La perversa Carmen y su hijo Armando, el poderoso semental.
Una mujer adicta al sexo enfermo y un hijo vigoroso defiendo de vírgenes..
Armando Colmenares, Director.
Así se leía en la placa del escritorio donde Armando sentado revisaba documentos mientras debajo su secretaria, una mujer perversa de 58 años, instruia a una nena de 6 años en arte de la felación.
Armando es un hombre apuesto de 32 años, todas las madres de los estudiantes sienten sus vulvas papitar cuando todas las mañanas las saluda con su profunda voz, sonrisa de dentadura blanca perfecta y mirada penetrante de hermosos ojos color almendra.
Buen días señora xxxx, Buen día señora xxxx
El director conocía a todas las madres por su apellido, también conocía a sus hijos, domicilio y en muchos casos, la forma de sus vaginas y manera de correrse.
Armando había alcanzado el puesto de director a los 28 años, justo cuando la a terior directora le cedi su puesto, comprometiéndose a seguir en el instituto como la secretaria y asesora del apuesto, inteligente, educado, preparado y MUY FOGOSO profesor Arturo, licenciado en docencia, maestro en gestión de recursos públicos, doctor en pedagogía y con un post doctorado en hacer el amor.
Esa mujer conocía a Armando desde hace mucho tiempo, desde que estaba en su vientre para ser exactos, la secretaria que ahora instruia a la menor de 6 años a cómo dar una felación, con ejemplo instruido, es la madre de Armando.
Violada por su padre hasta el día que se casó con su difunto esposo, Carmen es una mujer sedienta del sexo más exquisito, o al menos ella así lo ve.
El padre de Arturo era un hombre rico que cayó rendido a la belleza y habilidad de la mujer para hacer el amor, se casó de inmediato con ella y a los 4 años nació Armando, producto de una infidelidad por parte de ella con un hermoso hombre que conoció en un viaje con su marido.
Cuándo Carmen se enteró que esperaba, su vagina se mojó a chorros, ella deseaba una niña a la cual desvirgar, pero un nene que la cogiera tampoco le parecía mala idea, el único obstáculo era su marido, pues era un hombre hogareño y no quería separarse de su esposa, ancioso de que su hijo naciera para poder tenerlo en sus brazos.
Todas las noches tenían sexo, el hombre loco de felicidad le hacía el amor a su esposa con pasión y vehemencia, su tefiche eran las mujeres embarazadas y ahora, la suya lo estaba. Para Carmen esto no era suficiente, no era sexo prohibido o pervertido, por tal motivo, constantemente se perdía en los establos para ser poseída por los empleados, hombres fuertes, apestosos, sucios y muy calientes que le llenaban todos sus agujeros de pene y leche, la cual salía a chorros de su interior.
En una de esas escapadas el esposo, quien buscaba a Carmen la encontró gimiendo sentada sobre dos de sus muchachos que la penetraban por ano y vagina mientras tenía otros dos penes en su boca, su vestido recogido más arriba de su enorme panza que escurría semen.
El hombre lleno de cólera intento arremeter contra semejante aberración, pero su corazón no soporto tal presión arterial y cayó muerto víctima de un fulminante paro cardíaco.
Los hombres asustados al ser sorprendidos se detuvieron, preocupados por la salud de su patrón, pero para Carmen esto era perfecto, el más puro de los morbos.
El inherte cuerpo de su esposo tirado mientras 4 hombres la poseían, con gemidos incitó a los hombres a seguir, los cuales se apresuraron y derramaron su semen en el vientre inflamado y preñado de Carmen, quien ahora se sentía libre para disfrutar del hijo que crecía en sus entrañas.
Este niño tendrá tu apellido, pero quiero que sepas amado mío, que no es tu hijo, mirá, mira todo este esperma, es la prueba de que nunca te fui fiel, te amé, pero no eras suficiente. Dijo Carmen llena de lágrimas y fuego en sus ojos, una sonrisa perversa pintaba su rostro y las más sucias fantasías le llegaban a su enferma mente.
Hijo de mis entrañas, tu madre será una puta hasta el día en que nazcas, voy a disfrutar cuando tu pequeño cuerpo expanda mis labios vaginales elmdia de tu alumbramiento, te prometo estarán rebozantes de semen de mil hombres, pero no temas pequeño, heredaras toda su fuerza amor, y cuando te tenga en mis brazos bebiendo de mis senos, me aseguraré de convertirte en el semental desvirgador de un millón de orificios.
Continuará…
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