La primera vez que me vine sin tocarme
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era uno de esos días donde me quedé solo en casa viendo videos porno y me puse mega caliente. Estaba ansioso porque mi hermano regresara de la escuela y empezáramos a coger como desesperados. Me encantaba mamar verga hasta que succionaba el semen y sentía la leche caliente llenándome la garganta y su sabor y olor subiendo hasta mi cerebro me quemaba las neuronas. Siempre me sentía poderoso cuando hacía eyacular a mi hermano y sentía que lo obligaba a darme su leche en la boca. Mi hermano me había pedido un par de veces que me lo cogiera pero sin exagerar, yo no aguantaba más de 10 segundos siendo activo antes de venirme, así que prefería ser pasivo así podíamos disfrutar los dos por horas. Porque de acuerdo al reloj de nuestro cuarto algunas veces habíamos pasado cogiendo casi dos horas completas.
Mi hermano jugaba basquetbol en la preparatoria y yo estaba en el equipo de natación de la secundaría, así que ambos estábamos en buena forma y como nos parecemos y somos varoniles, teníamos muchas pretendientes entre las compañeras del colegio, pero ninguna se imaginaba que realmente queríamos salir corriendo de la escuela para encontrarnos en casa y coger.
Generalmente hacíamos cosas de noche, así que cuando yo estaba caliente me quitaba toda la ropa y me hacía el dormido esperando a que mi hermano se diera cuenta, se pusiera caliente viendo mi cuerpo y se metiera a mi cama a chuparme el pito, eso normalmente funcionaba, pero cuando mi hermano no se daba cuenta o se quedaba dormido, yo tenía que ir hasta su cama a meter mi mano bajo las cobijas y acariciarlo para que se fuera despertando caliente, luego le bajaba el pantalón y el calzón para darle una espectacular mamada, él también la chupa super rico y es su fascinación, así que terminábamos chupándonos por turnos y haciendo 69 por todo el cuarto y finalmente usábamos crema como lubricante para que me cogiera.
En esa época a mí me daban asco los besos entre hombres, así que lo más que habíamos hecho era chuparnos el cuello y los pezones, básicamente nos habíamos lamido todo el cuerpo uno al otro pero nunca nos besamos en la boca. Tampoco nos acariciábamos mucho, nos gustaba más masturbarnos uno al otro, pellizcarnos los pezones y contarnos cosas que nos excitaban o fantasías que teníamos.
Como yo ya estaba todo caliente y preparado para coger, me metí a bañar y me puse un short sin nada debajo y una camiseta, subí a nuestra habitación y esperé a que mi hermano regresara de la escuela mientras hojeaba unas revistas porno que él guardaba en su cajón.
Por fin oí que alguien habría la puerta y me asomé por la escalera para ver a mi hermano dejando su mochila de la escuela sobre el sillón. Le grité que subiera y creo que él ya se imaginaba lo que estaba por venir. Cuando entró a la habitación yo estaba acostado sobre su cama con el bulto duro bien marcado sobre el short, mi hermano me preguntó si estaba caliente pero la respuesta era muy obvia. Él me empezó a acariciar la verga por encima del short y yo me quité la camiseta para que él pudiera morderme y chuparme los pezones.
Mi hermano se quitó la playera y se sentó sobre mi cama. Entonces yo le agarré el bulto que ya estaba bien duro y como él también venía con ropa deportiva, le saqué la verga por una pierna del short y se la empecé a chupar. Me encantaba el sabor salado de su verga y como me llenaba toda la boca hasta la garganta. Yo tenía 14 años y mi hermano 17, así que él estaba mucho más desarrollado que yo y su verga era mucho más grande y gruesa que la mía, aunque ahora estamos casi del mismo tamaño (yo la tengo más larga y él más gruesa).
Me quité el short y me acosté sobre mi cama, mientras mi hermano me chupaba la verga. Me encantaba que se la metiera hasta la garganta y se asfixiara un poco, además de que le gustaba lamer todo a su alcance desde los testículos hasta el pecho. Su lengua recorriendo mi piel era como un delicioso masaje sexual, al mismo tiempo asqueroso y delicioso. Mi hermano se tomó su tiempo disfrutando de mi abdomen pero yo ya estaba demasiado caliente, así que lo empujé despacio para que se volviera a sentar, me puse crema en el culo y me senté sobre su verga.
Yo ya tenía mucho control de mi cuerpo, así que podía sentarme tranquilamente y tragarme todo su miembro con mi culito. Empecé a moverme como si estuviera en una película porno, mi hermano se puso mega caliente agarrándome las nalgas y me sujetó por la cintura para cogerme con fuerza mientras me chupaba el cuello. Yo estaba decidido a mover mi culo para extraerle la leche, apretaba y relajaba mi interior imaginando que lo estaba ordeñando con el suave interior de mis nalgas.
Mi hermano me empujó y quedé sentado sobre sus piernas frente a frente, mientras seguíamos conectados, yo no quería que se me fuera a salir su verga del sulo. Entonces con cuidado nos fuimos dando vuelta hasta que yo quedé acostado boca abajo y él parado a un lado de la cama. Me agarró una pierna y la subió de una forma que mis nalgas quedaron bien abiertas y podía cogerme hasta el fondo. Yo apretaba mis ojos y mis dientes cada vez que sentía su miembro hasta el fondo.
Luego me cargó y me puso sobre su cama, que está más alta que la mía. Entonces sin salirse me hizo dar vuelta una vez más y quedé con mis piernas en sus hombres y él parado a un lado de su cama. Yo tenía la cola más abierta que nunca y estaba gozando de esa verga como nunca, mi hermano me agarró de los tobillos con fuerza y empezó a clavarme salvajemente su pitote por culo. Para este punto yo estaba gimiendo sin poder controlarme, nunca había sentido su verga tan salvaje y deliciosa.
Entonces empecé a sentir una sensación que ya me era muy familiar, empecé a sentir como si fuera a venirme. Para aguantar más tiempo dejé de tocarme la verga y agarré las sábanas con fuerza como si fuera a caerme. La sensación de orgasmo no se detuvo por mucho tiempo pero como no me estaba tocando el pito, pensé que eso sería suficiente para no venirme. Entonces pasó algo que nunca me había imaginado que fuera posible, el placer se apoderó por completo de mí y perdí control de mi cuerpo. Mis piernas en el aire empezaron a temblar, mis ojos estaba en blanco y desde el interior de mi culo empecé a tener un orgasmo y salieron chorros de leche de mi verga sin poder contenerlos.
Pude sentir como la verga de mi hermano me sacaba el semen, literalmente, cada vez que me la metía hasta el fondo yo sacaba otro chorro de semen tibio. Las primeras gotas salieron tan fuerte que me cayeron en la cara, otras tantas en el pecho y las últimas se embarraron en mi abdomen. Yo aún estaba un poco confundido sobre cómo había eyaculado sin tocarme la verga pero más que eso estaba totalmente extasiado en un nivel de placer que nunca había sentido antes.
Le pedí a mi hermano que se detuviera porque mi culo quedó muy sensible después de semejante orgasmo y su vergota me estaba lastimando. Entonces sacó su miembro y sentí que mi ano había quedado abierto como un hoyo, luego soltó mis piernas y yo no tenía fuerza para sostenerlas así que cayeron hasta el piso. Mi hermano siguió masturbándose y empezó a echarme chorros de semen en la cara, el cuello y el pecho que se mezclaron con mi propia leche que seguía regada toda sobre mí.
Me levanté y me acosté en mi cama. Mi hermano también estaba exhausto pero me preguntó si yo estaba bien y le dije que sí. La verdad yo estaba confundido por la intensidad del orgasmo y aún no sabía si mi culo iba a regresar a su tamaño original, yo sentía que se había quedado abierto porque la verga de mi hermano es más gruesa que un control remoto de televisión.
Como aún estábamos solos en casa, mi hermano bajó así todo empapado en sudor y gotas de semen a bañarse. Al quedarme solo pude examinar con más cuidado mi culito y vi que solamente me había quedado con la sensación de estar abierto porque ya estaba como nuevo. Y no pude evitar mezclar con morbo mi leche con la de mi hermano y chuparla.
Entonces agarré mis cosas para bañarme y me metí con mi hermano a la regadera. Como siempre después de coger hacíamos como si no hubiera pasado nada. Pero para mí esa tarde hubo un nuevo episodio en mi libro del placer.
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