas que eran.
No tardó mucho en que Hilda bajara devorándose el cuerpo de mi novia a besos y mordiscos, se arrodillo sobre sus caderas y se insertó la cabezota del dildo, el cual entró sin problemas pero, el resto (que era bastante grueso) encontró un poco de resistencia.
Al cabo de unos forcejeos y gemidos muy ricos, Hilda logró meterse al menos unos 12 cms, quedando bien estaqueada en su juguete.
Se levantó sobre las caderas de mi novia, tomó con ambas manitos la otra cabezota del juguetito y apuntó.
Se dejó caer a cuerpo muerto sobre Camila, enterrando el dildo de un solo golpe y hasta el fondo, sin detenerse,
_”¡¡UUUUGGGGHHHHHHFFFFFFF!!, rugió Camila, de dolor y excitación, y arqueó el cuerpo en el proceso.
Un fuerte olor a vagina inundó el ambiente.
_”¡¡Oye tu!!.
tráeme el celular”, me ordenó de forma cortante la niña.
Yo obedecí calladito, esperando que la retribución posterior sea buena; mientras le llevaba su celular, la niña se acomodó sobre el cuerpo de mi novia, montándola, con un muslo de Camila sobre uno de sus hombros y las piernas medio encajadas como tijeras.
Hilda me quitó el celular de las manos casi con enojo, tecleó algo y tiró el celular sobre la cama, me ordenó que me retirara 5 pasos atrás y que no hiciera nada hasta que ella me lo dijera.
A los pocos segundos comenzó a sonar una canción de reggaetón, el ritmo era muy energético y la letra muy sucia.
_”AAAYYY…AAAYYYY…
uy que rico hijo de puta …
dale que me estás metiendo…
un pico por las nalgas… entiérramelo bien adentro…
antes que venga mi marido …” cantaba una mujer, con tono quejumbroso y erótico, repitiendo el estribillo de la canción.
Hilda, bien ensartada en mi novia, comenzó a bailar al ritmo de la canción.
Moviendo las caderas de adelante hacia atrás, simulaba la penetración masculina pero, después, hacia presión con todo el peso de su cuerpo hacia adentro y variaba a un movimiento circular, mientras una de sus manos sujetaba la pierna de Camila, con la otra le masajeaba el clítoris y, finalmente, le lamía y mordía la piel del muslo de mi novia.
Se levantó hasta casi sacar el dildo desde dentro de Camila y volvía a enterrárselo con golpes secos, fuertes y bien profundos que producían agudos grititos de dolor y de placer en ella, mientras se miraban una a la otra con lujuria, pasión y amor… nunca Camila me había mirado así, habría sentido celos, de no ser por la intensa paja que me estaba corriendo, que me tenía a punto de estallar.
Era increíble ver a una niñita de 10 años, cabalgando medio a horcajadas a una mujer de 23, ambas hermosas para sus edades, con auténtica lascivia, olvidándose de mí, dándome un fogoso cuadro lésbico imposible de olvidar.
_”¿Cómo te lo hago perrita, eh?.
ÑGH, ÑGH, ÑGH….
¿te gusta cómo se siente?.
AGF,AGF,AGFFFF”, preguntaba entre pujidos y gemidos la muy zorrita.
_”Si… ahhh, ahhh … me gusta”, susurraba Camila, con los ojos medio en blanco, la boca abierta y un hilillo de saliva cayendo desde su comisura izquierda
_”¿Te lo hago mejor que tu novio, eh?.
¿Quién es mejor… quien te lo mete mas rico?.
vamos dilo perra,… ¡DILO!.
_”¡¡¡TÚÚÚÚÚÚÚÚÚ!!!, gritó destempladamente mi novia
_”¡¡Dime que eres mi perra!!, … ¡¡dime que siempre lo serás!!.
¿¡ quien eres?!”, gritaba Hilda, mientras le daba unos fuertes abofeteadas al espléndido culo de Camila
_”¡¡Tu perra… soy tu perra!!”
_”¿¡Por cuanto tiempo!?”.
_”¡¡ Por siempre, por siempre… soy tu puta… tu perra…!!”
Con aquellos gritos la cogida comenzó a cambiar de tono.
La canción comenzó a ser mas sucia y frenética, al igual que las clavadas que Hilda le daba a mi novia.
Arriba, abajo adentro, círculo, golpe adentro, afuera, arriba, abajo, adentro, círculo, golpe… así se movían las caderas de la niña sobre la concha de mi novia, sin olvidar que el dildo estaba también adentro de ella misma.
_”Así hijoeputa… dame con tu vergota…
me llenas hasta las tetas…
uy que rica la tienes…
dura, larga y gruesa…
damemas fuerte para que grite como puta …
si acaso mi marido viene…
quiero que me vea sufrir con tu vergota…”
rimaba la canción de fondo, mientras el cuerpo de Hilda se sincronizaba con el ritmo y lo implantaba en las caderas de Camila, que se acoplaba al ritmo e incluso comenzaba a tararear algunas letras.
Se miraban, se sonreían, se gemían, se relamían los labios, se follaban, mujer contra mujer, hembra contra hembra, puta versus puta, a ver cual de las dos era la mas, la insaciable, la más perversa.
_”Negro dame más y más y más…
rápidoque me corro…
mi marido ya viene, y tu estás bien adentro…
si nos pilla, agárralo y zás, zás, zás
pégale bien duro
para que vea quien es mi macho
para que vea quien me abre el culo”
Y, con cada letra, con cada minuto que pasaba, Hilda forzaba más su musculatura y golpeaba con mas fuerza el interior de mi novia.
Al cabo de unos 20 minutos, cuando mi novia ya lloraba de lo caliente que estaba, revolcándose entre las sábanas entre gemidos y sollozos, Hilda buscó su celular y se hizo una selfie, en primer plano su bello rostro sudado, rojo, congestionado, al borde del orgasmo y sonriente y, de fondo, mi novia, sobre la cama, llorosa, sudada y prácticamente destruida por el placer.
Era hora del acto final.
En un rápido movimiento, Hilda se salió desde la vagina, agarró el dildo con ambas manitos, apuntó y lo metió de un solo golpe en la rosa del ano de Camila quien, desprevenida, no tuvo opción de defenderse.
Gritó como si la estuvieran matando a golpes, con tal fuerza que forzó sus cuerdas vocales y se quedó afónica.
El juguete entró limpiamente, sin resistencia.
Las caderitas de Hilda se movían hacia adentro y en círculos, mientras el ritmo de la canción se hacía más y más fuerte.
_”Dale, dale, dale …ZÁS, ZÁS ZÁS
que mi marido quede en el suelo llorando
vuelve a mi culo abierto, negro rico
(Hilda comenzó a darle cachetadas a la vagina de Camila, ésta chillaba y se retorcía)
llenámelo con tu leche de vago
dale y dale y dale ZÁS, ZÁS ZÁS
(la niña empuñó su mano y se la enterró sin miramientos en la concha de mi novia, comenzando una doble penetración)
dame rico papito soy tu hembra y soy tu puta…
dejaré a mis hijos y a mi marido
si me llenas de leche hasta la punta
(la manito de Hilda se revolcaba dentro de la concha de Camila, mientras el dildo le golpeaba sin cesar los intestinos, ambas estaban a las puertas de sus respectivos orgasmos)
dame rico hijo puta mal parido
OHHH…OHHH ME CORRRO… ME CORRRROOOO … ME CORRRROOOOOHHHHHHH”
Y al unísono con la canción, ambas putas gritaron con lo que les quedaba de voz hasta que sus gemidos se perdieron en un chillido ronco y en un sollozo de felicidad.
Hilda se salió y, cuando su manito salió desde dentro de la concha, unos chorros saltaron a presión, Camila intentó detenerlos colocando ambas manos sobre su vagina, siendo inútil.
Hilda, reía a carcajadas.
Yo jamás había logrado que mi novia me diese el culo, ni mucho menos arrancarle una eyaculación femenina.
Exhausta, agotada, jadeante, bañada en sudor y líquido vaginal, Hilda aún no estaba saciada.
Me indicó con su manito que fuera donde estaba ella.
Corrí hasta su puesto en la cama, a centímetros de mi novia.
Agarró mi pedazo que estaba a punto de reventar y me miró.
Sus ojitos estaban encendidos con la lascivia, se puso en 4 patas apoyando la cabeza en la cama, se abrió el culo con ambas manos y esperó.
Yo le enterré mi pedazo hasta la mitad, bombeé un par de veces y estallé sin contenerme.
Conté al menos 12 chorros antes de que mi pene se pusiera flácido.
_”¡¡Hey, puta… ¿te gusta la lechita de hombre?!!”, le preguntó en un grito, se metió un dedo en el culo, taponándoselo, se levantó, se acomodó sobre la cara de Camila, con los dedos de una mano le abrió la boca, sacó el dedo de su culo y dejó caer todo mi semen, refregándole el ano sobre su cara, riendo como una loca.
_”EEESSSOOOOO… así… muy bien… ahora sí que eres mi puta… te has comido el semen de tu novio directo desde mi culo… buena puta… buena puta”, susurraba Hilda.
Camila estaba media lela, se dejaba hacer medio desmayada por el orgasmo que recién había vivido… aún así… saboreó mi semen y se lo tragó.
Yo estaba como un toro.
Volví a quedar duro a los pocos minutos, y no era menos con semejante escena lésbica.
Hilda ya había mandado lo suficiente, ahora era mi turno.
La saqué desde la cara de mi novia, le forcé las mejillas con mis dedos y le abrí la boca, enterrándole la verga hasta la garganta.
Ella, lejos de reclamar o amilanarse, me empezó a pedir:
“Lgle-fna-me lagbogfcadeglefchepogffavorgf”, me decía con la boca rellena de mi carne.
Prácticamente, me follé su garganta.
Se la bombeaba cuidando de no hacerle demasiado daño, le tapaba la nariz o la ahorcaba débilmente para ahogarla.
Se lo saqué y empecé a pasear mi glande por todo su cuerpo.
Se lo refregué por toda la cara, ella cerró los ojos y movía la cabeza para ayudarme, con una sonrisa ancha y perversa.
Se lo refregué en sus pezoncitos… Dios, casi me corrí cuando el orificio de mi uretra se engulló el pezón izquierdo.
Se lo refregué por sus piernas, por sus muslos morenos, gruesos, bien torneados, sudados y resbalosos.
Se lo refregué por su culo, por sus mullidas nalgas morenas, gordas y tersas.
Le abrí el culo y se lo refregué por la rosa de su ano que estaba muy caliente, rugoso y seco.
Finalmente llegué hasta su conchita.
No parecía la conchita de una niña: estaba abierto, dilatado, irritado, con un tono rojo carmesí, un fuerte olor a vagina se desprendía de él… y se contraía por sí solo.
La mejor pose para ella, era arriba de uno.
La tomé por la cintura, la dí vuelta en el aire y la puse encima de mí.
Ella se quedó quieta, mirándome por unos segundos.
Una sonrisa retorcida se dibujó lentamente en su carita.
_”Me hiciste sufrir cuando estuviste en mi boca … te haré pagara por eso”, me dijo.
Se estiró un poco, pasó por encima de las piernas de mi novia que dormía plácidamente y cogió el celular.
Colocó una canción lenta y sensual, enderezó su cuerpo dejándolo recto y rígido como una lanza y, apoyada en sus manos, comenzó a serpentear sobre mi cuerpo, al ritmo de la melodía, haciendo que cada parte de ella, rozara mi duro pene.
Se revolcó encima de esa manera y, con cada movimiento, me presionaba y endurecía la verga.
Después se montó sobre mi pedazo, lo levantó con las manos y lo atrapó con sus muslos.
Cuando apretaba un muslo contra el otro, mi pico se hinchaba hasta dolerme, el glande parecía explotar; entonces ella usaba sus uñitas para estimulármelo.
Era una tortura terrible y deliciosa, aplicada como sólo Hilda sabía hacerlo.
Aflojó sus muslos, el dolor se desvaneció, lo agarró con ambas manitos y agachó la cabeza.
Dejó caer un interminable hilo de su babita que estaba muy caliente, bañó mi glande, sus dedos distribuyeron la saliva y con su otra mano me dio una paja rica, prácticamente me estaba ordeñando la cabezota.
Yo resoplaba de caliente, concentrándome para no correrme.
Levantó su culito, acomodó mi punta y bajó.
Sentí como las paredes de su vaginita se dilataban, se abrían y arropaban mi carne.
Su conchita estaba muy caliente y viscosa y, debido a lo grueso de mi pedazo, se producía un vacío dentro de ella que producía una leve succión.
Ella suspiró profundamente, apoyó su cabeza sobre mi pecho y comenzó a subir sus caderas, cuando las bajaba forzaba sus piernas y hacía que su cuerpo bajara para que mi pene se introdujera todo lo posible dentro de ella, y lograba topar con su cérvix, todo muy lento, muy suave, muy rico.
Yo veía su cuerpo todo sudado, todo bronceado, viendo como sus músculos de sus culo trabajaban para darme placer… y la amé… la amé profundamente.
_”No sé porque contigo se siente tan rico… ya me he comido otras vergas grandes… mucho mas grandes que las tuyas”, me confesó.
_”¿Y no te ha gustado?”
_”No, no saben usarlas… me lo meten muy brusco… como animales … para ellos es puro placer pero para mí es puro dolor … y no me hacen caso en nada … se sacian conmigo y se van … no ven si yo quiero placer … en cambio tu … me lees la mente … sabes cuales son mis medidas … mis poses favoritas … me dejas jugar … te preocupas de mi placer … me mimas … no te corres hasta que yo me haya corrido o haces que nos corramos juntos … y ahora … me dejas follar con tu novia … jí, jí, jí … te mereces un premio … te voy a regalar algo … pero no ahora … ahora quiero que sientas todo el placer posible … quiero que llores de placer … quiero que quedes seco por una semana … y que el pene te duela por un mes para que con ese dolor, te acuerdes de mí para siempre”, me susurró con un tono de voz que superó, no por la calentura o la lujuria, sino por la ternura y una sensación de vulnerabilidad.
Me la quería follar, si,… pero también la quería proteger.
Hilda se incorporó y me dio un largo beso romántico, junto con una bella sonrisa en el que sus ojitos también me sonreían.
Se sentó sobre mí, muy recta, con sus manos se hizo un tomate en el pelo y las mantuvo detrás de su nuca.
El celular cambió de canción, sonando un viejo tema tecno de los 90s.
Hilda comenzó a moverse junto con el ritmo frenético de aquella canción.
Primero se movía de adelante hacia atrás, mordiéndose los labios por el placer, después apoyó sus manos sobre mi pecho y empezó a bombearme y cabalgarme como sólo ella sabe.
Púm, púm, púm, púm, golpeaba el tambor del tecno y así me golpeaba el culo sobre los testículos.
La carita de Hilda estaba rojísima, de su frente y de su pelo resbalaban gotas de sudor, de su garganta salían fuertes gemidos roncos, pujidos y risitas, la cama entera rebotaba con sus movimientos y aquello hizo que mi novia despertara.
Púm, púm, púm, púm … un intenso placer se sucedía en interminables oleadas que electrificaban la columna y me estallaban en la nuca a cada segundo, siendo un acto heroico el no correrme de inmediato.
Veía en el rostro de Hilda que, al igual que yo, contenía su orgasmo intentando prolongar todo lo posible esos momentos de placer … pero era muy difícil … sus ojitos ya estaban blancos, la presión del semen en mis huevos era demasiado … púm, púm, púm mis manos se engarfiaron sus nalgas gordas y firmes, las abrieron y uno de mis dedos se metió en su ano, presionando hacia abajo, rozando mi cipote a través de ella.
Eso fue demasiado para ambos.
Púm, púm, púm, púm lancé un chorro de semen líquido dentro de ella, ella lanzó un ronco grito de placer, sus caderas perdieron coordinación y fuerza, la galopada perdió velocidad mientras ella gemía, sollozaba y reía al mismo tiempo.
Yo sólo me corría una y otra vez, mi semen salió desde ella y bajó formando un charco entre nuestros muslos.
Ella esperó a que mi leche bajara y volvió a cabalgarme, chapoteando en mi semen y sus jugos vaginales hasta que su cuerpo exhausto, le dijo ya no más.
Se desplomó sobre mí y se quedó dormida en el acto.
Camila, que nos estuvo observando todo ese rato, esperó a que yo recobrara el aliento para hablarme.
_”Esa niña está enamorada de ti”, me dijo.
Yo no supe que contestar, en mi interior, mi corazón estallaba de alegría de sólo imaginarlo.
_”No lo creo, es una prostituta infantil … debe tener clientes mas jóvenes y bellos que yo …”, me excusé.
_”Sí, … es una putita,… tiene sólo 10 hace el sexo como ninguna que yo haya conocido … Dios, tiene sólo 10 años e hizo que me desmayara …¿qué haremos ahora?, ¿ que pasará entre nosotros?.
nos revolcamos con una niñita y lo gozamos como nunca… Dios, eso no es normal … somos … enfermos … nunca te ví gozar así conmigo … me supera … no puedo competir contra ella”, divagaba Camila.
_”¿Qué me quieres decir?, le pregunté para aclarar las cosas.
_”Digo que esto no está bien,… nada de bien … debo alejarme de Uds.
o terminaré en la cárcel … ella no te dejará en paz … y si no me voy … terminaré aferrada a ella, sólo para buscar placer”, concluyó.
_”Entonces , ¿me dejarás?.
bueno, tienes razón … yo también me alejaré de ella… está muy mal lo que hicimos … además Hilda tiene padres, cuando todo esto se sepa … no quiero pensarlo.
Camila se levantó en silencio, buscó sus ropas, se dio una ducha, recogió sus cosas y se fue sin decirme una palabra.
Al poco rato, Hilda se despertó.
Me quedó mirando con una expresión tan tierna e infantil que, desde que recuerdo, era la primera vez que la veía como una niña normal.
Miró para todos lados y preguntó por Camila.
Le expliqué lo que había pasado.
Me abrazó por el cuello con fuerza, durante largo rato y después me susurró al oído:
_”Ahora eres SÓLO MÍO”
(continuará)
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