Lamiendo polla
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por harmsarah.
Vivo con mi padre y mi hermano gemelo. Mis padres, siendo adolescentes se liaron en una fiesta en la que habían bebido de más y ella se quedó embarazada. Tenían 16 años. Ella se veía demasiado joven todavía para tener hijos, y mi padre también, pero mi padre era hijo único y siempre había querido hermanos. Esta era su oportunidad de resarcirse un poco. No con hermanos, pero sí con hijos. Decía que quería tener muchos hijos. De alguna forma, consiguió que su ligue siguiera el embarazo hasta el final. Él, mientras, había empezado a trabajar durante algunas horas mientras seguía estudiando. Nacimos nosotros, y papá no volvió a ver a aquella chica. Los primeros años, vivimos con mis abuelos. Cuando papá terminó los estudios, consiguió trabajo en otra ciudad, muy lejos de la suya. Una vez al año, venían los abuelos a visitarnos y en las vacaciones de verano, íbamos nosotros a verlos. Cuando hacía calor, papá siempre andaba desnudo por casa y nosotros nos acostumbramos a ello. Para ver la televisión, yo siempre me sentaba sobre él.
Un viernes al atardecer, estábamos viendo una película que había traído mi hermano. Era bastante pornográfica. Tenía entonces 16 años recién cumplidos. Los tres desnudos y yo encima de papá. En una de las escenas, la chica de la película se liga en una discoteca a un hombre maduro. Se van a la casa de él y rápidamente se desnudan. Empiezan a morrearse y seguidamente, hacen un 69. De reojo, me di cuenta de que mi hermano se la estaba meneando. Papá no podía porque yo estaba encima, aunque notaba cómo iba creciendo debajo de mí.
–¿Quieres que me aparte para que puedas meneártela como Daniel?
–Ni se te ocurra. Pero puedes moverte suavemente para calentarme. ¿Quieres que te excite yo a ti?
–Sí, papá. Con esas escenas ya me estoy calentando un poco, pero necesito sentir unos dedos masculinos en mi chocho. Hace tiempo que lo necesito.
Sus dedos empezaron a acariciar mi chocho ya húmedo. Yo me movía suavemente como me había dicho papá al tiempo que agarré la polla de mi hermano para palpar su dureza, su suavidad, su grosor. Daniel paró la película por un rato. Se levantó, se puso delante de mí y metió su enorme rabo en mi boca. Empecé a lamerlo y a chuparlo con deleite. Cada vez engrosaba más y más. Yo también tenía el chocho ardiendo pues los dedos de papá no dejaban de entrar y salir de mi cueva.
–Aahh… qué bien mamas, hermanita, mmm… así, sigue…
En eso, le hice levantarse y a sentarse junto a papá. Me puse de rodillas delante de los dos y metía sus pollas alternativamente hasta que se corrieron dentro de mi boca. Después de correrse, me hicieron ponerme de pie delante de ellos mientras cada uno de ellos se metía un pezón en su boca. También notaba cómo un dedo acariciaba mi clítoris mientras que otros dos dedos se metían en mi vagina. Apenas podía aguantar más. Después, alternativamente iban comiéndose mi coño. Tuve varios orgasmos. Cuando los tres nos calmamos un poco, volvimos a poner la película. Para cuando terminó la peli, volvíamos a estar totalmente excitados. Papá untó mi agujerito trasero con vaselina, untó su pene también y empezó a meterlo en mi culito. Le costó un poco. Me dolía mucho, pero aguanté. Mi hermano mientras lamía mi clítoris. Papá empezó a moverse suavemente y creo que ya me volví loca. Enseguida papá gritó que se venía y sentí sus chorros de semen dentro de mí. Luego se dio la vuelta me puso encima de él y me la metió por delante. Apenas sentí dolor debido a la lubricación de su pene y mi vagina. Gemía y gritaba de placer.
–Más papá, más, métemelo hasta el fondo, sí, así… sigue mi amor, dame tu leche, así… síii… me vengo… me vengo…
–Muy bien cariño, sigue, así, lo haces muy bien cielo, más… así… sí… qué rico chocho tiene mi niña… qué cuevita más calentita, ahí te dejaré mi leche… ahí, sí… yo también me vengo… vamos cariño, los dos juntos, corrámonos a la vez, juntos mi amor, gocemos a la vez, sí, así mi vida… ya viene… ya viene…
Y los dos nos corrimos a la vez. Apenas me acuerdo de lo que siguió después. Me bañaron, se bañaron ellos y nos acostamos los tres juntos en la cama de papá. De madrugada, desperté con una boca en mi coño. Era mi hermano. También se despertó papá al oír mis gemidos. Entonces, Daniel me penetró por la vagina mientras que papá lo hacía por el culo. Ya apenas me dolía y gozamos los tres juntos. Apenas salimos de la cama ese fin de semana. Creo que esa primera vez me quedé embarazada. El día que supe que estaba embarazada, llegué a casa como en una nube. Me duché antes de cenar y los tres cenamos juntos. Hacía calor y ninguno llevaba nada de ropa. Después de cenar, nos fuimos a la sala. Papá y Daniel se sentaron en el sofá. Yo me puse delante de ellos, de pie y les dije:
–Estoy embarazada
–¿Estás segura?
–Sí, me he hecho la prueba y ha dado positivo.
–¡Genial! –dijo mi hermano–. Esto hay que celebrarlo como es debido.
Por la cara que puso papá, me di cuenta de que estaba emocionado. Se acercó a mí y empezó a chuparme la rajita con ansia. Daniel metió su verga en mi boca. En cuanto los tres estuvimos a mil, me senté sobre la verga de papá mientras que mi hermano, que había sacado la suya de mi boca, entraba en mi culito. Y todo el semen que quedó en lo profundo de mi vagina, me volvió loca. Se sentía tan rico… El embarazo pasó como en un sueño. Los dos hombres se desvivían por mí.
Me prepararon los pechos perfectamente para cuando naciera el niño. Después de nacer el pequeño, tenía tal cantidad de leche que tenían que aliviarme los pechos. Tenía tres personas para amamantar: el bebé, papá y mi hermano. Cuando Miguel, el pequeño, tenía cuatro meses volví a quedarme embarazada. Esa vez tuve una niña, Amanda. Posteriormente, nacieron los gemelos, Pedro y Juan, y Marcos, el más pequeño. Prefería tener a los niños siendo muy joven. Tenía 21 años cuando tuve al pequeño. Jamás nos hemos arrepentido. Papá vive rodeado de hijos como quería. Y Amanda y yo rodeadas de pollas con las que jugar, en el futuro aunque dos de ellos los tengo para mí sola, de momento.
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