La perversión de Vanessa III
La relación de Vanessa y su padre se ha vuelto ligeramente cómoda y Vanessa descubre nuevos sentimientos por aquel hombre….
Vanessa III
brí los ojos en medio de ruido de mí alarma. No me dolía nada, sólo sentía un cosquilleo suave en mi entrepierna, la suave manta de lana me rozaba el cuerpo y fue cuando caí en cuenta de que estaba desnuda. Me quedé dormida, pensé mientras trataba de moverme sin descobijarme. No fui al colegio, rayos, me apreté el puente de la nariz y me tallé los ojos para despejar el sueño que aún se agolpaba en mis párpados.
Mi puerta se abrió de golpe y mi primera reacción fue jalar la cobija casi hasta mis mejillas. Era mi padre. Mis ojos inmediatamente se movieron al lugar entre sus piernas, discretamente revisé si había algo allí, pero nada, parecía estar más tranquilo.
-Te quedaste dormida -dijo metiendo una mano a su bolsa.
-También tú -respondí sin quitarle los ojos de encima.
-Vane…
-No digas nada, mejor después de comer algo -me puse en pie, aún estaba cansada y mis rodillas estaban de gelatina.
-¿Dormiste bien? -mi papá intentó mirar tras la cobija pero no sé lo permití-, el desayuno se va a enfriar…
-Voy en un momento.
-Vale -enfiló fuera de la mi habitación, con las manos en las bolsas y mirando el suelo. Quizás debí ser un tanto menos cortante, pensé mientras andaba a mi cajón en busca de una ropa interior y una camiseta. La sensación de incomodidad se había retirado pues me salí solo usando una camisa aguada y mis pantys.
La cocina estaba un poco silenciosa y un plato de cereal sin servir era lo único que resaltaba en la mesa.
-Te ves bien así -mi padre emergió del patio, llevando la basura fuera.
-Gracias -por alguna razón no me molestaba que me viera las piernas. Fue un momento extraño pues por unos instantes me gustó que me mirara; era como si mi cuerpo cobrará sentido por primera vez, había alguien a quien volvía loco. Revisé el refrigerador pero no había nada de leche, así que volví a la mesa para comerme el cereal seco, no fue muy agradable. Mi padre volvió de la basura y mientras se acercaba a fregadero pude notar la erección de sus pantalones y no pude más que negar con la cabeza.
-¿No te parece que eres un poco obvio? -me baje de un salto de la silla alta del desayunador- ¿Así saliste a la calle?
-Si -dijo mientras de secaba las manos. Después se me quedó viendo, recorriéndome con la mirada y yo que no podía de dejar de ver el bulto palpitante de sus pantalones.
-¿Te duele? -me crucé de brazos- digo se ve que andas incómodo y todo eso ¿Porque no vas al baño y pues haces lo que debas hacer y luego ya regresas?
-No es tan simple Vane -metió las manos a las bolsas de su pantalón y desvió la mirada hacia su cosa.
-¿En serio? No es suficiente que hagas que tu propia hija te toque sino que además quieres que lo haga a todas horas -me giré dándole la espalda.
-Por favor -su tono era casi una súplica y a decir verdad, me pareció lindo que suplicara.
-Vale, pero no… -cuando me giré, ya estaba desparramado en el sillón con las piernas abiertas. Solté un suspiro muy profundo y anduve hasta arrodillarme entre sus piernas. Comencé por manipular su botón y la bragueta; sentía mucha ansiedad de volver a ver su pene, y no porque me gustará, sino porque sabía que esa erección era por mí, para mí.
-¿Hoy sí lo harás con tu boca verdad?
Me quedé de piedra. Con su pene en mi mano derecha y sus huevos en la izquierda.
-Quiero que me la mames Vanessa.
Miré el palpitante miembro de mi padre y un sin número de pensamientos me atravesaron la cabeza.
-No sé hacerlo -dije mientras lo masturbaba delicadamente. Acerqué discretamente la nariz a la base de su pene y una bocanada de olor fuerte me pegó en la nariz pero no me aparté, simplemente sentía demasiada curiosidad por aquello, un ánimo morboso.
-Yo te enseñaré, dale una lamida desde la base hasta la punta.
Pasé saliva, estaba segura de que sabría horrible y con todo el miedo del mundo y los ojos apretados, lamí desde sus pelotas hasta la punta. Estaba suave y muy caliente, tenía un ligero regusto salado pero nada que fuera a hacerme vomitar, no estuvo mal, pensé y me dediqué a darle placer. Cada vez que mi lengua recorría su miembro, mi papá clavaba las uñas en el sillón, parecía estarlo disfrutando. Lamí varias veces, cambiando de sentido de cuando en vez.
-Mételo a tu boca -dijo acercándome con un jalón.
Simplemente abrí la boca y recibí su sexo dentro de ella con suavidad. Apenas entraba completo.
-No me vayas a morder -dijo sujetándome por el cabello.
Cerré mis labios alrededor y comencé a mover mi cabeza de adelante hacia atrás, arrancándole intensas descargas de placer. Su cara de torcía cada vez que mi lengua acariciaba la punta dentro de mi boca, lamí intensamente esa parte pues parecía estarle gustando. Los sonidos de chapoteo y succión de mi primera mamada llenaban la sala en silencio y sentía preocupación de que alguien pudiera escucharlos. Tome sus testículos y me puse a juguetear con ellos como si fuera canicas dentro de un saco. Mi padre empujaba más dentro de mi garganta, y como él no paraba de moverme, dejé la boca fija e hizo el resto.
-Se siente bien -dijo entre suspiros-, aprendes rápido, no pares putita.
No me gustó que me dijera putita pero en esa situación no se sintió como un insulto. Estarlo mamando había dejado mis pantys arruinados y húmedos.
-Hazlo más rápido.
Aceleré los movimientos de mi cabeza y fui más agresiva con mi lengua a lo que él respondió sonriendo.
-Ya casi acabo zorrita, te los voy a echar en la boca.
Me detuve un momento y negué rápidamente aún con su pene dentro de mi boca. No pareció agradarle pues me agarró con fuerza por el cabello y empujó su pene hasta el fondo de mi garganta haciéndome atragantar. Tosí un poco y trate de alejarme pues la punta me estaba haciendo daño. Comenzó a moverse en círculos, acariciando lo más profundo de mi garganta con la punta.
-No te pongas terca -dijo con una sonrisa mientras me miraba atragantarme- papá quiere echártelos en la boca así que no seas malagradecida y acéptalos.
Le di unas palmadas rápidas en la rodilla en señal de rendición.
-No hasta que aceptes.
Asentí rápidamente y por fin la saco un poco, dándole el espacio que necesitaba para toser y respirar. Pero continuó casi de inmediato.
-Estoy por acabar así que no pares.
Volví a mí labor, le di pequeñas mordidas en todo el tronco y jugué con mi lengua debajo de la piel de su pene. Me apretó con fuerza y mi boca iba y venía a la velocidad del rayo, me dolía la quijada y ya no podía estar de rodillas en el suelo. Gruesas gotas de saliva me caían por la barbilla hasta la camisa y el suelo y mi propia vagina estaba dejando un pequeño charco de lubricación sobre la alfombra de la sala.
-Estoy acabando !No vayas escupir una sola gota¡ -sin aviso me sujetó por la nuca y se vino dentro de mi boca. Un chorro de algo caliente y espeso me cayó en la lengua, llenado mis encías y dientes. Terminó su venida con un fuerte gemido y por fin saco su cosa de mí boca.
-¿Sabe rico? – dijo con las manos en la cadera.
Yo negué rápidamente.
-Qué más da, aún no es tiempo, puedes ir a escupir.
Salí corriendo con una mano en la boca y alcancé a tirarlo en el fregadero. Tosí un poco para no tragármelo, me enjuagué con un poco de agua y volví a la sala secándome con mi camisa.
-Estuvo bien, ya puedes irte -y así sin más de volvió a sentar. Como si nada hubiera pasado.
-De nada -le dije y me fui hecha una furia a mí habitación dando pisotones mientras caminaba. Cerré de un portazo.
-Maldito puerco, todavía que lo dejé acabar en mi boca y luego me trata con la punta del pie, imbécil pervertido -me senté en mi cama a mascullar mi enojo. Necesito lavarme los dientes. Entré en mi baño y tome la pasta y el cepillo. Estaba muy molesta. Incómoda de la entrepierna que me picaba y se sentía completamente empantanada, todavía se la mamé y simplemente se deshizo de mí como un periódico viejo, escupí la pasta y me enjuagué. No quería verlo por el resto del día. Anduve hasta la cama y me tiré de panza y me saqué los pantys.
Toqué ligeramente el área húmeda entre mis piernas. La sensación fue muy necesaria. Continué con movimientos rítmicos, manteniendo la concentración en algo que realmente me gustará. Un chico de mi clase, el chico alto del salón. Cerré los ojos para imaginar su cosa, no había visto ninguna otra antes y cada vez que me tocaba intentaba retener su forma, su tamaño, la sensación de que estuviera dentro de mí pero cada vez que lo intentaba, mi padre aparecía en mí fantasía, con su pene enorme penetrándome, despedazando el interior de mí vagina. No me di cuenta cuando introduje uno de mis dedos dentro, estaba desbordándose de jugo, ríos y ríos de líquido cristalino caían por mis muslos.
Ataque con ambas manos, una dentro y otra fuera. Ni respiración de hizo errática cuando comencé a pensar en mí padre mordiéndome los pezones, acariciando mis muslos con sus manos enormes y firmes. Justo en el momento que mi papá se venía dentro, yo también acababa. Todo mi cuerpo se contrajo en medio de una intensa descarga de placer y un grito ahogado me llenó. Me quedé lánguida en el colchón con un puño de sentimientos encontrados y con la sensación de que mis dedos simplemente no eran suficientes.
Fin de la tercera parte
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!