La Pesadilla
El Sueño cap.2.
– Me voy a acostar – le dije a mi hermano esa noche, después de que terminó la película que estábamos viendo.
Todas las noches me da miedo cuando me voy a acostar. Había pasado más de una semana y no había vuelto a soñar con la sombra. Ya no le ponía pestillos a la puerta.
– Quieres que duerma contigo? – me preguntó.
– Te gustaría, ah ? – le dije sonriendo y sentándome en su falda. Durante toda la película me estuvo haciendo cariños, tuve que detenerlo para que no siguiera.
– Déjame ver la película – le decía.
Hasta puso mi mano en su erección. Éso me gustaba pero bajaba mis barreras de auto protección.
– Sólo para que duermas tranquila, no te voy a hacer nada –
– Sabes que me gustaría, pero también sabes que no puedes prometer nada que no vas a cumplir –
– Te prometo que no va a pasar nada, sólo quiero dormir contigo –
– Si tuvieras un condón te dejo dormir conmigo – estaba sentada en su erección y me gustaba.
– Tienes uno? –
– No, pero ponemos una almohada entre los dos –
– No, hasta mañana y que duermas bien – le dije dándole un beso en los labios.
Con eso de la almohada estuvo a punto de convencerme, pero no, el riesgo es muy alto.
Cerré la puerta con pestillos y me acosté. Me costó quedarme dormida pensando en que si le hubiera dicho que si a mi hermano, ahora estaríamos abrazados. Pero no, eso no puede ser.
Estaba pensando en lo rico que sería dormir con él, cuando sonó el mismo ruido de la chapa al abrirse. Pensé que era mi hermano tratando de entrar pero la puerta está con pestillos. Si insiste le voy a abrir.
La puerta comenzó a abrirse lentamente. Pero si estoy segura de que le eché pestillos por dentro, pensaba y la puerta seguía abriéndose. Me quedé esperando ver a mi hermano entrar, pero no era mi hermano. La cabeza negra se asomó y el brillo de sus ojos me aterrorizó. Comenzó a entrar sigilosamente y cerró la puerta detrás suyo.
– ¡! PAPÁ !! – grité con todas mis fuerzas.
La sombra comenzó a caminar. Los golpes en la puerta lo hicieron desaparecer. Los golpes siguieron cada vez más fuerte. Me levanté saque los pestillos y abrí la puerta.
– Estaba aquí adentro – dije abrazándo a mi papá.
– Pero no hay nadie – dijo mi hermano.
– Pero hija, la puerta estaba cerrada por dentro – dijo mi mamá.
– No cierre más la puerta por dentro, no ve que no podemos entrar si necesita ayuda – dijo mi papá.
Ya me había dado cuenta de que los pestillos no servían. Yo todavía estaba temblando abrazando fuertemente a mi papá.
– Ya, vuelva a la cama – dijo mi papá.
– Quédate conmigo – le dije .
Caminamos hasta la cama, mi mamá y mi hermano se fueron a acostar. Mi papá me abrazó por atrás y su mano sobre uno de mis senos, donde yo la había puesto, acariciando mi pezón con el dedo pulgar. También comencé a sentir su erección y me acomodé en ella. Con mi papá estaba segura.
Hasta comencé a tener un sueño erótico. Desperté justo antes del orgasmo, estaba sola, no recuerdo de qué se trataba el sueño, pero estaba mojada, muy mojada.
– Estás bien? – me preguntó mi hermano mientras íbamos caminando al colegio.
– Si, ya sé me pasó todo –
– Te dije que durmieras conmigo –
– A la noche, pero compra un condón –
– Sí, cuando salgamos pasamos a la farmacia.
Esa noche el me mostró el condón mientras veíamos televisión, mi mamá estaba limpiando la cocina y mi papá acostado. Me puse nerviosa, no es que no quisiera acostarme con él, pero estaba claro lo que iba a pasar, íbamos a acostarnos a tener sexo. Así de simple.
Antes de acostarme fui al baño, como todas las noches, hice mis necesidades, me lavé y me cepillé los dientes.
Dejé la puerta abierta, me desnudé y me acosté. A los 5 minutos llegó mi hermano, se sacó los slip y se acostó a mí lado. Comenzamos con besos y caricias, para que no fuera tan en frío.
– Te gustaría chupármelo? –
Hacia años desde la última vez, ahora lo tenía más grande, bueno ahora tenía 18 años, ya era todo un hombre.
Me puse en 4 vuelta al revés y poco a poco fui avanzando. Primero le di besitos, después pasé mi lengua por su glande. El metió su cabeza entre mis piernas y comenzó a lamerme. Se sentía tan rico que quería comérmelo todo, lo tragaba hasta mi garganta y él me chupaba todo, metía su lengua en mi vagina y me hizo explotar de placer. Tragué con ansias toda su leche y quedé flotando.
La última ves que hicimos el amor estuvo rico, pero lo de ahora estuvo genial. No recuerdo haberme sentido así cuando antes me la chupaba. Era rico y me gustaba que me la chupara. Yo se lo pedía. Sería porque todo el día estaba esperando el momento?
– Te amo, hermanita – me dijo al oído después de que me acosté a su lado de nuevo.
– Yo también te amo, hermanito –
Sonaba rico, excitante que me lo dijera y no sólo que lo dijera, sino cómo me lo decía. Con amor, pasión y deseo. Nos besamos largo rato mientras lo acariciaba.
– Ponte el condón, te necesito adentro –
Me acomodé de espaldas expectante. Hacia tres años que no lo hacíamos. Se puso el condón, me levantó las piernas y yo lo ubiqué a la entrada de mi vagina.
– Estas lista ? –
– Si, pero despacito –
Lentamente comenzó a entrar, estaba tan mojada que no hubo ningún problema en la penetración, fue lenta y suave. Me tapé la boca con la mano para ahogar un quejido mientras nos mirábamos a los ojos. Que sensación más deliciosa, no sentía lo mismo a los 11 años. Ahora con 15 años era muy diferente, lo gozaba centímetro a centímetro. Me volví loca, impetuosa llena de deseos.
– Quiero más, dame mas – le decía al oído. Nada importaba, no existía nadie más que nosotros dos. No pensaba que podían escucharnos o vernos haciendo el amor y tampoco me importaba.
El orgasmo final fue a toda orquesta, como dicen. Él me lo sacó, se sacó el condón, lo ató y lo botó. Nos abrazamos, nos dijimos cosas lindas y nos quedamos dormidos.
Al otro día de nuevo al colegio. Sólo que esta vez, nuevamente íbamos tomados de la mano. Yo lo miraba de reojo, mi hermano es un muchacho grande, bien parecido, con un buen estado físico, me amaba y yo a él.
No hablamos nada, no había nada que decir y cualquier cosa nos las decíamos con la mirada. Me sentía feliz.
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