La virginidad de mi hermanito menor.

Después de perder mi virginidad con mi hermano mayor, no tuve de otra que quitarle la suya a mi hermano menor..
Hola, soy Kitty, soy la tercera de 4 hermanos, la única niña y la más consentida, pero también la más caliente. Soy bajita, apenas 1.5 m, de grandes tetas copa DD, curvy pero no obesa, cadera y cintura marcadas, y creo que tengo un culito bonito. Tengo 24 años, y la historia que les voy a contar ocurrió hace ocho años, cuando recién iba a cumplir 16.

Resulta, que mi hermano mayor fue el primero en follarme, y con eso, me abrió un mundo de posibilidades, después de eso, era muy común que me masturbase con mi manita, mi flauta, las verduras del refri, mis plumas, desodorantes y hasta con mis peluches.

Está historia sucedió un día, recién se habían ido mis papás y mis dos hermanos mayores, solo quedamos mi hermano menor (a quien llamaremos Alán) y yo, Alán es fan de los videojuegos y un mocoso bastante morboso, más de una vez dejo páginas porno abiertas en su computadora, en la mía y en la de mis hermanos, esa tarde, iba a hacer una tarea, cuando abrí mi compu, ¡Oh sorpresa!, Un video donde se follaban a una sexi y pequeña actriz, -¡dios! Que rico- pense. La verdad se me antojo y ni tarda ni perezosa, me fui a mi cuarto, cerré la puerta y saqué a mi confidente desde la secundaria, mi flauta dulce, la misma que me había dado ya para entonces miles de orgasmos, procedí a hacer lo mío, me quite el pantalón, me quite mi calzoncito, abrí mis piernas frente a la computadora y procedí a meter y sacar la flauta de mi panochita, como les dije arriba, soy pequeña, y en proporcion, mi puchita también lo es, apenas si entraba mi flauta, así que, ahí estaba yo, gimiendo lo más bajo que podía e imaginando que la chica del vídeo era yo, y mi instrumento la rica verga de alguno de mis hermanos o de mi novio, para efecto eso era irrelevante solo quería sentir algo dentro de mi, seguí así por unos minutos, sin dar paz a mi vagina, hasta que me vine, fue un orgasmo riquísimo, estaba muy caliente y lo disfrute mucho, termine muy agitada y agotada también, como según yo cerré la puerta, opte por quedarme así, con las piernas abiertas, la flauta metida y yo boca arriba con los ojos cerrados y a punto de dormir, bueno no apunto, me dormí de hecho. No se cuánto tiempo paso, pero cuando desperté, solo alcance a ver a Alan salir corriendo de mi cuarto, no tuve tiempo de pensar, solo reaccione, cerré las piernas, la computadora, y me pare tan rápido como pude para vestirme. En cuanto salí de mi cuarto, fui directo a la sala, Alan estaba ahí, haciendo el tonto como si no pasará nada, pensé

-este tonto, ya me vio hasta las anginas y míralo ahí, simulando que no hapasado nada-

Fui y me senté a su lado; -Alan, dime la verdad ¿que hacías en mi cuarto?- le pregunté, y solo dijo, -nada, no vi nada-

-Alan, no mames porque entraste-

-tenia curiosidad, solo eso-

Cómo les dije arriba, yo casi tenía 16 años, y Alan ya había cumplido 14, a esa edad, supongo que estaba bastante interesado en el sexo, como prácticamente todos lo hombres.

Volví a preguntar, -¿Qué hacías en mi cuarto?

Hagamos un pequeño paréntesis, Mis hermanos nunca han sido un ejemplo de hermandad entre ellos, supongo que la diferencia de edades no ayuda, el mayor, a quien llamaremos Omar, es 5 años mayor, luego va mi hermano favorito a quien llamaremos Diego, quién es 3 años mayor. Y aunque no somos el ejemplo de hermandad, si nos tenemos bastante confianza, a tal grado de contar nuestras intimidades. Aclarado esto, continuemos.

-Omar me dijo-.

-¿Que cosa?-.

-Que el y Diego han tenido relaciones contigo-.

-¿Y eso que?-.

-Quería verte, eso es todo-.

Solo quería verme.

-¡No mames!-.

-Si ellos pueden yo también, soy tu hermano ¿No?-.

-Pero eres más chico-.

-Y tu más chica que ellos-.

Solo recuerdo haberme molestado muchísimo, me di la media vuelta y me metí a mi cuarto de nuevo, azotando la puerta. Ya adentro, me puse a acomodar, y mientras lo hacía, no dejaba de pensar en Alan, tiene razón, si he follado con Omar y Diego, también debería hacerlo con Alan, pero el es más pequeño que yo, me decía a mi misma.

Habían pasado ya un par de horas, y después de estarlo pensando, me decidí. Me quite toda la ropa, y me envolví con una bata de baño, salí de mi cuarto decidida, y fui directamente a la sala.

-Alan, ¿Quieres follame también?-

Se quedó en silencio

-Hoy tu hermana mayor va a enseñarte cosas muy ricas- Me quite la bata y le mostré mi cuerpo, estaba completamente desnuda. Alan no supo cómo reaccionar, así que tuve que tomar la iniciativa, fui a sentarme con el, tome su mano y la puse en mi pierna, la guíe hasta mi vagina mientras habría mis piernas.

Así estuvo como por dos minutos, sin saber que hacer, así que, para no seguir perdiendo el tiempo, opte por sentarme en sus piernas y de frente a el, mis pechos quedaron justo al alcance de su boca, apenas si los beso, así que de nuevo tome su mano y la coloqué sobre una mis tetas.

-Agarrame las tetas, son tuyas- le dije

Y siguió igual de estupefacto, tallaba mi entrepierna con su muslo, y forzaba su cara entre mis pechos. Para este instante, logre sentir algo duro en su entrepierna, con mi manita comencé a sobar ese rico bulto, baje el cierre y por fin pude sentirlo, estaba tan duro, y al mismo tiempo tan suave, alcance a sentir unas gotas de su líquido preseminal, y yo, comenzaba a lubricar y mojar su pantalón.

No diré que mis hermanos son especialmente vergudos, para ser honesta están por encima del promedio, pero nada exagerado, eso sí, sus penes son copias, gruesos, con venas marcadas, curveados hacia arriba, suaves y con piel clarita, una cosa deliciosa, hasta sus escrotos son algo bonito. Alan, no es la excepción, y si bien es el menor de mis hermanos, la madre naturaleza lo recompensó con la verga más grande de los tres.

Cuando mi hermano por fin reacciono, su pene ya estaba siendo manipulado por mi

– Oye Kitty, gracias – dijo mi hermano

– Creí que eras mudo –

– La verdad me estaba masturbando viéndote dormir, así con las piernas abiertas y la flauta metida, te veías no se cómo –

– ¿Y te gustó verme así? –

– ¡Mucho! –

– Hermanito, lo que te voy a hacer te va a gustar más –

Se acomodo bien, y se avalanzo sobre mis pechos, los lleno de besos y mordisqueó mis pezones, comenzó a sobar mi panochita, metió un dedo y luego dos y froto mi clítoris (para ser virgen lo hacía bastante bien), como pudo se quitó el pantalón, su boxer por igual y entonces sentí ese suculento trozo de carne, piel con piel, duro y caliente, comencé a mover las caderas, aprisionando su pene, primero entre mis nalgas y después entre los los labios de mi vagina, podía sentir como palpitaba con cada vaivén de mi cadera.

Mi posición favorita es de perrito, me encanta que me monten y jalen del cabello, me fascina sentirme poseída y obvio, que el sable del chico en turno llegue lo más adentro posible, que me den de nalgadas mientras me penetran, pero sobre todo que me besen el cuello mientras me levantan.

Alan, evidentemente ya no era virgen, pero tampoco tenía experiencia alguna, así que no quedó de otra, me quite de encima, y me acosté en el sofá, levante y apri mis piernas y con una mano abrí los labios de mi puchita, ofreciendome como una puta; Alan se puso de pie, y por fin pude ver su verga en todo su esplendor,  era larga (20 cm ya la medi), y gruesa, tenía las venas marcadas, y el glande era rosado, sus testículos estaban guardados en un hermoso saco escrotal, piel tan blanca como la mía y lo mejor, rasurado. Cómo les dije, aún siendo el menor, mi hermanito tenía la verga más rica y jugosa de los tres. Con ese rico trozo frente a mi, no pude resistir, rápido baje las piernas y me hinque frente a el, para poder meter esa verga en mi boca, entre mis manitas se veía aún más inmensa, y en mi boquita, aún más gruesa, los primeros segundos batalle para meter al menos la cabeza, pero no tarde mucho para meterla hasta el tronco, me ahogaba con cada metida, y disfrutaba como loca, mientras le daba pequeños jalones en el pene, metía sus huevos a mi boca, Alan hacia caras y gestos de placer, mismos que me indicaban lo bien que estaba haciendo mi trabajo, tan bien que se vino en mi boca, salió tanta lechita que me ahogue.

-Con tanta lechita que te salió, voy a crecer grande hermanito-

Alan solo se rió, dio unos pasos hacia atrás y se recostó en el suelo, yo me acosté a su lado, lo rodeé con una pierna y con una mano acariciaba sus genitales, su pene perdió su dureza y con el frío del suelo sus testículos se escondieron, aún recuerdo esa pose, su pene flacido y empapado con mi saliva y su semen, su abdomen marcado (más por flaco que por musculoso) y mi cabeza en su pecho, su corazón estaba a mil, y yo deseosa de continuar. Pasaron como 10 minutos así.

– ¿Así lo haces con Omar y Diego?

– No

– ¿Entonces?

– ¿Quieres saber?

– Si

– Hermanito, estamos aquí desnudos, y tú quieres que te platique lo que hago con Omar y Diego…

– Es curiosidad

-Si quieres luego te cuento, ahorita quiero más de ti.

Rápido me pare y me subí al sofa, de nuevo levanté abrí las piernas y le enseñe mi panochita a Alan, para ese momento estaba escurriendo, mis jugos escurrían entre mis muslos y fluían hasta mi ano, abrí mis labios vaginales y le dije a Alan

-Ven aquí, tu hermana quiere más lechita

Alan, se puso de pie, se quitó la playera que traía, los calcetines y por fin se quedó desnudo, llámenme enferma, pero en ese momento vi a mi hermano tan sexy, quería tenerlo adentro a la de ya, me urgía sentir su verga; se acercó y se agachó, jugo con mis o pechos, hundió sus dedos en mi rajita y luego sin que yo lo esperara, me dio un beso en la boca, un beso húmedo y cargado de morbo, en automático sentí un orgasmo, gemi y grite, y mi panochita soltó más jugos, la mano de mi hermano estaba empapada y así se chupo los dedos me besó de nuevo y probé el sabor de mis jugos combinados con su saliva; con desesperación busque su pene cuando lo sentí de duro de nuevo le dije que me la metiera.

-Estas duro de nuevo, méteme la ya, quiero sentirte hermanito, rápido métela.

Rápido alzó mis piernas, las abrió y puso su gruesa verga en la entrada de mi puchita, con alevosía, solo la roso por fuera, yo me moría por sentirlo dentro y el solo jugaba.

-¡Metela ya!

Pero no lo hacía, no niego que se sentía rico el vaivén de su pene en mis labios, pero no era suficiente

-Metela ya hermanito, por favor, no ves que me muero de ganas

De nuevo se acomodo, la puso de nuevo en la entrada, y esta vez si, por fin la metió, goze cada centímetro, ame el grosor, y cuando estuvo hasta el fondo, grite.

– Oye Kitty, nunca pensé que así sería mi primera vez

– ¿Te está gustando?

– ¡Mucho!

Y comenzó el mete y saca, cada embestida venía cargada de placer y morbo, me daba duro, con mucha fuerza, no se de dónde salía si es bastante escuálido, y aunque se movía bien, era obvio que era su primera vez, lo hacía con algo de torpeza; estuvimos así por un rato, yo no paraba de gemir y el no dejaba de jadear, con mis manos le marque el ritmo, a cada embestida lo hacía mejor y me sacaba un gemido de placer más fuerte, paro un instante y se avalanzo sobre mis pechos

– Tus tetas son hermosas, son perfectas, redondas y grandes

– Son para ti hermanito, que rico que te gusten

Comenzó a embestir de nuevo, y yo sentía tanto placer.

– Espera, quiero sentirte de otra forma.

Se separó y yo me di media vuelta, me puse en cuatro, abrí mis nalgas y le dije:

– Dame de perrito, y no pares hasta que me venga

Obedeció, tomo su verga y la guía por mi panochita de nuevo, sentir su carne en esa posición fue algo indescriptible, tomo mis pechos en esa forma y beso mi cuello, sobo mi clítoris y en poco tiempo me hizo venir de nuevo, grande fue mi placer y sorpresa al sentir que el también se venía, me lleno de su leche, parecia que tenía una gran reserva pues fue incluso más abundante que su primer venida en mi boca. Yo quedé más que satisfecha, el se hizo a un lado y se sentó y yo, caliente como estaba, me senté sobre sus piernas y de frente a él.

– Y … ¿Que tal?

– ¿Que cosa?

– ¡Tu primera vez tonto!

– Quiero que todas mis veces sean contigo

Reí un poco

– No sé si todas las veces, pero cada que podamos hacerlo, hay que hacerlo.

Frote mi vagina, llené mi mano con mis jugos y si semen, le emparre un poco en sus labios, chupe mis dedos y lo bese, de unevi un beso húmedo, pero aún con más morbo.

Así estuvimos por quién sabe cuánto tiempo, besaba mis pechos, acariciaba mis nalgas, frotaba mi vagina, me daba besos, fue algo tierno, pero caliente al mismo tiempo.

Me pare, y le dije:

– Ay que limpiar antes de que lleguen mis papás

– Yo limpio, ve a bañarte rápido

– ¿Seguro?

– Sí, date prisa

Me dio un beso, una nalgada y fui a ducharme.

Y así fue como le quite la virginidad a mi hermano menor. ¿Espero que les guste mi relato, aclaro, es una historia real. Y si les gusta háganmelo saber ¿Va? y tambien díganme si quieren que les cuente más historias, la vez que perdí mi virginidad, cuando hice un GB con mis hermanos y novio, mi primer trio, con mis primos, hay tantas cosas que he hecho.

En fin, besitos a todos, espero sus mensajes, opiniones y comentarios.

Bye, Kitty.