Las aventuras de Sabrinita. Parte 3. Una vez que la pruebas vas a querer repetir.
Continuación. Porque después de una primera vez hay una segunda y hasta tercera prueba..
Después de que Steve me hiciera mujercita la noche anterior, todo transcurrio con normalidad. Los dos estuvimos sin vernos como una semana, yo tenía una mezcla de sentimientos pues me había gustado mucho sentir como me abría con su pene, pero también recordaba la parte dolorosa, al final terminaba masturbándome pensando en mi primo, deseosa de repetir.
Y es que después de esa primera vez con Steve algo había cambiado en mí, miraba a los hombres diferente, me gustaba ver esos bultos que escondían entre el pantalón, veía a mi papá y pensaba si su pene era grande, a mis tíos, a mis maestros de deportes. Steve había activado algo en mí, me ponía cachonda con solo ver a algún hombre que me gustara.
Pasé una semana sin ir a la casa de mi primo y cuando nos volvimos a ver de nuevo el actuó indiferente, vimos un rato una película hasta que mi tía lo mandó a comprar unas cosas. Pensaba que no se me daría algo con él, hasta que llegó una amiga de mi tía a pedirle que la acompañara. Mi tía espero a que regresara Steve con el encargo para poder irse.
Una vez que nos quedamos solos mi primo se fue a su cuarto y a mi me dejo viendo la película en la sala. Me armé de valor y de puntitas fui a su cuarto que tenia la puerta entre abierta.
Sin decir nada entre y cerré la puerta detrás de mí, mi primo se volteo para verme.
-¡Sabía que vendrías!
Steve me sonrió, pues sabía muy bien a que había ido.
No pasaron ni cinco minutos cuando ya estaba desnudita, sentada entre sus piernas y con las piernas abiertas dejando ver mi vagina mojada. Steve me acariciaba despacio, con calma mientras me susurraba al oído cosas…
-Sabía que volverías princesa. Una vez que prueban la verga de un macho quieren volver a repetir. Conmigo no te va a faltar verga mi amor, te voy a coger seguido y te voy a enseñar a que me la aguantes toda sin llorar.
Sus palabras me ponían caliente, muy en el fondo era lo que yo quería, volver a sentir su verga gruesa abriendo mi puchita, sintiendo como me llenaba.
-Mira como te pones bien mojada, eres toda una putita.
Steve llevaba sus dedos a mi boca y yo los lamia probando el sabor de mi vagina para continuar frotándome y penetrándome con sus dedos.
– Chúpamela un rato.
Steve se levantó y se puso frente a mí. Bajo su short hasta las rodillas y su miembro grueso y venudo salió disparado. Yo lo veía muy grande y aun no podía creer que esa cosa había estado en mi cuevita.
Con mi mano derecha tome su verga y la masturbe un poco, lo mire a los ojos mientras lamí el glande. Su miembro olía delicioso, una mezcla de hombre y jabón, abrí mi boca lo mas que pude y me llevé el pene a la boca, metiendo y sacando ese trozo de carne.
-Dale así, despacito princesa. Así, así…
Steve con una de sus manos guiaba el ritmo de la mamada que le estaba dando. Yo encantada abría la boca para recibir su verga, a veces la pasaba por mis mejillas, me hacia sacar la lengua y frotaba su pene hasta que decidía que era tiempo de avanzar.
Mi primo sabía que lo que más me gustaba era que se comiera mi puchita, como él le decía a mi vagina, sentir como con su boca y su lengua saboreaba mi intimidad haciéndome gemir, separando con sus dedos mis labios, frotando mi clítoris con su mano y su lengua.
Steve acomodaba mis piernas sobre sus hombros para estar más cómodo ya que solía pasar mucho tiempo saboreando mi puchita, preparándome con sus dedos grandes y gruesos que entraban y salían de mi húmedo coño, arrancándome suspiros y gemidos de placer.
-¿Te cojo mi reina? Quieres que te meta la verga. Dímelo.
Yo toda roja y sudorosa solo asentía con la cabeza, mientras mi primo se incorporaba y separaba mis piernas.
-Quiero que me lo digas, pídemelo putita.
-Steve… métemela, quiero repetir lo de esa noche.
-¿Qué cosa? ¿Quieres que te haga mi putita? ¿Eso deseas primita?
-S..si, eso quiero Steve… por favor, ya métemelo.
Mi primo sonrió y acaricio mis labios vaginales con la cabeza de su pene sin llegar a penetrarme. Mientras lo hacia me miraba y sonreía.
-Tienes una carita de putita mi amor, mira como te pones cuando mi verga acaricia tu puchita. Seguro te estremeces toda…
Steve volvió a repetir la acción, esta vez sentí como su glande penetro un poco y volvió a salir.
-No… no lo saques.
-Vaya putita resultaste ser Sabrinita. Te encanta sentir mi verga, ¿ya la quieres adentro?
Steve solo me estaba calentando más y más, sabía que en ese momento lo que más deseaba era ser penetrada. Espere a que repitiera la acción, pero esta vez me levante un poco hacia adelante provocando que su verga entrara más en mi vagina.
-¡Que putita eres, te la quieres meter tu solita!
Mi primo sorprendido por mi reacción empujo lentamente. Yo aprete los dientes cuando sentí su verga abriendo mi coño, dolía un poco pero mi calentura era mas que estaba dispuesta a soportar ese dolor pues sabía que pronto se convertiría en puro placer.
-Que rica y apretada estas mi amor. Uff que caliente, voy a dejarte la puchita llena de leche.
Steve comenzó a moverse lentamente, penetrándome despacio y de manera gentil, al mínimo gemido de dolor se detenía y sobaba mi clítoris.
-Aun no puedo creer que la aguantes toda princesa. ¿Te duele?
-Solo un poquito… pero aguanto.
-No sabes como extrañé tu coñito mi amor, tenía que masturbarme cada vez que recordaba esa noche que te hice mía.
Steve movía sus caderas aumentando el ritmo de sus embestidas, provocando que gimiera cada vez que sentía que su verga tocaba lo mas profundo de mi ser.
Después de un rato me volteo y me puso a cuatro patas sobre la cama. Steve se puso de pie y se acomodó en el borde.
-¡Uff que hermosa vista primita! Puedo ver tu puchita y tu culo. ¿Me vas a dejar metértelo por ahí también?
-Lo voy a pensar porque seguro duele.
Steve sin mediar palabra volvió a acomodar su verga en la entrada de mi coño. Esta vez sentí diferente, no se si por la posición o por la excitación, pero sentí como ese pedazo de carne se deslizo sin problema. Steve colocó sus enormes manos en mi cadera y comenzó a clavarme.
-¡No mames, no mames! Que rica estas primita, tan cerradita y apretada.
Los dos comenzamos a gemir sin importar ser descubiertos. Nuestros cuerpos chocaban haciendo ese sonido peculiar de dos personas teniendo sexo. Los movimientos de Steve se hacían mas rápidos y salvajes como si quisiera partirme en dos, lejos de molestarme me excitaba más, mi vagina empapada era prueba de eso, tanto así que sentí como mis jugos escurrían por mis piernas.
Steve me cogía duro y fuerte, sujetando mi cadera con sus dos manos, metiendo y sacando su verga con fuerza y rapidez de mi coñito abierto. Sentía muy rico cuando de pronto la respiración de Steve se entrecorto y de una estocada me penetro por completo.
Sentí como su pene se hincho y comenzó a vaciarse en mi vagina, haciéndome sentir muy rico con esa sensación de placer que recorrió todo mi cuerpo y salió en forma de gemido.
-¡Aaahhh Steve! Primito…
Steve gemia mientras llenaba mi vaginita con su esperma caliente. Los dos nos quedamos inmóviles hasta que la verga de Steve perdió dureza y solita salió de mi coño. Nos quedamos los dos acostados sin decir nada.
Sentia como por mi vaginita escurria la leche de Steve, mire mi cuevita y se veía con los labios rojos, brotaba el semen de mi primo, mi clítoris se veía rojo y abultado.
– Descuida primita, en cuanto te laves se te va a pasar. Te daré una cremita que te debes de poner cada vez que tengamos sexo.
A partir de ese día Steve se convirtió en mi novio, en mi maestro y en mi amante. Con el viví muchas aventuras y me enseño todo lo que se del sexo., incluso me dio unas llaves de su casa para entrar a escondidas cuando se quedaba solo.
Si les gusto el relato comenten, ya que sus comentarios me animan a seguir compartiendo mis travesuras.
Excelente muy excitante y tiene mucho morbo, espero mas relatos.