Las calientes vivencias de las nietas de doña Janita 11
Retomamos las aventuras de esta niña nalgona.
Nota del autor: hola, les mando un saludo a todos, retomo esta historia que ya tenía casi abandonada, me llegaron ideas nuevas y las plasmo en este capítulo, aunque como ya lo había dicho antes, pienso cerrarla máximo en 4 capítulos más, como siempre se agradecen sus comentarios y sin más, aquí entrego la parte 11 de esta serie. Saludos, besos y abrazos.
atte. adalberto1979
Capítulo 11.
El salón de clases estaba casi vacío, era la hora de detención por castigo, solo había dos personas dentro, no había ningún otro ruido nada más que los gemidos ahogados por la boca ambos en un apasionado beso de lengua, en este semivacío salón un hombre adulto se cogía a una niña, lo hacía fuerte, pero ella aguantaba, Karen era esa niña, aunque solo en edad, porque mentalmente hacía mucho que ya era adulta.
- Mmmggghhh… Mmmggghhh
- Mmmggghhh… Mmmggghhh
Karen estaba sentada a horcajadas sobre su maestro, él la sostenía de esas hermosas nalgas que dios le había dado, la vagina de la niña estaba más que encharcada de excitación, el maestro la subía un poco y luego la bajaba con fuerza enterrándole la verga hasta que los huevos tocaban el culo de la nalgona niña, ella gemía dentro de la boca de su maestro, el beso de lengua entre los dos era interminable, era algo así como la promesa de solo dar un beso, pero nadie dijo cuanto podía durar.
- Que rica estas Karen—dijo el maestro, dejando de besarla por primera vez en todo ese momento.
- ¿Si profe?—preguntó Karen tomándolo de la cara con ambas manos para besarlo nuevamente—pero lo que está más rico es su verga… aaahhh… aaahhh
*****
Karen ya había dejado varias veces a su maestro peor que un burro en mes de marzo, el pobre ya estaba más que ansioso de ella y como Karen no cedía a quedarse con él, le ofreció más dinero, la niña de ahora 10 años y 10 meses, aceptó de inmediato.
Habían pasado más de 3 años desde la primera que ella jugó al valerito con su abuelo-padre, desde ese día que la desfloró, Karen recordaba siempre lo que le costó recuperarse, pues fue simplemente una anécdota difícil de olvidar, mas cuando le estrenó su culito, ya después sus huecos se convirtieron en receptáculos frecuentes de muchas vergas de todos tamaños.
Eso sí, Karen ya no “jugó” gratis con ninguno de sus amigos; bueno, con Arturo nunca hubo dinero de por medio, pues era su novio oficial, incluso se lo presentó a su abuela, la primera vez fue una cena formal, la abuela notó lo guapo y mesomórfico que era el muchacho, y ya con el tiempo se volvió un visitante frecuente, Karen pasaba de la mano de él y desde la sala le decía a su abuela que venía con Arturo, para después encerrarse en su cuarto a coger con él.
Tampoco le cobró a don Jorge, pues ella consideraba que sería descortés debido al parentesco que tenía con él, y más porque era un parentesco doble, era su abuelo y padre, y tal vez en un futuro próximo, el padre de uno de sus hijos, además su abuela estaba más que contenta al tener a don Jorge cogiéndosela mínimo una vez a la semana.
Cuando el viejo iba a ir con ellas, la abuela arreglaba la casa, se bañaba a conciencia, mas su hueco posterior, el cual limpiaba a fondo porque sabía que a don Jorge le gustaba metérsela en la boca después de habérsela metido en el culo, además ponía sabanas limpias, vaselina cerca de la lámpara de su buró, hasta ponía en un florero flores las silvestres aromáticas que cortaba en el monte, era la forma de recordar como el pervertido viejo se la llevaba al monte a coger con él, cuando ella era apenas una nalgona adolescente, podía notar como su raja esta húmeda todo el día solo de pensar que en la noche llegaría don Jorge.
Las noches que pasaban juntos los tres, más que catalogarse como pervertidas se catalogaban como “enfermas”, el viejo no tenía limites, las meaba, las obligaba a tomarse su orina, las sodomizaba salvajemente, las hacía lamerse y mearse mutuamente, eran noches maratónicas.
También cabe mencionar que Karen y Arturo no se quedaban atrás en perversión y no eran nada inhibidos en los gemidos y gritos que daban, más Karen, pues el muchacho aunque joven, era un amante vigoroso y creativo, eso era una combinación peligrosa entre personas con sangre caliente, pues se la pasaban cogiendo por horas.
Su abuela en ocasiones les llevaba agua fresca de frutas y algún aperitivo, pues le preocupaba que Karen no comiera bien, ambos detenían lo que hacían, pero permanecían desnudos y sudorosos, la abuela amablemente les dejaba la charola en el buró de ella y los volvía a dejar solos, en cuanto cerraba, escuchaba como Karen gemía de placer al ser nuevamente penetrada por su novio oficial, por algún hueco de ella.
Arturo siempre se iba entrando la noche, salía con la cara de satisfacción, que no se la quitaba ni la mismísima muerte, la abuela iba a saludar a Karen, pero más que saludar iba aprobarle la vagina, la boca y el culo de su nieta, que siempre sabían a leche, era un morbo para la abuela lamerla toda, sabiendo que llevaba la leche de su novio, no se atrevía a pedírselo a Karen, pero fantaseaba con compartirlo así como habían compartido a don Jorge, que se volvió amante frecuente de las dos; las lamidas post coitales que la abuela le daba, hacían a Karen ver las estrellas, en ocasiones, así lamiéndola, la pequeña entraba en un estado de letargo que la llevaba suavemente a un sueño profundo y reparador. Mientras lamía a Karen, la abuela se masturbaba rezando al cielo porque Karen algún día la invitara a estar con ellos dos, lo deseaba mucho, pero era tímida para pedírselo a Karen.
*****
Karen seguía a horcajadas sobre su maestro, en el salón de clase, su vagina estaba emanando mucho jugo, tanto que mojaba el pantalón del profesor y de ahí manchaba todo, hasta su culo brillaba con los jugos vaginales.
- Profe, que rica verga tiene, me gusta cómo me abre… aaahhh—decía Karen gimiendo en el oído de este, sus caderas eran un torbellino.
- ¿Ya ves que si querías? Quédate más días conmigo, quédate para meterte la verga como te gusta.
- Si profe, todos los días para que me meta bien rico su verga, aaahhh
Eso también lo había aprendido la caliente y nalgona niña, a los hombres les excita que las mujeres giman, que pidan más, que halaguen las vergas masculinas por lo largas o gruesas que son (Aunque sea mentira), que griten de dolor suplicando piedad, ella hacía todo eso y eso mismo es lo que le había hecho una buena fama y clientela frecuente y sobre todo una gran popularidad.
- Quiero joderte el culo—dijo el profesor loco de lujuria.
- Pues jódamelo, póngame como quiera y deme como macho que es… aaahhh—el gemido fue real, pues el profe se la metió fuerte escuchando las palabras de Karen.
La tarifa variaba según lo que ellos quisieran hacer, ya sea desde usar solo la mano, una simple mamada, hasta hacer cosas aberrantes para ellos, tragar orina, se cagada, incluso zoofilia.
Si, Karen a los 9 años y medio fue montada, por primera vez, por un perro para goce y deleite de un cliente que pagó una fortuna por ello, el perro eyaculó ferozmente una y otra vez dentro de la vagina de una Karen que gimió mucho de placer; al principio sintió miedo y asco, miraba al enorme Dóberman que babeaba de calor, sus babas colgaban del hocico del animal y dejaban un charco de baba en el suelo, estuvo a punto de devolver el dinero e irse, pero era demasiada plata para decir que no.
Karen, en medio de una sala, miró desnuda como le fueron colocados los guantes en las patas al perro jadeante, después el depravado hombre le colocó un disfraz de perro a Karen, solo que este no cubría el culo, ni las tetas; Karen no entendía como eso podía excitar a alguien, ella sentía vergüenza al estar disfrazada como perra y sentía también que era más como una cosa de risa que de excitación.
Cabe mencionar, que todo fue cuestión de cerrar los ojos y acostumbrarse y en un momento final, la pequeña tuvo su primer orgasmo impulsado por la verga de un animal, sintió su vagina estallar a chorros cuando el perro aceleró a mil por hora jadeando en la oreja de la pequeña, por primera vez se sintió una verdadera perra, apretó sus ojitos y sus manos por la enorme y placentera sensación que el pene canino le daba.
El perro la bombeaba fuerte y profundo, era una sensación diferente a un hombre, sentía la fuerza de las patas delanteras al sostenerse de las caderas, las desesperadas estocadas que el can le daba, después el abotonamiento, Karen puso los ojos en blanco cunado el botón del perro entró en su vagina y más gimió cuando sintió como el hombre volteo al animal quedando culo con culo, ahora si era una verdadera perra.
Después de eso, todo fue más fácil, hasta sexo oral llego hacer a un caballo y obviamente a muchos perros, todo fue por el dinero y cabe resaltar que fue mucho.
El cliente siempre fue el mismo y siempre la grabó, pagaba mucho y en efectivo, Karen pensaba que la grababa para masturbarse después, lo que nunca supo fue que el tipo vendía los videos a un precio mucho mayor a lo que él le pagaba.
Sin embargo, fue tanto dinero que manejaba con los clientes, que tuvo que contratar a un guardaespaldas para que la cuidara cuando iba a esos eventos. Ella no confiaba en don Jorge, su propio padre y abuelo, porque tenía miedo que le quitara el dinero, así que con vergüenza y todo se lo pidió a su mejor amigo, el frutero.
Don pedro, armado con el cuchillo de la fruta en su cintura, la llevaba al lugar del evento y la esperaba afuera, después la llevaba a su casa, en ocasiones acababa tan maltrecha que la llevaba cargando hasta su casa y ahí ella le daba dinero, al principio no lo quiso aceptar, pero terminó aceptándolo, pues era cuestión de negocios, como quiera los favores sexuales no acabaron ahí, don pedro no le pagaba con dinero, pero si con fruta, era algo simbólico, pero Karen ya no lo haría gratis.
Don pedro entraba con Karen en sus brazos, ya era muy conocido por la abuela de Karen, quien solo veía como él la llevaba a la planta alta y tardaba en bajar, porque apenas llegaban a la cama, el hombre se sacaba la verga y se la cogía, pero en ocasiones Karen ya no podía por sus huecos por lo maltrecha que la dejaban, así que con las fuerzas que le quedaban solo le hacía una mamada.
Y otras veces estaba tan agotada, que quedaba totalmente sin fuerzas, así que el amable don pedro la acostaba en el centro de la cama boca arriba, después se subía y le metía la verga en la boca, la sostenía de la nuca y movía sus caderas haciendo firmes estocada hasta eyacular en la garganta de una sumisa y entregada Karen que se dejaba hacer por el maduro frutero.
*****
En una ocasión, al ver que tardaba en bajar, la abuela picada de curiosidad subió con pasos sigilosos, llegó a la puerta de Karen y suavemente la abrió, abrió su boca con la escena que vio, Karen estaba boca arriba con sus brazos a los costados y sus piernas juntas, don pedro estaba boca abajo con las piernas abiertas casi en “V”, pero con su entrepierna a nivel de la cabeza de Karen, le sostenía la nuca con ambas manos y le metía la verga en la boca empujando fuertemente la cadera hacia adelante, el frutero tenía el pecho y la cara pegados a la cama, pues usaba sus dos manos para sostener la nuca de Karen, el movimiento era demasiado obsceno, los huevos del hombre golpeaban en la barbilla de Karen que no hacía nada para quitarlo, producía una que otra arcada, pero aguantaba la aberrante forma en la que el frutero se saciaba con ella.
- Ay mamacita, que rica estás… aaahhh, que puta eres… aaahhh… pinche Karen estás bien buena… aaahhh… me encanta que seas bien puta… aaahhh… te aviento la leche en tu boca, trágatela toda… aaahhh… trágatela toda,… eres una perra… aaahhh—dijo don pedro con la boca abierta y los ojos en blanco, eyaculando dentro de la garganta de Karen.
El hombre más que agotado se apartó de ella suavemente, Karen al sentir que don pedro se la sacaba, después de eyacularle toda la leche, con lo que le quedaba de energía a la podre niña se movió hacia la parte superior de la cama, acomodó una almohada y se puso de lado para dormir, mientras lo hizo la abuela vio cómo Karen deglutía la leche que el hombre maduro le acababa de dejar, no desperdició ni una sola gota.
- Te amo Karen—dijo el frutero dándole un tierno besito en la frente—descansa pequeña, mañana te veo.
- Yo también lo amo don pedro—dijo Karen apenas con un hilo de voz—mañana lo veo.
Don pedro se subió el pantalón y salió de la habitación abrochándoselo, al hacerlo dio un brinco de susto, pues ahí estaba doña juanita con su bata de dormir, que era cortita y casi transparente, se notaba que no llevaba sostén y que llevaba una sexy pantaleta, a sus 42 años lucía sensual.
- ¡Seño!—dijo don pedro asustado—perdón, no sabía que estaba aquí.
Doña juanita se recargo en la pared, la luz de la luna iluminaba su rostro, el labio inferior le temblaba, estaba ansiosa, estaba excitada, podía olerse en el ambiente, su pecho subía y bajaba por la agitada respiración que tenía, don pedro lo notó y vio la oportunidad, se acercó lentamente a ella y suavemente puso ambas manos en la cintura de Doña Juanita, que al sentirlo abrió inevitablemente su boca.
- Aaahhh—fue el gemido que dio al sentir las manos del hombre que sádicamente se acababa de coger por la boca a su nieta.
Se acercó más a ella, quedando muy junto, podía sentir el cuerpo de Doña Juanita temblar, subió sus manos palpando las tetas de ella por encima de la suave tela de la bata, doña juanita abrió y cerró su boca rápidamente, como si quisiera decir algo, pero no pudo, su ceño estaba fruncido, sus palmas pegadas atrás a la pared, era el mero retrato de la abnegación, don pedro bajo sus manos pasando por la estrecha cintura y después por las caderas.
Era como si con sus manos enmarcara la escultural figura de la abuela, doña juanita abrió más su boca, don pedro bajo más las manos pasando por los costados externos de los muslos, llegó al borde inferior de la bata de dormir y lo tomó subiéndolo y enrollándolo, Doña Juanita no decía nada, se dejaba hacer, estaba recargada en la pared y miraba todo lo que hacía el viejo, su labio inferior no dejaba de temblar.
Don pedro abrió su boca asombrado por el cuerpazo de la abuela de su infantil amiga sexual, la pantaleta de Doña Juanita era negra, sexy y coqueta, con corte superior recto con un moñito al centro, cubría solo la mitad de las nalgas firmes de ella, adelante dibujaba un hermoso triangulo invertido, acentuando su estrecha y lubricada vagina, la verga de don Pedro cobró vida, a pesar de haber eyaculado en Karen, desarrolló una nueva erección.
- Mamacita, mira nomás, pero si estás bien buena—dijo don pedro, con su coloquial forma de hablar, a una Doña Juanita totalmente abnegada.
Don pedro la tomó de ambas nalgas, palpando su firmeza y apoyándose en estas, la jaló hacia él, acercó su boca a la de ella y la unió en un beso, que al principio Doña Juanita no correspondió, pero aflojó su boca para que el hombre la besara, pero cuando don pedro le apretó más las nalgas, Doña Juanita ya no se pudo resistir y se colgó del cuello del frutero metiéndole la lengua correspondiendo el apasionado beso.
Don pedro se abrió la cremallera y sacó su verga, quitó una mano de Doña Juanita del cuello de él y la llevó a su verga, la abuela gimió al sentir esa carne dura como roca, más excitada se sintió porque era la segunda verga que tocaba en su vida, pues solo don Jorge se la había cogido, después eso ya no tuvo más parejas sexuales, hasta ahora.
- Aaahhh—gimió la mujer masturbando a su pareja momentánea.
Don pedro, mientras le magreaba ferozmente las nalgas, le fue bajando la pantaleta, se maravilló al ver que ella estaba depilada, Karen la depilaba personalmente cada que hacía falta, así que desde hace tiempo la abuela no tenía un solo vello púbico.
- Aaahhh—gimió nuevamente al sentir los dedos del hombre penetrarle el introito.
Doña Juanita no dejaba de masturbarlo, ahora lo hacía con más entusiasmo al mismo tiempo que el frutero le dedeaba la raja, sintió como él le quitó la mano de la raja y aparto la ella de su verga, luego sintió como el, con su mano derecha, le levantó su pierna izquierda, sujetándola de la corva, en esa posición guió su verga con la otra mano a la encharcada raja.
- Aaahhh—la abuela abrió los ojos y la boca, pero su mirada era nublada, era la segunda verga que entraba en su vagina.
- Que rica panocha tienes, mamacita—le dijo el frutero en el oído, la abuela solo gimió más—estás bien arrecha, eso me gusta.
- Aaahhh—la respuesta de ella fue solo gemir más.
- ¿dónde está tu cuarto?—preguntó el hombre sin dejar de moverse, penetrando una y otra vez la encharcada raja—quiero cogerte en una cama.
La abuela no contestó, abría y cerraba su boca, gimiendo de placer a cada empuje que le daba, lo único que pudo hacer fue mirar hacia la habitación del fondo, señalándola con la mirada, don pedro lo entendió perfectamente, la tomó de la otra pierna y la levantó, el hombre era fuerte y Doña Juanita no era pesada, ella colaboró colgándose del cuello y mientras caminaba a la recámara, ella lo besaba apasionadamente, cabe mencionar que don pedro trataba de caminar de lado para mirar donde pisaba y no caerse, pues había poca luz.
Entraron a la recámara, solo se escuchó el crujir de esta y los intensos gemidos que la abuela de Karen dio por casi una hora.
Karen dentro del estupor que tenía por el cansancio alcanzó a escuchar los gemidos que venían del cuarto de su abuela, don pedro sí que le daba duro, no le dio importancia y cayó en un profundo sueño.
- Si… aaahhh… fuerte… por el culo… aaahhh—suplicaba la abuela siendo brutalmente sodomizada.
- Te voy a partir como la puta que eres.
- Si don Jorge—dijo la abuela respetuosamente hacia él—pártame… aaahhh.
- Eres igual de puta que Karen, ahora sé de dónde sacó lo cusca, ahí te voy—dijo el hombre acelerando sus estocadas
Cerca de una hora y media después Doña Juanita estaba acostada de lado en la cama, escurría mucha leche de su culo, le mamaba la verga a un don pedro aún agitado, que acostado boca arriba recibía la mamada de la abuela de Karen.
Doña juanita acostada de lado le sostenía la verga con su mano izquierda y la mamaba, la sacaba solo para pasarle la lengua y recoger los restos de semen que quedaban.
Don pedro, siempre que podía la miraba, la mujer antes se vestía como una abuela, no se notaba que tenía un muy buen cuerpo, pero después con la ropa que Karen le compró lo presumía mucho, esos pantalones ajustados o esas minifaldas arrancaban miradas en hombres de todas las edades, a don pedro se le había antojado esa mujer, pero era la abuela de su amiga, nunca imaginó que pasaría, ahora estaba ahí recibiendo una mamada para limpiar la verga que profanó todo hueco profanable de Doña Juanita.
- ¿Te gustó lo que hicimos?—preguntó Doña Juanita acariciándole suavemente los huevos, mientras pasaba la lengua por el meato.
- Mucho, la mera verdad que sí—le decía don pedro acariciando suavemente el cabello de ella—nunca imaginé que te iba a tener como hembra, siempre me preguntaba a qué sabría tu panochita, esta noche lo averigüé.
- Haz de pensar que soy una puerca después de esto—dijo ella expectante, pero sin dejar de acariciarle la verga y los huevos—después de todo lo que me dejé hacer.
- Sí, sí que lo eres, eres una puerca caliente, eres una marrana—dijo apretándole un pezón, doña juanita solo abrió su boca y frunció el entrecejo dejándose hacer—pero es lo que me hace estar muy arrecho contigo, que seas bien puta igual que Karen—le dijo jalándola para besarla.
Doña Juanita dócilmente se acercó a él y sus bocas se unieron en un beso apasionado, mientras las manos del frutero le masajearon fuertemente las tetas.
- ¿Crees que debamos decirle a Karen?—preguntó Doña Juanita mientras era obscenamente manoseada por el frutero, ella tampoco soltó la aguada verga de él.
- ¿Decirle?—dijo el frutero mirándola y sonriéndole—juanita con los gritos que diste pidiendo más verga por tu culo, muy seguro que nos escuchó, ella y toda la colonia, mejor habla con ella mañana.
- Bueno, yo hablo con ella ¿quieres otra vez?—preguntó tímidamente masajeándole los huevos y la verga al mismo tiempo que le lamía una tetilla—si quieres hasta me dejo mear por ti.
Don pedro notó lo tímida y abnegada que era, se sintió bien pues ahora tendría dos mujeres nalgonas para cogerse a su antojo
- Juanita, jajaja, Sí que eres una cusca y muy puta hambrienta de verga, con mucho gusto te partiría otra vez el culo, pero mis huevos están secos, mejor lo dejamos para otra ocasión.
- Mmm, ¿Prometido?—dijo doña juanita mirándolo a los ojos.
- Si juanita, me gustó mucho cogerte y claro que te lo voy hacer, te voy a coger muy rico por todos tus agujeros y hasta te voy a mear como quieres, te voy a mear dentro de ese culo que tienes ¿de acuerdo?
- Bueno, si tú quieres—dijo Doña Juanita, tenía baja autoestima y abiertamente le decía a don pedro, para que no dejara de cogérsela—cuando lo hagamos me voy a dejar hacer todo lo tú que quieras.
- Buen, mejor me voy, Juanita—dijo poniéndose de pie buscando su ropa—espero verte pronto otra vez, para repetir lo que hicimos y hacerte lo que te prometí.
- Yo también—dijo ella acostándose boca arriba en la cama mirando como el frutero se vestía.
El frutero miró a Doña Juanita, admirando el cuerpazo que la mujer tenía, la luz de la luna entraba por la ventana alumbrando ese cuerpo de infarto de una forma muy poética, ella acostada en esa posición se dejaba mirar sin pudor. Su piel sudada brillaba con la luz de la luna
Don pedro estuvo a punto de volverse a acostar con la mujer y ver si podía desarrollar otra erección, pero debía llegar a su casa, despejo su mente y salió, no sin antes besarla de lengua, mientras le metió dedos en la encharcada raja, doña juanita al sentirlo abrió sus piernas para facilitar la dedeada, empezó a gemir, el frutero le metió en la raja los dedos medio y anular, el pulgar machacando el clítoris, así la dedeó hasta que sintió el orgasmo en sus dedos, sintió como con ese estimulo la abuela hasta orina soltó.
- Ay don pedro… aaahhh… aaahhh… que rico—gimió la abuela chorreándose en la mano del frutero mientras lo besaba apasionadamente.
No cabía duda que era igual de cusca que su nieta, le besó la frente mientras le dio a probar sus dedos manchados de jugo vaginal y orina, la abuela sin chistar los chupó, definitivamente que era una mujer muy cusca, como lo diría él, se sintió contento con todo lo que iba a disfrutar a ese par de mujeres nalgonas.
Ya finalmente se levantó y caminó a la puerta, la volteo a ver y su última imagen fue ver a doña juanita acostada boca arriba con su piel brillando por el sudor.
En la mañana ella preparaba el desayuno, Karen bajó cambiada para ir a la escuela, la saludó de beso con lengua, acariciando una nalga, para después pasar al canal que hay entre ellas y de ahí bajar a su raja para meterle un dedito, después se lo saco y le dio una nalgada, el chasquido retumbó en la cocina, la abuela solo volteo y le sonrió tímidamente, solo vestía una camiseta delgada de algodón, sin pantaleta, ya no trabajaba, Karen la tenía descansando todo el día, para cuando ella llegara de la escuela la abuela estuviera lista y de humor para la acción.
- ¿Cómo amaneciste abuelita?—dijo mirándola con picardía mientras se sentaba en la mesa.
- Bien hijita, bien—dijo ella mirándola de reojo, mientras le servía el desayuno.
- Pues por lo que escuche anoche, creo que la respuesta es “muy, pero muy bien”—dijo llevándose un bocado a su boca.
- Escuchaste ¿verdad?—dijo ella mirándola con reserva.
- Todo—dijo Karen mientras masticaba su desayuno.
- ¿estás molesta?
- ¿por qué?—dijo llevándose otro bocado, hablando con una naturalidad indescriptible.
- Pues porque me metí con don pedro, tú… “amigo”—la abuela se sentó al lado de ella.
- ¿Y eso qué?—ahora tomó un trago del vaso de leche con chocolate que tenía enfrente.
- ¿De verdad no te molesta?—la abuela quería ver la verdad en ella, o al menos necesitaba escucharlo de Karen.
- Abuela—dijo Karen poniéndose de pie a un lado de ella—no sé cuántos años vayamos a vivir, pero sé que solo viviremos una vez—le acarició el cabello, para después darle un apasionado beso que la abuela recibió cerrando los ojos—así que no te detengas a disfrutar a un hombre, no tienes compromiso con nadie y puedes cogerte al hombre que tú quieras.
La abuela se quedó helada con la respuesta, Karen tenía razón y ella no lo había visto así, su juventud se había ido trabajando para cuidar de su hija Carmen y después de su nieta Karen cuando su hija las abandonó, ahora era ella misma quien le decía que podía hacer lo que quisiera con quien quisiera, miró como Karen se sentó para seguir comiendo su desayuno.
- ¿Puedo coger con quien yo quiera y no te molestaras?—preguntó Doña Juanita, Karen con comida en su boca solo volteo a verla asintiéndole rápidamente, dándole una sonrisa–¿Y si ese hombre es… Arturo?—preguntó bajito, Karen la volteo a ver.
Doña Juanita se asombró de lo que había hecho, jamás se hubiera atrevido a decir eso, se empezaba arrepentir de lo dicho, Karen dejó de masticar y se le quedó mirando, pasó su alimento y le dijo.
- Vaya, vaya ¿Así que te gusta mi novio?—la abuela la miró y se puso roja, ahora si se arrepintió en ese momento de lo que había dicho.
Karen se carcajeó, la abuela aún más roja la miró; Karen negando con la cabeza, mientras reía, le dio otro trago a su leche con chocolate.
- Abuela, siempre he sabido de quien saqué lo nalgona, pero ahora también sé de quién saqué lo puta y caliente, jajaja—dijo Karen con cinismo
- ¡Karen! Que cosas dices—dijo la abuela aún más roja, ya le temblaban las manos de arrepentimiento, definitivamente no debió haber dicho eso.
Karen sin dejar de reír se volvió a levantar y tomó a su abuela de la cara con ambas manos
- abuelita, eres el ser que más quiero en este mundo y claro que te puedes coger a Arturo, es más, vamos a compartir a todos los hombres que tú quieras, a todos los que se te antojen, así será ahora nuestra vida y nada nos va a detener, ya verás que bien la pasamos y de Arturo tu dime cuando y te lo traigo, te dejo sola con él y tú ya sabrás como convencerlo de que te coja, aunque—dijo sobándole una teta, doña juanita abrió su boca excitada—no creo que batalles mucho, porque estás bien buena jajaja.
Se fundieron en un beso, abuela la tomó a su nieta de las nalgas acariciándola, Karen gimió sintiendo como su abuela metía mano bajo su falda y después bajo su pantaleta y le palpaba el aún hinchado culo.
- Traes muy hinchado tu culito—dijo la abuela pasando el dedo medio por encima del esfínter.
- Sí, me lo dejaron muy maltratado anoche, el tipo tenía una verga enorme y me dio muy duro ¿y si me lames tantito?
La abuela sonrió mirando como Karen se dio la vuelta y se empinó al mismo tiempo que levantó su falta y bajó su pantaleta, en esa posición recibió la alengua de su abuela hasta que se chorreo de la vagina, después se enderezó y se volteo a verla.
- Te quiero abuela. No, mejor dicho, te amo Juanita, eres el amor de mi vida—dijo antes de besarla apasionadamaente.
Sus lenguas se enroscaron en una danza sexual impropia entre una adulta y una niña, aunado a que esa niña era su nieta, pero ese momento fue el pacto que hicieron las dos en su nueva vida, fue como si la abuela firmara ese pacto con los dedos dentro del culo de Karen que empezó a gemir más y amover sus caderas de atrás a adelante.
*****
De vuelta en el salón, en la hora de castigo.
El profesor lamia la cara de Karen, inhalaba su esencia de niña, estaba más que obsesionado con Karen, incluso había dejado a su esposa, y cuando le propuso hacer una vida juntos, ella lo rechazó diciéndole que ya estaba comprometida con alguien, el profesor con el corazón roto, imaginó que era con Arturo su novio oficial, lo que no sabía es que con quien ella estaba comprometida era con don Jorge, su padre biológico, que la engendró con su propia hija, la cual tuvo con su abuela, ese pensamiento la hizo tener un orgasmo.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh—gimió sintiendo como el profesor le daba más duro, él pensó que había provocado ese orgasmo, sin tener idea que era una fantasía de ella, como las muchas que tenía mientras cogía.
Karen sonrió al sentir como él se la sacaba y la ponía boca abajo en el escritorio con sus piernas colgando, sonrió feliz, pues cobraría más por ese acto, sintió como él le ensalivo el culo con su boca y después le puso la verga, empujó y esta entró.
- Aaahhh… profe, la tiene muy gruesa—nuevamente los elogios empezaban.
- ¿Qué tengo gruesa?—decía el profesor, apretando los dientes y frunciendo el entrecejo—dímelo… dímelo y te doy más fuerte.
- La verga profe, su verga está muy gruesa… aaahhh… aaahhh… aaahhh.
- Dilo como me gusta—dijo para hacerla repetir de forma más obscena la descripción.
- Su pinche verga está muy gruesa… aaahhh… aaahhh
El profesor se enloqueció, le encantaba como sonaba la palabra verga o cualquier injuria en la boquita de Karen, esa misma boquita que hacía unos momentos, le había mamado la verga con maestría inigualable.
- Profe… profe… profe… deme más despacio por favor… me rompe toda… aaahhh… aaahhh… aaahhh… me desgarra el culo… aaahhh
- Si, te voy a partir en dos, en dos como a una puta, aaahhh… voy a partirte el culo como la puta que eres.
- Si, profe, pártame como a una puta, deme… deme… no importa si grito, deme fuerte… aaahhh… aaahhh… aaahhh.
El profesor ya vuelto loco de lujuria, aceleró, tanto como pudo hasta que ya no pudo aguantar más y empezó a soltar leche, al hacerlo, le asentó varias nalgadas a Karen que no paró de gemir, ahora si por la embestidas de su profesor, eso le gustaba a ella, el sexo fuerte y sin misericordia, por alguna razón era como tenía sus orgasmos más intensos, cuando se sentía tan solo un mero instrumento de placer de los hombres, cuando estos hacían cosas sin pedirle permiso, la escupían, la humillaban, ella gritaba de placer sincero.
- Aaahhh—gimió Karen al sentir como el maestro le jalaba el cabello enterrándole más la verga mientras seguía eyaculando.
El profesor seguía gimiendo aun soltando pequeños chorros de leche que lo hacían estremecer, nunca había eyaculado con tanto placer, solo con Karen, por eso se hizo adicto a ella, cuando ella lo rechazó, solo le quedó el tenerla como un cliente más, pero eso no restaba que sintiera el placer que sentía.
- Karen, te amo—dijo el profesor cayendo sentado en su silla, estaba desfallecido.
- ¿De verdad me ama?—dijo Karen bajando del escritorio, volteándose y agachándose a meter la verga en su boca para limpiarlo.
- Con toda mi alma, tú lo sabes, sabes que solo es cuestión que me des el sí y nos vamos juntos a vivir a otro lado.
- Pero aquí tengo a mi abuela.
- Nos la llevamos—dijo el profesor recuperando el aliento y pensando que su abuela estaba muy buena, en su fantasía se cogía a las dos, así que no tenía ningún problema en llevársela también.
- Si, profe, lo sé—se fue subiendo hasta quedar a horcajadas sobre él, quedando su rajita sobre la babosa verga del profesor—pero entienda que ya estoy comprometida y no debo faltar a mi palabra—Karen le lamía la cara al profesor, lo hacía suave y sensual.
- Sí, eso lo sé—dijo mirando a otro lado el pobre hombre, al sentir que cada vez que habla de eso se le rompía el corazón; Karen, tomándolo con ambas manos, le volteo la cara para que la viera.
- Pero podemos seguir teniendo estos momentos—lo beso metiéndole lengua—aquí en nuestro nidito de amor, o cuando me lleva a pasear en su auto y acabamos escondidos en el monte haciendo “cositas ricas”, ¿sabe? Eso me excita, que me coja al aire libre, que alguien no atrape, a usted y a mí, usted teniéndome empinada en el asiento trasero de su carro, metiéndome la verga por el culo, haciendo me gritar de dolor y placer como macho que es—le volvió a besar apasionadamente–¿Sabe algo?
- ¿Qué?—preguntó correspondiendo el apasionado beso.
- Me gustó cuando me llevó al río, a ese lugar escondido que usted conoce y ahí en el agua me la metió por todos lados, no sabe cómo me chorreé—dijo para después volver a besarlo con mucha pasión.
El profesor sentía que se le salía el alma con esos besos, sabían a culo de ella y leche de él, pero no le daba asco, al contrario, su verga brincaba de gusto, no recordaba algún momento así con otra mujer, ni si quiera con su ex esposa. Aparte, las palabras de Karen lo hacían volar, eso tenía ella, sabía decir las cosas en el momento correcto. La verga del profesor inevitablemente se volvió aponer dura.
- Mmm—dijo Karen sonriéndole y moviendo su cadera—alguien quiere seguir jugando.
- Karen ya no traigo más dinero—dijo pensando que con la enculada que le dio, ya había consumido lo que traía y no tendría para pagarle más.
- No se preocupe, la casa invita—dijo Karen sonriéndole coqueta, y ya había aprendido a decir frases de burdeles.
- ¿De verdad?—preguntó el hombre emocionado.
- Si, Jijiji—sonrió Karen coqueta moviendo sus caderas con más intensidad.
- ¿Por qué lo haces?—preguntó mirándola a los ojos, había expectativa en su mirada.
- Para que vea que si lo quiero, y que si no le doy el sí para casarme con usted, pues mínimo le doy las nalgas para que me goce todo lo que quiera, Jijiji—lo miraba con esa mirada felina que tenía—y para que vea que es verdad, le dejo que me haga lo que quiera, como le dije, “ésta” la invita la casa
La verga del profesor ya estaba dura de nuevo, Karen solo se levantó un poco, la verga brincó y ella bajo atrapándola en ese movimiento, ya era una experta haciendo esas maniobras, bajo rápido metiéndose la toda, la lubricación de la reciente cogida facilitó eso.
- Aaahhh, profe, otra vez dentro, aaahhh… que rico, ¿Ve como si lo amo? ¿Ve cómo me gusta tanto coger con usted? Tanto, que hasta gratis lo hago… aaahhh… y ya le dije, hágame lo que quiera… Mmmggghhh—gimió dentro de la boca del profesor metiéndole la lengua
Las piernas de Karen colgaban a los lados del hombre, eso facilitaba que moviera sus caderas de adelante a atrás y a los lados, el profesor la sostenía de las nalgas con ambas manos, haciendo movimientos de meter y sacar.
- Profe… aaahhh—gimió Karen besándolo.
El profesor estaba loco de excitación, Karen le regalaba un segundo acostón, pensaba que lo hacía por amor, pero no, Karen había aprendido que el sexo es como una droga, solo es cuestión de dárselas a probar para que se hagan adictos y una vez que son adictos, un pase gratis los amarra más.
El profesor besó profundamente a Karen, le metió tan adentro la lengua, que el habría jurado tocó sus amígdalas; la subía y la bajaba con fuerza, Karen gemía a esos embates, le daba fuete y la estaba excitando, así le gusta a ella.
- Aaahhh profe, que rica verga, siento como me quiere partir en dos, aaahhh
- Te voy a partir en dos—dijo con voz ronca.
El profesor se levantó con Karen bien ensartada y la pegó al pizarrón, ahí se la cogió un rato, la tenía totalmente pegada al pizarrón y la falda atorada en la espalda de ella, la bombeaba fuerte, sentía como la mojada raja de la niña lo recibía con gusto, el pizarrón estaba muy manchado de gis, al retirarse de ahí, las nalgas de Karen quedaron dibujadas en este, como un hermoso corazón invertido.
- Profe… profe… aaahhh… aaahhh.
Karen era subida y bajada como un balerito, al menos eso sentía ella, la hacía recordar como jugó con su padre-abuelo la primera vez, como con engaños del supuesto juego del balero, don Jorge se la cogió.
- Si profe… si profe… así, que rico… aaahhh.
El profesor caminaba subiendo y bajando a Karen, la sostenía de la corvas, ella se colgaba del cuello del profesor con ambas manos, eso facilitaba que él la moviera a su antojo.
- Aaahhh… aaahhh—Karen gemía siendo cogida fuertemente.
El profesor llegó hasta la esquina, esa donde ponían a los que castigaba, se la sacó a Karen y la sentó en el banquito mirando a la pared, tomó las orejas de burro con las que humillaba a los estudiantes que no aprendían rápido y se las puso a Karen, ésta sonriendo lo volteo a ver, miró hacia abajo como el profesor dirigía la verga a su aguado y recién usado culo, la sujetó con ambas manos de las caderas y le enterró la verga lentamente hasta la raíz, así la bombeo lento y profundo, cuando sintió que ya entraba y salía fácil empezó aumentar la velocidad.
- Eres una burrita—le dijo penetrándole el culo en un movimiento obsceno de caderas.
- Aaahhh—gimió Karen regresando la mirada al frente—si lo soy, soy una burrita.
- Mereces castigo—decía el depravado hombre sosteniéndola de las cadera para afianzar sus penetraciones.
- Sí. Castígueme pues, aaahhh.
El maestro levantó la mano y la dejó caer sobre la nalga de Karen que gritó, ella aún traía su uniforme, el maestro mientras se la iba cogiendo le fue desabotonando la blusa escolar, la despojó de esta y después de su corpiño, al sacárselo se le cayeron las orejas de burro, el profesor las atrapó antes de que cayeran y se las volvió aponer.
- No te quites las orejas, eres una burrita y mereces traerlas.
- Si profe, perdón, no lo vuelvo hacer, castígueme otra vez… aaahhh—gimió al recibir otra nalgada.
El profesor la bombeaba mientras pensaba como quitarle la falda sin dejar de penetrarla, le bajo el cierre lateral y la levantó, Karen al sentir eso levantó sus brazos y maniobrando al sostener ella misma con una mano sus orejas de burra y después con la otra, logró ser despojada de su última prenda sin perder las orejas de burra.
- Aaahhh—Karen gimió al sentir otra nalgada–¿pero por qué? Si no perdí mis orejas de burra.
- Por burra, por eso te nalgueo, eso es lo que se hace con las burras, si no caminan se les tiene que azotar.
- Aaahhh—volvió a recibir otra nalgada—ton´s si eso quiere, castígueme pues… aaayyy… aaahhh
Karen ya totalmente desnuda, sentada en el banquito, con sus nalgas volando, recibía verga por su culo, sus orejas de burro hacían ver la escena muy aberrante, su piel morena brillaba por el sudor, se sostenía con ambas manos de la pared, el maestro la sostenía con ambas manos de las caderas y solo la saltaba para asentarle sonoras nalgadas.
- Eres una burra—casi le gritaba el maestro.
- Sí, soy una burra… aaahhh… aaahhh.
- Eres una puta—le dijo dándole una fuerte nalgada.
- También lo soy… aaahhh… soy una puta… aaahhh…
- Si, eres una puta burra, toma, toma, toma… toma puta… toma burra… toma—le asentó tres nalgadas cuyo chasquido pudo haber sido oído hasta la otra parte del pueblo.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh, si, pégueme como a una burra… como a una burra puta… aaahhh
- Eres una puta burra, Has como una burra, has como burra—le dijo nalgueándola una y otra vez.
Karen sabía que sonido hacían los burros, pero no sabía cómo imitarlo, tenía compañeros que imitaban muy bien ese sonido, con un chiflido antepuesto a un final “jho…jho…jho…jho…”, pero no tenía idea como hacerlo, estaba en su roll de burrita y quería complacer a su maestro imitando una burra, pero ni idea de cómo le saldría.
- Hazle como burra—seguía exigiendo el profesor.
- Ñihihijjjuuu… Ñihihijjjuuu… Ñihihijjjuuu—hacía el sonido más torpe que asemejara un burro.
- Mas, rebuzna más—tres nalgadas recibió como motivación para seguir imitando a un burro
- Ñihihijjjuuu… Ñihihijjjuuu… Ñihihijjjuuu…
Karen ahora dejó de sentir excitación para sentir vergüenza, no por ser humillada al ser tratada como una vil puta burra, sino por no poder hacer un sonido respetable que asemejara un burro, pero eso no le importó al maestro, que le siguió bombeando el culo.
Si alguien entraba al salón miraría esa escena, con Karen totalmente desnuda sentada en el banquillo de los castigados, con orejas de burro en su cabeza, intentando torpemente chillar como uno de ellos y su profesor atrás de ella moviendo salvajemente sus caderas, penetrándole el culo.
- Ay—se quejó Karen cuando su maestro la levantó y así cogiéndosela por el culo, la llevo a su pupitre, ahí se la sacó y la sentó en su propio pupitre, su culo al irse cerrando hizo sonidos raros.
- Mámamela, anda burra, mámame la verga como burra puta que eres—le ordenó el profesor sosteniéndola con mano izquierda de la nuca, mientras con la derecha le asentó arias bofetadas.
Karen ya más tranquila abrió su boquita para recibir la verga adulta de su maestro, ya el asunto de la rebuznada había pasado, ahora estaba en lo que mejor sabía hacer, darle placer a un hombre adulto con su boca.
- Aaahhh… si… burrita… aaahhh—dijo el maestro poniendo los ojos en blanco.
Karen ahora ya tenía una técnica depurada, la metía y la sacaba de su boca, mientras con su mano lo masturbaba, eran dos cosas que ella dominaba, la velocidad de la boca era para provocar diferentes niveles de placer y la velocidad de la mano imponía la eyaculación, podía dar mucho placer retardando la eyaculación o hacerlo acabar sin que la persona pudiera evitarlo.
- Oh si, Karen, mi burrita puta—dijo el maestro moviendo su cadera.
Se había tomado en serio lo que le había dicho Karen, de que podía hacerle lo que quisiera, se desquició, pues siempre tenía muchas ideas para hacer con Karen, pero no siempre las llevaba a cabo. La levantó del pupitre y ahora fue él quien se sentó ahí, tomó a Karen y la sentó en su verga, esta se fue por la raja hasta muy adentro doblándole su cérvix infantil.
- Aaahhh, si mi putita, mi burrita, muévete, sácame la leche como una burra puta que eres.
- Si profe, lo que usted quiera… aaahhh.
Karen no se hizo esperar, se movió como su posición le permitió, si el maestro quería acabar, pues lo haría acabar.
- Aaahhh… profe… profe
Mientras Karen se movía el profesor la tomó del rostro y la besó, aunque más que beso fue una lamida, su piel sabía a sal, la fue lamiendo hacia abajo a sus tetas, tuvo que doblarse mucho para poder seguirla cogiendo mientras le chupaba un pezón.
- Eres mía—fue lo que dijo ante una Karen que gemía cada vez más.
- Si profe… aaahhh… soy suya… aaahhh… aaahhh—gimió Karen sintiendo como se chorreaba de la raja.
Chupó fuerte, Karen sintió una intensa corriente eléctrica que le llegó del pezón, se fue a su cerebro y de ahí a su vagina, que chorreo su orgasmo, de repente ella sintió la succión más fuerte y ya no sobre su pezón, el profesor le chupaba aun lado de su areola infantil, la iba a marcar.
- No profe, así no profe, así no… aaahhh… aaahhh… aaahhh
No pudo evitar su orgasmo, por alguna razón tuvo un intenso orgasmo con su profesor, ya la dominaba totalmente, ya no era el hombre que le pedía permiso, ahora lo hacía incluso en contra de su voluntad, ahora si se comportaba como un hombre con ella, haciéndola su mujer, Karen ya no pudo aguantar más y meneó sus caderas de forma muy intensa, chorreando la verga del maestro.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh… profe…
Dijo Karen sosteniéndolo de la nuca contra ella para que la marcara más, mientras el hombre dejo de chupar y empezó a bufar su orgasmo, eyaculó mucha leche en la raja infantil de Karen.
- Me vengo mi burrita—dijo arqueando su cabeza hacia atrás mientras le dejaba la leche a Karen.
- Si profe… aaahhh… siento los chorros de su verga… aaahhh… aaahhh… aaahhh.
Se vació en ella de una forma intensa y copiosa, se quedó dentro de ella cuando dejo de soltar leche, Karen estaba ahora exhausta, titiritaba recargando su cara en el pecho de su profesor, olía su humor a hombre, apretó su vagina por mero reflejo.
- Te amo Karen, nunca lo olvides—le dijo dándole un beso en la negra y lisa cabellera de la nalgona niña.
La despegó de él gentilmente, Karen estaba seria, miraba la nada, ahora su excitación estaba bajando y regresaba la cordura, el profesor la tomó con ambas manos de la cara, la iba a besar y ella se volteo a un lado.
- ¿Pasa algo Karen?
- ¿Por qué lo hizo?—dijo refiriéndose al chupetón—sabe que eso no lo debe hacer.
- Perdón, me dejé llevar, nunca te había cogido como hoy, creo que perdí la cabeza, pero te lo compensaré.
- ¿Cómo?—preguntó ella mirando el piso.
- Bueno, te invito a la capital, si quieres, a ti y a tu abuelita
- ¿A la capital?—el rostro de ella cambió.
- Si, sé que nunca has ido y sé que quieres ir, así que te invito, todo pagado obviamente y ni siquiera tiene que haber sexo, ¿te gusta la idea?
- Si—un brillo apareció en los ojos de Karen, realmente nunca había ido a la capital del país, había escuchado muchas cosas y moría de ganas por conocer esa ciudad.
- Ya ves, te dije que te iba a compensar ¿me perdonas?
- Si profe, lo perdono—se lanzó sobre él y lo besó, no esperaba la hora para llegar a su casa y contarle a su abuela.
- Te amo Karen—le dijo besándola apasionadamente.
- Y yo a usted—lo dijo mirándolo a los ojos, con esos ojos negros azabache que enamoraban—pero ya sabe que no me puedo ir con usted, pero si lo amo, más porque me va a llevar a la capital y por el sexo no se preocupe, que si habrá y muy rico.
Karen se bajó de él y metió la verga a su boca, le empezó a mamar, quería excitarlo, estaba tan contenta que se dejaría coger por él otra vez.
- ¿sí?—preguntó el hombre empezando a excitarse con la boca de Karen–¿Y tú abuelita?
- Ay, por ella no se preocupe, no será problema, usted y yo vamos a gozar mucho allá en la capital.
Se levantó y se sentó a horcajadas sobre él y se fundieron en un apasionado beso, el no perdió oportunidad de acariciarle esas hermosas nalgas, después la separó gentilmente.
- Ya Karen, porque se me está parando la verga otra vez—dijo el hombre recuperado la cordura, bueno al menos eso intentaba.
- Pues deme verga otra vez, me tiene tan recontenta que me dejo coger otra vez.
El profesor ya no aguantó más, levantó a Karen y apunto la verga su culito y cuando la baja para enterrársela ella lo detuvo.
- Profe, por adelante, por mi panochita, ande no sea malo y hágame venir por mi panochita.
- Si, Karen. Te meteré la verga en tu panochita hasta que te vengas.
El profesor entendió y guio su verga a la rajita infantil de Karen, cuenda ella la sintió fue bajando, la verga regresó al a raja infantil pero muy encharcada de Karen, que gimió fuerte totalmente excitada, el profesor la subía y la bajaba.
Quince minutos llevaban en la tercera cogida del día, Karen gemía muy intenso, el profesor la sostenía de las nalgas, Karen en verdad que estaba contenta, mucho, tanto que enderezó todo lo que pudo su pecho y guio la boca de su maestro al pezón contrario al marcado, la puso a un lado de este.
- Chúpeme aquí, chúpeme muy fuerte… ay… ay… aaahhh
Karen tuvo otro orgasmo más sintiendo como el profesor le mascaba otra vez su piel.
- Profe, lo amo… lo amo… chúpeme fuerte, márqueme para acordarme toda la semana de usted… aaahhh… aaahhh… aaahhh
El hombre eyaculó sin poder evitarlo, le dejó mucha leche a la niña que desde hace 3 años no podía quitar de su mente, por la que había dejado todo y lo volvería hacer.
Se quedaron quietos, ella encima de él, los dos respiraban exhaustos, pero muy felices, se acariciaban suavemente, cada quien había obtenido lo que quería, finalmente el profesor habló.
- Bien, arreglemos esto—dijo quitando suavemente a la niña y poniéndose de pie.
- Si profe
Karen desnuda y escurriendo leche de su raja fue a la esquina donde estaba su ropa tirada, la levanto sacudiéndole el polvo y se fue vistiendo, lo último en ponerse fue su pantaleta, ya vestida tomó un pañuelo y se secó el sudor que tenía en la cara y el cuello, su maestro no tuvo problemas para vestirse, porque nunca se quitó la ropa, su única preocupación era la mancha blanquecina que le quedó en el pantalón a nivel de su bragueta, por los jugos emanados de la vagina infantil de Karen.
Karen fue a despedirse de él de beso, lo besó mientras él con un trapo húmedo tallaba la mancha en su pantalón.
- Lo deje muy manchado ¿verdad?—dijo Karen mirándolo coqueta—perdón, pero es que me hizo mojar mucho.
- Sí, pero no te preocupes, la cogida que te di valió la pena—sacó unos billetes y se los dio
- Jijiji ¿Si le gustó?—rio Karen tapándose la boca
- Mucho, sentí una conexión contigo, como nunca antes la había sentido
- Fíjese que yo también, ahora si me hizo venir mucho, a lo mejor porque me puso requeté contenta de que me va a llevar a mi abuelita y a mí a la capital.
- Si Karen, te lo prometí y las voy a llevar a las dos.
- Gracias profe, bueno, ya me voy porque es muy tarde, lo veo mañana, adiós profe—dijo tomando su mochila, para luego guardar el dinero
- Adiós Karen.
Karen salió del salón contoneando su culo, el profesor sin dejar de tallar la mancha, la siguió con la mirada, con gusto le metería la verga otra vez, pero ya habría oportunidad para hacérselo a esa niña nalgona.
- Hola Don pedro ¿Cómo está?—dijo saludando a su amigo el frutero.
- Muy bien mi niña—dijo extendiéndole un vaso de sandía fresca–¿te volvieron a dejar castigada?
- Sí, porque no entregué una tarea—mintió la niña—ya ve que ayer tuve mucho trabajo.
- Mi niña, ya te dije—dijo el hombre refiriéndose a su nuevo trabajo— ¿por qué no dejas eso? Es muy peligroso.
- Pues para eso lo llevo a usted, pa´que me cuide, pues.
- Y yo te cuido, pero no sé hasta donde pueda cuidarte, te puedes meter con gente de la que no te podré proteger.
- Usted es un hombre fuerte y valiente y con su cuchillo nadie lo detiene, yo sé que si usted siente que me están haciendo daño me defenderá.
- Si mi niña, sabes bien que daría la vida por ti.
- Ya ve, con usted a mi lado nadie me hará daño.
- Si mi niña—dijo Don pedro con decisión, después miró el cuerpo e Karen— ¿y cuando nos vamos a nuestro nidito?
- Jijiji ¿tiene ganas de cogerme?—dijo Karen moviéndose coqueta
- Siempre mi niña, sabes que siempre te quiero meter la verga por ese culito tuyo—dijo relamiéndose los labios, mirando a Karen de arriba abajo.
- Ay Don pedro, que cosas me dice—dijo fingiendo vergüenza—miré, ya hasta me puse chinita de la piel.
- “Amonos” a coger un ratito mi niña, ahorita hay tiempo—la verga del frutero ya pedía guerra.
- No Don Pedro, ya me entretuvieron mucho en la escuela y tengo que llegar a mi casa, pero mire mañana se lo compenso, es más, si no le cumplo aquí, me lo llevo a la noche a mi casa, mi abuela se pondrá requeté contenta.
- ¿Prometido?—dijo moviendo su mano ansiosa, tenía ganas de Doña Juanita otra vez.
- Prometido—dijo Karen levantando su mano izquierda, o sea la mano incorrecta, lo dicho, no era propiamente la niña con más conocimiento, cultura o educación, pero si la más nalgona y caliente.
Karen, volteando a todos para ver que no había gente, se acercó al frutero y le dio un beso en la boca, no duró mucho, pero si fue sensual, lo bueno que ya había comido varios trozos de sandía, si no el pobre hombre hubiera detectado la leche del profesor.
Pasó frente a la tienda y tras el mostrador, miró al hombre clavo y gordo, que también la miró relamiéndose los labios, Karen le sonrió y le lanzó un beso con sus sensuales labios, el hombre dio un respingo; era cliente frecuente de ella, pero tuvo que ponerle reglas, pues siempre la hacía sangrar de la nariz porque le pegaba, además de todo lo que le hacía.
Iba la nalgona feliz caminando, le encantaba como se sentía el aire por debajo de su falda, jugueteando a levantársela, en ocasiones lo hacía, ella sentía la mirada de los hombres que se la comían; si, era una niña, pero esas nalgas querían decir lo contrario, llegó a la encrucijada de su camino, al punto de cambiar de dirección, una era la casa de su abuela y la otra la casa de don Jorge, decidió la segunda, sabía que el viejo estaría solo y tenía ganas de estar con él.
Otro gran relato, qué bien se lee el desarrollo de la protagonista, y sin duda la incorporación de la abuela a las actividades aumenta la lujuria. Gracias por tu trabajo!!!
excelente relato, espero el reencuentro abuela, hija y nieta.