La vecindad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Hola de nuevo.
Últimamente me he dado a la tarea de relatar ciertos episodios de mi vida que por mucho tiempo han estado en mi memoria, pero que al evocarlos me hacen volver a vivir ese pasado que en su momento fue de gran satisfacción.
Trataré de relatar algo que sucedió más o menos a mis 16 o 17. Como he dicho antes mi familia era de muy escasos recursos, yo el mayor y cinco hermanos menores, casi todos con diferencias de 2 años entre sí. Mis padres trabajaban duro para mantenernos y nos dejaban mucho tiempo solos, nosotros entre tanto dábamos rienda suelta a nuestros instintos sexuales casi siempre iniciados por mí que era el mayor de mis hermanos.
En este relato mi familia se había mudado a una vecindad muy grande, eran varios cuartos en renta. Mis padres tuvieron a bien ocupar 2 de ellos pues éramos varios en la familia, en uno de ellos se instalo papa, mama y mis dos hermanos chicos, en el otro mi hermana menor de 15, mi hermano de 13 y también mi hermanita de 11. Para los cuatro solo teníamos 2 camas, en una las mujeres y en la otra los varones, nuestro cuarto tenía su puerta con cerrojo y una pequeña sala también con chapa, prácticamente vivíamos independiente para hacer nuestras actividades sin que ninguna persona pudiera interrumpirnos jajajaja.
Como era de esperar, en las noches vivíamos sexo a placer. Mi hermana Beatriz y yo prácticamente dormíamos juntos, mi hermano de 13 ya empezaba a participar en nuestras sesiones de sexo y la mas chica a la fecha solo era espectadora, aunque para no discriminarla de vez en vez le lamiamos su cosita, podría decirse que estaba en proceso de aprendizaje.
Una noche mi hermana y yo cogíamos de lo lindo. Estábamos excitados y jadeamos a más no poder. La muy puta era exigente, le gustaba mamar y disfrutaba del sexo oral en su vulva. Ese día la cogía en una silla, ella arriba y yo sentado, completamente desnudo. Ella aunque sentada en mi verga, se sostenía con los pies en la base del mueble, se impulsaba hacia arriba y se dejaba caer en mi tranca emitiendo grandes ayees de satisfacción.
– Cógeme rico papi. Métela hasta dentro, empuja que quiero acabar, aaaayyyyy ¡Que rico coges papacito.
Veía mi verga salir y entrar de esa cuevita húmeda y estrecha. Los pechos de mi hermana quinceañera rosaban mi rostro, yo ni lento ni perezoso los chupaba y estrujaba con mis manos, lo que provocaba que mi hermanita se contorsionara alejándose un poco de mi cuerpo para luego acercarse a mi cuello para besarme y lamerme como paleta de su sabor preferido. Mi verga estaba amoratada y las venas amenazaban romperse de la excitación de estar en pleno éxtasis.
Fue mi hermana quien cambio de posición, bajándose bruscamente se volteo y me dijo:
– Dame por el culo.
Rápidamente se coloco sobre mí. Seguíamos en la silla, yo sentado y ella encaramada en mis piernas ensartándose mi verga en su culo. Estaba excitada y a fuerza de costumbre mi miembro se le había enterrado sin ninguna dificultad, ella gemía y me dijo:
– Tócame el chocho. Hacerme acabar con las manos, hazme fuerte que no aguanto, rósame arriba donde tú ya sabes, méteme los dedos adentro, plis plis. Cógeme, quiero verga, quiero sentirme puta, dale papito.
Yo mientras culeaba hacia arriba, con fuerza y ganas de enterrarme lo mas que podía en su cuevita dedicaba mis manos a satisfacer a mi hermana, rosaba su cliptoris de arriba abajo para luego apretárselo como si tuviera corriente en mis manos, lo que hacía que mi hermana mas gritara diciendo que sentía rico.
– Aaaaay Que Rico – grito de manera desesperada-. Papi estoy acabandoooo¡
Sentí como en mi verga empezó a deslizarse algo húmedo hasta llegar a mis huevos, era el líquido de un orgasmo que hoy parecía salirse de lo normal.
Yo estaba exhausto y a pesar de haber estado cogiendo por más de media hora mi pene conservaba su estructura, tieso, dilatado, venoso y con la punta amoratada presagiando que dentro de mis huevos tenía acumulada una buena cantidad de semen. Sentía un ligero dolor abdominal típico cuando tienes ganas de acabar y no has logrado descargarte. Vi descabalgar a mi hermana y como esta empezó a mamarme el miembro, rico, suave pero firme, tocando mis bolas y metiéndoselas de vez en cuando a su boca. Lamia mis piernas y parte de mi vientre, ella sabia como darme placer.
Fue entonces que vi ante nosotros a mi hermano menor, estaba entre las piernas de mi hermanita. Su verga estaba apuntando a la entrada de la cueva de mi hermanita, está completamente desnuda con sus piernas totalmente abiertas. Podía ver en ambos ese rostro de lujuria producto de estar ante una próxima cogida.
– Que vas hacer? – Pregunte-. No vayas a romper a la niña todavía, si quieres coger ven con nosotros.
Mi hermana y yo estabas quietos. La escenas de los más pequeños nos había paralizado, verlos en posición de amantes era nuevo para nosotros.
– Ven para acá – dijo mi hermana mientras se tocaba sus partes. ¿Quieres meter esa verguita?, aquí puedes meterla toda la noche si quieres.
– No – dijo mi pequeña hermana-, yo quiero hacer lo que ustedes hacen. Si no me dejan es porque son malos. Quiero que todos hagamos lo mismo, ya soy grande como ustedes, tengo 11 y si no me incluyen mañana le diré a mi papa.
La afirmación de la niña quedo en el aire, la cual de hecho nos ponía entre la espada y la pared. Sabíamos que mi madre conocía de nuestros “secretos” aunque aducía ignorancia pues hasta había sido participe del incesto conmigo al haber cogido una vez que descubrió como mi hermana y yo cogíamos, pero nuestro padre era otra cosa. El era diferente, serio, correcto y lleno de principios según nosotros.
– Bien –dije yo tomando la voz cantante-, pero no vayas a estar llorando si no te gusta.
– Jijijiji (susurro)-
– Vengase para acá –dijimos mi hermana y yo.
Mi hermano de 13 fue el primero en levantarse. Tenía su verga dura, de unos 14 cm, algo venosa y gruesa. Por genética nuestra familia no es para jactarse del tamaño del pene, a lo mucho 17 en total erección, aunque si algo gruesa y todas con una ligera curvatura hacia arriba en dirección al vientre.
Como dije ambos se encaminaron a nuestra cama, se recostaron boca arriba. Se giraron uniéndose en un beso apasionado, mi hermano le metía mano y sobaba su cosita suavemente. Con la otra mano le tocaba sus nacientes pechos, su estomago hasta llegar abajo ambas extremidades a la vulvita de mi hermanita.
Por mi parte me senté al borde de la cama mientras me masturbaba, mi verga había vuelto a percibir que en mis huevos aun estaba una buena parte de leche que deseaba salir, Beatriz mi hermana con anteriormente cogía se había metido entre las piernas de mi hermano y se había prendido a su miembro como ternero en la teta de su madre, le mamaba todo el tronco hasta los huevos. Mientras lo hacía me dejaba ver su bonito culo y abría las piernas para ver su rajita deseosa otra vez de verga. La escena se extendió por varios minutos, yo masturbándome, ellos toqueteándose sus partes, siendo Beatriz quien dijo:
– Bueno, es hora de que te hagas mujer. Se dirigió a nuestra hermanita y empujándola suavemente la lanzo boca arriba en la cama.
Fue ella misma quien le abrió sus piernas y metió a mi hermano en medio. Lo coloco y dirigió su verga a la entrada del chocho de su hermano, puso la cabeza y empezó a rosar en los labios vaginales de arriba abajo, con su misma boca lo ensalivaba para luego ponerlo de nuevo ante la puerta de las extremidades de nuestra iniciante pequeña. Ella por su parte, cerraba sus ojos y contorsionaba su cuerpecito levantando levemente su estomago y vientre en busca de estar más cerca de la verga que pronto la haría mujer. Desde mi posición podía ver a mi hermano de espaldas encima de mi chica hermana, veía sus huevos enjutos y ese pene que parecía estar urgido de entrar a su destino.
Con ayuda de mi hermana empezó el descenso, la verga empezó a deslizarse hacia dentro, despacio, poco a poco. Veía como se enterraba provocando quejiditos de placer en quien la recibía, mi hermano apretaba sus nalgas y mi hermana todavía sostenía su miembro como evitando que este se dejara caer de un solo golpe y pudiera hacerle daño a la que hasta hoy solo daba vistos de estar gozando con un buen pedazo de carne en su interior. Sus cuerpo se toparon, se quedaron inmóviles, sus rostros irradiaban el gran gozo de que eran presa. La hermana mayor se aparto de ellos, me miro, vio mi verga y se arrojo ante ella.
– Estos cabrones – dijo- Si tenían ganas de coger.
Como buena experta tomo mi verga en su mano y la deslizaba hasta el tope de mis huevos, pícaramente rosaba uno de sus dedos en mi ojete.
Para este momento mis pequeños hermanos cabalgaban apresuradamente. El se dejaba caer sobre ella sin piedad, ella movía sus caderitas tratando de agarrar el ritmo. Nosotros veíamos como los pequeñines disfrutaban de un polvo quizás no previsto para esa noche.
Ambos culeaban. Beatriz mi hermana se acerco por la espalda de mi hermano y empezó a tocar su miembro con la mano, intentando lamerlo mientras se introducía en la vagina que hacia feliz. Le pasaba la lengua en lo quedaba fuera y maestramente empezó a jalar los huevos hacia abajo haciendo que mi hermano gritara salvajemente mas no de dolor sino como anunciando que le gustaba que sus bolas se llegaran hacia el culo, provocando que el pene pareciera ser más largo de lo que realmente era.
– Si – decía mi hermano-, jálame los huevos. Chúpamelos¡
Mi hermana diestramente hacia su trabajo. Le tocaba los huevos y le lamia el tronco hacia arriba llegando hasta el pegue de su pene con su ano.
Mi hermana diestramente hacia su trabajo. Le tocaba los huevos y le lamia el tronco hacia arriba llegando hasta el pegue de su pene con su ano.
Yo continuaba masturbándome. Me fije que mi hermanito parecía disfrutar que le humedecieran el culo, lo veía excitarse y empujar más duro su verga contra mi hermanita.
– Déjame ayudarle – pedí a Beatriz-.
Me acerque a la cachonda parejita y también metí mi mano. El garrote de mi hermano estaba tieso, caliente, húmedo. Acerque mi cabeza y también le ensalive el su tranca, pero enfocándome en humedecerle ese ojete que parecía dilatarse cuando el pene recibía caricias. Esas nalgas duritas subían y bajaban ante mis ojos, esa rajita se abría rítmicamente y me mostraba un agujerito negro que se arrugaba dándome guiños cómplice ante mi vista lujuriosa, pues lo observaba con deseo y ganas de hacerlo mío y convertirlo en punto descarga del semen dentro de mis huevos.
Tocaba y me pajeaba rítmicamente. Ellos jadeaban infantilmente, dando vocecitas de estar a punto de acabar. Sin hablar le indique a Beatriz que se colocara a horcadas sobre la boca de hermana menor para que le lamiera el chocho, y yo me puse de pie en la cama y acerque mis 17 cm de verga a una distancia cercana de la boca de Beatriz y también de mi hermano. Ella me jalo hacia sí y sentada sobre la pequeña empezó a mamar mi pene, lo metía en su interior y estrujaba mis huevos. Aunque me masturbaba con sus manos no dejaba de meterlo en su boca, y miraba frente a frente a nuestro hermano que tenía el rostro de placer mas envidiable del mundo. Su boca abierta, sus ojos cerrados y rostro sudoroso.
Beatriz tomo líquido de mi miembro y lo acerco a la boca de mi hermano. Metió uno de es dedos en su interior y este lamio, chupaba demostrando no serle desagradable ni ofensivo a su paladar. Fue esta misma quien acerco mi verga hacia él y lo roso en sus labios, aunque mi hermana mostro sorpresa fue ella también quien con un gesto pícaro le hizo tomarlo con calma. En menos de lo que pensé tenia a mi hermanito mamándome la verga como un autentico degenerado. Todos en total sincronía, mi hermanita recibiendo verga y mamándole el chocho a Beatriz, esta ultima desfrutando de una mamada de su hermana menor y yo dándole verga a quien estaba comiéndose a mi tierna hermana.
El grito de satisfacción de mi hermanita fue quien nos saco del circulo del placer, estaba acabando o sintiendo los primeros síntomas de haber llegado a su primer orgasmo. Se contorsiono, doblo su cuerpo hacia arriba y emitió una palabrota:
– Puta, que rico se siente.
Se tiro hacia atrás desfallecida. Mi hermano continuaba culeando, pero fue Beatriz quien le dijo que ya era suficiente con su hermanita, que sería ella quien se tragaría su lechita en su cosa. Sin más que hacer bajo a mi hermano de la pequeña y se coloco boca abajo completamente abierta, mi hermano aun con mi verga en la boca parecía indeciso al no saber qué hacer, por lo que empujándolo suavemente lo puse entre las piernas de su hermano para que culeara como antes lo hacía, yo me coloque detrás de él y me dedique a mamarle el culo, lo ensalivaba descaradamente, pero no dejando pasar el tiempo me coloque de tal manera que podía poner mi tranca en la entrada de su culo y empecé a intentar meterla en ese ojetito que sentía queme hacia malicia.
Mi hermana astutamente se resbalo hacia el borde la cama, dejando a mi hermano en mejor posición con las nalgas paraditas. Yo le bese su espalda, sus orejas, de nuevo el culo y finalmente puse mi verga entre su raja y empuje. Como el culeaba hacia atrás, la penetración fue fácil. Mi verga desapareció como por arte de magia, sentía como se acoplaba perfectamente dejándome un leve ardor en la cabeza del glande, su culito apretado se movía rítmicamente con los movimientos de mi hermana. Culeamos buen rato, no sé cuánto, pero cuando acabe sentí que me falto la respiración y que prácticamente todo yo estaba yendo dentro del apretado culo de mi hermano. Quizás mi jadeo de satisfacción motivo a mis hermanos pues casi instantáneamente jadearon igual demostrando que habían llegado al orgasmo.
Sudorosos los tres nos recostamos en la cama. Mi hermana menor todavía no volvía en si (La muy putita se había dormido de cansancio), y respirábamos buscando un descanso.
– Que rico – dijo mi hermana-. Ojala mis papas no nos hayan escuchado.
– Yo creo que no – dijo mi hermano mientras me tocaba la verga-.
– O soy yo – dijo mi hermana-, pero esta picara no sangro. Observaba a mi hermana.
– Como va sangrar – pensé yo- Si hace varios meses que la estoy cogiendo.
Sí, mi hermanita y yo cogíamos desde hace algún tiempo. Lo que pasa es que mis hermanos no sabían o al menos mi hermana menor, pues mis papas habían tenido a bien mandarnos a la escuela en diferentes turnos. Unos en la tarde y otros en la mañana. Por eso como la chiquilla y yo quedábamos solos todos los días ella y yo habíamos empezado a darnos placer desde hace buen rato.
En esta vecindad vivimos un par de años. Era el típico lugar donde hay que convivir con mucha gente extraña, pero que por razones de obvias hay que relacionarse y hasta intimar.
Espero no haber hecho aburrido mi relato pues solo trate de contar como lo recuerdo, adelantándoles que fue acá donde viví muchos más momentos de incesto que pronto contare
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