La vagina de mi madre
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Vergonator.
Hola a todos, es mi primera colaboración, una historia totalmente real que me sucedió hace 11 años. Yo tenía 22 y mi madre 45. Espero les agrade….
Sabía que lo que iba a hacer no estaba bien….pero la locura, la excitación y la oportunidad perfecta fueron trascendentales. Y ahí estaba, con mis manos temblorosas, una de ellas acariciando mi pene ya duro, al frente de mi madre completamente dormida.
Esa noche ella llegó algo pasada de tragos y se acostó tan pronto llegó. A duras penas se colocó su pijama, para mi fortuna, ya que en ello residía mi esperanza. Mi madre dormía con un pantalón viejo, de esos que ya no sirven para salir a la calle; pero éste en particular estaba tan usado que estaba descosiéndose por una de sus costuras. Sin embargo, mi madre así se lo ponía, total era para dormir. Cada vez era un poco más grande la abertura, y esa noche el hueco era lo suficientemente grande como para cumplir mi objetivo: ver, por fin, la vagina de mi madre.
Ella se encontraba acostada en posición fetal, profunda debido a su alicoramiento, mirando hacia mí y arropada hasta mitad de cuerpo. Comprobé una vez más que se encontraba profunda y la desarropé con mucha cautela. Mi madre no movió un músculo.Mirando en medio de sus piernas por la parte de abajo, pude notar que el roto del pantalón dejaba entrever algo de piel muy cerca de su entrepierna. Mi miembro volvió a crecer. Con cuidado metí el dedo y acomodé la tela de manera que el orificio quedara en toda la entrepierna, y en ses momento la luz que entraba dejo a la vista sus interiores justo en la zona de su vulva, gracias a su posición fetal. Mirando más de cerca estuve a punto de desmayarme cuando vi que por fuera de su calzón, a lado y lado, se asomaba un caminito de vellos ensortijados.
Creo que es momento para aclarar que mi madre es pelirroja natural y su vello púbico tiene un tono cobrizo que me parece hermoso. Me puse a acariciar un rato esos vellos, deleitándome y preparándome para los siguiente. No aguanté más y metí me dedo en el calzón y lo levanté suavemente, con cariño. Una mata de pelo apareció inmediatamente para mi delirio. Una selva de pelos encaracolados y rojizos, en abundancia y de una longitud considerable. Mi verga estaba a reventar, sabía que si me la frotaba me corría enseguida. Y si eso fuera poco, por entre esa selva otoñal se asomaban dos labios rosaditos y bien protuberantes, parecían dos trocitos de fresa.
Eran suaves al tacto, de forma algo irregular en el borde de cada labio. Eso era más de lo que podía soportar. Ya sin tener cuidado por si mi madre se despertaba abrí esos dos pedazos de cielo rosa con mis dedos y comprobé el tamaño de su rajadura. Desde la zona de su clítoris -de difícil vista debido a su postura_ hasta su otro extremo, deslicé una y otra vez mis dedos índice y medio, pero sin atreverme a meter ninguno -no todavía- Me divertí un poco más abriendo esos labios deliciosos que sobresalían por entre ese cúmulo de vellos. Estaban algo secos. Ya que estaba dormida y no sentía el contacto de mis dedos frotando su vulva, mi madre no producía jugos lubricantes. Pero mi pene sí estaba lagrimeando hace rato, y tuve la extraña idea de tomar entre mis dedos el líquido pre seminal que se escurría por mi glande y acto seguido lo restregué todo en los labios vaginales de mi madre. Ahora su aspecto era brillante y resbaloso, apto ahora sí para recibir un dedo sin nada de esfuerzo.
El morbo de ver la vulva de mi madre lubricada con mis propios fluidos me llevó al paroxismo. Con mucha maña fui metiendo mi dedo poquito a poquito en su orificio vaginal, y esa sensación cálida, su humedad interna, como también la simple idea de tener un dedo entrando y saliendo del sexo de mi madre, hicieron que no aguantara más y con una mano halando fuerte mi verga y la otra en el coño de mi madre me vine en chorreadas inmensas que me hicieron retorcer y temblar las piernas. Uno de los mejores orgasmos de mi vida, puedo decir. Después fue "limpiar y arreglar desorden". El tendido de cama de mi madre estaba lleno de semen. Lo limpié como pude y acomodé de nuevo el calzón de mi madre, tapando su vulva, y la arropé. Sobra decir que ella jamás se dio cuenta de nada, o eso creo hasta el día de hoy.
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