La tía Rosario
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Lucas, soy hijo único, vivo con mis padres en Buenos Aires, Capital Federal.
Tenemos un departamento grande.
Mis viejos tienen buenos trabajos y yo estudio.
Una tarde mi mamá nos dijo a mi papá y a mí que la tía Rosario se iba a venir a vivir un tiempo con nosotros.
Ninguno de los dos tuvimos problemas de que venga.
La tía Rosario es la hermana menor de mi vieja, tiene 25 años, pero nadie le da esa edad, es delgada, menuda, blanquita de piel como mi madre.
Siempre se está riendo.
Usa una melenita que le llega a los hombros, y carita de nena.
La fuimos a buscar a la estación de tren de Retiro.
Mamá y ella se saludaron con mucho cariño, nos dimos un fuerte abrazo.
Llegamos a casa, la tía se instaló en una de las habitaciones, se ducho y se cambió.
Mamá y ella hablaban de como estaban los abuelos, como estaba ella.
Yo la miraba, me gusta la tía, sus piernas bien torneadas, sus pies, pequeños y parejitos, unas tetitas chiquitas, pero esa sonrisa que tiene en su cara la hace mas atractiva.
«Mamá, los pibes me dijeron de el sábado ir a bailar, puedo ir?», le dije, ya que yo tengo 17 años y dependo de mis viejos.
«Hay sí, yo voy con vos», dijo la tía.
Como su hermana va a venir conmigo, mamá no tuvo problemas en que fuera.
El sábado cuando nos íbamos, la tía se había puesto una vestido bien ajustado a su cuerpo, por arriba de sus rodillas, unas sandalias de tacón, y que bien maquillada que estaba.
Yo cuando la vi, me quedé de boca abierta.
Cuando mis amigos la vieron, enseguida me preguntaron si era mi novia.
«Sí, soy su novia», dijo la tía sin dejarme responder y me agarra la mano.
Yo me quedé frío, no sabía que hacer.
Todos mis amigos estaban como moscones detrás de ella, yo tuve que pararle el carro a más de uno.
Todos decían que era mentira que fueramos novios, ya que ni un sólo beso nos dimos.
La tia me agarra la cara y me besa la boca, me abraza, siento su lengua en mi boca.
Con ese beso y ese abrazo, se me puso dura la pija, y lo peor es que la tía se dio cuenta.
Ella no bailaba con más nadie que conmigo, ni me dejaba bailar con mis amigas.
Siempre que pasaban música lenta, salíamos a bailar, ella se apretaba bien contra mi, yo ya no la veía como mi tía, la abrazaba fuerte, la besaba, refregaba mi pija dura contra ella.
«Nos vamos Lucas?», me dijo apenas separando sus labios de los mios.
Sin despedirnos nos fuimos, abrazados, nos besamos en la calle, «no le digas nada a tú madre, pero quiero coger», me dijo.
Yo cuando escuché lo que me dijo la tía, casi me voy en seco.
Tomamos un taxi y nos fuimos a casa, entramos sin hacer ningún ruido y nos fuimos a su habitación.
Besos, caricias, refregarnos, la tia se levantó el vestido, se sacó la bombacha y se puso en cuatro patas en la cama, «por el culo, cogeme la cola que me encanta», me dijo abriendo sus nalgas, dejando que le vea su ojete.
Yo me bajé el pantalón y me pongo entre sus nalgas, ella con sus dedos se pasó saliva por el ano y acomodó mi pija, «fuerte, metela fuerte», me dijo gimiendo cuando le metí toda la pija en su cola, que se abrió enseguida.
«Así Lucas, cogeme fuerte por el culo, me gusta mucho que me cojan fuerte por la cola», decía en voz baja, abriendo sus nalgas a tope, gimiendo cuando sacaba y metía mi pija fuerte de su orto, haciendo que salga el aire como si se estuviera tirando pedos.
La tía Rosario estaba espatarrada en la cama, abría sus nalgas todo lo mas que podía, siempre en voz baja me pedía que le coja la cola lo más fuerte que pudiera.
«Acabate Lucas, acabate bien adentro de mi culo», me pidió mordiendo las sábanas y gimiendo, moviendo su cabeza para los costados.
Yo me empecé a acabar, sentia como salían los chorros de leche dentro del culo de mí tía.
Estábamos bien pegados, ninguno de los dos dejaba de gemir, ella tenía sus nalgas pegadas a mi cuerpo.
«Que ganas de coger que tenía», dijo cayendo boca abajo sobre la cama.
Yo me acosté a su lado.
«Ufffff, como vamos a coger sobrino, que bien me hiciste el orto», me decía mientras me besaba.
«Estas divina tía», le dije entre besos.
«Toda para vos», me dijo bajando los tirantes del vestido y quedó con las tetas al aire.
«Tenes una buena pija, como te la voy a chupar», decía empujando mi cabeza a sus tetas y pasando su mano por mi pija, «se está poniendo dura de nuevo, que bien, mira lo que tiene tú tía para tú pija», me dijo, acostandose boca arriba, abriendo y levantando bien las piernas, dejando que le vea su concha, bien pelada, sin un solo bello, abriendo los labios exteriores de su concha que se veía que estaba empapada.
«Veni, subite encima mío y seguime cogiendo», me dijo haciendo que me suba sobre ella, y ella con su mano acomoda mi pija contra su concha, besando mi boca y gimiendo cuando me deje ir y le metí toda la pija en la concha.
«Así guacho, chupame las tetas y cogeme bien cogida», me decía al oído pasando su lengua por mi oreja, sus piernas bien abiertas, levantadas, mi pija entrando y saliendo de su concha.
«Comeme las tetas, chupalas, seguí metiendo tú pija bien adentro de mi concha, que bien me estas cogiendo», decía la tía Rosario sin dejar de moverse y besarme.
Nos moviamos como locos, gemidos, besos, lambidas, todo valía entre mí tía y yo.
«Seguí, seguí, no pares que me acabo de nuevo», decia en voz baja la tía moviendo sus caderas, gozando, haciendo que yo goce como nunca había gozado.
Rosario dio un largo mmmmmmmmm, y siento como contrae la concha, tenía los ojos cerrados, un gesto extraño en su cara, me abraza fuerte contra ella, no me dejaba mover.
Seguía contrayendo su concha, no paraba de gemir, yo no me podía mover, mi pija estaba bien adentro de su concha.
Abre sus ojos, me mira, me empuja para que salga de encima de ella, parecía que estaba loca, se tiró encima mío y me empezó a chupar la pija, subía y bajaba su cabeza, haciendo que mi pija entre y salga de su boca, «tía, tia, tiaaa», le dije mordiendo mis labios para no gritar y agarrando su cabeza, explote en leche dentro de su boca, sentía como me acababa, como mi tía seguía chupando con fuerza, sacando hasta la ultima gota de leche de mis huevos.
Uffff, quedé muerto, la tía Rosario me lambia toda la pija, sus labios.
«Vos y yo nos vamos a llevar re bien, ahora andá a tú dormitorio, no se vaya a levantar tú madre y nos descubra.
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