La primera vez de mi madre
Desvirgando a mi madre .
Maria y yo ya llevábamos un tiempo de novios desde que dejó de ser mi madre y yo su hijo, nuestra relación funcionó muy bien y estábamos felices, pasábamos el tiempo como todas las parejas, fiestas, salidas, compartir nuestras intimidades y el sexo era brutal. Descubrí para mí sorpresa que no estaba acostumbrada a recibir sexo oral, casi nunca se lo habían hecho y cuando se lo hacía yo se corría a chorros, para mi empezó a ser una regla hacérselo, no pasaba un día sin que mi boca pasara por su coño, yo disfruto del sabor único de esa vagina y ella goza de algo que, no se por qué, rara vez había experimentado.
Me confesó que mi difunto padre se limitaba a penetrarla y ya, que sus antiguos amantes hacían lo mismo y lo que me sorprendió más fue saber que nunca tuvo sexo anal. Me quedé de piedra. En los meses que llevábamos de pareja nunca había tocado el tema aunque deseaba hacerlo, siempre que hacíamos el amor y mis dedos empezaban a buscar su culo o lo hacíamos de perrito y mi verga rozaba su orificio ella gentilmente me apartaba.
Una mañana me decidí. Nos levantamos de la cama, después de una buena sesión de sexo en la ducha y desayunar juntos se lo dije.
-Mari (empecé a llamarla así porque me lo pidio) no te creo que nunca te hayan follado por atrás.
-Te juro que nunca, nunca lo han hecho, no se ni si me gustaría, me han dicho que duele.
-Duele al principio por lo que se, pero luego es todo placer ¿y si te lo hago yo? Después de todo ahora eres mi mujer.
-Si, y además sería como quitarme la virginidad. Jajajajajajaja pero no se…
Le dije que no se preocupara, yo me ocuparía de que su primera vez fuera especial.
Dicho y hecho lo planee todo al detalle, aprovechando un día que salí temprano del trabajo me fui a casa, le prepare una cena ligera que deje en el refri y me fui a la alcoba, puse sábanas nuevas, un humidificador de lavanda para relajarnos y deje en la mesilla un gel lubricante para hacer las cosas más sencillas. Cuando llego cenamos, le dije que tenía algo especial para ella y ella me dijo que tenía algo para mi también, no quiso decirme más y se fue a duchar.
Yo me fui a tumbar a nuestra cama mientras ella se duchaba, lleve a la alcoba una botella de nuestro vino favorito y puse música ligera para crear ambiente. Cuando salió vi lo que tenía para mi. Llevaba puesto un juego de lencería súper sexy. Un mini camisón transparente negro con encajes que me dejaban a la vista toda la gloria de sus pechos enormes, un tanga, también negro pero transparente por el que se veía sin problemas su coño, estrecho, rasurado en una V perfecta y unas pantimedias de liguero.
Pero esa noche no solo iba a tener su coño, lo había decidido, se sentó sobre mis piernas, bebimos un trago de vino, luego otro y otro. Empezamos a jugar, ella daba un sorbo de vino, y luego me besaba para pasarme un poco de su boca a la mía. Las caricias y los besos empezaron a subir de nivel, la bese por el cuello y descendi hasta sus pechos, sin quitarle el camisón empecé a besarlos dando pequeños mordisquitos que la hacían temblar de placer hasta que por fin sentí ese sabor que me encantaba, mezclado con el sudor de su cuerpo sentí la dulzura de la leche que emanaban sus hermosos pezones, a través de su camisón pude saborear su deliciosa leche. La tumbe en la cama y baje lentamente su tanga, me lo llevé a la nariz y comprobé que ya estaba empapada, el olor de sus fluidos me volvió loco, pasé mi lengua por toda su vulva, chupe y bese sus labios vaginales hasta que estuvieron hinchados y palpitantes, me entretuve en su clitoris durante un momento hasta que sentí como se venía, arqueo la espalda y con un espasmo le vino el primer orgasmo. Esa era mi señal de empezar. Lentamente empecé a rozar la punta de mi verga en la entrada de su coñito, poco a poco lo fui deslizando hacia adentro hasta que la cabeza estuvo dentro, ella gemia y me abrazaba con fuerza hasta que, de un solo movimiento se la hundí del todo.
-¡Ahhh mi amor que rica verga!
-Mmm… este coño está delicioso, tan apretadito.
-¡Es que la tienes muy gruesa! ¡me vas a partir en dos!
Se vino por segunda vez al mismo tiempo que lo hacía yo dentro de ella, todo el semen que no quedó dentro de su vagina chorreo por sus muslos, ella con los dedos recogió un poco y se lo llevó a la boca para saborearlo, cuando vi eso recordé por qué estaba ahí, entonces la cogí del pelo con brusquedad, me puse al lado suyo y metí mi verga en su boca. No es que tenga un miembro enorme, pero es bastante grueso y erecto pasa de los 18cms así que no se la pude meter todo, pero me daba igual, ella chupaba con ganas y se metía todo lo que podía.
Cuando note que ya volvía a tener una erección firme la aparte suavemente, me acerque a su oído y le dije lo que iba a pasar.
-No pude ser el primer hombre que te follara, mi amor, pero voy a ser el primero que se folle tu culo.
-¡No serás capaz! Te dije que me da un poco de miedo. Esta noche no, dame tiempo.
-No, esta noche, te va a doler, lo se, pero así por fin voy a poder decir de verdad que soy tu hombre porque te quite la virginidad.
Sin decir más la sujete por los hombros y la puse boca abajo en la cama, por suerte el vino y el sexo la habían dejado relajada y dócil, se dejó llevar con calma. Yo me tomé mi tiempo, bese la parte de atrás de sus orejas y fui bajando lentamente, el cuello, los hombros, toda su espalda la recorrí con la lengua, masajee sus caderas bajando poco a poco a sus glúteos y lentamente los fui abriendo hasta que encontré lo que buscaba. Un botón rosa palpitante de excitacion pero más estrecho de lo que creía yo. Pasé mi lengua a todo lo largo que tenía la raja del culo, Maria gemia, le empezaba a gustar, con la punta de la lengua empecé a saborear su agujero, lentamente fui hundiendo la lengua hasta que empezó a abrirse a mi. Primero metí un dedo con suavidad y ella pego un pequeño grito que tapo mordiendo la almohada, cuando se acostumbro a la sensación metí otro dedo, luego otro y empecé a moverlos con cuidado de adentro hacia afuera, me acerque a su rostro y vi que lloraba y gemia.
-Mi amor no llores, todo está bien.
-Me duele pero no lloro por eso.
-¿Por qué lloras entonces?
-Porque ahora si creo que ya soy tu mujer.
Entonces me coloque bien, habia dilatado bastante su culo pero decidí usar el gel, me puse un poco en la verga y con suavidad se lo puse a ella en la entrada de su hermoso y delicioso culo. Con las dos manos separe bien sus nalgas y empecé a empujar suavemente, no quería hacerle daño así que fui despacio, primero la punta y ahí me quedé, ella gimio y siguió llorando, luego la metí casi hasta la mitad, esta vez se le escapó un grito de dolor pero yo ya no pare y se la termine de meter hasta el fondo de una sola vez. Rápidamente le tape la boca porque el grito que iba a dar seguro habría despertado a los vecinos. Dejé mi verga dentro de su culo un rato hasta que se acostumbrará, mi mano tapaba su boca suavemente y yo la tranquilizaba a besos.
-Mi amor, ya está. Tranquila, en nada se te quitara el dolor.
-¿Me lo prometes?
-Te doy mi palabra.
Después de un minuto o así de tenerla penetrada empecé lentamente a moverme, suavemente y sin prisas empecé a follarme ese culo divino, los movimientos eran lentos, cuidadosos, su respiración empezó a acelerarse, pero no era miedo, esa respiración era la que conocía, de placer.
Aún tenía dolor, se le notaba claramente, pero poco a poco fue cediendo y dejó de llorar. Las lágrimas dieron paso a los gemidos, sus manos apretaban fuerte las sábanas. Yo sujete su cuello con una mano y la apreté contra la almohada mientras con la otra masajeaba su espalda. Poco a poco empecé a moverme más rápido y más rápido hasta que el movimiento fue frenético.
-¡Ahhhh si! Papito, no sabía que esto era así de bueno.
-Te lo dije, tu disfruta mi amor.
-¡ahhhh si!
Y así estuvimos un rato. Después de un tiempo, sin sacársela la puse encima mio, yo sentado y ella casi arrodillada de espaldas a mi, la sujete por las caderas y fui haciendo que se mueva,en poco tiempo la tenía a ella marcando el ritmo de la penetracion, sus nalgas chocaban contra mi cuerpo con una sensación y un sonido deliciosos.
¡Ahhh, me vengo!
-¡Te voy a llenar el culo de leche mi amor!
-¡Si por favor,oh!
Y entonces nos corrimos ambos, deje mi polla en su culo hasta que perdió la ereccion, entonces la retire con cuidado, el semen fue saliendo poco a poco por su orificio que aún palpitaba, rojo y abierto.
Nos tumbamos en la cama, la bese con pasión y por fin esa noche tuve la sensación auténtica de que ya Maria no era más mi madre, era mi mujer, era por fin mi hembra.
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