Las aventuras de Sabrinita.
Dos primos cachondos y calenturientos dan rienda suelta a sus bajos instintos a pesar de la diferencia de edades..
Me llamo Sabrina y desde que tengo memoria me he sentido atraída por hombres mayores. Desde pequeña pude sentir ese cosquilleo en mi vagina, esa inquietud de tocarme y sentir sensaciones placenteras.
Siempre fui una chiquilla muy bonita, de tez clara, con cabello castaño lacio, labios carnosos y sonrisa coqueta. A veces notaba como me miraban algunos niños y otros muchachos mas grandes, pero quien se dio cuenta de mi curiosidad fue mi primo Steve cuando yo tenía aproximadamente 9 años.
Steve ya tenía 17 años, era alto, de tez clara, cabello corto, ni gordo ni flaco complexión normal, tenia algo de barba que se rasuraba. Recuerdo que hacía mucho ejercicio y me gustaba verlo con sus playeras sin mangas y sus shorts holgados, a veces cuando sudaba mucho se quitaba la playera dejándome ver ese fino caminito de vellos que nacían desde su pecho, bajaban por su ombligo y se perdían al llegar a su short. Siempre imagine que ese camino seguía mas abajo y me daba mucha curiosidad el cuerpo de mi primo.
Cierta tarde me dejaron al cuidado de mi tía y mi primo Steve en su casa, lo único que recuerdo es que estaba dormida y cuando desperté no escuche ruido, supuse que no había nadie en casa y después de un rato de deambular en silencio vi que la puerta de la habitación de Steve estaba entre abierta. Me acerqué sin hacer ruido y lo que vi es una de las imágenes que aun atesoro y que hasta hoy en día me ponen muy caliente.
Steve estaba acostado en la cama, desnudo mientras jalaba su miembro grande y gordo, veía algo en su computadora, no podía ver que era, pero podía escuchar un leve quejido de una mujer. Mi primo escupía sobre su mano y volvía a jalar su pene que se miraba grande y peludo.
Algo en mi se activó en ese momento, seguí mirando esa escena mientras me acariciaba mi vagina por encima de la ropa viendo a mi primo. Así estuvimos un buen rato, el sin darse cuenta que era observado hasta que en un momento el regreso a ver a la puerta y nuestras miradas se encontraron.
Lejos de espantarnos el siguió jalando su miembro lentamente, mostrándome su enorme mástil mientras yo sobaba mi conchita. Me gustaba la forma en que me miraba. No sé cuánto tiempo paso, para mí fue una eternidad hasta que me hizo señas para que me acercara. Curiosa y temerosa me acerque.
-¿Cuándo tiempo llevas ahí?
-No lo se primo. ¿Qué estas haciendo?
-Veras Sabri, esto se llama masturbación y es lo que hacemos cuando tenemos ganas de sexo. Vi que tu también lo haces. ¿Quién te enseño?
-Nadie, yo solita lo hago porque me gusta.
-¿Te gustaría jugar conmigo?
-S.. si primo. Pero tu estas grande y yo estoy chiquita.
-Por eso debe ser nuestro secreto pequeña. Nadie puede enterarse de esto, solo tu y yo.
-Esta bien.
Mi primo se sentó en la cama y me hizo sentarme entre sus piernas, pude sentir como su verga palpitaba entre mis nalgas, me recargué contra su pecho y me hizo levantar los brazos, quitándome la blusa. Acto seguido tomo el elástico de mi falda y la bajo con todo y mi calzoncito, quedando desnuda y con las piernas abiertas ante el.
Nuestras pieles hacían contacto y podía sentir su cuerpo sudoroso, sus enormes manos acariciaron mis pechos, muy pequeños para mi edad, una de sus manos bajo tocando mi abdomen hasta llegar a mi vagina.
-Estas muy mojada primita. Seguro te está gustando.
Sin decir más Steve frotó su mano en mi vagina haciéndome sentir espasmos. Era una sensación nueva, sentir esa mano más grande y sus dedos anchos frotándose entre mis partes mas privadas me excitaba y me hacía gemir. Steve llevo la mano a su boca probando mis jugos para después volver a frotarla en mi cuevita.
-Sabes muy rico putita, me encantas.
Steve frotaba mi puchita con maestría haciéndome gemir, era mas que obvio que ya tenía experiencia, me hacía mojarme más y más hasta que decidió meterme un dedo. Me quede quieta al sentir ese dedo grande invadir mi vagina.
Debí estar muy mojada ya que no sentí incomodidad, sentí demasiado rico mientras mi primo movía su dedo lentamente, entrando y saliendo de mi vagina.
Steve se inclino un poco para poder besarme, sus besos al principio eran tímidos y yo torpemente trataba de corresponderlos. Instintivamente abría mas la boca y su lengua me invadía mientras sentía como sus dedos jugaban con mi coñito, entraban y salían haciéndome respingar cada vez que entraban.
-¿Te gusta putita? Dime que te gusta.
-Si primo, me gusta, pero siento raro ay, ay… más despacito.
-Gime para mi princesa, me excita escucharte.
Cuando dijo eso deje de limitarme, mis gemidos iban en aumento con cada dedeada de mi primo, mientras yo me sentía en la gloria. Steve besaba mi cuello y de vez en cuando volvía a besarme en la boca.
De pronto mi primo se levantó de la cama y me hizo recostar, su mirada era diferente, había perversión y lujuria, le sonreí y el me correspondió con una sonrisa de lado, lo cual me puso mas cachonda. Cerró la puerta de la habitación lo que me permitió contemplar a mi macho en todo su esplendor.
Cuando volvió a la cama levanto mis piernas y las puso en sus hombros, se acomodo entre ellas dejando su cara a la altura de mi vagina, sin mediar palabra comenzó a chupar mi coño suavemente. Su lengua acariciaba mi raja haciéndome gemir.
Todo esto era algo nuevo para mí, jamás imagine tanto placer, ni que se pudiera hacer esto, pero lo estaba disfrutando.
-Mmm ¡Que cuquita tan rica tienes princesa! Me la voy a comer toda mi amor.
Esta vez mi primo seguía chupando mi coñito mientras me metía sus dedos, sentía como su lengua se movía rápidamente mientras el hundía toda su cara en mí. Su barba de días me hacia cosquillas y me picaba, pero me gustaba tanto que por un momento tome a Steve por la cabeza y lo acerque lo mas que pude a mi vagina.
No sé qué sucedió que en ese momento no pude controlarme y comencé a “orinarme” del placer que me había hecho sentir mientras gemía como loca. Mi primo por su parte recibía mis jugos y los bebía como loco.
En ese momento no lo supe, pero Steve me explicaría después que lo que sentí fue un orgasmo.
Ambos reímos y nos desplomamos en la cama mientras nos besábamos.
-Siempre supe que eras tremenda putita primita.
-Ay primito que cosas dices.
-¿Habías hecho algo así?
-Nunca, contigo es la primera vez.
-¿Me dejarías metértelo primita?
-No lo sé… ¿me va a doler?
-Te prometo que lo haremos con cuidado. No será hoy porque no se a que hora llegará mi mamá, pero quiero ser tu primer macho. Si tu no quieres está bien.
-Quiero que seas tú, solo que no quiero que duela.
-Al principio dolerá, pero después te va a gustar. Ya platicaremos después ahora ve a bañarte.
Recogí mi ropita, pero al recoger mi calzoncito húmedo mi primo me lo quito.
-Esto será mío. Será un recordatorio de este encuentro primita.
Steve se llevo mi ropa interior a la nariz y la olió dedicándome una sonrisa morbosa. Le sonreí y salí de la habitación de mi primo. El nunca lo supo, pero en el baño volví a frotar mi coñito recordando nuestro encuentro, esperaba con ansias volver a estar a solas con él.
Si el relato te gustó déjame saberlo en los comentarios. Pronto estaré publicando la segunda parte y parte de mis experiencias.
que rica historia, putita de chiquitita
Promete mucho, espero la continuación, saber como le quitan el virgo a esta nena.
Continúa por favor, un saludo.
Gracias, pronto subiré la segunda parte
Buenisimo me gusta mucho espero la 2da parte
Uuufff, me encantó. Si algunas a los 7 ya están para perderte chupándoles el culo y la vulva, con 9-10 ay mi amor xd ya son unas modelitos 🙂 y tieeentan que están para dejarte seco dándoles verga. Se pone lindo.
Excelente muy excitante.
Lo que no me gusta es las ofensas, n o deberias decirle putita sino cosas dulces por su edad.
Ay cristalito, tú no ves el morbo sexual. A mi me mojan los tipos y nenes bien boca sucia cuando me cojen.