LA TRANFORMACION DE MI NOVIA Y SU HIJA 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Hola otra vez, acá de muevo para continuar con mi relato sobre mi experiencia con mi novia y su hija……
Bien como recordaran, en la conversación con mi novia tuvimos a bien que me presentaría a su hija, esa pequeña que por curiosidad se había enterado de la relación que yo tenía con su madre.
El encuentro esperado llego, Maritza llego puntual como era, acompañada de su pequeña no tan pequeña jajajaja. Era una chica que a pesar de sus 15 añitos media aproximadamente 1.75 o 1.80 aproximadamente, un cuerpo espigado pero con un culo al estilo Jennifer López que compensaba su no muy perfecto rostro, aunque la chica no era fea. De tez blanca, con unos ojazos color negro, en definitiva era un bombón que de haberla conocido por separado jamás hubiese pensado que era hija de mi novia.
– Hola – dijo formalmente Maritza -. Ella es Marcela mi hija.
– Hola – dije un tanto idiota – ¿Cómo estás? Un placer
– Hola – dijo la chamaca con ojos inquisidores -, un gusto.
El ambiente era tenso, como estudiándonos. Jazmín me miraba con ojos de científico al ver a su conejillo de indias, luego a su madre para luego quedarse con su actitud de mujer pensante.
– Quieren tomar algo – pregunte algo incomodo -, hace calor ¿no?
– Nos va a invitar – dijo Maritza con cara de saber que era mi obligación –
– Claro, si Marcela no tiene inconveniente.
Entendiendo que la pequeña había aceptado por su silencio, caminamos buscando un lugar más para romper el hielo que la misma necesidad del refresco.
– Yo tengo hambre – dije -, ¿Les parece bien si almorzamos de una buena vez?
– ¿Qué dices Marce? – pregunto la madre. Ok vamos – continuo – ante el gesto de aprobación de la chica.
Comimos ya más relajados, hablamos de todo un poco sin mencionar nada ni demostrar algo a Marcela de la relación amorosa entre su madre y yo. Pasamos buena parte de la tarde juntos, caminando, charlando, viendo lo normal de la vida en la ciudad, parecíamos una familia. Nos despedimos, Maritza me agradeció con el típico beso de mejilla y la pequeña con una abierta sonrisa y el usual:
– Fue un gusto conocerlo.
– El placer fue mío.
En la noche como era costumbre me llamo su madre, quien me conto que su hija se había llevado una buena impresión de mi. Que aunque no aceptaba del todo nuestra relación, le había comentado que al menos tenía buenos gustos.
– Jajajaja – reí divertido.
Luego para no perder el ritmo nos masturbamos, nos habíamos vuelto adictos y tan solo con oír nuestras voces dábamos rienda suelta a nuestros deseos de lujuria.
– Amor – le dije a Maritza tras acabar con sendos chorros de semen -, no vaya a estar grabando esto en el teléfono y vaya caer otra vez en manos de su hija.
– Como cree – me respondió tras el auricular con voz de cansancio -.
¿Nos vamos a ver mañana? -dijo eróticamente- quiero comerme esa verga por el culo papacito, necesito que me mame el chocho y que me dé a probar esos huevitos tan ricos que tiene.
– Jajajaja degenerada, venga cuando quiera. Usted sabe que mi verga esta para complacerla.
Esa se había convertido en la típica despedida de Maritza, había cambiado mucho desde que la conocí, pero me gustaba así, mas guara, más puta, más complaciente.
Me acosté relajado tras mi sesión de sexo por teléfono, pensando, cavilando que esta mujer me hacía sentirme bien.
– Lástima que tiene marido – pensé –
El aviso de notificación del teléfono sonó. Era un mensaje de Maritza:
– Hola soy Marce – decía -, imagino que ha de estar descansando como mi mama. Estaba masturbándose, se quedo dormida.
Mi mente prácticamente no hallaba como digerir aquello. ¿Qué?, ¿Sera en verdad la hija de Maritza?, ¿Qué querrá decir?, ¿Contesto? No, puede ser una broma. Por más vueltas que le di al asunto me llevo un buen rato conciliar el sueño, no respondí al mensaje.
Como habíamos planificado el día siguiente fue de sexo, cogimos como solíamos hacerlo, anal, oral y todo cuanto se nos antojaba. Era casi media noche, fatigados descansábamos en la cama. El teléfono sonó indicándome que tenía un mensaje. Número desconocido para mí:
– Hola soy Marce – decía -, ha de estar descansando otra vez.
Casi inmediatamente entro mensaje:
– ¿Ya tuvieron sexo? En las grabaciones se oyen muy cachondos, mi mama parece encantarle que usted se la coja.
Ella dice que usted tiene una voz sexi, que con tan solo oírlo le dan ganas de sexo.
– ¿Quién es pregunto Maritza?
– Ah, un amigo. Es que se quedo en el carro – mentí -, quiere que lo vaya a remolcar con el mío.
– ¿Se va ir? – dijo con cara de molestia.
– ¿Cómo cree? Ahorita le aviso que hay un chocho que necesita mis servicios – dije pícaramente mostrándole mi verga pues estaba desnudo junto a la cama -.
Escribí:
– ¿Y tú qué opinas? ¿Tengo voz sexi?
De lo que me preguntaste primero, si. Ya hicimos el amor un par de veces.
Sabía que me la estaba jugando. En mi mente pasaban dos cosas, que eran jueguecitos de Marcela o quizás el mismísimo marido haciendo una escena de celos.
Me respondió:
– Si, tiene voz sexi. Pero ha de tener otro atractivo para que mi mama termine pegando sendos gritos como se oye en la grabación.
Ahorita estoy escuchando.
– ¿Te gusta oír?
– Si
– ¿Qué ganas con eso?
– Me caliento
– Te vas a terminar masturbando como tu mama.
– Talvez jajajaja
– ¿Te estás masturbando ahora?
– Talvez jajajaja
– Papi deja ya eso – dijo Maritza en posición de gata en celo sobre la cama -, quiero más verga, ¿O ya se canso mi garañón salvaje?
– Ahorita voy – dije mientras escribía TE DEJO, TENGO UN CHOCHO QUE ATENDER.
Aun sin saber que era lo que realmente pasaba me encamine a la cama y para comenzar le ofrecí mi verga a Maritza en su boca, estaba excitado de solo pensar que en otra parte alguien podría estarse masturbando escuchándome coger. Grandes chorros de semen salieron de mi tranca cuando acabe, cosa que no paso desapercibida por mi novia:
– Parece que hoy está más caliente mi semental jajajaja.
– Si guapa, hoy tengo unas ganas de dejarte hasta sin aire de tanto cogerte.
Amanecimos cogiendo, ella se fue para su casa y yo me quede cavilando que significaba lo que había pasado.
A eso de las diez de la mañana me llego un nuevo mensaje:
– Hola, soy Marce ¿Cómo amaneció?
Puede recogerme en mi escuela, es que salí antes y mama debe estar durmiendo todavía.
Con la dirección que ella misma me dio, llegue tal como lo prometí. Ahí estaba con su uniforme de estudiante de prepa, guapa, elegante y sexi. Sin más y casi a medio estacionarse subió al carro para dirigirnos sin rumbo, a donde nos llevaran las circunstancias.
– ¿A dónde quieres ir?
– No sé, ¿A dónde me quiere llevar usted?
– Bueno – dije jugándomela a una sola carta -, me gustaría llevarte a un lugar para ver qué haces cuando escuchas la grabación de tu madre.
– Vamos
No sabría decir si fue mi imaginación, pero casi me sentí el artista de Rápido y Furioso al acelerar mi carro. En cuestión de minutos me estaba estacionando en el mismo motel donde usualmente iba a coger a Maritza. Como era un lugar de esos en donde tu automóvil queda frente a la puerta del vehículo en un dos por tres estábamos dentro de la habitación.
Marcela se miraba al espejo mientras puso a un lado sus libros de estudio, camino hasta sentarse al borde de la cama clavándome esa mirada que no podía descifrar. Yo seguía estático parado junto a la puerta que recién había cerrado, en realidad no sabía que decir.
– Sigue su proposición de ver que hago cuando escucho la grabación de sus sesiones de sexo con mama.
– Pues en realidad si – dije – Tengo curiosidad.
– Páseme el teléfono – pidió – indicándome con su dedo que estaba junto a sus libros.
Prometame que no va decirle nada a mama
– Palabra de caballero.
Marcela se puso de pie, era más alto que yo. Se quito sus zapatos de estudiante mientras buscaba en su teléfono la famosa grabación que parecía convertirla en otra que no era esa inocente niña que yo había conocido. La encontró y poniéndola en altavoz se lanzo de bruces sobre la cama, me miraba de arriba abajo.
Mi voz y la de su madre se escuchaban claramente, estábamos en una sesión de sexo virtual. Marcela escuchaba viendo el teléfono, se había recostado sobre la almohada quedando a lo largo de la cama. Podía ver que tenía unas piernas hermosas.
La conversación que oíamos se volvía más candente y Marcela parecía contagiarse al mismo ritmo, disimuladamente se empezó a rosar sus tetas sobre la blusa. Una mueca de satisfacción se dibujo en su cara, abrió sus piernas y deslizo una de sus manos acariciándose hasta llegar a su zona intima. Sus ropas interiores quedaron a mi vista, las cuales no podían ocultar que bajo ellas se hallaba una escultural mujer. La desnudes era casi completa de la cintura hacia abajo, Marcela había apartado su tanga y con sus dedos se masajeaba dentro de su chocho. Los carnosos labios se abrían dejando escapar grandes cantidades líquidos, estaba totalmente húmeda.
La vi quitarse apresuradamente su ropa interior, luego su blusa hasta quedar 100% encuerada, se coloco de espaldas y ya sin inhibiciones empezó a darse dedo en su cosa, se tocaba los pechos y gemía largamente, su movimiento de caderas de potranca solo me decía que estaba excitadísima.
Yo continuaba parado junto a la puerta, empalmado como estaba me desabroche los pantalones y saque mi verga al aire. Suavemente me masturbaba.
– Venga acá – me dijo – hágame sentir lo que siente mi madre.
Quiero que me rompa el chocho, quíteme el virgo con esa vergota – dijo mirándome que me estaba pajeando -.
Me quite los pantalones dejando al descubierto mis 17 de polla, me senté junto a ella y aparte sus manos de su panocha.
– Déjame ayudarte – le dije -.
Acerque mi lengua y empecé a lamer sus labios exteriores, emanaban un olor riquísimo. De verdad tenía un chocho enorme, de gruesos labios, una Pepa rosada y un clítoris evidentemente excitado, todo esto rodeado de un fino montón de vellos de color castaño.
Sus grandes nalgas totalmente duras se movían sobre la cama como si estuvieran ensayando para una eminente culeada.
– De verdad ¿Nunca te han cogido?
Creo que no me escucho o no pudo responderme pues en ese momento había arqueado su cuerpo lanzando su cabecita hacia atrás, un prolongado quejido salió de su boca. La tensión de sus piernas, la contracción de su vulva y la dilatación de sus ojos fue suficiente para saber que esa chica estaba acabando.
Como pude la gire dejándola boca abajo, me hice un espacio y metí mi cara para mamarle el chocho, le ofrecí mi miembro y empezó a pajearlo suavemente. Yo tenía planeado un 69 pero ella parecía no entender o no querer hacerlo.
– Mételo a tu boca – le pedí –
– Esta muy gruesa – dijo rodeándolo con sus dedos -. Que fea su verga jajajaja
– Jajajaja ¿Qué? ¿No te gusta?
– Es que es toda cabezona y chueca (arqueada) hacia arriba. Nunca había visto una verga tan venuda, la cabeza parece campana jajajaja – decía mientras la pajeaba -.
– Eso es lo que hace feliz a tu mama – dije retador -.
– Yo no sé cómo le cabe todo esto. Cuerpo no tiene – dijo refiriéndose a su madre -, pero si se traga esta verga es comelona jajajaja.
– Y tú ¿Te la vas a comer?
– Talvez
– ¿Talvez? Jajajaja. Veo que Talvez es tu palabra favorita.
– Es que de verdad no creo que mi chocho aguante este mastodonte en su hoyito.
– ¿Entonces?
– Esta salada – dijo lamiéndola un poco -, sabe a mocos.
– ¿Ya has probado los mocos?
– Si, los de la gripa.
Ya sostenía mi verga desde el tronco, torpemente le pasaba la lengua desde la cabeza hasta el tronco y tocaba mis bolsas.
– Que grandes huevos jajajaja
– Oye deja de criticar
– Es que nunca había visto esto. Solo en la tele en la películas porno.
– Bueno has lo viste en la porno.
En realidad ya lo estaba haciendo, me mamaba la verga, se dejaba lamer el chocho y acariciar sus tetas. La sentí caliente de nuevo, se movía como tratando de masajearse su clítoris con mi nariz.
Me Salí de donde estaba y la gire para dejarla de espaldas, la bese y le dije al oído.
– Ahora vas a ver porque gime tu mama cuando la cojo
Baje mi boca por su cuello hasta llegar a sus tetas, doblo su cabeza hacia atrás y abrió sus piernas dejándome colocar en medio. Parecíamos una película en blanco y negro, yo moreno de piel y ella completamente blanca. Con mi mano acomode la cabeza en la entrada de su vagina, sus gruesos labios húmedos estaban calientes, resbalosos. Sin mayor obstáculo empuje y en cuestión de minutos estaba completamente empalmado en su cueva, veía deslizarse hilitos de sangre en sus muslos como prueba de me había robado otra virginidad.
Mi verga entraba y salía con fuerza provocándole gemidos que llegaban como música a mis oídos, se mordía los labios, se tocaba sus pechos y arremetía con sus nalgas en un ritmo frenético.
– Si, si, si – gritaba-. Ah, ah, ah Que rico, dele rómpame, cójame como a mi mama.
Que rico, que rico, que rico mi amor
– Ponte a cuatro – le dije –
– ¿Qué?
La gire dejando ese tremendo culo a mi vista, luego la penetre por el chocho y comencé a galoparla mientras le daba de nalgadas.
– Te gusta, ¿te gusta cómo te cojo?
– Si, si Me encanta. ¡Ah carajo¡ siento que me voy a desmayar, ya no aguanto, ya no aguanto
Se tiro de bruces mordiendo las sabanas mientras culeaba más rápido, la sensación de chocho caliente emanando líquidos hizo lo suyo y logro que mi verga se contagiara de gusto y se solidarizara para acabar de común acuerdo con quien la estaba haciendo feliz.
Acabe dentro de ese chocho que hervía de placer, grandes cantidades de viscosidad fluían hacia afuera mientras yo continuaba con mi verga adentro todavía parada, tiesa.
– Déjeme descansar porfis – casi me rogo –
– ¿Tienes hambre? Porque a mí cuando cojo me dan unas ganas que pa que te cuento.
– Si papi rico. ¿Recuerda cuando lo conocí? Usted nos invito a comer a mi mama y…..
Se detuvo como cayendo en una realidad que acababa de descubrir.
– Que vamos hacer ahora – me dijo -.
– En realidad no lo sé. ¿Tú qué piensas?
– No sé. Solo no quisiera que mi mama se enterara, ella está enamorada de usted.
– ¿Entonces?
– Usted me gusto desde que lo conocí, es diferente. Me gustaría que usted siguiera conmigo, pero no quisiera dañar a mi mama.
– ¿Qué propones?
– Si usted quiere poder seguir viéndonos a escondidas, que todo parezca como hasta ahora. Solo no me deje ¿Sabe qué? Me gusta su caballerosidad, aunque también esta guapo y es rico para hacer el amor.
Verga fea – le dijo a mi polla tocándola por el tronco -, estas bien fea, eres muy gruesa pero estas rica también.
– Sin ofender a mi socia porfa – dije guiñándole un ojo –
– Jajajaja – rio ella divertida –
Desde aquel día tuve dos amantes, ambas exigentes en cuanto a sexo. Fueron dos años en los cuales mi verga tuvo que trabajar hasta horas extra.
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