La Plantación – Parte 4
Los Nuevos Amos.
El juez bajó del carruaje dándose aires de importancia cuando lo fuí a recibir. Ya estaba enterado de la muerte de Don Julio, y pidió ver al muerto.
Raquel nos acompañó a la habitación y todo el tiempo se mostraba triste y hasta lagrimeando mientras, yo me reía para mis adentros!
El juez miró al muerto de lejos y se convenció que había fallecido por causas naturales, no hubo necesidad de demostrarle nada.
Luego, bajamos al comedor, donde el hombre quiso pruebas de que Raquel fuera la hija de don Julio. Le contamos nuestra odisea, todo sobre el naufragio y cómo habíamos perdido todos nuestros documentos y pruebas de identidad. El juez frunció el ceño, pero entonces apareció Lidia el ama de llaves para testificar quién era Raquel, y que la conocía desde niña.
El juez finalmente redactó un documento legal dejando a Raquel como única heredera de la Plantación, y pomposamente lo firmó y selló.
Aunque ya era un poco tarde, se volvió enseguida hacia el pueblo.
Quedaban aun un par de horas de luz. Salimos a los jardines, y Raquel mando a reunir a todos los siervos allí. Las familias estaban temerosas! Se notaba en sus caras.
Raquel se dirigió a todos:
“A partir de este momento..” comenzó “Yo soy la nueva dueña de La Plantación junto con mi esposo aquí presente. Aquí está el documento del juez que así lo prueba!” dijo, mostrando el documento al numeroso grupo de siervos.
“Sé que han sufrido mucho bajo mi padre pero él está muerto ahora y la vida de ustedes cambiará para bien a partir de este momento. No habrá más castigos ni ejecuciones, trabajarán menos horas, y nosotros nos aseguraremos de que tengan comodidades, buena comida y nuestra protección y cariño! A cambio deberán obedecernos en todo y sernos fieles con sus vidas.”
Varias madres se emocionaron, y cayeron lágrimas de alegría por sus mejillas.
“Mañana mismo empezaremos a construir casa decentes para todos ustedes, y también refaccionaremos la mansión, para que todos, incluidos ustedes la puedan disfrutar!” siguió, ante las expresiones de asombro de todos.
“Una cosa más. Si alguna familia no desea estar bajo nuestra servidumbre, son libres de irse. Pero quienes se queden deben ser nuestros fieles siervos!” remató.
Todos asintieron con la cabeza y alguna sonrisa se dibujó en los rostros de algunos de ellos. Todas las parejas eran jóvenes y había gran cantidad de niños y niñas de distintas edades.
Cuando empezaron a retirarse, Danaé que estaba tomada de mi mano, me empezó a tironear para llamar mi atención.
“Que pasa preciosa?” le pregunté intrigado.
“Quiero ver a mi papá y a mi mamá!” me dijo, sorprendiéndome.
“Cómo se llama tu papá?” le pregunté.
“Pablo…” me dijo tímidamente.
Mandé a Lidia para que encontrara al hombre, y nos fuimos a la casa a esperarlo.
Raquel, con Nat y Sandrita, se ocuparon de organizar el entierro de Don Julio, mientras yo esperaba con Danaé sentados cómodamente sobre un gran sillón en la sala.
Al rato apareció Lidia seguida por un hombre alto y fuerte, de tez curtida por el sol. La nena, al verlo, salió corriendo para abrazarlo cariñosamente abrazándose a su cintura.
“Este es mi papá!” exclamó llena de alegría.
Pablo se mostraba tímido y algo temeroso. Lo invité a sentarse y le hice traer una limonada.
Pronto perdió la desconfianza y se relajó. Estaba triste. Nos contó cómo se había pasado dos días sin saber nada de su hijita, y que su esposa había sido asesinada por el Capataz, que la habían acusado de robar joyas de la casa y por eso la ejecutaron! La niña se puso a llorar cuando escuchó esto, sintiéndose culpable, ya había sido ella la que había tomado las joyas, solo por su curiosidad infantil. Yo la senté sobre mis piernas para consolarla.
“No es tu culpa Danaé!” le dije, mientras su papá se acercó y, ya confiando en mí completamente, se sentó a nuestro lado, y le acariciaba la carita para que se calmara mientras yo la sostenía de su cinturita.
Notó unas marcas rojas en los bracitos de su hija y me miró preocupado.
“Pablo… ayer a la mañana encontré al capataz azotando a tu hija. La había desnudado y colgaba de un travesaño… Pude detenerlo y así seguramente salvarla de la muerte.” Le expliqué.
El hombre no sabía cómo agradecerme.
“Pero está bien mi nena? La lastimó mucho?” me preguntó angustiado.
“La lastimó bastante pero ya la estamos curando. Si querés te muestro como están sus heridas.” Le propuse.
El asintió y subimos a nuestra habitación con la chiquita.
“Vamos a revisarte Danaé” le dije, y empecé a desvestirla delante de su padre. Cuando la terminé de desnudar, noté como la miraba el papá, de arriba abajo, mordiéndose los labios.
La hice acostar boca abajo sobre la cama y los dos hombres nos sentamos a cada lado para mirar las marcas del látigo.
“Le pusimos un ungüento que nos dio Lidia y está mucho mejor,” le dije, pasando mi mano por su espaldita. El me imitó acariciándola suavemente. Luego la dimos vuelta y al instante, la nena abrió sus piernitas, y dejaba que le tocáramos las marcas sobre su vientre y su pechito.
No pude evitar excitarme ante tan deliciosa vista! El papá trató de disimular, pero noté que tenía un gran bulto bajo sus pantalones de fajina.
“Danaé es muy cariñosa! Y le gustan las caricias…” le dije, mirándolo a los ojos. El asintió sonrojándose un poco y se inclinó para darle un beso a su niña, un beso en la mejilla. Cuál no sería mi sorpresa cuando vi que la nena se colgaba de su cuello y buscaba besarlo en la boca! A esta altura yo tenía una erección total y posé mi mano sobre la parte interna de una de sus piernitas, y ella las abrió aún más, levantando su vientre un poquito, deseando más!
Pablo me miró un momento, vio donde estaba mi mano, y luego se rindió a la tentación, permitiéndole a su pequeña hija, besarlo en la boca. Ella entreabrió los labios y con su lengüita caliente al instante buscó besar a su papá como hacían los grandes! El hombre sucumbió, y le devolvió los besos, con hambre de carne de niña y mucha lengua, ya totalmente excitado. Yo le pasaba la mano por los labios sedosos de la conchita y la nena comenzó a exhalar gemiditos de placer.
“Pablo…. Podemos disfrutarla juntos.” Le dije entonces al hombre. El asintió, y sin decir palabra se puso de pie y comenzó a quitarse la ropa. Yo hice lo mismo. Los dos, completamente desnudos y con tremendas erecciones. La nena nos miraba un poquito asustada. La pija del papá era un poco más grande que la mía. Me excité como nunca por lo morboso de la situación. Nos acostamos ambos sobre la cama y comenzamos a comérnosla a besos, ya totalmente desinhibidos!
Pablo le besaba la boquita y le lamía los pezoncitos, que se le ponían duros, al tiempo que le frotaba esa tremenda verga contra su costado. Yo le metí un dedo en la rajita, estaba completamente mojada la nena y bajé con mi boca para chupársela!
“Así me gusta! Así me gusta!” gemía la guachita. Seguía bien abierta de piernas. Le pasé la lengua por el montecito de venus, tan sedoso! Después, le lamía el pequeño clítoris ya abultado, que sobresalía deliciosamente! Seguí más abajo para rozarle el culito con mi lengua, y ella gimió más fuerte en ese momento. La llené de saliva y le metí un dedo en el ano apretadito. Ya me la quería coger y parecía que el papá también. Me bajé de la cama y totalmente descontrolado la agarré de las manos y me la llevé contra una pared de la habitación. Apoyé mi espalda contra la pared, la alcé en mis brazos apretándola contra mi pecho, tomándola de las nalgas redonditas, y me preparé para penetrarla así, de pie. Ella se agarraba de mi cuello y su corazoncito latía alocadamente. El papá se levantó de la cama tocándose la pija y vino hacia nosotros. Yo abrí las nalgas de la nena para dejar su culito bien al aire. Pablo se le puso atrás, se agarró la verga, enhiesta como una lanza, y apoyó el glande ahí en la entrada del culito. Yo empecé a metérsela y el hizo lo mismo! Ella pegó un gritito excitante cuando el falo de su padre invadió su culito tan apretado pero mojado con mi saliva. La empalamos juntos. La chiquita era como una muñeca de trapo entre nosotros, pude sentir la pija de Pablo entrando y saliendo, casi frotándose con la mía, separadas por una delgado tejido muscular entre el recto y la vagina de la nenita!
“Qué rica conchita! Qué rica! Ahhhh…. Metésela bien adentro Pablo, disfrutá de tu hijita!” le animaba yo.
Todo el tiempo la manoseábamos a nuestro antojo! La besábamos y toqueteábamos mientras la penetrábamos entre los dos, gozándola y desesperados por llenarla de semen calentito! Acabamos como dos bestias, con gemidos roncos de placer mientras eyaculábamos chorros y chorros dentro de ese cuerpito de tan solo diez años!
Justo en ese momento entró Raquel a la habitación y se nos acercó….
“Parece que la están pasando bien!” nos dijo sonriendo con lujuria.
Nosotros sacamos nuestras pijas de la nena y la bajamos, mientras seguíamos jadeando, recuperando el aliento.
“Me la llevo así le doy un rico baño…” Nos dijo, y la alzó en brazos, mientras Danaé chorreaba semen entre sus piernas-
Nosotros nos quedamos un rato en la habitación sentados en la cama.
“Tu hija es divina Pablo…. Disfrutaste cogértela conmigo?
“Me encantó patrón” me dijo con cara de satisfacción.
“A partir de ahora vos vas a ser el capataz o encargado de la Plantación, y una de las primeras cosas que tendrás que hacer, es vengar la muerte de tu esposa. Debemos ejecutar a Ezequiel el Azota-niñas, si es en público mejor” le dije
El sonrió satisfecho, era lo menos que se merecía.
Esa noche todos nos fuimos a dormir agotados. Danaé se fue con su papá a la choza miserable donde había crecido, pero toda limpita y bien vestida.
Nosotros cuatro nos acostamos todos juntos esa noche, como tanto nos gustaba. No hubo sexo pero sí muchas caricias y mimos mientras les contábamos a Nat y Sandrita nuestros planes para el futuro: las reformas en la mansión, las nuevas casas para las familias, y muchas cosas más. Nos quedamos dormidos felices y satisfechos. Había sido uno de los mejores días de nuestras vidas!
Continuará
excelente relato ojala sea mas largo y vengan muchas historias mas
Gracias Sintabu39! Sí, la idea es que continúe y que mantenga el interés.
Muy bueno. Felicitaciones.