La Plantación III
El fin de un tirano.
Con dificultad logré sacarme a los chicos de encima y me bajé de la cama. Tenía la verga chorreando semen mezclado con la sangre de la nena. Abrí la puerta y me asomé al pasillo. Nat y Danae me siguieron, como escondidos atrás de mí, Estaban asustados! Sin hacer ruido llegamos hasta la puerta de la habitación de don Julio. Estaba entreabierta. En un flash pude captar toda la morbosa escena. El hombre yacía tirado boca arriba sobre el piso de madera, su cuerpo temblaba de manera espasmódica y le salía espuma blanca por la boca, agonizaba! Su expresión casi que metía miedo, o lástima! Era patético!
Raquel, arrodillada sobre la cama y con las piernas abiertas, se metía los dedos en la concha pajeándose con ganas y con la otra mano se estimulaba los pezones. Gozaba! Sandrita miraba con esos ojitos curiosos. Las dos estaban desnudas!
“Así, así! Morite hijo de puta!” gemía ella en voz alta, disfrutando de haber envenenado a su propio padre, que bien merecido se lo tenía.
La nena se bajó de la cama y le dio una patadita en las costillas a su abuelo, mirando a la mamá con una sonrisa pícara, como buscando su aprobación.
Entonces entramos los tres al cuarto. Tuve que agarrar a Raquel y sacudirla para sacarla del trance! Parecía poseída!
“Pará guacha! Ya está la cosa! Ahora tenemos mucho que hacer!” le dije con firmeza.
“Mucho que hacer? Qué?” me preguntó abriendo por fin los ojos y al borde del orgasmo.
“Tenemos que hacer que parezca una muerte natural, que tu viejo se murió mientras dormía!” le expliqué tratando de no perder la paciencia.
“Y cómo fue?” le pregunté picado por una curiosidad morbosa. “Qué hicieron? Te llegó a coger?”
“No, a mí no…. Sandrita fue la que se ocupó de entretenerlo, se quitaba la ropita bien lento para el abuelo, parada allá contra la puerta lo provocaba, y cuando él fue a manosearla, yo aproveché para ponerle el veneno en la copa de vino.” Me explicó.
“Después la trajo hasta la cama, estaba al palo! Se tomó unos sorbos de vino, mientras yo lo incitaba a cogerse la nena… Al rato, cuando ya se la empezaba a meter, le vinieron las convulsiones!”
“Sí!” Intervino Sandrita “Pero solo me metió un poquito su cosa… no me gustaba el abuelo!” dijo con una inocencia encantadora.
“Bueno, bueno! Está bien, vamos a trabajar ahora!” exclamé mirando a todos.
Primero ordenamos la cama. Después hubo que vestir al muerto y cargarlo, metiéndolo entre las sábanas, como si estuviera durmiendo. Le limpiamos la espuma de la boca y nos llevamos el vaso de vino. El cuarto quedó bien ordenado, como si nada raro hubiera ocurrido.
Salimos, cerrando la puerta y nos fuimos a nuestra habitación.
Raquel y yo nos tendimos sobre el colchón, rendidos por las emociones, pero satisfechos. Los niños se nos subieron encima felices y juguetones.
“Ahora, vamos a disfrutar de una nueva vida acá! Cambiaremos las cosas y seremos los nuevos amos del lugar!” le dije a Raquel.
Ella se veía feliz y empezó a besarme, mientras charlábamos sobre el futuro.
Nat enseguida se le subió encima a su mami para chuparle las tetas como siempre le gustaba hacer. Danaé casi no me dejaba hablar porque estaba todo el tiempo tratando de besarme, y a toda costa quería meter su lengüita caliente en mi boca. Sandrita me agarró la pija y empezó a acariciármela, hasta ponerla grande y dura!
A los chicos, les gustaba excitarnos, eso era obvio. Se habían acostumbrado a tener sexo con los adultos.
“Siii…” dije entre gemidos de placer, “Festejemos!”
Nat terminó cogiéndose a su mami, mientras las nenas me volvían loco con sus toqueteos.
“Mañana, en cuanto Lidia encuentre muerto a don Julio, vamos a mandar alguien a caballo hasta Samarinda, para que venga el juez.” Le trataba de explicar a Raquel, mientras acariciaba el culito de Danaé. Le agarraba esas nalguitas divinas y le pasaba un dedo por el ano sintiendo que le latía de la excitación. Mi otra nena me estaba pasando la lengüita por el falo, desde los huevos hasta arriba, subía y bajaba con su boquita por el tronco como bien había aprendido, y me volvía loco de placer la guachita.
“Vamos a tener que hablar con la familias en servidumbre y demostrarles que se terminó la explotación.” decía Raquel, apretando al nene para que se la metiera más adentro.
Yo trataba de decirle que sí, que estaba de acuerdo, pero los besos calientes de Danaé casi no me dejaban hablar. Le dejé de manosear el culito, para dedicarme a esa pequeña vulva que ya la tenía abierta, tan rica! Sin un pelito todavía y con el clítoris claramente salido, quería darle placer, esa suave conchita de niña se lo merecía! La chiquita empezó a jadear y gemir en mi boca! Eso me enloquecía! Sandrita metió mi pija en su boquita. Me acariciaba los huevos y hasta me pasaba un dedito por el culo la muy juguetona! Al rato me hizo acabar, tragándose los chorros de semen que uno tras otro le inundaban la boca. Raquel le chupó la verguita a Nat, y como siempre le hacía, le metió un dedo bien a fondo en el culo! Creo que el nene por primera vez largó algo de líquido! Raquel, con ese jugo calentito en la boca, se puso a besarnos a Danaé y a mí, de a tres eran las comidas de lenguas y labios! Fue una deliciosa orgía de festejo hasta que nos quedamos los cinco dormidos sobre la misma cama, nuestros cuerpos desnudos y transpirados, todos como enredados.
Cuando desperté, tenía a Nat y Sandri con sus cabecitas sobre mi pecho, abrazándome dormidos. Danaé estaba acostada sobre la espalda de Raquel, las dos boca abajo.
De pronto escuche la voz de Lidia, el ama de llaves, gritando y pidiendo auxilio!
Sacudí a todos para despertarlos!
“Vamos a vestirnos, ya!” les ordené.
Fuí el primero en llegar a la habitación del ex amo y señor. Me mostré sorprendido y golpeado por la situación, poniendo mis dedos en la carótida del hombre para comprobar que no tenía pulso. Luego llegaron los demás, incluyendo alguien que no había visto hasta entonces durante el par de días desde que estábamos allí. Era una niña de unos 11 años llamada Daniela y que era hija de Lidia. Más que bonita la niña debo decir. Luego llegaron Raquel y los niños, que también se mostraban apesadumbrados. Me quedé asombrado por la forma en que niños tan pequeños eran capaces de seguirnos la parodia!!!
Lidia se calmó finalmente y todos salimos de la habitación. Salí de la casa y me dirigí al corral, donde el día anterior había encontrado al capataz, flagelando a Danaé.
Lo encontré ocupado en afilar herramientas de cosechar.
“Eh usted!” lo llamé en voz alta.
“Me llamo Ezequiel!” me contestó molesto.
“Bueno… Ezequiel el azota-niñas” le contesté poniéndole apellido… “Mire, voy a ser breve. Don Julio fue encontrado muerto en su cama hace unos minutos! Se me monta ya mismo a caballo y va hasta Samarinda a buscar un Juez!” le ordené, sintiéndome ya como legítimo amo del lugar.
El hombre se puso pálido y me discutió un poco, pero pronto entendió la situación y se montó a caballo, partiendo al galope. Calculé que no volvería hasta la tarde.
Volví a la casa y desayunamos muy felices, libres ya del déspota. Luego paseamos por el parque, esperando el regreso del capataz, preferiblemente acompañado del juez.
En un momento dado, Danaé me dijo que quería mostrarme algo. La miré intrigado.
“Es un tesoro secreto!” me dijo con esa voz que me derretía!
“Yo quiero verlo, yo quiero ir!” gritaba Sandrita, dando saltitos emocionada.
“Bueno, vamos los tres!” les dije. Raquel prefirió quedarse con Nat descansando debajo de un árbol. Se notaba que extrañaban la isla.
Danaé me tomó de la mano y casi arrastrándome, me llevó hacia la casa. Debajo de la escalera que llevaba a los aposentos superiores, había como una puertita que casi ni se notaba. Con el piecito, empujó la parte de abajo, a la izquierda, y la puertita se abrió. Debía ser un resorte sin duda que lograba abrirla. Estaba totalmente oscuro, por lo que fui a buscar una vela.
Bajamos unos escalones en caracol hasta llegar a un sótano.
“Por allá…” me indicó la nena, ansiosa por mostrarme el lugar hasta entonces secreto.
Contra la pared opuesta, a unos escasos metros, pude ver varios cofres de madera. Me acerqué y, para mi asombro, estaban llenos de joyas y oro! Debía haber una fortuna incalculable en esos cofres! Seguramente el viejo las había robado de algún barco pirata que habría encallado? No me importó en ese momento.
“Fue porque encontraste esto que el capataz te estaba azotando? Tomaste algo de acá y te descubrieron?” le pregunté a la nena.
Ella agachó su cabecita como avergonzada, y empezó a sollozar suavemente.
“No llores Danaé, mi papi no te va a azotar!” le dijo Sandrita amorosamente.
“Por supuesto que no!” le dije para calmarla. La acaricié y le llené de besos la carita. Mi corazón se derretía por la niña y creo que ya la amaba tanto como a Sandri, y se notaba también cómo ella quería a su hermanita adoptiva.
“Vamos a subir ahora”, les dije. “No cuenten nada de esto por favor!”
Las dos asintieron y salimos de aquel sótano.
A media tarde, cuando ya habían vuelto las familias de trabajar, escuchamos un alboroto. Ezequiel había vuelto, y detrás suyo, un carruaje de los más lujosos, con el juez del pueblo dentro.
Continuará…
Esperando el siguiente relato, estan muy ricos, falta que le parta el culito a danae y como se come a esa daniela
que rico como disfrutas esos nenes, ojala se unan mas siervos y te ofrezcan nenes como a un dios seria genial,en agradecimiento los esclavos te ofrecen sus hij@s
Gracias por el comentario Patiperro! Ya la va a romper el culito a esa nena, y Daniela va a entrar en accion pronto.