La Plantación 9
Hay un Perro suelto.
Parte 9
(Nota: este relato es parte de una saga que comienza bajo el título de Náufragos y continúa como La Plantación. Sugiero empezar la lectura desde el primer título)
Me había quedado dormido después de pajearme sobre las chiquitas… ahí las tenía junto a mí dormidas, preciosas y totalmente desnudas! ¡Eran un sueño! Algún ruido o algo me despertó. Las velas aun ardían tenuemente. Me fijé en el reloj de pared que habíamos comprado, y eran como las cinco, así que faltaban unas dos horas para el amanecer. Sentí hambre y decidí dejarlas durmiendo para ir a la cocina a probar algún bocado. Ya desde la galería del piso superior pude notar en la penumbra a Saria y Nadia durmiendo con los mellizos, todos sin ropa obviamente! Y la pobre nena oriental sobre otro sillón, pero toda vestida. Ya me tendría que ocupar de ella algún día.
Bajé la escalera sin hacer ruido y entré a la cocina. Entonces la vi a Daniela, tirada sobre el duro piso, dormida, el cabello todo revuelto y el vestido desaliñado, como un animalito estaba la pobrecita! Me quedé perplejo, y tocándola suavemente la desperté. Ella abrió sus dulces ojitos color canela y me miró entre confundida y asustada.
“¿Qué pasa Danielita? ¿Qué hacés acá, y tirada en el piso?” le pregunté intrigado.
La pequeña no me contestaba, solo lagrimeaba un poco, pero no abría la boca. La cargué en mis brazos y me la llevé a la sala. Acomodándome sobre un sillón volví a preguntarle. Estaba descalza y sus piecitos fríos. La senté sobre mis piernas, y se los acaricié para calentarlos. Finalmente tomó confianza.
“Mamá me castigó… me tiró de los pelos anoche y me pego una cachetada, y…. y…..” comenzó a decir, pero no pudo continuar porque el llanto contenido le apretaba la gargantita.
“Dani…. no llores! Vas a ver cómo todo cambia! Pero, ¿y por qué te trató así tu mamá?
“Es que yo estaba mirando lo que pasaba en esta sala por la rendija de la puerta. Y ella no quiere que yo me mezcle con ustedes. Ella dice que la casa está llena de pu…. de putitas…” balbuceó sintiendo vergüenza de haber usado ese lenguaje.
“Está bien, está bien…. Pero, ¿a vos te gustaba ver lo que hacíamos? ¿Te gustaba ver a los grandes besando y acariciando a las nenas y nenes?”
Ella asintió tímidamente con la cabeza. La tomé de sus brazos y la recosté sobre mi cuerpo, su carita sobre mi amplio pecho. Ella pareció derretirse en mis brazos. ¡Era de lo más dulce y exquisita!
“Daniela, esto no va a pasar nunca más! Raquel y yo te vamos a proteger, y te vamos a querer mucho. Serás como una hija para nosotros, ¿de acuerdo? Pero ahora necesito que hagas algo…”
Ella me miró extrañada.
“Necesito que vuelvas a acostarte sobre el piso de la cocina. Y que te hagas la dormida aunque no tengas sueño.” le dije.
“Pero no quiero dormir ahí! Me da miedo y está duro” protestó tímidamente.
“Será la última vez, te lo prometo. Esta noche vas a dormir en la cama más cómoda de la mansión. Podés dormir conmigo o con quien vos quieras”
“Puedo dormir en tu cama?” me preguntó sonrojándose.
“Por supuesto preciosa! Ahora a la cocina y acordate de hacer como que estás dormida.” le recordé. Ella asintió y la llevé de la mano. Se acostó en el mismo lugar donde la había encontrado. Me asomé a la habitación de Lidia. La puerta estaba entreabierta pero la mujer no estaba allí! Escuché un sonido lejano. Parecían ladridos. Subí corriendo a mi habitación, me vestí y fue de prisa a la casa de mi capataz. Al entrar lo encontré durmiendo sobre su nueva cama, con las tres niñas desnudas todas desparramadas a su lado.
“Pablo! Pablo! Algo extraño está sucediendo! Levantate y andá a ver qué pasa en la jaula de los perros. Yo vuelvo a la casa que hay un problema con Lidia!” le dije, mientras lo sacudía.
Él se levantó completamente adormilado, pero se vistió y salió hacia allá. Entonces volví a la casona y me escondí en la cocina, detrás de una gran alacena. No paso mucho tiempo hasta que Lidia entró desde el parque. Salí de mi escondite, y encendí un candelabro.
“Qué sorpresa Lidia! ¿Qué anda haciendo a estas horas por ahí afuera? ¿Y todo ese barro en sus zapatos? ¿Dónde anduvo?” le pregunté con el rostro muy serio.
“E… estuve… estuve viendo por qué ladraban los perros!” me contestó dubitativamente. Se notaba que mentía.
“Ah!!! Y que hace Danielita durmiendo sobre el piso?”
“No sé, no sé. Está medio rara y le gusta dormir acá en la cocina.”
“Le gusta dormir sobre el piso en la cocina? Lidia, ¿me toma usted por estúpido tal vez?”
Ella se quedó sin saber qué decir, cuando apareció en la puerta Pablo, agitado y nervioso!
“Héctor…. El perro de Danaé no está en su jaula! De alguna forma se escapó!” me dijo recuperando el aliento.
Me quedé helado al escuchar la noticia. Los dos hombres clavamos nuestros ojos en Lidia! Tomé un cuchillo del escaparate y Daniela, asustada, se escondió detrás de mí! Sentí ganas de cortarla en pedazos a la gorda hija de puta, pero logré contenerme. Se armó una discusión bárbara, con gritos y amenazas de ambas partes! Ella decía que nos iba a denunciar ante el juez por nuestras costumbres libertinas, y yo la amenacé con acusarla de complicidad con Don Julio y el Perro. Conclusión que la eché de la Plantación. En media hora había juntado unas pocas cosas, la pusimos en una carreta y Rafael se la llevó para el pueblo.
Ese fue el amanecer de otro día agitado. Todos en la casa se fueron despertando y vistiendo. Para la hora del desayuno ya se había ido Lidia, y tuve que nombrar a Nadia como nueva ama de llaves, asignándole varias mujeres, madres de familia para ser sus ayudantes. La preciosura de 17 años estaba muy feliz de tener una responsabilidad así.
Luego del desayuno cuando los hombres salieron a trabajar a los palmares, decidimos que era necesario relajarnos todos. Danae, enterada de la fuga del Perro estaba bastante asustada!
La llevamos con Pablo a dar un paseo por la playa y yo me traje a Daniela, que también necesitaba consuelo.
Caminamos largo rato por la arena hacia el norte, alejándonos de las casas. El suave sol de la mañana más el ir y venir de las olas fueron calmándonos a los cuatro. Finalmente nos sentamos sobre la arena para contemplar el mar y consolar a las pequeñas.
“Papi…. el Perro me da miedo! Me va a venir a buscar?” preguntó Dana sentada sobre las rodillas de Pablo.
“No lo sé mi amor, pero no te preocupes, Héctor y yo te vamos a proteger!” le prometió el papá.
“Después del almuerzo vamos a ir al pueblo y compraremos fusiles automáticos, de esos nuevos… los Winchester. Vamos a estar bien armados todos los hombres para proteger defender la Plantación.” Les dije, preocupado por nuestra seguridad.
Dana sonrió al escuchar esto y le dio un beso largo y amoroso a su papá. Daniela miraba la escena con algo más que curiosidad y se sentó sobre mis rodillas también. Puse mis manos alrededor de su carita preciosa y sin dudarlo la besé dulcemente en los labios. La niña reaccionó apasionadamente para su corta edad, y abriendo su boca me entregó su lengüita caliente. Eso me causo una erección instantánea!
La acomodé sobre mis piernas a horcajadas y me puse a besar su boca, su gargantita y sus hombros con pasión! Ella echaba su cabecita hacia atrás ofreciéndose a los besos de mi boca y a mi lengua que yo le pasaba con hambre sobre su suave piel.
Junto a nosotros ya estaba Dana recostada boca abajo sobre el cuerpo de su padre, que le acariciaba el culo y se estaban matando a besos los dos! Ella meneaba su pelvis sobre la chota de Pablo, estaba hambrienta de sexo la pendeja!
“Vamos a meternos al agua! Ya está haciendo calor!” propuse.
Las dos nenas se pusieron de pie, y Daniela, viendo con que naturalidad se desnudaba Dana, la imitó. Nosotros dos nos desnudamos también y no hicimos el menor esfuerzo por ocultar nuestras pijas bien paradas. Pasamos un lindo rato en el agua, jugando con las olas, y aprovechando para toquetear a las nenas. Pablo no se limitó a manosear a su hija, sino que le dedicó tiempo a Daniela también, que ya tenía esos pezones marroncitos bien duritos, por el fresco del agua y las caricias de nuestras manos.
Cuando salimos del agua, re-calientes los cuatro ya no hubo más preámbulos ni juegos previos.
Tiramos a las nenas boca arriba sobre la arena. Ellas abrieron las piernas mostrándonos provocativamente sus conchitas sedosas y abiertas, chorreando el agua salada. Apoyé la cabeza de mi verga en la rajita caliente de Daniela. Estaba deliciosa! Imaginando que sería virgen la penetré despacio. Sí que era virgen y gimió con placer y dolor cuando empujé un poco y la desgarré! Pero se abrazó a mi cuello, y clavó sus preciosos ojitos en los míos, llenos de excitación, que me rogaban que la hiciera hembra! Se la metí entera, hasta los huevos! Empecé con el mete y saca mientras me la comía a besos y lamidas. Ese pechito plano de niña me ponía loco, su cuerpito desnudo y pequeño debajo mío, hecho para dar placer a los hombres, la forma en que gemía y arqueaba su cuerpito sensualmente! Los gemidos de placer de Dana y su papá junto a nosotros hacían que nos excitáramos aún más! No pude ni quise contener el orgasmo más tiempo y le inundé su vagina inmadura con varios chorros de semen calentito! La nena estaba en la gloria, sus manitos agarradas de mis nalgas, tirando hacia abajo para que se la metiera bien a fondo. Fue inolvidable! Pablo sacó la verga, y Dana se la mamó hasta que él le acabó en la cara y el pelo, pajeándose sobre esa carita preciosa! Quedamos los cuatro sobre la arena, jadeando, mirando al cielo azul, felices y satisfechos, y las nenas sintiéndose enamoradas y protegidas por esos hombres que tanto las deseaban!
Nos quedamos un rato, para seguir con los besos y las caricias, Dana se vino conmigo y Daniela se entregó a Pablo que la deseaba con locura.
Volvimos para la hora de almuerzo. Todos la habían estado pasando bien. También se habían dado un baño de mar. Luego del almuerzo montamos a caballo Pablo y yo y partimos para el pueblo.
Mas o menos a mitad de camino, divisamos la carreta que había salido llevando a Lidia!
Estaba sobre un costado del camino y los caballos pastando tranquilamente. Ni rastros de Rafael… y al mirar entre los pastos vimos horrorizados el cuerpo inerme de Lidia! Nos desmontamos apresuradamente para investigar. Lidia…. la cabeza de Lidia no estaba ya sobre sus hombros! Su vestido estaba abierto y entre las tetas tenía un orificio abierto y sangrante!
“Pablo…. Esto tiene que ser obra de los salvajes! Los de la tribu Dayak! Era cierto entonces lo que contaba Don Julio!” Le dije espantado.
“Los corta-cabezas! Y le arrancaron el corazón también!” exclamó él espantado.
Mis temores respecto a este peligro se habían hecho patentes y, tirando a la muerta sin cabeza en la parte trasera de la carreta, nos dirigimos al pueblo a toda prisa!
Al llegar allí nos presentamos a la oficina del Juez y le relatamos lo sucedido. El hombre frunció el ceño y nos hizo señas que dejáramos el asunto en sus manos. Todo esto sin decir palabra. Seguimos al almacén principal del pueblo y compramos una docena de fusiles Winchester y abundante cantidad de balas. Adicionalmente encargamos materiales de construcción con el fin de hacer casas decentes para las familias.
Ya era de tarde cuando emprendimos el regreso. Casi llegando a la Plantación encontramos a Rafael caminado hacia allá. Se había salvado de milagro y nos relató cómo había sido el ataque. Las caras pintadas de negro de los salvajes, sus lanzas y machetes, y su ferocidad!
Una vez llegados distribuimos las armas entre los padres de familia y les advertimos de cargarlas siempre y estar atentos.
Había sido otro día de fuertes emociones. Me junté a charlar con Raquel y decidimos que todos necesitábamos una noche de relax y placer, algo que nos hiciera olvidar los traumáticos hechos de la jornada.
“Amor, tendríamos que organizar una fiesta en la sala luego de la cena…” me sugirió “Una fiesta con todos los niños y niñas, nosotras las mujeres y varios hombres. Varios…”
“Invitemos a Rafael entonces, que hoy salvó su vida de milagro…. Espero que con él, Pablo y yo sea suficiente.”
“Espero que alcance querido… vamos a necesitar varias vergas grandes y duras esta noche! Lo que quiero es que no quede ninguna conchita ni ningún culito sano!” me terminó diciendo con esa voz que se le ponía ronca cuando estaba caliente…
Continuará.
que rica saga cada vez se pone mejor y mas excitante esperando el próximo episodio lleno de placer morbo y lujuria sin ningún tipo de limites
Muy bueno. Continúa la serie.
Que buena saga!!! Cuánto morbo y placer que rico me la jalé.