La única mujer de papá
Sentía esa enorme porción de carne sobre mi vagina húmeda, yo estaba en la gloria y mi piel hervida mientras sentía como papá buscaba penetrarme a mis nueve años.
Muchos hombres han usado mi vagina, pero ninguno se iguala a mi padre. Sentir ese tronco que me dió la vida es un placer indescriptible. Esta es mi historia de como me enamore de papá y me volví su única mujer.
Cuando estaba muy pequeña mamá fue enviada a la cárcel por participar de fechorías con su jefe y amante. Eso destrozó nuestra familia, me quedé sola con mi papi a los cinco años y desde ese entonces el es todo para mí. Papa se sumió en una profunda depresión por culpa de la decepción de descubrir que su esposa era una delincuente y una infiel. Tuve que soportar a las fulanas que venían a casa con la excusa de consolarnos en nuestra soledad la oportunidad perfecta de meterse en la cama de mi padre. Mi papá se llama Manuel, es un hombre muy alto y fornido, desata el caos cuando las mujeres lo ven, por eso no entiendo como mi madre fue tan idiota de traicionarlo. Entre las muchas mujeres que lo buscaron estaban algunas primas de él, que se pasaban horas en casa hasta que lo venía llegar. Se desvivían por su atención pero papá era casi como un zombi. Algunas veces desperté en la madrugada y las veía corretear por la casa desnudas buscando sasiar sus ganas de macho.
—Manuel no tan duro, por favor no tan duro!!! Hoy decir una noche, eran casi las once cuando desperté por los fuertes ruidos. Fuí al cuarto de papi y lo ví en medio de las piernas de una de las sobrinas de la vecina. —Eso andabas buscando, ahora te aguantas. Le decía papá mientras veía como sus nalgas subían y bajaban. Me quedé viendo todo lo que ellos dos hacían y sentí muy rico en mi panochita. No lograba comprender muy bien lo que pasaba, solo sabía que quería compartir ese lugar con aquella chica. —Hay Manuel, me llenaste la panocha con tu leche. Decía la mujer entre jadeos. Ya te puedes largar le contestó papá.
Me escondí mientras aquella mujer salía a la calle, papá iba tras ella totalmente desnudo. Después de cerrar la puerta regresó a su cama pero ahora yo estaba ahí. —Que hacés aquí mi amor?, vete a tu cuarto, ya es tarde!!
—Papito, que le hacías a ella? No me dejaban dormir?
—No es nada mi niña, era solo en juego pero no le vayas a contar a nadie. Discúlpame por favor.
—Tranquilo papito, me gustó mucho como juegas. Podemos jugar tu y yo también? Papá estaba muy incómodo, desnudo con su pequeña hija en cama pidiéndole que la usara como a otras tantas mujeres. —No mi vida, no podemos por favor vete. Papá se envolvió en una sábana. Yo me sentí tan mal que me puse a llorar. Él no sabía que hacer —ven, ven. No llores.
—Tú no me quieres, eres malo, no juegas conmigo pero si con desconocidas y las dejas entrar a casa. Eres malo Papá. Le hice una pataleta la cual lo desarmó. Me tomo entre sus manos y me dijo que ahora estaba muy chiquita para entender. Que el me amaba pero que era mejor olvidar lo que había pasado esa noche. Me dormí en la cama con él.
El resto de días papá se la pasaba muy pensativo, estuve pendiente y no volvió a meter mujeres a casa. Cuando iba por mi a la escuela yo buscaba la forma de ser cariñosa con él. Le daba besitos en su cara tocaba sus gruesas piernas, era una nena mimosa con su papi. No podía olvidar la imagen de ese enorme cuerpo desnudo y quería volver a verlo. En la calle papá era más bien serio y un poco distante, pero luego en casa y poco a poco se fue abriendo conmigo. Me dejaba estar sobre sus piernas, era cariñoso con sus manos. —Oye papá, como se llama ese juego de la otra noche? —Mi vida habiamos quedado en olvidarlo —lo siento papito pero es que no puedo olvidar tu cuerpo me gustaría poder verte otra vez.
—No!!! Entiende eso está mal. Estuve apunto de llorar por la reacción brusca de mi padre, pero el inmediatamente me contuvo y de forma amorosa me llevo hasta él. Me explicaba que eso era algo que hacían los hombres a las mujeres cuando las querían mucho..—Entonces tú no me quieres??! Le dije, nunca me haces eso. Mi vida entiende no podemos está mal.
—Por qué está mal si yo te quiero papi, quiero que solo juegues así conmigo. Papá me miraba con sus ojos muy abiertos ni sabía que responder, su pecho estaba muy agitado. —Ay mamita, tu estás muy pequeña y yo no podría te haría daño, además si alguien lo llega a saber nos van a separar. No digas eso papi, nadie nos va a separar, yo nunca te voy a dejar como lo hizo mamá. Esa noche discutimos mientras el poco a poco dejaba que yo lo acariciara. Así pasaron las semanas, ya sabía que teckas tocar en él que palabras decirle para que fuera cariñoso. Cada día me descaraba más, me pasaba a su cama .
Una noche me subí sobre su entrepierna e imite sus movimientos. Mi vagina se puso duro y bajo ella el pene de papa. Me frote contra él como si de eso dependiera mi vida. De repente abrió sus ojos y ahí estaba yo su pequeña hijita sobando mi pequeño coño contra su enorme anaconda. Sentí que mi vagina ardía y me moví tan fuerte que caí sobre su cuerpo, sentía que me orinaba y mi cuerpo se encorvaba perdí todo el dominio sobre mi. —Perdón papito, me orine. Papá no sabía que contestar. Se levantó de la cama y se fue al baño. Sentía mucho ardor en mi vagina. Papá volvió pero su bulto ya no era tan grande. Se sentó junto a mi y me dijo que nunca hablara de lo que había acabado de pasar, que todo era su culpa por no saberme cuidar.
Al otro día oí a papá hablando con una de mis tias le decía que yo estaría feliz de pasar un tiempo allá, que no se preocupara que el enviará el dinero necesario. Lloré y apenas el colgó me fui sobre él —papá por qué vas a dejarme?? Por qué haces eso?
—Entiende que lo que está pasando en esta casa está mal. No papá no está mal, yo te quiero. Tú no me quieres? Claro que te quiero pero .. entonces?? No me separes de ti. En todo el resto del día no se habló más del tema. En la noche escuché a papá en la sala. Lo ví, estaba bebiendo, cuando me vió me invitó a sentarme cerca a él — seguro nunca dirás nada? Me preguntó —claro que no, sé que si lo hago nos separaran y no quiero eso. Está bien. Tal vez por el alcohol papá tomo ánimos y me llevo a su cama. —Haremos esto si es lo que tanto deseas. Me puso sobre la cama y poco a poco me fue desnudando. Se aparto y me miró acostada totalmente desnuda. Yo su pequeña hija que apenas iba a cumplir ocho. En su entrepierna se formo un bulto gigante. —Mira la que logras. Se bajó todo y quedó igual de desnudo que yo. Su pene se via gigante 20 centrimos y grueso. Lo frotó en sus manos y luego lo pasó por cada parte de mi cuerpo. El pene de papá me estaba tocando mi cara mis muslos, el vientre. Lo puso en mi boca e instintivamente le pase la lengua, sentí un sabor fuerte a sal, pero vi que le gustó sentir mi lengua en la punta de su polla. Lo seguí haciendo muchas veces mientras mi padre emitía los gemidos más deliciosos que le he escuchado a un hombre. Su mano se encontró con los labios de mi vagina a la cual le dio dedo por largos minutos. Ya papá era mío, la desnudez de su cuerpo era mía y la mía enteramente suya. Yo me dejé hacer a su antojo. Me frotaba la vagina con dos dedos, yo aguantaba sin decir nada, cada segundo era como un punzón en mi tierna vagina. —Eres mia y te haré esto siempre que pueda!!! Si papito soy tuya, me gusta mucho tu pipi y lo que me haces en mi rajita. Esto te va a gustar más. Papá se sentó en la cama, me acostó poniendo mi cabeza sobre la almohada, separó mis piernas dejando expuesta mi vulva, pego sus bolas a mi ingle y comenzó a frotar el tallo de su enorme verga en mi tierna y apretada vagina.
Sentía que quería gritar, siii papi si así me gusta más papito masssssss. Era lo que repetía. Me dió la vuelta y se recargó contra mi, ahora su falo se pasaba entre mis nalgas. Te gusta así? Así te gusta como papi te hace cositas ricas? Si papi no te detengas no pares por favor. Me hizo largo rato y duro. Después me volvió a poner boca arriba y se puso en misionero, nuestra pose favorita, puso la cabeza de su glande y trata de meterlo. —Aaahhh, papi. Grité y el paro. Volvió a seguir solo frotando mi raja con su pene. Igual yo alcancé a soltar unas lágrimas las cuales el lamió. —No te penetré, igual tu querías todo esto. Dijo él y en ese momento fue como si un demonio se apoderara de él. Me levanto con fuerza, se puso de pie me restregó su vergota en la cara… Me volvió a tirar a la cama y me siguió puntiando la cuca, solo la cabeza se perdía entre mis gruesos labios. Me bajó de la cama y me levanto poniendo mi chocho en su boca. Me penetraba con su lengua. —Papi no más para porfis me hago pipí. El no paraba siguió más fuerte. Me dejó sobre el suelo. Me daba lengua con fuerza y no pude contenerme, de repente tomé su cabello y lo empujé sobre mi ingle, me solté en chorritos los cuales el lamía en carcajadas. Separo mis labios de la vagina con fuerza, me estaba lastimando un poco y me miraba posó la punta de la verga pero se contuvo. Aún no es tiempo, te haría daño.
Volvió a subirme a la cama y me siguió punteando más por otra media hora. Yo estaba muy excitada, hasta que soltó los primeros chorros de su leche blanca y espesa. Se alejo de mi y me contemplaba en su cama abierta de piernas con mi vagina goteando la misma leche que algún día me dió la vida.
Así empecé la vida sexual con mi papá.
Muy excitante historia. ¡Qué dicha que haya sido tu padre el que te iniciara.