La tormenta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Eso era mucho peor que la impotencia ya que ni siquiera le quedó el consuelo de poder jugar, o saborear un pene flácido. Mis padres nunca me lo habían contado y yo lo sabía por un primo mayor que que me lo había contado cuando yo tenía catorce años. La verdad es que yo si mi primo no me hubiese informado no hubiese sospechado nada, pues mis padres se querían muchísimo y supongo que habían asumido la situación. Incluso recuerdo que del cuarto de mis padres había yo oído a veces jadeos de placer, pero siempre sólo de mi madre, supongo yo que debidos a la manipulación digital que mi padre realizaría en el chochín de mi madre, ya que mi padre no teína verga pero sí que tenía dedos. con los cuales proporcionaría a mi madre el placer que por la vía normal no podía satisfacer. Mi madre pues se tenía que conformar con ese sucedáneo y olvidarse del placer de recibir en su chocho una verga de verdad. Seguramente ella lo había aceptado , pero seguro que su subconsciente no, y en el fondo de su inconsciente seguiría deseando una buena polla, pero esos deseos de su inconsciente estarían reprimidos y no afloraban al exterior.
Cuando tenía yo diecisiete años mi padre comenzó a viajar por motivos de trabajo, faltando de casa hasta por una semana. Durante una de esas ausencias de mi padre ocurrió los que les voy a relatar. Mi madre tenía mucho miedo a las tormentas, así que una noche a eso de las tres, estando yo en mi cama oí a mi madre llamarme con gran temor, pues se había puesto a llover y los primeros truenos ya se oían en la lejanía. Me dirigía a su cuarto a toda velocidad para tranquilizarla y lo hice tan rápidamente que olvide que sólo llevaba puesta una camiseta, pues dormía yo siempre sin pantalón de pijama ni calzoncillos.
Al ir a encender la luz del pasillo comprobé que no había electricidad, sin duda la tormenta había hecho que se cortase el fluido eléctrico. Así que medio a oscuras llegue al cuarto de mi madre, que me dijo hijo ya sabes el miedo que tengo a las tormentas y parece que viene una muy grande pues se ha ido hasta la luz . Ya lo sé mamá. Hijo, acompáñame esta noche hasta que pase la tormenta. Así que aunque iba semidesnudo mi madre no podía verme y me metí en la cama quedando en un extremo y sin tocar a mi madre. Pronto se vio el resplandor de un relámpago y mi madre me dijo dame la mano hijo. Se la di, e inmediatamente sonó el trueno que el relámpago había anunciado y mi madre me abrazó y se pegó a mí presa de pánico. Mi madre dormía solo con camisón cortito y sin bragas por lo que nuestros sexos quedaron uno junto al otro sin nada que los separase. Los rayos, relámpagos y truenos eran cada vez más numerosos y cercanos, y yo empecé a tener la normal reacción de un varón que se encuentra en esa situación con una hembra de treinta y siete años, que aunque era mi madre, estaba buenísima y con la que a veces fantaseaba y me había hecho más de una paja.
Así que mi erecto y duro pene cual si fuese un pararrayos empezó a presionar contra el sexo de mi madre, la cual no parecía inmutarse por ello, pues cada vez me abrazaba más fuerte para aliviar la tensión y el miedo que la tormenta le producía. Yo nunca había penetrado a una mujer y sentía que mi glande ya estaba a la entrada de su rajita y podía ya sentir su calor y su humedad pues estaba como chorreando. De repente la tormenta estaba encima de la casa y cayó un rayo simultaneo con su respectivo trueno y en ese momento mi madre se apretó a mí de tal modo que mi verga la penetró hasta dentro y mi madre empezó a jadear y a repetir polla, polla , polla, polla quiero polla. Sin duda la represión sexual que mi madre había tenido guardada en su inconsciente durante tantos años afloró de repente y desató en ella un furor uterino para gran satisfacción mía y también suya, pues aunque mi padre le proporcionase placer con el sucedáneo del dedo mi madre deseaba en su inconsciente ser penetrada por una polla dura y de verdad que le proporcionas placer a ella y ella proporcionase placer al portador de la polla. Polla, polla, quiero polla decía sin parar, como liberando la tensión acumulada durante años y sin importarle que la polla que la estaba penetrando era la de su propio hijo. Mamá, le dije cálmate. Hijo, yo quiero mucho a tu padre y hubiese sido incapaz de engañarle con un hombre al que no amase y hacer esto sólo por placer , pero contigo es diferente porque a ti hijo también te quiero y esta noche he sabido que podía tener otra vez placer con un hombre al que amo tanto como a tu padre y ese sólo puedes ser tú, incluso estoy segura que tu padre lo comprendería. Nos corrimos juntos ,la tormenta se fue, pero ella me dijo quédate aquí conmigo.
Esa noche volvimos a joder con pasión. Y así todos los días hasta que mi padre regresó. E incluso aunque no esté de viaje siempre encontramos un momento para gozar ella conmigo y yo con ella. Ahora siempre que mi padre sale de viaje duermo con mi madre, aunque no haya tormenta, y ella vuelve a gozar con la polla de un hombre al que ama y yo ya no tengo que hacerme pajas pensado en ese cuerpo tan hermoso que tiene mi madre pues gozo con él directamente.
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