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Incestos en Familia

La relación con mi hermana y mis sobrinas (VI)

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El lunes, nos fuimos a Costa Rica. En San José, nos alojamos en el Park Inn de la cadena Radisson. Allí estuvimos diez días hasta que una ejecutivo inmobiliario nos encontró una casa con 4 habitaciones, 3 baños, escritorio, playroom, living, comedor y cocina, distribuidos en 2 plantas, en Escazú. Escazú, es una ciudad en las afueras de San José. Una zona residencial, de las más exclusivas del país.

.Cuando todavía estábamos en el hotel, ya habíamos conseguido un colegio para las nenas, en el centro de la ciudad, muy cerca de donde estaban las oficinas de la representación, que yo dirigiría. En el principio, Silvia vino a trabajar conmigo. Todas las mañanas dejábamos a las nenas en el colegio y seguíamos camino a la oficina. A la tarde, emprendíamos el regreso. Retirando a las niñas, del doble turno que hacían y volviendo a casa los cuatro juntos. En la casa, Silvia y yo ocupamos el dormitorio principal, que tenía baño en suite. Las niñas estaban en la habitación seguida y enfrente de ellas, la otra, donde había una cama de plaza y media, que para las apariencias, correspondía a Silvia.

La habitación de las nenas y la supuesta de Silvia compartían el otro baño. El tercer dormitorio, estaba en la planta baja. O bien podía ser para huéspedes o bien para el servicio doméstico. En la planta alta, frente a mi dormitorio, estaba mi escritorio, que en la mayoría de los casos, era usado por las niñas, para las tareas escolares domiciliarias. En los primeros tiempos, no tuvimos servicio doméstico con cama adentro. Solo venía una chica, dos veces a la semana, para ocuparse de la limpieza y el lavado de la ropa. De la comida se encargaba Silvia, y por lo menos una vez en la semana y alguna en fin de semana, salíamos a comer afuera. Así transcurrieron los primeros meses, de la nueva familia, en su afincamiento Tico.

Ocho meses después …
Luego de concluidas las clases del Colegio. Y cuando la representación ya estaba funcionando, Silvia dejó de trabajar. Las nenas, comenzaron con la práctica de deportes, en el Club Campo Lago, cercano a nuestra casa. Luci hacía raquetbol y Floppy se inició en el tenis. En el mismo club, Silvia iba al gimnasio. La actividad deportiva continuada había hecho en los cuerpos de las niñas, algo por demás interesante. Y si cuando mis sobrinas tenían 11 y 9 años, me excitaban y me volvían loco; casi un año después, con los deportes y el cambió de habitat, eso se multiplicaba. Silvia, ahora con una rutina de gym, también estaba fantástica.

Al margen de nuestros lazos familiares, nuestra familia era un matrimonio normal de Silvia conmigo y “nuestras” dos hijas. Las niñas habían dejado de decirme tío. Y para muchas de nuestras amistades, nada extraño había entre el Señor y la Señora Mariani. Solo durante menos de una semana, que Jorge vino a visitar a las nenas y le ofrecimos quedarse en nuestra casa, suspendimos lo natural era que Silvia durmiera conmigo en la habitación principal.

Por lo menos un fin de semana al mes, lo usábamos para viajar en familia a diferentes lugares del país. Yo también viajaba, pero por cuestiones laborales, aunque generalmente lo hacía en mitad de semana. Un vez, estábamos en Puntarenas, en la costa del pacífico. Habíamos llegado el viernes a la noche, luego de mi jornada laboral y el colegio de las nenas, para pasar el fin de semana. Nos alojamos en un hotel, en una suite que incluía la cama matrimonial y las de las niñas. Esa noche no salimos, cenamos allí mismo y luego nos fuimos a dormir. El sábado si, nos habíamos levantado temprano, para desayunar y salir a conocer lo más posible. Al mediodía almorzamos en un restaurant cerca del puerto. Y luego volvimos al hotel para descansar y dormir la siesta. Pero las niñas pidieron ir a la zona de juegos, donde podían quedarse al cuidado de dos anfitrionas especializadas del propio hotel. No podrían salir de allí, salvo que Silvia o yo, las fuésemos a buscar o si las chicas nos llamaban que lo fuéramos a hacer. Mi hermana y yo subimos a la suite y nos acostamos.

Como les conté al pasar, Silvia estaba con un cuerpo maravilloso. Seguía con su metro sesenta y algo de altura, y pesaba poco más de 60 kilos, perfectamente distribuidos. Una parte importante en su culo, otra en sus tetas y aunque tenía panzita, ésta era firme y sin rollos. En cuanto llegamos a la suite, yo fui directo a tenderme sobre la cama y Silvia se fue al baño. Algunos minutos después, salió y vino a acostarse. Primero se sentó en un borde de la cama, se quitó la remera y el corpiño y lo lanzó sobre el sillón. Luego la pollera que tenía. Como muchas otras, terminaba poco por encima de la rodilla. Y también la dejó junto a las otras prendas. Solo conservaba la tanguita.

Antes de acostarse me miró y me pregunto si no me sacaría la ropa. “Antes iré al baño”, le respondí. Y de inmediato lo hice. Cuando volví, ella estaba acostada boca hacia abajo, con las piernas abiertas en horqueta, apoyada sobre los codos y leyendo una revista abierta sobre la cama. Ver aquella cola, una y mil veces, me excitaba. Me quité el jeans, la remera, las zapatillas y también el boxer. Y me acosté sobre ella. “Salí, me aplastas”, me dijo. Ella se había acostado muy al centro de la cama y casi no me dejaba lugar, ni de un lado ni del otro. Y Silvia completó: “Porque no te acuestas en la cama de alguna de las nenas?” “Eso quieres?”, le dije yo. “Si, eso quiero”, contestó. “Bueno”.

Me fui a la cama de correspondía a Luci y me acosté. Pero al irme tomé la tablet que estaba sobre una mesa. Busque entre mis mails, un enlace diario con un contenido pornográfico y lo clickee. Me gustaban los vídeos de lesbis, más que los de parejas, tríos u orgías. Lo puse con volumen y aunque estaba en francés, los gemidos eran claramente entendibles para Silvia. Ella torció y me miró. Yo estaba acostado boca arriba, con las piernas abiertas, la tablet en una mano y con la otra mano me tocaba. “Que estás haciendo”? “Que estás mirando?”, me dijo. Un videito, le respondí. “Que pajero”, devolvió. “Te queda mucho con la revista?” le pregunté. “Hasta que vengas”, contestó. Y se hizo a un lado de la cama, para dejarme lugar en la otra mitad. Yo cerré el vídeo, apagué la tablet y fui por ella.

En cuanto me acosté empezamos a besarnos, tocarnos y entrecruzar nuestras piernas. Sus tetas, eran el mayor de mis placeres. Me gustaba tocarlas, suave y dulcemente, en círculos que se iniciaban en la base y culminaban en sus pezones. Luego las chupaba y mordisqueaba los pezones. Así estuvimos hasta que se incorporó, se apoyo en sus rodillas y me puso en el medio de la cama, acostado boca para arriba. Se vino encima mío, y se sentó sobre mi abdomen. Empezó a masajearme el pecho, mientras pasaba su cola, todavía con la tanga puesta, sobre mi pija. Yo estaba totalmente relajado y me dejaba. Luego vino sobre mi cara, con sus piernas a cada lado de mi pecho, corrió la tanga sin quitarla y tomó mi cabeza desde la nuca para inducirme a chuparle la conchita. Yo empecé a hacerlo como tantas otras veces.

Me gustaba tirarle lenguetazos, demorando apoyarme definitivamente sobre su rayita o introducirle la lengua. Eso la calentaba, la excitaba y la hacía enojar. “Chupá bien, chupa con ganas, putito”, me decía. “Chupa con se chupa una hermosa concha como esta”, seguía. Por supuesto que me encantaba chuparle la concha, pero más me gustaba hacerla impacientarse. Finalmente abrí bien sus piernas, apoyé mi boca sobre su concha y la empecé a recorrer con mi lengua. Primero por su rayita y luego penetrando en busca de su clítoris. Ella gemía, y apoyaba más su concha sobre mi cabeza y esta sobre la cama. Yo recorría sus tetas con mis manos, una y otra y tantas veces mas. Seguí chupando hasta que mi hermana-esposa, comenzó a transpirar, sus tetas se humedecieron, sus muslos también, gemía más y más y descargó toda su leche sobre mi cara. No lo hacía siempre, pero cuando lo hacía, era un torrente importante. Eso a mi, me volvía loco. Me llenaba la boca, pero también cubría mi cara y mas de una vez, me entró en los ojos. A ella, el provocaba un placer inmenso.

Una vez me dijo: “Estuve trece años, con Jorge. Y tuve sexo con otros tres hombres antes del papá de mis hijas. Pero un solo hombre me ha hecho acabarme de esta forma”. Y ese era yo. Luego de aquella descarga de leche en mi boca y sobre mi cara, la tiré sobre la cama, me acosté encima y la empecé a coger. Ella estaba agitada, y como antes me había descansado yo en ella, para que me hiciera masajes; ahora lo hacía ella en mi, para que terminara de cogerla. Yo entraba y sacaba mi pija y ella inmóvil sobre la cama, se dejaba. No tardé mucho más en acabar y llenarle la concha con mi semen. Me terminé de acostar sobre ella, para besarla, y me dejé caer a un lado. Los dos quedamos boca arriba, mirando al techo, relajados sobre la cama. “Ya estoy vieja”, me dijo. “Yo también”, le respondí. “Antes, llegaba a coger tres y cuatro veces, con Jorge. Y ahora, acabo una vez y quedo muerta”. Yo quería mimarla y le dije: “No es lo mismo cantidad que calidad. Ahora, lo harás menos, pero mejor”.

Ella se rió. “No quieras consolarme”. “No, te lo digo en serio. Cogemos regularmente, nos tocamos todo el tiempo, nos bañamos juntos y nos hacemos lo que mas nos gusta, a uno y a otro. Somos felices y tenemos un muy buen sexo, en calidad”. Ella volvió a reír. “Igual, estoy mas vieja y lo noto”. Nos quedamos acostados. Ya no hablamos más de eso. Pero si de como seguiría nuestra tarde. Dormiríamos un rato o simplemente quedaríamos sobre la cama. Luego iríamos por las nenas y haríamos algún paseo. En eso, sonó el teléfono. Y aun acostada, atendió Silvia.

Hola.
Silvia? Si, le hablo desde los juegos. Quédese tranquila.

Pero Silvia se sentó en la cama. “Que pasó?, le pregunté.

Le reitero, quédese tranquila. Pero la nena más grande, …
Si, Luci. Que le pasó?
Se manchó el shortcito. Yo me dí cuenta enseguida y la traje con su hermanita, acá a nuestro vestuario.
Ya bajo por ella, dijo Silvia.
Por favor, traigale ropa. No querrá irse así.
Si, ya le llevo.

Yo volvía a preguntarle que le pasaba. “Luci se manchó el short”, me dijo. “Supongo – siguió-, que le vino la primera menstruación. Debo ser medio bruja, porque hace dos o tres días, le estuve hablando sobre el tema.” Silvia se vistió de apuro y yo fui al ropero. Tomé una bombachita, una polleríta y otra remera, y las hice un rollo, como cuando ellas la llevaban al baño. De inmediato, agarré mi ropa y me empecé a vestir. “Dame, no vengas conmigo” dijo Silvia. “Déjame bajar sola y en unos minutos, ve por Floppy y vayan a dar una vuelta ustedes solos. Yo la traeré para acá. No es nada grave, pero provoca un shock”. “Te entiendo”, le dije. Silvia agarró la ropa y bajó. Yo me terminé de vestir, fui al baño, me refresqué un poco la cara. Tomé las tarjetas de acceso, que estaban sobre una mesita a la entrada y también bajé. Fui a la zona de los juegos. En la puerta, estaba una sola de las chicas. Me acerqué y le dije que me trajera a Floppy. Ella entendió que yo ya sabía. Floppy vino de la mano de la chica y se pegó a mi cuerpo. “Amorcito, ven que tengo que hacer algo. Deja a Luci con mamá”. La chica se inclinó para darle un beso a Floppy. “Te espero mas tarde o mañana”, le dijo. “Bueno”, contestó Flo. Le di la tarjeta de accedo de Silvia, a la chica, para que se la entregara. Y nos fuimos. De la mano, salimos del hotel y comenzamos a caminar.

“Quédate tranquila que a Luci no le pasó nada. Es algo propio de las mujeres. Mas tarde te vendrá a ti también”, le dije.
“Si, mamá nos estuvo hablando. Pero Luci se puso a llorar igual, cuando se manchó”, contestó Floppy.
“Bueno, pero ya está mamá con ella”.
“Y nosotros donde vamos?” me preguntó.
“Vamos a dar un paseo, hasta que Luci esté más tranquila y no le de vergüenza que yo lo sepa”.
“A bueno”, concluyó Flo.

Y nos fuimos a caminar. Llegamos al centro comercial y comenzamos a recorrerlo. Estuvimos mirando varias tiendas, de distintos rubros y por último, nos sentamos para tomar Floppy una bebida refrescante y yo un café. Tomé el teléfono y le mandé un mensaje a Silvia.

“Está todo bien. Vuelvan cuando quieran”, me respondío.

Le dije a Floppy que ya podíamos volver, porque Luci estaba mas tranquila y nos fuimos de nuevo para el hotel. Cuando entramos Luci estaba sentada en la cama, con la tablet. Yo fui hacia ella, le dí un beso y le pregunté si me podía sentar a su lado. Se corrió y me hizo lugar. Yo me senté a su lado y la abracé.

“Que haces? Que es eso?”, le pregunté.
“Es un juego”, y mientras jugaba me mostraba en que consistía.

Luego se le terminó el juego y dejó la tablet a un lado. Yo le agarré las manos. Estaban temblorosa y húmedas. “Déjame lugar”, le dije. Me acosté y la acosté encima mio. Silvia y Floppy estaban en la cama grande. La abracé y ella me acarició la cara. “Sabes una cosa?” le dije. “Qué?, me respondió. “No le cuentes nada a Silvia”, y ella las miró de reojo. “Pero ella -seguí yo-, se empezará a poner mucho mas celosa”. “Si, mamá ya me contó. Me hice mujer”, dijo Luci. Yo le fui a dar un beso, pero ella me correspondió con su boca. Nos dimos un gran beso. Mientras yo acariciaba su espalda, su cola y llegaba hasta la parte posterior de sus muslos. Y así nos quedamos, abrazados haciéndonos caricias y nos dormimos. A pocos pasos de nosotros, sobre la cama grande Silvia y Floppy hicieron lo mismo.

Un rato mas tarde, sentí a Silvia sentarse al lado nuestro, en la cama de Luci donde estábamos nosotros dos. Comenzó a acariciar a Luci y mis manos que estaban sobre ella. Floppy dormía todavía en la cama grande. Silvia me preguntó si nos podíamos ir a dar una vuelta, por la ciudad. Yo le dije que si. Luci entreabrió los ojos, me miró a mi y a Silvia y dijo: “Podemos ir en auto”. “Claro”, respondió Silvia. Luci se acomodó y se paró. “Tengo las piernas cansadas”. Silvia también se paró y le dijo que fuera con ella. “Te voy a dar una pastilla, para que no tengas dolor en las piernas”. Fueron hacia el baño. Yo fui a la cama grande y empecé a acariciar a Floppy para que despertara. “Dale chiquita, vamos a pasear”, le dije y ella comenzó a levantarse.

Bajamos los cuatro juntos. Y yo fui hacia el estacionamiento. Ellas venían detrás mio, pero al pasar sobre la zona de los juegos infantiles, se acercaron a las chicas, para saludarlas. Ellas también se acercaron para ver como estaba Luci. Unos minutos después, vinieron al auto y nos fuimos. Recorrimos varios lugares de las cuidad, fuimos conversando, haciendo preguntas entre nosotros, de que era tal lugar y tal otro. Y así, nos distendimos los cuatro, de aquel incidente de Luci. Luego paramos para cenar. Y por último volvimos al Hotel. Fuimos a la habitación. Silvia le dijo a Floppy: “Al baño, hacer pis, lavarse los dientes y a la cama”. Floppy pregunto: “Y Luci?”. “Luci irá después conmigo”. Floppy hizo caso y fue al baño, luego vino, le dio un beso a Silvia, otro a Luci, otro a mi y se fue acostar en su cama. Silvia y Luci se fueron al baño. Cuando volvieron, Luci hizo lo mismo, le dio un beso a Silvia, otro a mi y se fue a su cama. Yo, también me fui al baño y al volver, Silvia ya estaba acostada. Yo venía solo con mi boxer y las niñas todavía no se habían dormido. La miré a Silvia y le dije: “Mamá, hoy podemos dormir los cuatro en la cama grande?”. Silvia me respondió con la mirada y moviendo su cabeza de arriba hacia abajo. Las niñas miraron y yo les dije que se vinieran. Ellas se acostaron al medio y nosotros a los costados. Luci pegada a Silvia y Floppy pegada a mi. Nos tocamos, nos hicimos caricias y nos fuimos quedando dormidos.

A la mañana siguiente, nos despertamos. Les propuse desayunar y emprender el viaje de vuelva a casa y mis mujeres, mis amores, mi hermana y mis sobrinas, mi esposa y mis hijas, aceptaron y así lo hicimos. En medio del viaje paramos para almorzar y seguimos. Al llegar a casa, Silvia fue al escritorio con las chicas, para terminar las tareas escolares y preparar las cosas para el colegio del día siguiente y yo me quedé mirando televisión. Mas tarde cenamos y nos fuimos a dormir. No estábamos solo cansados. Sino que habíamos cambiado de aire, el océanos había hecho los suyo.

Esa semana, fue de mucha actividad en la representación y yo todos los días volví bastante más tarde de lo normal. Incluso el miércoles, la nenas ya estaban acostadas. Una de las noches, cuando ya estábamos acostados, Silvia me dijo: “El sábado a la mañana tengo que ir con Floppy a una reunión, por una actividad del tenis, que se desarrollará próximamente.” “Bueno”, le dije. “No te preocupes. Yo puedo quedarme con Luci”. Silvia me miró y sonrío. “Ya tienes que empezar a recorrer el camino”, me dijo. “A que te refieres?” le pregunté. “Ya se hizo mujer. Mas tarde o más temprano, va a querer que la hagas tuya”. Nos volvimos a mirar y quedamos en eso. Un poco después, nos abrazamos y nos dormimos.

El sábado, Silvia se levantó temprano, se preparó y fue por Floppy. Luego se fueron al Club, para la reunión. Luego de preparar a Floppy y antes de marcharse le dijo a Luci que se fuera a dormir conmigo, a la cama grande. Luci medio dormida, lo hizo. Se metió en la cama, se pegó a mi, me abrazó y seguimos durmiendo un poco más. Luego le empece a hacer caricias, a Luci. En el pelo, la espalda y llegaba hasta la cola. Ella empezó a despertarse y me hacia caricias a mi. Comenzamos a besarnos. En un momento, le pregunté: “Quieres levantarte?”. “No. Quiero quedarme acostada contigo, hasta que vuelvan Floppy y Mamá”. “Bueno”, le respondí. Y nos seguimos haciendo mimos. Luci siempre había tenido una lindas tetitas, pero en los últimos tiempo ya habían tomado cuerpo. Redonditas, firmes, bien duritas, y naturalmente, tenían un gran parecido a las de su madre, pero en menor tamaño.

Y si alguna vez dije que su cola, era similar a la de su hermana dos años menor, ahora también estaba en plena explosión. Luci tenía 12 años, pero parecía de 15. Aquellos mimos mutuos que nos habíamos regalado me tenían por demás excitado. Y como era mi costumbre yo dormía totalmente desnudo y así estaba. Luci estaba sin corpiño y con una tanguita muy diminuta y tan chiquita que delante, se le metía entre la conchita y detrás, se la tragaba totalmente su culito. En un momento, ella se puso boca arriba y yo me metí por debajo de las sábanas y mantas y me fui hasta su conchita y la empecé a chupar. Abrí bien sus piernas, y la recorrí con mi lengua, primero su rayita, desde adelante hacia atrás y volvía y repetía el recorrido una y otra vez. Poco a poco fuimos aumentando la temperatura tanto yo como ella. Y quité las sabanas y mantas. Luego la puse boca hacia abajo, en la mitad de la cama y empecé a chupar su colita. Ella no hablaba, yo tampoco, pero ella daba pequeños gemidos. “Apoyate en las rodillas y levanta la cola”, le dije. Se puso como en cuatro patas, aunque sus pechos y su cabeza, seguían sobre la cama. Yo chupaba su cola, recorría con mi lengua el hoyito de su culo y me metía entre sus piernas para chuparle también la conchita.

Empece a mojar mi dedo meñique, el mas chiquito y dejaba gran cantidad de mi saliva en su anito. Y empecé a meterle suavemente mi dedito. “Amor -le dije-, si te duele me lo dices. Si?” “No, pa. No me duele. Me gusta”, respondió. “Bueno, pero cuando te duela, avísame”. Le llegué a meter la mitad de mi dedo chico y ella no decía nada. No me sacaba la cola. Mientras seguía metiendo y sacando mi dedo, con mi otra mano, entre las piernas, le tocaba la conchita y llevaba mi mano para adelante y tocaba sus tetitas. Mas tarde, la acosté boca para arriba y me puse encima de su pancita, apoyado en mis rodillas, que quedaron a cada lado de ella. Comencé a masajear sus tetas y mirarla a la cara. Ella me devolvía la mirada y su atención. Mientras con mi mano izquierda seguía tocando sus tetitas, con la derecha me empecé a pajear. Unos minutos después, estaba apunto de acabarme. Ella me miró y me dijo: “Quieres que chupe?”. “Después”, le dije. Seguí pajeandomé y cuando ya no pude aguantar mas, apreté fuertemente mi pija. Me fui hacia adelante y descargué un chorro de leche sobre sus tetas. Presione otra vez mi pija y desparramé la leche dejada, sobre sus tetitas. Luego me fui hacia atrás, acerqué mi pija a su conchita y deje sobre ella otro chorro de mi semen. Y también se lo desparramé. Sin que yo se lo dijera.

Se dio vuelta y se puso otra vez en cuatro patas y el ultimo chorro de mi ser, se descargó en su culito. Y también lo extendí con mi mano. Ahora estaba yo de rodillas, todavía con la pija agarrada y presionada con mi mano derecha y ella se puso frente a mi, me dio un beso y me miró. “Te queda un poquito?”, me dijo. Se agachó y puso su boca sobre mi pija. Un chorro entró en su boca y ella lo saboreó. Solté la pija totalmente y ella paso la lengua por la cabeza una y otra vez. Las últimas gotas de leche, salían y ella con la lengua las llevaba a su boca. Luego nos tiramos sobre la cama y nos volvimos a abrazar. “Te amo, hijita”, le dije. “Yo te amo a ti, papito”, me devolvió. Nos volvimos a besar y me dijo: “Pa, podemos ducharnos juntos, como lo haces con mami?”. “Si”, le dije y nos fuimos al baño.

Allí abrí la ducha y nos metimos los dos. Tomé el gel, lo puse en mi mano y se lo empecé a desparramar por todo su cuerpo. El gel se trancaba en todos aquellos lugares donde le había desparramado mi leche. Ella también puso gen en sus manos y lo extendió por mi cuerpo. Cuando todavía no habíamos terminado de bañarnos, la puerta del baño se abrió. Yo miré hacia la puerta y estaban Silvia y Floppy. “Mmmm, que divinos”, dijo Silvia. “Me estoy bañando con papi, como lo haces tú”, le dijo Luci. “Si, ya veo. Cada día me lo estás robando un poquito más”, le dijo la madre. Yo me acerqué a la oreja de Luci y en secreto le dije: “Mami, se está poniendo celosa”. Luci se reía, también Silvia y Floppy sonreían. Yo miré a Floppy y le dije: “Mas tarde, te vas a bañar conmigo?”. Floppy encogiéndose de hombros lanzó: “Si mami no se pone celosa, también conmigo?”. Y ahí todos nos reímos. Silvia dijo: “Bueno, terminen de bañarse y bajen. Los estaremos esperando con Floppy”. Salieron, cerraron la puerta y se fueron. Yo cerré la ducha, tomé las toalla y comencé a secarla a Luci. Luego me sequé yo y nos fuimos al cuarto. Sobre mi cama, Silvia le había dejado la ropa que tenía que ponerse. Yo busqué la mía y me vestí. Poco después, los dos bajamos por Silvia y Floppy.

NOTA: Agradezco a todos por sus comentarios. No sabía como tenía que hacer para registrarme. Por tanto, desde ahora, mis relatos dejarán de ser de autor anónimo, para tener autor conocido. Nuevamente, muchas gracias por sus comentarios aprobatorios

(continuará)

9858 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: colegio, hermana, mayor, sexo, viaje
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