La tía Mari 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
«Pero de esto ni una palabra a nadie, voy al baño que me removiste todo dentro con semejante coso que me metiste por el chiquito», me dijo Mari, bajando muy apurada.
Yo bajé también mas tranquilo, disfrutando mentalmente como habíamos cogido con la tía de mi mujer.
Agarré una cerveza, un vaso y volví a subir a esperar a que vuelva Mari.
«Salud», le dije dándole el vaso con cerveza, bebiendo como beben ellos, del mismo vaso.
«Salud?, no sabes lo que me duele el ano, vi las estrellas cuando hice caca», me dijo devolviendome el vaso, «pero bien que disfrutamos, o me vas a decir que no te gustó tenerla adentro», le dije y seguimos bebiendo, «bueno sobrino, para que negarlo, no todos los dias me como semejante coso por el chiquito», me dijo con una sonrisa en los labios, «pero que nadie se de cuenta de lo que hicimos», me dijo guiñandome un ojo, «de lo que hicimos?, no lo vamos a volver a hacer?», le dije agarrando una de sus enormes tetas, «quieto, y ya veremos si lo hacemos de nuevo», me dijo haciendo que deje de tocarle las tetas, «quiero irme a un hotel con vos, quiero tenerte toda desnuda en la cama y poder cogerte bien, por eso sos mi tía preferida», le dije y seguimos bebiendo hasta terminar la botella, «pero acá no podemos, a mí me conoce mucha gente, no te olvides que mi esposo fue alcalde», me respondió y escuchamos que mi mujer llamaba de abajo.
Le dije que suba con otra botella y ahora seguimos bebiendo los tres.
«Fede, vamos a pasar el día con mi padre y volvemos mañana?», me invitó Lorena, mi mujer, «no amor, mejor andá sola, sabes que tú padre y yo no nos llevamos bien, acordate lo que habló de mi», le dije.
Acompañamos a mi mujer a tomar el auto bus y se fue, teníamos todo el día para estar con la tía.
«Mari, llama a tú marido y decile que vamos a ir de excursión», le dije a Mari, «tú estas loco verdad, a donde quieres ir conmigo?», me dijo Mari abriendo sus ojos.
«No queres volver a tener mi pija para vos sola todo un día?», dije pasando la punta de mi lengua por los labios.
«Lo hago solo porque eres mi sobrino favorito», me dijo riendo y ella saca su celular y le avisa a su marido que ibamos a visitar centros turísticos y museos, que volveríamos tarde y si nos quería acompañar.
«Pero Mari, para que le decis que nos acompañe?», le dije sorprendido, «porque se que no iba a querer, ahora estamos tranquilos, vamos a tomar un taxi que nos lleve», dijo Mari y subimos a uno que tardo algo más de media hora en llegar.
Estábamos en otra ciudad, pero más parecía un pueblo grande.
Íbamos tomados del brazo, caminando, buscando un hotel, hasta que vi un cartel que decía pensión y ahí nos dirigimos.
Alquilé una habitación con baño privado por todo el día, la tia Mari no quería dar cara, se notaba que estaba muy nerviosa.
Entramos en la habitación y la empecé a besar, ella estaba como asustada, no respondía a mis besos ni a mis caricias.
«Estoy loca, tengo que estar loca, metida en un hotel, engañando a mi esposo, a punto de cachar con mi sobrino, no me reconozco», dijo y se sentó en el borde de la cama.
Yo la descalce, la seguí besando, abriendo su camisa y sacando sus enormes tetas, ella parecía una estatua mientras le chupaba las tetas, «Fede, a ti no te da pena engañar a Lorenita conmigo?», me dijo con la mirada perdida.
«Tia, no te pongas así que vinimos a pasarla bien», le dije sacando mi pija y se la empecé a pasar por la cara, por los labios, «a ver.
como mi tía preferida abre la boquita y le chupa la pija a su sobrino», le decía apoyando mi pija contra sus labios, y poco a poco la tía Mari fue abriendo la boca y yo metiendo la pija dentro.
Le saqué la pija de la boca y la terminé de desnudar, ella ya se notaba mas relajada.
Me desnude yo y me acosté boca arriba, con la pija bien dura, «a ver como la tía le chupa la pija a su sobrino?», le dije moviendo mi pija con la mano.
Con su sonrisa pícara me miró y se acomodó entre mis piernas y me empezó a chupar la pija.
La besaba, la lambia, se la metía en la boca, sentía sus tetas rozar contra mis piernas, los dos gemiamos, yo la acariciaba la cabeza, ella matia y sacaba mi pija de su boca.
«Que rica cosa tiene mi sobrino entre las piernas, para que su tía se la coma toda», me decía mirando mi cara, dándole besos y pequeñas mordidas a la cabeza de mi pija.
Se fue subiendo sobre mi, besando mi cuerpo, sus tetas colgaban, yo se las estrujaba mientras ella se acomodaba mi pija contra su concha y gimiendo se fue sentando sobre ella hasta que se la metió toda en la concha.
«Madre de Dios, me llenas la chucha con tu poronga, la siento casi hasta la garganta», me decía Mari moviendo sus caderas.
«Haaaaaaa, haaaaaaaaaaaa, no sabes cuanto hace que no cacho, tengo unas ganas que no sabes», decía moviendo mas rápido sus caderas y gimiendo.
Disfrutando, se notaba que estaba disfrutando de como la estaba cogiendo.
«Bajate Mari», le dije, «te peso mucho?», me dijo bajando de encima mío, «no mamita divina», le dije haciendo que se acueste boca arriba, le abrí bien sus piernas, viendo su peluda y gorda concha y se la empecé a chupar, a lamer su clitoris, escuchando como gemia de placer, como movía su cuerpo para los costados.
Me subía sobre ella y le metía toda la pija de una embestida sola, escuchando su grito de placer, la sacaba y le volvía a chupar la concha, volví a subir sobre ella y le volví a meter la pija bien duro en su concha, sus gemidos eran casi gritos, «cachame, cachame así, que rico me cachas», decia entre ayes de placer, con sus piernas bien abiertas y levantadas.
Yo me arrodille entre sus piernas, agarrando sus tobillos y empecé a meter y sacar mi pija de su concha bien fuerte, sus tetas subían y bajaban de su pecho a medida que la embestia.
Se la volví a sacar, haciendo que quede boca abajo, con sus enormes nalgas llenas de celulitis, se las abro y le veo su oscuro y belludo ojete abierto.
La tia Mari grito de placer cuando metí mi cara entre sus nalgas y le empecé a chupar el ano.
Mari pataleaba sobre la cama sintiendo como le lamia y le chupaba el ano.
«Me estas matando, como me haces disfrutar, que rico», gritaba Mari.
La volví a poner boca arriba y se la volví a meter en la concha, Mari estaba tan caliente que enseguida se acabó, clavando sus uñas en mis brazos.
«A ver como la tía le saca la leche con la boca a su sobrino?», le dije sacando mi pija de su concha y acostandome boca arriba, y Mari se tiró sobre mi pija chupando y subiendo y bajando su cabeza, hasta hacerme explotar en leche, que salía a chorros de mi pija llenando la boca de la tía Mari, que la sentia chupar y tragar, sin desperdiciar ni una gota.
«No sabes cuanto hace que no cacho, y te cuento un secreto, es la primera vez que trago semen, siempre quise hacerlo, pero mi esposo dice que eso es una chanchada, y me encantó poder hacerlo con mi sobrino favorito», me decía Mari, abrazada a mi, acurrucada, sentía sus asperos pies pasar por mis piernas.
«Todavia no nos vamos verdad?», dijo Mari besando mi boca, «no tía, no nos recorrimos medio Perú para hacerlo una sola vez», le dije empezando a chupar sus enormes tetas.
«Es la primera vez que le metes los cachos a tú marido», le dije metiendo mi mano entre sus piernas, acariciando su peluda concha, «sí, y tú le haz puesto los cachos a Lorenita mas veces?», me dijo abriendo sus piernas y dejando que le meta dos dedos en su concha, «no, Lorena es muy fría en la cama, no le gusta nada, por la cola le duele, una vez me tragó la leche y estuvo casi una semana vomitando», le confesé.
«Que tonta, aunque por la cola entiendo, es duro aguantar esa cosa entrando por el chiquito», me dijo acariciando mi pija y abriendo mas sus piernas, dejando que mueva mis dedos en su concha.
«Mira, y yo que pensaba entrar por ahí ahora», le dije chupando sus pezones, «por donde, por el chiquito?, me vas a cachar por el chiquito?», me dijo poniendo cara de susto,.
sin dejar de subir y bajar el prepucio.
«Y mi tía preferida le va a negar esa hermosa cola a su sobrino favorito?», le decía sin dejar de chupar sus tetas y mover mis dedos dentro de ella.
«Sí, a mi sobrino todo lo que quiera, la tía le da el chiquito», me dijo toda mimosa.
Nos empezamos a besarnos, nos restregamos, nos íbamos calentando cada vez más.
«Que vergüenza, una vieja como yo, cachando con mi sobrino que tiene la edad para ser mi hijo», decia Mari, mientras me arrodillaba entre sus piernas, haciendo que las levante y las abra, acomodando mi pija contra su ano, nos miramos a los ojos y Mari abre la boca cuando di el primer empujón y mi pija empezó a entrar en su cola, «haaaaaaaa, mi cola, mi pobre cola, otra vez me estas destrozando el chiquito», gritaba Mari mientras yo seguía metiendo toda mi pija en su cola.
«Haa, haaa, haaaa», gemia Mari a medida que le cogía la cola.
«Mari, sentate encima», le dije sacando mi pija de su cola y me siento en el borde de la cama.
Mari se para delante mío de espalda y se fue sentando, y volviendo a hacer que le entre en la cola.
Mientras ella movía sus caderas, yo le estrujaba las tetas, le metía los dedos en la concha.
La seguí cogiendo en cuatro patas, boca abajo, de costado.
La seguí cogiendo por la concha, Mari estaba tan sudada como yo, a ninguna forma de cogerla me decía que no.
Mari jadeaba, gozaba como loca, me alentaba a que la siga cogiendo, hasta que llegó un momento y me empecé a acabar dentro de su concha, me dolía la pija de tanto cogerla, ella se quejaba de que también le dolía el ano y la concha.
«Eres tremendo cachando, que rico me haz echo sentir, estoy muerta», dijo Mari, tirada en la cama, de piernas abiertas, como ventilando su concha.
Nos habíamos matado cogiendo con la tia Mari.
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