La Pesadilla
Cap. 4 La Policía .
Después del último sueño no quería dormir sola. Me acostaba con mi hermano, hacíamos el amor y nos dormíamos. Mi papá y también mi mamá, entendían que era por circunstancias especiales.
Dos noches después, mientras cenábamos mi papá dijo que estuvo haciendo unas averiguaciones.
– Hace dos años que en esta casa ocurrió un crimen horrible – dijo mi papá.
– Pero no asustes a los niños con esas cosas – dijo la mamá.
– Mamá, no hay nada que me pueda asustar más – le dije.
– Bueno, tengo un amigo en la policía y quiere hablar contigo – me dijo mi papá.
– Mañana, después de clases, te voy a pasar a buscar al colegio para ir a hablar con él – agregó.
– La policía? Porqué? – preguntó mi hermano quitando las palabras de mi boca.
– Mi amigo quiere que le cuentes todo a él –
– Bueno, te vamos a esperar mañana –
Después se fuero a acostar y yo con mi hermano. Por ningún motivo dormía sola.
– Pero hija, te acuestas con tu hermano, no está bien éso – dijo mi mamá un día.
– Si, lo sé. Pero me da miedo dormir sola, le voy a decir a mi papá que se acueste conmigo, entonces – no dijo nada más, se dio vuelta y se fue.
Después no dijo nada más y ya no teníamos que disimular nada. Si nos queríamos besar nos besábamos, si queríamos coger nos íbamos a la pieza y cogiamos sin preocuparnos de que no nos escucharan o nos vieran. Y eso era agradable y excitante.
Al día siguiente, después de clases, al salir del colegio vimos el auto del papá. Nos subimos y nos fuimos.
– Estoy nerviosa – le dije al papá.
– Tranquila, él sólo quiere tu versión, dile lo que ves en tus sueños – dijo el papá.
En la oficina relaté todos mis sueños. El policía, hombre de unos 40 o 45 años algo canoso me escuchaba en silencio.
Me contó que hacia más de dos años, se había cometido un crimen en esa casa. Los dueños la pusieron en venta y se fueron. Nadie quiso comprar la casa hasta ahora.
Me pidió que relatara todo de nuevo pero fijándome en el hombre.
Después abrió la carpeta y me mostró una foto de una niña de mi edad más menos.
– Si, ella es –
– Cuando la viste ? – me pregunto el policía.
– En el sueño anterior, estaba transpirando y me fui a lavar la cara, cuando levanté la vista, ahí estaba ella, en el espejo, mirándome.
– Del hombre, no recuerdas nada? – me preguntó el policía.
– No, tenía un pasamontañas negro, no pude verle la cara –
– La próxima vez que te ataque, toma el pasa montaña y se lo quitas –
– Me da miedo – le dije
– Es la única manera – dijo.
Desde esa noche comencé a dormir sola.
Mi papá y mi hermano estaban atentos, casi no dormían. Les dije que se turnara, una noche cada uno.
Increíblemente, pasaban las noches y de la sombra nada.
Casi dos semanas durmiendo sola y la sombra no aparecía.
De pronto sentí el click de la puerta, dejé que todo siguera como siempre, luché contra él, tratando de que no me afixiara, agarré el pasamontañas y lo tiré con toda mis fuerzas. Se sorprendió y me quedó mirando, me golpeó con fuerza y comenzó a estrangularme con las dos manos, mientras me penetraba con fuerza, cerré los ojos y todo se puso negro.
Desperté con una sensación de ahogo, le pegué con fuerza, me sujetó las manos y me aplastaba.
– Hija, despierta, soy yo – era mi papá.
Lo abracé con fuerza y me puse a llorar, él me abrazaba y me hacía cariño.
– Tómame, papá, por favor tómame – le dije tomando se miembro y poniéndolo contra mi vulva. Me penetró suavemente mientras me besaba y me hacía cariño.
– Te amo hija, te amo –
– Yo también te amo, papá, no sabes cómo te amo –
No sé cuánto tiempo estuvimos amándonos, ni cuantos orgasmos tuve. Cuando desperté en la mañana pensé que todo había sido un sueño. Estaba sola en mi cama, desnuda y de espaldas, entera mojada y pegajosa, me levanté y seguía mojándome, me toqué y olí mi mano, era semen, estaba llena de semen. Me fui al baño a ducharme, volví a la pieza y me vestí con el uniforme como siempre. Saqué las sábanas que también estaban mojadas. No fue un sueño, era mi papá.
– Hola mamá – le dije con un beso en la mejilla mientras ella preparaba el desayuno.
– Hola hija, cómo amaneció? –
– Bien, gracias, y mi papá? –
– Durmiendo, vaya a despertarlo –
Fui a la pieza de ellos y ahí estaba mi papá, durmiendo. Me senté en la cama y lo miré. Dormía tan bien que me daba pena despertarlo. Pase mi mano por su pierna, por encima de la sábana. No despertó, seguí hasta acariciar su bulto. Lentamente comenzó a reaccionar, comenzó a crecer y a ponerse duro. Bajé la sábana y ahí estaba, lo tomé y comencé a moverlo, de arriba abajo.
– Hola hija – dijo mirándome.
– Mi mamá dice que te levantes, que está listo el desayuno –
– Si me sueltas me puedo levantar – lo solté y me reí.
Salí de la pieza y fui a despertar a mi hermano. También estaba durmiendo. Hice lo mismo que le había hecho a mi papá.
– Hola – le dije cuando abrió los ojos. Mi mano subía y bajaba por su erección, si me preguntan, no sé cuál me gusta más, los dos me gustan igual.
– Me voy a levantar – me dijo.
– Tranquilo, mi papá se está duchando, hay tiempo todavía – le dije introduciendo su miembro en mi boca.
Después del desayuno pasamos a dejar a mi hermano al colegio y nosotros nos fuimos a la policía.
Allí declaré cómo era el tipo, todas sus características, su cicatriz en la ceja derecha y el rasguño en su mejilla izquierda.
Me mostraron álbumes de fotos. Finalmente identifiqué al tipo en una foto.
Los días siguientes seguí durmiendo con mi hermano todos los días. Cuando supe que lo habían atrapado, le dije a mi hermano que quería dormir sola, fueron más de dos meses durmiendo juntos.
Del sueño, nunca más pasó nada. Con mi hermano, eventualmente dormíamos juntos. Nuestros padres ya estaban acostumbrados a que fuéramos pareja. Con mi papá, muy pocas veces, pero me gustaba » regalonear » con él y mi mamá me dejaba. Ella se iba a la cocina a preparar el desayuno. Generalmente pasaba algún sábado o domingo por la mañana. Me levantaba y me iba a acostar con mi papá en su cama.
– Holas – les decía.
– Vengo a regalonear con mi papá – le decía a mi mamá mientras me metía en la cama.
– Puede regalonear todo lo que quiera, yo voy a preparar el desayuno – decía ella.
Éramos una familia unida en todo sentido. Y todo gracias a la pesadilla.
Fin
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