La Vida es un Sueño Parte 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ioelmejor69.
La Vida es Un Sueño
Parte 2
El nuevo día, trajo una buena cantidad de cambios en mi vida, podría decir que marco con intensidad los buenos momentos que estaban por venir.
Pensé mucho como hacerlo, el domingo estaba a solo dos días, mi hijo estaba por cumplir 18 años, terminaría la escuela en menos de un año y en muchos aspectos yo no había cumplido con mi promesa de llevarle a casa, para que no viera nada de las formas y condiciones en que vivía y tal vez no quería que descubriera lo que hacía, con muchas reflexiones al respecto tome la decisión de sacarlo del internado, era tiempo como decía el Sr.
Benjamín de que habláramos del futuro.
Por mi hijo y su futuro debía actuar, este domingo traería a mi hijo a mi lado.
Salí temprano, como siempre me había bañado y perfumado para mi hijo, esta vez llevaba un conjunto de falda y saco en color azul cielo, debajo llevaba una blusa blanca con botones, afloje los dos primeros como siempre hacia para que mi hijo viera mis senos y tuviera acceso a tocarlos, sonreí pensando en su reacción al decirle que ahora nos veríamos diariamente.
A lo largo de este último año había yo contado a mi hijo de el sr.
Benjamín, de lo bien que me trataba, de lo que ganaba pero nunca le dije nada de la posible herencia y sobre todo no había contado nada del espectáculo que daba para poder gozar de esa situación, confieso que yo cada día pensaba menos en ello y ahora hasta lo disfrutaba olvidando por completo a mi oculto espectador.
Mi hijo, me recibió sonriente tal como siempre buscamos un lugar aislado, al llegar, deslizo una mano por sobre mi blusa en la zona de mis senos y me abrazo, me beso en la mejilla y cuello, respiro intensamente por mi cabello.
-¡mama, hueles divino este día! Además vienes muy elegante, ¿Qué festejamos?
-Nada hijo, nada, lo que pasa es que vengo a llevarte conmigo.
-¡Vamos a salir de paseo! Que alegría, pero debiste avisarme, tengo mucho trabajo por hacer, tengo mucho que escribir, pero no importa, dime ¿A dónde vamos?
-Primero vamos con el Director Administrativo, luego te diré lo que haremos.
Libramos con facilidad el trámite, de hecho, ellos ya tenían listo la mayor parte de la papelería puesto que mi hijo debía de haber salido meses atrás y si no lo habían hecho era por consideración a mí.
Durante todo el momento vi los cambios en el rostro de mi hijo, su cara paso de la sorpresa al asombro cuando supo que no volvería mas, también pude notar la sonrisa y embeleso en cómo me miraba, sus movimientos el temblor en sus manos, como apretaba las mías, como buscaba mi mirada de confirmación que lo que estaba sucediendo no era un sueño.
Acordamos, dejar todas sus pertenencias y solo recogió los materiales de trabajo necesarios para volver a clases el lunes, aunque le dijeron que no era necesario dado que llevaba excelentes promedios, en fin, salimos.
Llevaba suficiente dinero de mis ahorros como para comprar varias mudas de ropa, quería llevarlo a casa y que sintiera la bienvenida en todas mis acciones y sobre todo quería que causara una buena impresión en el sr.
Benjamín.
Sería inútil describir todo lo que compramos, llevábamos bolsas de mas, alquilamos un taxi para ir a casa, después planeábamos volver a salir para comer en la calle, mi hijo quería comer pizza en directo en algún local, durante todo el viaje me abrazo y se abrazaba a mi cuerpo, en más de tres ocasiones, paso la mano sobre mi blusa y mis senos, le di dinero para que pagara al chofer mientras sacábamos las bolsas de la cajuela del auto y el chofer le dijo,-¡Que buena esta tu novia, amiguito! ¡Qué suerte tienes! Note como mi hijo se enfureció con un gesto en su cara pero no comento nada.
Entramos a casa.
Fui marcando el camino hasta llegar al fondo a mis habitaciones, colocamos todas las compras sobre la cama y le mostré todos mis dominios y enfatice las ventajas de la privacidad, le pedí escusas por no haber comprado una cama y le dije que por esta única vez, dormiría el en la cama y yo en el sofá que llevaríamos más tarde.
El tiempo se nos pasó rápido acomodando todo su nuevo vestuario, secretamente admiraba que en momentos reaccionaba como un chiquillo a pesar de que por su altura y tamaños tenía el cuerpo de un hombre.
Decidimos no salir y solo pedir la pizza al repartidor, nos dirigimos a la casa grande para llamar por teléfono, al llegar nos percatamos que en el sillón de costumbre estaba el sr.
Benjamín.
Hice las presentaciones y el sr.
Benjamín se puso de pie, eran casi de la misma altura, en un gesto que me conmovió, mi hijo abrazo al sr.
Benjamín y le agradeció por el trabajo que me daba y por la felicidad que este me proporcionaba pues según él había visto como había cambiado para mejorar con el paso del tiempo.
-¡Yo creo, que el único agradecido debes ser tu chaval! ¡Tu madre se esfuerza todos los días por tu bienestar! ¡Todos los días, piensa y actúa por ti!
Yo me ruborice e inconscientemente recordé los baños diarios y mis pensamientos.
Pedimos la pizza y cuando llego, la compartimos entre los tres, hablamos de diferentes temas y el sr.
Benjamín felicitaba con frecuencia los comentarios de mi hijo, reconociendo su madurez y sensibilidad, mi hijo argumento que había tenido que madurar por la falta de mi presencia desde pequeño y que lo había hecho esforzarse más que los demás.
Pasado el tiempo comente que habíamos de mover el sofá para nuestro cuarto y en ese momento el Sr.
Benjamín se opuso, los argumentos que dio me sorprendieron.
-¡De ninguna manera! Dijo, ¡Hoy se integra una nueva familia! Y como tal, a partir de ahora compartiremos la casa totalmente y no solo la comida.
Cada uno de ustedes debe usar las habitaciones con que la casa cuenta, anda, acondiciona las recamaras una para tu hijo y una para ti, hazlo mientras platico con tu hijo, que a partir de hoy considero como mi amigo.
Me apresure en preparar las recamaras a pesar de le que lo consideraba inapropiado, coloque sabanas y colchas, corrí cortinas, cada habitación tenía un pequeño mueble donde había lo necesario para las abluciones mínimas de higiene, coloque cepillos dentales nuevos para mi hijo, fui a mis antiguas habitaciones para los míos y para llevar a mi hijo todas sus nuevas pertenencias, me di cuenta que no habíamos comprado una pijama y reflexione que poco conocía los hábitos de mi pequeño, cuando termine, fui a encontrarlos.
Alberto mi hijo y el sr.
Benjamín estaban enfrascados en una plática sobre los equipos de futbol y las posiciones que ocupaban en el campeonato, mi hijo preguntaba por los resultados de la jornada dominical y el sr.
Benjamín se ofreció a regalarle un televisor para que en su recamara pudiera seguir los partidos y que ese día compartieran el resumen noticioso de media noche.
Ese momento lo disfruté muchísimo a pesar de que mi hijo no interactuaba conmigo, me fascino verlo tan seguro compartiendo con tanta facilidad con el sr.
Benjamín, parecía que se conocían de años.
Alberto comento que le gustaría bañarse ya que era una costumbre adquirida en sus años de internado, le comente que en la casa solo había un baño y que tenía que avisar a qué horas lo utilizaría para no afectar el uso de parte del sr.
Benjamín, este aprovecho para decir lo que yo ya sabía, que el baño era un santuario y un ritual de lo más privado y que necesitaba disfrutarse, me ofrecí a preparar lo necesario y a mostrarle el camino.
Mi hijo me acompaño en la búsqueda de su muda de ropa, luego le mostré su recamara y sonrió muy satisfecho, me abrazo, me beso en las mejillas y agradeció el fabuloso día y lo bueno que lucía el futuro para ambos.
Lo conduje hasta el baño y le mostré el interior, le dije que lo disfrutara, cuando Salí me encontré con el sr.
Benjamín quien con una seña, me indico silencio y tomándome de la mano, me llevo hasta su recamara, se sentó y corrió la cortina para poder ver a mi hijo.
Estuve tentada a salirme, no quería compartir con el sr.
Benjamín la secreta observación de la razón de mis fantasías, no obstante me quede.
Alberto estaba sentado en el W.
C.
, termino sus necesidades se limpió, tiro del agua y empezó a quitarse la ropa, me sentí sucia por ver tales detalles pero me quede quieta.
Se quitó camisa y camiseta, su torso desnudo era muy atractivo, bello en abundancia corría de su axila derecha a la izquierda poblando todo su pecho, del cuello hacia abajo una pelambre corría igualmente tupida, se bajó los pantalones y por ultimo un boxerde color azul, no recordaba hace cuánto tiempo se los había comprado, pero se le notaban chicos y muy ajustados, se giró para contemplarse en el espejo y pude por fin verlo de frente.
Que espectáculo se desplego a mi visión, si ver el cuerpo del sr.
Benjamín no me había movido a nada, el ver a mi hijo, encendió mi sangre y mis sentidos, de inmediato mis pezones presionaron la tela de mi ropa interior, la humedad en mi entrepierna se hizo presente y los colores y calores corrían por mi rostro y todo mi cuerpo.
El miembro de mi hijo, era sumamente hermoso, un bello cilindro de carne que a pesar de colgar entre sus piernas, era lo suficientemente grueso como para apenas poder abarcarlo con una mano, era largo, más largo de lo que yo hubiera pensado, sus piernas eran igualmente velludas en todos los muslos y aun bajo las rodillas, todo el conjunto firmemente marcado por músculos claramente definidos, ajusto el agua y se metió bajo el chorro mientras tomaba jabón que empezó a pasar por todo su cuerpo, el sr.
Benjamín movió un control que había de lado derecho del cristal y de repente estaba escuchando el ruido del agua y a mi hijo tarareando una canción.
Al paso del tiempo y tal vez por el efecto del agua caliente, empecé a ver como el miembro de mi hijo crecía, cuando paso el jabón por sus testículos, pareció engolosinarse en la caricia y su herramienta creció mas, la tomo en sus manos y empezó a sacudirla con ritmo en toda su longitud, seguía creciendo su barra estaba tomando la posición horizontal, la veía tan cerca que parecía que me la estaba poniendo más a mi alcance, surgieron en mi deseos de tocarla, el sr.
Benjamín, se puso de pie y salió de su cuarto, al pasar junto a mí me dijo: -¡Es hermoso! ¡Disfrútalo! Salía ya de la habitación cuando mi hijo decía: -¡Mama, mama! Al fin juntos, su mano sacudía su ahora totalmente erecto miembro, la piel del prepucio cubría y descubría el glande en tan bella forma que resultaba harto antojable, su bulbosa cabeza se tornaba más obscura momento a momento, se puso de un color azul previo al momento de salpicar su derrame sobre el cristal, tres o cuatro chorros resbalaban por la superficie, se me antojo tocarlos e instintivamente moví mi mano para tocarlos, lo acompañe en su gozo cuando con mucha intensidad volvió a decir: -¡mama, mamita, mamita!.
Me quede inmóvil por la impresión, lo había escuchado y aun no comprendía que mi hijo tuviera esos deseos por mí y que lo llevaran a masturbarse, claro, era joven, un cuerpo sano, por más que pensé, no me quedaba claro que a lo largo de los años y solo con contactos dominicales, mi hijo desarrollara sentimientos así por su propia madre, vi como empezaba a secarse y Salí rápidamente para que me encontrara cerca de las recamaras, al escuchar sus pasos supe que venía y fui a encontrarle, tenía la toalla sujeta a la cintura, ver de cerca su cuerpo casi me hace desmayar, me abrazo, su abrazo ahora me provoco suspiros y subir mi temperatura, le dije que lo esperaría con el sr.
Benjamín.
Alberto llego enfundado en unos pantalones nuevos y una playera modernista que había seleccionado esa misma tarde, venia descalzo, también había olvidado comprar pantuflas.
Cuando los vi platicando del futbol y empezando el programa deportivo, me despedí y les dije que estaba cansada y habían sido muchas las emociones del día.
Me encerré en mi nueva recamara, tan pronto me sentí segura, baje mi falda y revise mi ropa interior, estaba más que húmeda, mojada sería más propio, aun mi centro de placer mostraba los labios abiertos y dispuestos, mi clítoris sobresalía ansioso de caricias directas aunque no de satisfacción, pues había gozado con las imágenes que aun bailaban en mi cabeza, me toque con una mano con movimientos circulares mientras que con la otra subía hasta mis senos y apretaba mis pezones como lo hacía mi hijo.
La luz del nuevo día me encontró atravesada en la cama y el cuerpo a medio cubrir, me prepare lo necesario para mi baño diario, mientras más temprano mejor, avise al sr.
Benjamín y rápidamente me desnude y bañe, aun me sentía sucia por mi masturbación y goce nocturno, dure menos de diez minutos en el baño, me prepare para hacer el desayuno.
Estaba yo en la cocina cuando llegaron primero el sr.
Benjamín y luego mi hijo Alberto, ambos venían muy arreglados, cuando empezaron a tomarlo, comentaron que saldrían juntos, el sr.
Benjamín le mostraría las partes de la ciudad que mi hijo deseaba conocer y además comprarían cosas que según ellos habían comentado la noche anterior.
Quede sola el resto del día, empezaba a inquietarme cuando ellos ya estaban entrando, nuevamente venían cargados de paquetes, con mucha tranquilidad mi hijo fue a su recamara, como si siempre la hubiera usado, el sr.
Benjamín se sentó en su lugar favorito y me platico que le había encantado caminar y pasear con Alberto, me dijo que era una madre muy afortunada al tener un hijo así, según el ninguno de sus hijos fueron tan dispuestos y atentos con él, cómo mi propio hijo, que siendo un extraño, excedía sus gentilezas y atención fruto de una educación provechosa.
Me contaba también que había recomendado a Alberto a un club deportivo que estaba cerca de la casa y que ese mismo día Alberto podía empezar a aprovechar, me dijo que le urgía platicar conmigo, justo cuando Alberto nos encontraba.
Alberto me conto que habían comprado una lap-top de lo más moderna, una televisión de plasma y un pequeño estéreo que entregarían el día siguiente, que el sr.
Benjamín había hecho los trámites para que también mañana entregaran equipo telefónico adicional, una ampliación del número de canales para la televisión así como el dispositivo WiFi para conectarse a internet y que por consejo del sr.
Benjamín, buscaría hacer una carrera por este medio.
Alberto se disculpó con nosotros y dijo que iba a conocer en detalle el club deportivo.
Cuando trate de detenerlo, el sr.
Benjamín me dijo: -¡Déjalo mujer, es joven!
Una vez que Alberto salió, el señor Benjamín, fue a su cuarto y me dijo: -¡Aquí espera!
Volvió con un álbum de fotografías en las manos, era obvio que era antiguo, se sentó y me dijo, acércate, tenemos mucho que hablar.
Tome un banco y me coloque a su derecha, dispuesta a escuchar y ver, me dijo: -Recuerdas como una vez al principio te dije que no sabía porque pero me gustaste o que había algo en ti que me hizo sentirte diferente, este día por la plática con tu hijo, supe lo que por años me había negado, siempre me recordaste a mi madre.
-Mira por tus propios ojos, dijo mientras extendía una antigua foto que mostraba a una joven y hermosa mujer.
En verdad el parecido era asombroso, si no supiera que por la antigüedad de la foto no podría ni ser de mi propia madre, hubiera dudado, esto era una coincidencia solo del destino.
Me pasó más de cuatro fotografías, en las siguientes aparecía ya acompañada de un pequeño niño, -¡Ese soy yo! Puntualizo, continúe viendo imágenes y el niño en ellas crecía, a mis ojos llegaba el sr.
Benjamín de joven adolescente y después un poco más grande, tal vez 23 años, después solo un par de fotos más de ambos pero por separado, ya no había más.
Ayer al platicar con tu hijo, dijo, me quedo muy claro que él está enamorado de ti, hice las preguntas apropiadas para buscar las respuestas que en todo caso tu hijo fue desgranando, no solo está enamorado de ti, también te desea y lo más importante es que lo hace como yo lo hacía con mi propia madre, solo requiere más estímulos para enamorarse perdidamente de ti y decidirse a dar el paso definitivo de unirse a ti, yo nunca pude dar ese paso y por ello siempre guarde en el fondo de mi corazón y pensamientos el enorme amor y deseo por mi madre.
En ese momento me agitaba en mi banco, las fotografías temblaban entre mis manos, no quería confesar lo que había sucedido durante el baño de mi hijo, sin embargo termine contándole al sr.
Benjamín lo que había visto y lo que había sentido.
Me dijo que él pensaba que Alberto nunca daría el paso definitivo para la unión ya que en principio su misma educación le indica que hay muchos tabúes por vencer y que el incesto debe darse en forma natural y espontánea, créeme que voy a perseguir y ayudar para que deseche esos pensamientos y se decida a un acercamiento definitivo que lo lleve a lograr y conseguir el amor de toda su vida.
Por el momento hay que dejarlo que disfrute la vida y la libertad que no conocía, incluso le favorecerá conocer otras mujeres y ver si se puede identificar con algunas de las historias de vida que va a ir conociendo y que me voy a encargar de que conozca.
En lo particular creo que tú también tendrás que guardar tus sentimientos un poco más y no te desboques en la búsqueda de nuevas emociones y sensaciones, hasta ahora lo has hecho muy bien y te ha bastado con muy poco, debes seguir esperando.
Me quede de una pieza, le devolví las fotografías y fui a mis antiguos dominios me recosté y pensando me adormecí, el pensar me canso, ante mí se habría un gran reto, mi propio deseo que se había encendido con las imágenes de mi hijo bañándose.
Los meses pasaron rápidamente, con la presencia de Alberto, muchas cosas habían cambiado, seguía manteniendo la rutina del baño diario pero ahora mucho más temprano pues en ocasiones ellos salían a caminar, además, ahora yo era la espectadora en la habitación del sr.
Benjamín quien sin dudarlo me la ofrecía.
En estas ocasiones, me obligue a no tocarme y debo decir que no todas las veces mi hijo se masturbaba, había momentos en que tomaba solo una ducha rápida y otras después de su ejercicio se tomaba un baño de tina donde solo parecía dormir y recuperarse.
Compartíamos el desayuno obligatoriamente y siempre lo hacía en forma muy grata para mi puesto que Alberto me abrazaba mientras lo preparaba además de que siempre me besaba cada vez más cerca de la boca y acariciaba los senos como siempre lo había hecho, hasta que mis pezones sobresalían en la tela de mis blusas o vestidos.
La camaradería entre ellos era asombrosa, parecía que eran padre e hijo compartían mucho del día juntos, Alberto había iniciado sus estudios universitarios a distancia por lo que pasaba mucho tiempo en su habitación que se había ido transformando siendo ahora una muy amplia estancia, el sr.
Benjamín, había pagado sin chistar todas las modificaciones necesarias.
De la salud ni hablar, mi hijo cada día que pasaba estaba más hermoso, ahora lucía un trasero espectacular y una musculatura mucho más fuerte, con el sr.
Benjamín las cosas también parecían ir bien pues la enfermedad había remitido mucho y de mí que decir, yo también había empezado a ejercitarme en casa, mi alimentación era más cuidadosa y sobre todo me sentía rejuvenecida, mi guardarropa había venido mejorando, a petición de Alberto me compraba ropa más moderna en donde el sr.
Benjamín también me pedía que fuera más ajustada o más provocadora.
Pero, casi siempre hay un pero, el Sr.
Benjamín empezó a insistir en que mi hijo cada día estaba más listo para el encuentro definitivo de nuestros cuerpos, que había estado observándole y que cada día eran más notables sus miradas cargadas de deseo y que sabía que las mujeres jóvenes, le parecían vanas e inmaduras y que a pesar de confesarle que era virgen, no deseaba estrenarse con una muchacha de su edad solo por el sexo y que definitivamente no quería hacerlo pagando a una mujer cualquiera.
Me dijo que yo debía provocarlo y que era necesario que yo lo hiciera como en una forma de exorcizar mis demonios propios, que debía vencer mis miedos y ofrecerme total y abiertamente a mi hijo, si no pasaba nada, nada habría que reprocharle a Alberto pues actuando como un buen hijo, acabaría perdonando a su madre, por el contrario si él tenía la razón, Alberto caería entre mis brazos pudiendo su sueño de amor lograrse con la persona más amada, su madre.
El único problema era que el sr.
Benjamín quería verlo, quería ser testigo de una unión que él nunca pudo lograr, quería en esa forma, participar del triunfo del amor más sublime, el de un hijo a su madre.
Yo no sabía que contestar, la sola aceptación de hacerlo sabiendo que nos vería, me hacía sentir más sucia, por otro lado, no podía imaginar siquiera la reacción de Alberto al enterarse de que hubiésemos sido vistos en un acto tan íntimo y tan trascendental en nuestras vidas.
Pero más sabe el diablo por viejo que por diablo y el sr.
Benjamín actuó para facilitar todo.
Con cualquier pretexto, una tarde, al regresar del club deportivo, Alberto comento que tenía ganas de tomar una cerveza y que le gustaría también tomar una copa ya que su entrenador había comentado que todo en sana administración debía ser probado y que incluso bajos niveles de alcohol con la comida hacían que fuera más provechosa, el sr.
Benjamín apoyo sus deseos y le dio dinero para comprar lo que creyera necesario recomendando por su parte algunas marcas de vinos y licores.
Alberto regreso con más de quince botellas diferentes y con tres o cuatro tipos de cerveza, vinos tintos y blancos e inclusive tres botellas de sidra, no compro champaña pues la había visto cara en exceso y bromeo diciendo que para prueba era más que suficiente.
Por mi parte a recomendación del sr.
Benjamín prepare comida suficiente de varios tipos, abrí latas de mejillones, abulones, camarones, pates, prepare botanas de carnes rojas, cerdo y pollo, monte un plato amplio de diferentes tipos de queso y una gran variedad de salsas y picantes aderezos.
Puse comida como para diez personas, definitivamente un exceso.
Eran las siete de la noche cuando empezamos la reunión.
Ambos hombres festejaron con alegría lo bien que lucían los alimentos que presente como buffet y se sirvieron en sus platos, de beber, Alberto tomo su primera cerveza, yo le acompañe con una, para mí también era la primera, a pesar del sabor amargo fue una grata sensación, el sr.
Benjamín, tomo una copa de su tradicional coñac y nos advirtió que al menos debíamos probar una copa pequeña de cada uno de los licores así como de los vinos, lo observe y muchas veces solo besaba su copa simulando que bebía.
Deje de beber y probar cuando sentí que el calor invadía mi estómago y mi torrente sanguíneo se notaba más rápido y acelerado, empecé a besar la copa como él lo hacía fingiendo el apurar su contenido.
Alberto, en tono festivo bebió de diferentes cervezas, comía, después empezó a tomar medias copas de todas y cada una de las botellas de licores, luego regresaba a tomar una más de aquellas que le habían gustado, se le veía relajado aunque paulatinamente se le enrojecía el semblante y se le soltaba un poco la naturaleza de sus comentarios.
En un momento dado levantando una copa en su mano, propuso un brindis por la mujer más bella del mundo, volteo a mirarme, bebió de un trago su copa y se acercó a abrazarme, se agacho y beso mi mano, mi cuello y mi mejilla, creo que me apretó hasta que mis senos se incrustaron en su duro pecho, sus brazos me sujetaban con firmeza, claramente sentí como las bajaba hasta rozar mi trasero, por efecto de mi peso sufrió un ligero tropiezo, a partir de ese momento todo empezó a cambiar.
El sr.
Benjamín propuso otro brindis, lo hizo nuevamente por la mujer más gentil, trabajadora y abnegada que había conocido, bebió un poco de su copa y apuro a Alberto para que lo hiciera con la suya y le pidió que nuevamente me abrazara, mi hijo me estrecho nuevamente entre sus brazos, esta vez beso mi cuello y me estremecí.
Había sentido claramente cómo se apretaba a mi cuerpo un bulto que empezaba a crecer en su entrepierna, el abrazo duro un poco más de tiempo, pues mi hijo me mantuvo firmemente contra su pecho, al soltarme deslizo una mano por sobre mis senos que ya tenían los pezones firmes, esperando su caricia, con discreción volvió a repetirla.
Entre risas y bromas repitió el abrazo a nombre del sr.
Benjamín y entonces me beso lentamente sobre los labios.
Otro brindis y otro más, el caso era repetir los abrazos y los tragos, aunque solo mi hijo bebía, se brindó por la comida, por los vinos, por la experiencia, por la amistad, por la compañía, por la casa, por nuestros futuros cumpleaños, a cada nuevo abrazo una nueva caricia a mis senos, mis pezones ya sobresalían de la tela de mi camisa, era ostensible mi excitación, mis mejillas encendidas, mi boca entreabierta en espera de un beso.
Sin pretexto, el sr.
Benjamín apuro a mi hijo a beber de las botellas que no habían sido probadas, en ese momento los movimientos de mi hijo eran más torpes, el alcohol hacia efecto, ahora se reía más fuerte y durante minutos, dejaba su brazo por sobre mis hombros y con la mano acariciaba suavemente solo mi pezón.
Se sentó y tomando de un trago la copa que llevaba en la mano dijo: -Estoy tan feliz que quiero hacer una confesión, quiero que todo el mundo sepa ¡Que amo a mi madre! ¡Que soy muy feliz a su lado! Y que le querré todo el tiempo que me quede por vivir.
El sr.
Benjamín aplaudió por la confesión y dijo: -¡Por favor quiero que bebas conmigo! ¡Yo también ame a mi madre! ¡Yo también fui muy feliz a su lado! Pero nunca pude expresarle todo lo que sentía pues nunca pude vencer el miedo.
¡Véncelo tú y has feliz a tu madre! ¡Disfruta de su presencia y compañía! ¡Ámense sin límites! A su nombre y al mío.
¡Salud! ¡Salud! Intercambiaron tragos mientras cruzaban sus brazos al brindar, Alberto parecía muy consciente de lo que se había dicho y no cambio la expresión en su rostro, el sr.
Benjamín, discretamente, me tomo del brazo y me acerco nuevamente a mi hijo.
Alberto al tenerme cerca, tomo mi cara entre sus fuertes manos y con suavidad y lentitud, comenzó a besarme en la boca, al principio tímidamente y paulatinamente más presión, me sentí como una chiquilla en sus primeros besos, entendí que mi hijo no tenía conocimientos a como besar, ahora fui yo quien tomándole de la mano lo lleve a sentarse, me senté sobre sus rodillas y abrazando su cabeza lleve a mi boca a su boca, mis labios entreabiertos buscaron separar los suyos y lentamente fui mojándolos por igual con mi lengua, en rápidos movimientos de esta logre penetrar por completo su boca, al sentirme mi hijo comenzó a gemir y a chupar mi lengua, una vez satisfecha su ansia, empujo mi lengua con la suya y ahora yo era la que chupaba con premura su apéndice, como goce y me estremecí, para mí era una experiencia única, irrepetible, tenía más de 20 años de no besar a nadie y mucho menos con la intensidad que ahora lo hacía, mientras tanto sus manos se movían de un lado al otro de mi cuerpo, abrazaban y tocaban por igual, apretaba y soltaba con el ritmo de su respiración que se iba haciendo más intensa, la pasión nos iba envolviendo, me olvide de nuestro espectador.
Sentada sobre de él, tenía más al alcance mis senos, busco aflojar mi blusa y sus hábiles manos se fueron deslizando entre mi piel y mi ropa, movimiento que tenía aprendido por repetido, llego a mis pezones que ya estaban duros y crecidos, los apretó y jalo, se mantuvo constante en ese jugueteo, sabiendo que el solo no iría por mas, afloje por completo mi camisa y en un solo movimiento, subí mi sujetador dejando libres ambos senos, un suspiro y un gemido, dieron cuenta de la emoción que sentía, inclino su cabeza y empezó a rendir tributo a mis senos en forma de caricias linguales y bucales, lamio desde la aureola hasta la parte baja de mis senos, apretó los labios sobre ellos al tiempo que mojaba jalaba y mordía mis pezones, ahora los gemidos eran míos.
Mi cabeza se movió hacia arriba, mire al techo y luego alrededor de la habitación, nuestro espectador se había esfumado, mi hijo y yo estábamos solos.
Alberto con los ojos cerrados, seguía engolosinado con las caricias besos y succiones a mis senos, con las manos comenzó a desprender de mi cuerpo la ropa que le estorbaba, cuando quede desnuda de la cintura hacia arriba, sus ojos parecían abrirse más de lo posible, con alegría y pasión paseaba su mirada por mis senos, sus manos seguían acariciando y jugando con mis pezones, como muchas veces, fue mi cuerpo el que se cimbro y sacudió dentro del placer de mi goce.
A mi mente llegaron los recuerdos de los orgasmos provocados por mis caricias, la sensación de que mi hijo fuera ahora el que provocara esa calentura me llevo a desear más, recordé al sr.
Benjamín que me decía: -¡Provócalo! ¡Provócalo!
Me puse de pie y lo invite a que se quitara su camisa, mientras lo hacía afloje la cintura de mi falda que callo libre a mis pies, mi hijo respiro enardecido y dijo: -¡Mira que si eres bella, mama! ¡Eres la mujer más maravillosa del mundo! ¡Enséñame, mama!
-¡Quiero aprender a amarte! ¡Quiero ser tuyo y que tú seas mía! ¡Más y mucho más de lo que ahora somos! Por favor….
¡Enséñame mama!
Sin contestar, lo tome de la mano y lo lleve hacia el baño, -¡Es la hora de tu baño bebe!
-¡Si vamos a estar juntos necesitamos estar limpios! ¡Estar relajados y limpios!
Era la hora de cumplir todas mis fantasías masturbatorias, era el momento de cumplir todos mis sueños y expectativas que sobre el amor de mi hijo me había hecho.
¡Era el momento de cumplir a nuestro oculto espectador!
Decidida a no pensar más, me dedique a mantener encendida la llama de la pasión en mi hijo, llegando al baño, afloje su cinturón solté los botones del pantalón y me arrodille ante él, al momento que mis manos deslizaban hacia abajo la prenda, la solté por completo pasando por sobre sus pies, se desprendió de ellos sacudiendo sus piernas mientras yo bajaba su bóxer, costo trabajo pues entre la presión de su trasero y la que ejercía la erección que se marcaba en su pierna izquierda, su miembro se sacudió ante mi vista.
Me puse de pie y lo abrace, en medio de nosotros su erección que buscaba arriba de mi ombligo, lo apreté y se deslizo hacia arriba, casi llega a la parte baja de mis senos.
Nos besamos, habíamos aprendido rápidamente y nos mostrábamos la pasión que sentíamos.
Intercambiábamos lenguas y salivas, nuestras manos recorrían libres por nuestros cuerpos, mi hijo empezó apretando mis nalgas, me jalaba fuertemente como si quisiera clavarme en él, suspendió el beso y tomando los costados de mi calzón, ahora fue él el que se arrodillaba, lo deslizo hacia abajo quedando su cara entre mis piernas, su cabeza se colocó en medio y me beso suavemente sobre el pubis, su ronco gemido me confirmo su gusto por lo que veía y por lo que hacía.
Decidida y más que dispuesta a seguir aprendiendo juntos, lleve mis manos a la herramienta de mi hijo que se erguía imponente acaricie a todo lo largo con ambas manos, escurrían pequeñas gotas de líquido seminal por su cabeza, con ambos pulgares la esparcía por todo el glande que empezaba a cambiar de color.
Nunca había jugado con el miembro de un hombre, de hecho no había tocado más que brevemente el miembro del padre de mi hijo, deslizaba mis manos con ternura sorprendiéndome de la dureza y suavidad de la misma herramienta de placer.
Los gemidos de Alberto aumentaban y tal vez pensando que no podría más aguantar su derrame, me tomo de las axilas y me levanto para volver a besarnos, mientras sus manos jugaban con mis senos, mis gemidos aumentaron volumen y frecuencia, repentinamente su mano derecha bajo a mi pubis, tallo en círculos y sus dedos empezaron la búsqueda de mi centro de placer, con torpeza y dureza me acercaron más al cielo del placer, mis jugos empezaron a correr por entre mis muslos, al momento que localizo mi clítoris abrí mis piernas en un acto reflejo del placer que sentía, en segundos me llevo a un goce similar al que me proporcionaba yo misma.
Avanzábamos en el conocimiento mutuo de nuestros cuerpos en el placer que nos proporcionamos.
Nuestras bocas se encontraban y chocaban con el ansia reprimida y característica de los amantes novatos, ahora nos chupábamos los cuellos, las orejas, como queriendo absorber todos los aromas que salían por nuestros poros, como buscando chupar la sangre que corría por nuestras venas, ambos nos fuimos reclinando sobre la otomana colocándose mi hijo entre mis piernas, sentí el golpe de su pene abriéndose paso entre mis muslos, el segundo piquete fue entre los pliegues de mis labios vaginales, en busca de la humedad que fluía de mi interior.
-¡Calma! Le dije, ha pasado mucho tiempo desde la última vez, no sé si podre recibirte, ¡Es muy grande! Nada ha entrado por ahí desde que tú saliste, ¡Calma!
-¡Déjame verte! Dijo al tiempo que se deslizaba hacia abajo, ahora miraba embelesado la amplitud y forma de mi ranura, sus dedos corrían de un lado al otro como repintando la humedad que fluía libre, tocaba alternativamente con un dedo y otro mi clítoris que se erguía retándolo, llamándolo.
Yo tocaba el cielo, la ternura era exquisita.
-¡Es muy hermosa! ¡Tiene un rico aroma! -¿puedo probarte mama? –No conteste, gemí, lleve mis manos abajo y abrí con mis dedos para que viera mejor.
Tímidamente con la lengua de fuera me beso, recorrió a besos toda la zona y repentinamente concentro besos y lamidas sobre mi clítoris, resultaba fabuloso, con mis manos guie los movimientos de su cabeza, la mantenía fija cuando y donde la necesitaba los jugos escapaban y de pronto estaba penetrando con su lengua, mi cuerpo inicio sacudidas y temblores, dentro de mi empecé a sentir las ansias de una penetración, mi vagina se abría y cerraba en busca de la invasión definitiva para culminar mi placer.
-¡Mamita, sabes riquísimo! ¡Eres el mejor de los licores! ¡Deseo beberte completa! Decía mi hijo entre lamidas y caricias, -¡Enséñame mama! ¡Dime que hago! ¡Quiero hacerte feliz!
-¡Lo haces mi niño, lo haces!
Por su propio instinto o por información, mi hijo se colocó entre mis piernas nuevamente y tomando con su mano su herramienta, la coloco justo en el centro, con prisa empujo y con el golpe de sus caderas invadió casi el total de mi vagina, todo había sido muy rápido, mi sensación de plenitud estaba olvidada, en ocasiones yo tímidamente metía solo alguno de mis dedos, ahora me sentía empalada e incapaz de moverme, mi hijo sin saberlo siguió empujando, no paro hasta que nuestras pelambres se unieron totalmente, aplasto por completo mi cuerpo, se quedó quieto, como disfrutando y reposando el fondo de mí.
Los espasmos de mi vagina eran incontrolables, mi hijo sin moverse me estaba llevando a la cúspide del placer, habían pasado muchos, muchos años añorando esa sensación, los orgasmos provocados por la masturbación, son satisfactorios, pero esto era lo máximo, mi hijo me abrazo más fuerte y con sus caderas empezó a moverse de adentro hacia afuera, solo lo hizo tres o cuatro veces cuando repentinamente sentí crecer y expandirse a su herramienta, gozo soltando un grito como aullido, cuatro o cinco latigazos de su leche en mi interior, sabia como eran de abundantes, lo había visto en el baño y ahora lo sentía.
Se mantuvo rígido dentro de mí, sus movimientos de afuera hacia dentro se reanudaron, atacaba con energía, los golpes en mi clítoris hacían que yo vibrara, ahora yo era la que gemía y suspiraba, comencé a gritar -¡Mas, más, dame más!
No sé cuantos minutos pasamos a ese ritmo, yo sudaba y mi hijo sobre de mí, los temblores los compartíamos y empezamos a besarnos y devorarnos mutuamente, la saliva mía y suya se mezclaban y escurría por todos lados, de pronto nuevamente mi hijo se puso rígido, le pedí un poco más y ahora juntos nos sacudimos en un placer más allá de todos los placeres, su corrida y la mía habían coincidido a plenitud, los espasmos de mi vagina exprimían los restos de su lechada.
Permanecimos quietos y abrazados por unos minutos más hasta que recuperamos el ritmo natural de respiración.
Mi hijo, salió de mí, su herramienta aún se mostraba poderosa y brillante de humedad, por mis muslos escurrían sus jugos y los míos.
Sin soltarle de la mano caminamos de la otomana a la regadera, ajuste el agua mientras mi hijo acariciaba mi espalda y mis nalgas, pasaba sus manos por toda la superficie, lo miraba sonriente, íntimamente satisfecha y orgullosa, entramos al agua y nos frotábamos uno al otro usando el agua como lubricante, con jabón empezó a amasar mis senos, yo correspondí aplicando jabón en su pecho, jale sus pezones y con mi boca empecé a morderlos y chuparlos, el correspondió la caricia, lentamente fui bajando, enjabone su herramienta y sus testículos, deje correr el agua y lentamente comencé a comerlo, a devorarlo con el ansia que tenía desde la primera vez que lo vi bañarse, chupe su bulbosa cabeza y lamí todo su tronco, acariciaba con las manos la superficie que no podía mantener dentro de mi boca, nuevamente estaba en mis manos completamente erecta y provocadora, mi hijo se agacho para repetir nuestra conocida caricia.
Me mantuve arrodillada rindiendo tributo a su regia herramienta de placer.
Me tomo de los brazos y me obligo a levantarme, llevaba su sabor en los labios y a pesar de ello nos besamos con renovada energía, mi hijo sabia ahora como besar para despertar mis ocultos deseos, gire mi cuerpo y me ofrecí a él con mi trasero levantado.
Alberto se colocó entre mis piernas y con su mano guio su herramienta con mucho tino a la entrada de mi gruta, ahora si pude gozar el lento recorrido de su herramienta venciendo cada uno de los pliegues de mi vagina, pude apreciar el impacto que tenía al sentirme totalmente llena e inmovilizada, había momentos que tocaba en mi lugares y puntos que seguramente nadie había alcanzado, era mi primera vez en esta posición, sus manos se afianzaron a mis senos tirando de mis pezones, disfrute mucho más de su caricia.
Con movimientos lentos pero firmes empezó el vaivén, al tocar puntos de mi interior nunca experimentados, oleadas de placer recorrían todo mi cuerpo, los orgasmos se hicieron continuos o bien era uno solo pero divinamente intenso y eterno.
Sentía como mi vagina se apretaba a la dureza de su miembro, cuando creía que no podría llegar más adentro su pene creció y engordo lo sentí llegar al fondo de mi útero y de nuevo ahí estaba un orgasmo compartido, su leche llegaba al fondo de mi mientras mi cuerpo se doblaba al tiempo que salía a su encuentro en los movimientos finales.
Dejamos correr el agua por nuestros cuerpos y cortamos el flujo para salir y llegar nuevamente a la otomana, reposamos nuestros cuerpos, golosa lleve mi mano a su entrepierna y me alegre de encontrar su herramienta dispuesta casi a plenitud, retire las toallas de nuestros cuerpos y ahora era momento de cumplir otra fantasía, pasando una pierna por su cuerpo, tome su falo y lo coloque al centro de mi ranura para lentamente irme clavando en él, lo cabalgue con ansia y frenesí, no solo subía y bajaba, me tallaba en círculos haciendo que mi clítoris resultara permanentemente estimulado, mis jugos le empapaban, mis gemidos y gritos eran frecuentes, el solo levantaba la cabeza para besar lamer y morder mis senos.
Mi sueño vivido con una intensidad mayor a la imaginada.
Me provoque más de dos orgasmos intensos y estaba llegando al tercero cuando mi hijo no pudo más y me dejo gozar su derrame, creo que aullé como loba al coincidir nuevamente los placeres, me derrumbe sobre de él, solo me abrazo, empecé a bostezar y ambos reímos, nos cubrimos con las toallas y fuimos a mi recamara, dormiríamos juntos y abrazados.
A la mañana siguiente pensé en nuestro secreto observador y Salí hacia el baño más por costumbre que por otra cosa, lo vi al pasar por la cocina, el sr.
Benjamín estaba preparando café.
Estaba empezando a regular el agua cuando mi hijo me abrazo por la espalda llevando de inmediato sus manos a mis senos, no me quedo más remedio que rendirme a sus deseos.
Rápidamente descubrimos nuestros cuerpos y desnudos nos metimos bajo el agua, Alberto mi hijo, de un solo movimiento, levanto un poco mi pierna derecha penetrando mi vagina por atrás, que impresión, la erección mañanera era rotunda, gigante, majestuosa, de un golpe llego al fondo de mi útero, con movimientos firmes me llevo al límite y mis orgasmos empezaron a fluir, con muy poco espacio para corresponder a sus movimientos me fui doblando ofreciendo aún más mi trasero, Alberto se afianzo a mi espalda y con sus manos fue a mis senos y empezó a repetir su divina caricia, mis pezones crecían entre sus dedos y como chispazos corría la sensación a mi clítoris, la penetración siendo tan profunda me hacía sentir totalmente llena, salió de mí y de inmediato el hueco de mi vagina comenzó a extrañarlo, giro mi cuerpo y levantándome con facilidad entre sus fuertes brazos, me dejo caer lentamente al tiempo que su herramienta entraba venciendo todos los pliegues de mi vagina, agradecí su acción con un fuerte gemido, mi clítoris choco con su pubis, me apretaba contra el tomándome de mi trasero, sus dedos rozaron la oquedad que ofrecía mi ano, esa caricia disparo orgasmos que yo no sabía que podía sentir, mi vagina apretaba y soltaba a lo largo de todo su miembro, mordí su hombro sin medir el daño que le hacía, clave mis uñas en su espalda, busque su boca y la suya me recibió igual de golosa, nos besamos tan intensamente que sentí que esa acción también me provocaba orgasmos, sentía que me licuaba entre sus brazos, no podía más y le suplique que parara, me levanto y lentamente salió de mi interior y me deposito en el suelo, pese a mi agotamiento extrañe de inmediato la presencia de su miembro, lleve mis manos a su herramienta y me arrodille para rendirle el tributo que se merecía, lamí y chupe hasta que mis mandíbulas cansadas le soltaron, sabia a mis jugos y a los suyos a pesar de que no había gozado, destilaba miel que yo ansiosa bebía.
Cerró el correr del agua y me llevo a la otomana.
Se acostó en ella y con un gesto de sus manos me invito a montarle, con renovadas fuerzas me ensarte en su majestuosa herramienta y me deje caer hasta que no podía más, con más experiencia sus manos me tomaron de las caderas y acompañaron mis movimientos de adelante hacia atrás, me tallaba y frotaba con fuerza, mis jugos corrían sin cesar, era el paraíso del placer.
No sé decir cuántos orgasmos después, me deje caer contra su pecho, sus manos apretaron mi espalda, Alberto mi hijo, sonreía, me veía totalmente agotada pero firmemente empalada temblaba entre sus brazos, comenzó a levantarme y bajarme a un ritmo lento donde pude apreciar toda la longitud y rigidez de su herramienta, así, lentamente él se fue acercando a su propio placer, lo sentía expandirse dentro de mí y ese frotamiento me llevo nuevamente a un goce único e irrepetible cuando sentí a su miembro crecer y expandirse aún más al momento que regaba mi interior conjuntando nuestra satisfacción.
Después nos bañamos nuevamente entre besos y caricias, salimos y cada uno fue a su cuarto, sentí un poco de pesar al hacerlo pero necesitábamos desayunar.
Encontrarnos con el sr.
Benjamín, trajo colores a mi rostro, me sentía apenada aunque dentro de mi había una amplia satisfacción, había gozado como loca y lucia rozagante, se acercó a mí y me abrazo, cerca del oído susurro: -¡Gracias! , beso mi mejilla y tomo asiento, Alberto mi hijo llego segundos después y sonriente se sentó a la mesa diciendo -¡Me comeré un caballo esta mañana! ¡Estoy tan feliz que no necesito más en la vida!
Dentro de las risas y sonrisas de los tres, tuvimos un muy grato momento.
Al terminar el desayuno el sr.
Benjamín dijo que nos tenía varias sorpresas, poniendo atención Alberto y yo quedamos atentos a sus palabras.
¡Los dejo!, empezó diciendo, mucho me temo que esta casa será el lugar ideal para ustedes y aquí salgo sobrando, el amor entre ustedes ha florecido y no puedo darles mejor regalo que su libertad para que la disfruten.
Este día, continuo diciendo, concluiré los trámites necesarios para estas cosas, la casa quedara a nombre de Alberto y no podrá dejarla o venderla hasta que su madre así lo quiera, igualmente, cumpliendo mi palabra, a nombre de ella dejo más de un tercio de todas mis propiedades y beneficios económicos, ya hable con mis hijos y no habrá ninguna oposición de su parte.
Alberto mi hijo y yo, quedamos sin habla y tremendamente sorprendidos.
Han pasado ya más de seis meses donde lo más destacable es que para nosotros ha sido una permanente luna de miel.
Alberto eventualmente me pide que valla al baño sola, se sienta en la recamara que era del sr.
Benjamín y me observa todo el tiempo que me toma bañarme y acariciarme como antes lo hacía, salgo tan ansiosa de que me tome que por mis muslos va escurriendo mi humedad, nos encontramos en su recamara que ahora es la nuestra y mi hijo siempre lleva imponente la erección entre sus piernas, nos amamos por horas.
El sr.
Benjamín viajo a San Felipe Baja California a una bella casa de playa que también es de mi propiedad, quiere vivir ahí hasta que muera y quiere hacerlo dentro del mar, en esa casa fue donde, según su confesión, había dado rienda suelta a la pasión por su madre y donde llegaba a masturbarse más de cinco veces por noche, sin haberse atrevido a más.
Creo que después de esta larga confesión puedo decir que me encuentro feliz pero inquieta, en muchos momentos me siento culpable y en otros sé que no puede haber nada mejor, Alberto mi hijo, en momentos me insiste en que quiere ser padre y que desea serlo de al menos un par de niñas, lentamente, espero que me convenza mientras me derrito entre sus brazos.
Por ello digo que la vida es un sueño y no quiero despertar.
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