La Plantación – Parte 6
¿Será justicia?.
(Nota: este relato es parte de una saga que comienza bajo el título de Náufragos y continúa como La Plantación. Sugiero empezar la lectura desde el primer título)
Nuestra pequeña caravana finalmente se detuvo en los jardines frente a la casona, al lado de la gran fuente circular que estaba rebosante de agua fresca.
Fui hasta la parte trasera de la carreta y ayudé a bajar a las mujeres y las niñas. Los mellizos no me dejaron ayudarles y quisieron bajar solitos. Miraban alrededor como asombrados. El contraste con el mercado de esclavos era tremendo. Raquel fue a buscar a Lidia para que recolectara ropa decente para todos. Volvieron las dos al rato trayendo ropa, jabón y toallas. Danielita venía detrás cargando con esfuerzo varios jarrones de plata para verter agua.
“El viaje ha sido cansador! Sería bueno que se puedan lavar, y aquí les traigo algunas ropas para que se vistan” dijo mi mujer sonriendo a todo el grupo y, sin más rodeos, se paró detrás de Graciela que sostenía su bebé. Con cuidado le bajó la tela harapienta que la cubría hasta que esta cayó alrededor de sus tobillos. La hermosa hembra preñada quedó completamente desnuda frente a todos, y enseguida se arrodilló sobre el césped y le quitó los harapos al bebé. Yo las miraba a esas dos, y me quedaba claro que había algo especial entre ellas!
Graciela se metió a la fuente con su bebito y Raquel la siguió pero sin entrar al agua. Desde el borde la ayudó a mojarse tomando el jarrón que le alcanzó Danielita y la empezó a enjabonar también cuidando de no manchar su lujoso vestido.
Al ver esto todos tomaron confianza y se fueron desvistiendo! Era delicioso! Una de las dos niñas más pequeñas, se acercó a mi como buscando ayuda. Me arrodillé junto a ella y le acaricié su cabecita rubia. Era una dulzura! Le saqué la ropa y luego la alcé en mis brazos llevándola al agua. Lidia y su hijita ayudaban con los jarrones. La rubiecita de solo siete años, se sostenía de mi mano todo el tiempo mientras yo le pasaba agua y jabón por su suave cuerpito. Excitado bajo mis pantalones, la toqué por todas partes, enjabonándola bien entre las piernas, pasando mis dedos por su conchita sedosa y por su culito! Ella me sonreía y parecía sentirlo como muy natural.
La niña asiática tenía marcas de latigazos! Se lavó ella solita, salió del agua y Lidia le revisó las heridas. Había sido tratada cruelmente!
Saria y Nadia se lavaron solas y luego ayudaron a las dos de once años que hablaban en italiano. La otra chiquita de siete años, se había quedado junto a mí, paradita con el agua hasta las rodillas, y miraba como yo bañaba a su amiguita. Esta otra preciosidad me miraba con insistencia como pidiendo que la lavara también. Yo no me hice rogar y pronto estuve disfrutando de enjabonarla por todas partes. La nena se agarraba de mi cuello y parecía muy necesitada de amor y protección. Me pregunté si estras dos más pequeñas no serían hermanas o tal vez primitas, por el parecido.
Los mellizos se lavaron solos, tratando de demostrar que ya eran grandes. Enseguida noté que uno de ellos tenía una erección y miraba con insistencia a Nadia, la muchacha de diecisiete años!
Raquel lavó a Graciela de la misma forma que yo hice con las nenas, y la mujer entrecerraba sus ojos disfrutando las atenciones de mi mujer.
En eso llegó Pablo, mi nuevo capataz, y casi se le cae la mandíbula al ver el excitante espectáculo!
Finalmente todos salieron del agua y Raquel con Lidia se ocuparon de secar a las más pequeñas. Luego fueron distribuyendo lindas ropas para todos!
Para el único que no pudimos encontrar ropa fue para el bebé y por eso lo envolvimos en una pequeña sábana.
Raquel los invitó a entrar en la casa para descansar en la gran sala. Esos rostros de alivio y alegría me hicieron sentir un calorcito rico en el alma!
Lidia preparó una gran cena con la ayuda de Nadia. Esa noche comimos hasta hartarnos! Carnes de varios tipos, vegetales con salsas, y los mayores tomábamos vino. Para cerrar hubo deliciosos postres hechos a base de leche y frutas típicas de la isla. Las niñas más pequeñas sentadas a mi lado, lograron hacerse entender un poco, se llamaban Inge y Mía.
Ya era tarde y tuvimos que hacerles dormir en la sala puesto que no había camas para todos. Aprovechamos los sillones y cuanto almohadón pudimos encontrar.
Raquel tomó a Graciela dulcemente de la mano y la llevó escaleras arriba, ofreciéndole la habitación que había sido de Don Julio.
“Estás embarazada y necesitás comodidad para tu bebé!” le dijo, dándole luego un tierno beso en la mejilla.
“Yo no sé cómo agradecerle señora! Siento que quiero llorar de alegría! Ustedes salvaron mi vida y la de mi niño… yo, yo….” se descargó Graciela, y se largó a llorar!”
“Ya, ya! No más tristeza ni dolor aquí mi vida, y por favor no me digas señora, tan solo Raquel…” le dijo mi mujer consolándola. “A partir de ahora eres parte de la familia y como una hermana para mí…. Además mis hijos te quieren como su segunda mami! Te acordás?” le dijo, pasándole una mano suavemente sobre el vestido, acariciando su panza redonda.
“Gracias seño…. Gracias Raquel!” dijo, y se metió en la habitación enjugándose las lágrimas. Así fue como Graciela tomó posesión de lo que serían sus aposentos de ahí en adelante.
Pablo y yo, con Raquel, Danaé, Nat y Sandrita nos fuimos a nuestro cuarto. En cuanto cerramos la puerta mi mujer empezó a los besos apasionados con el capataz mientras me atraía hacia ellos!
“Quiero que me cojan entre los dos esta noche!” gimió caliente como una perra en celo. “Necesito dos pijas de hombre! Dos y bien grandotas!” siguió pidiendo muy agitada.
Los chicos empezaron a reírse al ver y escuchar eso y se fueron a un rincón del cuarto a cuchichear, a hablar en secreto, mientras nosotros arrastrábamos a mi mujer a la cama, desesperados por gozarla!
La desnudamos a lo bruto y pronto estuvimos los tres en pleno juego previo. Tendidos a cada lado de ella, le lamíamos y mordisqueábamos las tetas. Ella pedía más! Tomó una verga en cada mano y empezó a pajearnos. Al escuchar los jadeos de placer los niños vinieron cerca para mirarnos de cerca.
“Mi papá tiene la pija más grande que el tuyo!” le dijo pícaramente Danaé a Sandrita”
“Sí, pero mi papá la tiene más gruesa!” le contesto mi nena…. “Y además me la metió como mil veces mi papá, y a vos?”
“A mí no, porque…. porque…. bueno, porque empezó ayer….” le decía Danaé sonrojándose un poco.
“Chicos! No ven que estamos ocupados!!!” gritó Raquel, mientras gozaba… “Vayan a charlar a otro lado!”
Nat se rió. Hizo agacharse a las nenas, y se fueron gateando los tres hasta los pies de la cama, como escondiéndose para mirar desde ahí. Esas tres caritas, asomándose entre los barrotes, miraban cómo cogían los grandes.
Raquel se montó sobre Pablo y él le clavó la verga en la concha con fuerza, bien hasta el fondo!
“Así, asiiiii!!!!” gemía la muy puta! Yo me paré en la cama con las piernas bien abiertas, me ensalivé la verga y se la apoyé en el culo.
“Metémela amor! Metémela!” gritaba enloquecida de lujuria!
Se la hundí hasta los huevos y empezamos a cogérnosla los dos juntos como animales!
Los chicos miraban con los ojitos bien abiertos escondidos ahí y las nenas ya le estaban tocando la verga a Nat, las muy turritas!
“Así me hicieron a mí! Ayer me hicieron eso…” decía toda orgullosa Danaé, para poner envidiosos a Sandri y Nat que nunca habían gozado de una doble penetración con dos hombres adultos. Desde ese lugar los niños podían ver en primer plano las dos vergas entrando y saliendo de la concha y el culo de Raquel hasta que los dos eyaculamos dentro de ella, vaciando nuestros testículos por completo y luego nos tendimos jadeando sobre la cama. Ella se corrió al mismo tiempo que nosotros! Su cuerpo se sacudía con espasmos de placer!
“Cuánta lechita le metieron!” susurró Nat, mirando envidioso como chorreaba el semen de la concha y el culo abiertos de su mamá. Las nenas le bajaron el pantalón al nene y le tocaban la verga y el culito.
Mi mujer, recuperándose del orgasmo, empezó a hablar. Tenía ganas de meternos ideas en la cabeza, como de costumbre.
“Mañana hay que castigar al antiguo capataz, no?” empezó con voz temblorosa.
“Sí! Ese hijo de mala madre merece lo peor.” contestó Pablo.
“Habría que torturarlo en público primero…. Y después castrarlo….” Seguía ella.
“Yo quiero que muera! Como él mató a mi mujer!” le contradecía Pablo.
“Bueno bueno! No discutan!” intervine yo.
Pablo siguió con sus ideas…. “Quiero que le hagan parar la pija y entonces se la voy a cortar de un machetazo! Que se muera desangrado!”
En ese momento nos sorprendimos cuando apareció Danaé a nuestro lado. Algo tímida al principio pasaba sus deditos por la verga fláccida del papá.
“Yo puedo hacer que se la pare papito…” decía, “me puedo desnudar delante de él para que se le ponga toda dura…”
“Gracias mi amor! Es una buena idea…” dijo él preguntándose si sería una buena idea.
“Bueno Danaé, pero va a ser una ejecución pública! Todos te van a ver así sin nada de ropa! le expliqué yo.
La nena se encogió de hombros como no dándole importancia a ese detalle. La conversación terminó ahí, porque Pablo bajó la cabeza de Danaé sobre su vientre para que su hija le limpie la verga con su boquita. Mi hija, viendo eso, me la empezó a limpiar a mí, y Nat, para no ser menos, se dedicó a chupar el semen que salía de la concha de Raquel!
Nosotros seguíamos hablando y barajando distintas posibilidades, desde las más benévolas hasta las más crueles, pero pronto dejamos de hablar y en cambio comenzamos a gemir de placer, ya que esas boquitas endiabladas nos volvían a excitar sexualmente… Nat le mordía suavemente la concha a su mamá, mientras le pasaba la lengua y le metía los deditos en el culo! Las dos nenas nos chupaban como dos bebés hambrientos y no tardaron mucho los niños en provocarnos un orgasmo a cada uno de los adultos! Después de eso no recuerdo más, porque caí rendido de sueño con una sonrisa de oreja a oreja dibujada sobre mi cara.
Cuando nos despertamos a la mañana, estábamos todos revueltos sobre la cama. Nos tuvimos que bañar los seis y luego bajamos a la sala.
Lidia estaba preparando un desayuno y todos se veían felices y tan distintos al día anterior cuando Raquel los eligió.
Yo salí presuroso a buscar a Rafael y le encomendé traer junto con varios hombres al prisionero. Era domingo y nadie tenía que trabajar, así que hice reunir a todas las familias frente a la entrada de la casa.
Al rato salieron llegaron todos y se veían intrigados. Les hablé con vos segura, explicando que si bien habíamos anunciado el fin de las ejecuciones, había una persona aún que debía ser castigada, y ese era el anterior capataz. Todos asintieron con la cabeza, y las madres que habían perdido a sus niñas asesinadas, se pusieron a llorar.
“Prometo que esta será la última vez!” les dije, mientras Rafael y Pablo ataban a “Ezequiel el Azota Niñas” con las manos detrás de una columna. El miserable estaba bastante asustado.
Pablo ya blandía un largo y filoso machete en su mano, cuando de la puerta de la casa apareció Danaé. La nena que el hombre había azotado con perverso placer. Ella se comportaba como una mujer adulta por la forma en que manejó toda la situación. Llevaba puesto un vestido blanco y largo con botones por delante. Se acercó al ser que tanto odiaba, y le bajó de un tirón los pantalones de fajina, todos sucios por haber estado en una jaula de perros. Quedó desnudo de la cintura para abajo, humillado ante todas las familias. Danaé caminaba delante de él y fue desabrochándose los botones de su vestido lentamente, uno por uno, desnudándose provocativamente, según lo planeado. Entonces cuando ya quedó como había venido al mundo y por la forma impúdica en que se mostraba, el falo del antiguo capataz se alzó hasta rozarle el ombligo! Me fijé en el grupo de las familias y me di cuenta que no era el único hombre que estaba al palo! La nena provocaba y se mostraba en poses morbosas! En ese momento Pablo alzó el machete, listo para cortar eso….
“Papá, papá!!!” gritó de pronto Danaé, cambiando totalmente su actitud.
“No papi, no…. No seas igual de malo que este hombre! No papito!” y se abrazó a la cintura de Pablo. El bajó el filoso machete y me miró con expresión de perplejidad.
Continuará.
Muy bueno. Yo preferiría que se lo corten. Muy exitante.
Muy bueno. Exitante. Voto porque se lo corten.
Gracias por la sugerencia Lupe! Creo que la nena va a decidirlo…
Son buenos tus relatos