Las Confesiones de Nelson… El que espiaba cuando sobrina y tío entraban al baño
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Mis pensamientos decían, que lo que he hecho estaba mal, muy mal. Pensaba de todo << ¿y si la he dejado preñada? >>…
En cambio mi verga, dura y todo, latía cada vez que recordaba, en ese chocho calientito y aguadito. De tanto tenerla dura, cuando iba al baño, notaba como dejaba todo el interior húmedo, y en la ducha, me jalaba como nunca antes lo había hecho, pero hasta ahí, ya no podía hacerle eso a Graciela.
Ella estuvo distante, sintiendo vergüenza, y yo la entendía. También estaba en la misma, mejor evitar mirarla, y no tener esos pensamientos morbosos que tanto me dejaba el güebo adolorido.
Pero compadre… como evitar la tentación, si cuando está ahí presente, uno puede con ella y solo permite que suceda lo que tenga que suceder.
Las pajas que me hacía, era cada vez más seguido. Y en todas ellas, Graciela estaba presente, no había terminado de salir del baño, cuando ya de nuevo la tenía dura, y me dolía y me picaba también.
Creo, ya ella empezaba a espiarme cuando yo iba al baño. El baño quedaba afuera, y la puerta no estaba en muy buenas condiciones; cuando oía uno que el agua caía al suelo, uno sabía que el baño estaba ocupado. Yo esa tarde, con la toalla en el hombro fui a darme un baño. Deje la ropa sobre el excusado, y cuando he entrado al chorro de agua, con la verga bien tiesa y caliente, al ponerme la mano encima, sentía como me latía, y pensaba en lo tanto que se me pone dura, tal vez podía coger un problema después…. Cosas que pensaba compadre.
Me he sobresaltado, cuando oigo que empujan la puerta del baño, era ella la entraba toda asustada. Se quitó la ropa rápido, y yo hice el intento por detenerla. Pero al verme con el machete parado, lo agarra con su mano y me lo aprieta intentando hacerme una paja. Ella sentada en el excusado, se levanta la falda y no trae pantaletas puestas. Veo como ese papo esta rojito, aguado, supurando néctar de la rajita. Lo que hice fue pasar mi dedo, y al introducirlo ella estaba hirviendo por dentro.
Así compadre, abiertica, sentada en esa poceta incomoda. Me agacho un poco, y apuntando mi mástil a su raja; con solo poner mi glande en la entrada, esa cuca me lo jalo, y yo solo empuje delicadamente. Cuando lo he metido hasta la patica, ella hizo un gesto de dolor y placer, luego me abraza con las piernas, y dejándosela ir así, vi como mi trozo era chupada por esa vagina humedad y golosa. Ella también se quedaba viendo; le saco todo el güebo y se lo vuelvo a introducir lentamente, y cuando intento cogerla moviendo mucho más la cadera, sin poder evitarlo, mi verga se prenso, y acabe dentro de su chochito. Cerré los ojos y me olvide de todo, de nuevo he acabado rápido y con todo mi cuerpo, tirite encima de ella. Y casi, el gemido que he sollozado, se escuchaba en toda la casa.
Cuando uno piensa, que lo va dejar de hacer, es cuando más lo vas hacer. Compadre créame que no quería seguir hacerlo, aunque mi verga me lo pedía a cada rato. Con esta segunda vez que lo hemos hechos, el temor en mi mermo, y mi consciencia no me martillaba tanto como antes. Ahora solo pensaba que ella era la sonsacadora, pero lo menos que intentaba yo, era achacarle todo el peso, y yo nada.
II
Sergio se quedó callado, imaginando todo aquello que le decía Nelson ahí acostado abajo. La verga la tenía a punto de estallar, si se tocaba un poco por encima, probablemente acabaría, y quizás iba a gemir así mismo como le dijo Nelson en la confesión.
¿Te dormiste? –le pregunta Nelson a Sergio.
Todavía no –le responde.
Compadre te voy a confesar otra cosa más –le dice Nelson – con todo esto que te he dicho ya, creo que no me vaya juzgar por lo que te quiero decir ahora.
Compa ¿Usted alguna vez ha cogido con un marico? –
A Sergio le sube la sangre a la cabeza, sintió la pregunta como una proposición de confesarse ahora él. Pero cuando Nelson siguió hablando, se le bajaron los humos y solo le contesto, que no; él nunca lo ha hecho. Seguido de esto, le pregunta…
¿Compadre usted si? –.
III
A Graciela, le gustaba tanto, que de sínica, no se quitaba la falda. Mi hermana más de una vez le decía que no fuera cochina, pero ella decía que le gustaba mucho esa falda, y además todos los días la lavaba.
Una mañana mi hermana salió al mercado, los otros dos hermanos míos andaban para el colegio junto con los otros dos sobrinos míos. Graciela estudiaba en la tarde.
Estaba acostado en la cama, cuando ella entra a la habitación. Se sube de una la falda, yo me levanto y como tenía ya el cierre abajo, esperándola, solo hice fue sacarme el güebo, mientras ella se acotaba a la horilla de la cama y abría las piernas para mí.
Ella toda abierta como una tijera, espera que yo le meta el güebo. Pero teníamos un poco de tiempo, me agacho y le paso la lengua en toda la raja. He probado su néctar, era saladito y viscosito.
El vientre le tiembla y cierra los ojos, mientras chista el placer que siente. Introduzco el dedo medio, y esa vagina me lo apretaba, le hago círculos y le provoco un espasmo. Pasándole lengua u chupando su néctar, la tengo loca, con mano encima de mi cabeza. Yo creía que ya iba a tener un problema de eyaculación precoz, y si iba a acabar rápido, mejor primero darle una buena mamada de cuca.
Solo me he quitado la franela, y ella se queda viendo mi torso para luego apretarme con sus manos. Me baje el pantalón solo un poco, y luego afincando mi erección, se la meto hasta al fondo. Su expresión estaba totalmente seria, pero su cintura se movía solita hacia delante y hacia atrás. Yo me quedo quieto y veo como se mata sola. Su cuquita me apretaba todo el mástil, y veía como la mata de pelo que tenía, le arropaba los labios que apenas tenía unos pelitos largos.
Compadre ella estaba bastante humedad, y caliente por dentro. Cuando empezó cogerla yo, dejo caer mi pecho sobre su cuerpo, y ella busca darme un beso, le meto la lengua y haciéndole el amor, la empiezo a coger bien apretadito. La moví al centro de la cama, y ahí revolcándonos, hasta no darle bien duro, esta vez me aguante, pero cuando quería acabar, logro sacar primero mi verga de su chocho. Le subo la franelilla que ella tenía puesta, y viendo sus pechitos redonditos, me hago la paja y al momentico le acabo en el medio de sus senos…
Ambos estábamos sudados, yo lo único que le digo es que vaya rápido a bañarse, y ella se va rápido al baño.
No todo lo que te he contado, ha sido exactamente así. Te he omitidos ciertos detalles, porque no sé qué vayas a pensar tú de mí –le dice Nelson a Sergio.
Pero dime, hasta lo momento no te he juzgado –le responde Sergio.
La primera vez que paso con Graciela, recuerda que te dije que en ese entonces estaban en la casa, familiares del viejo. Entre los primos de ella, estaba Jair; un chico del mismo tiempo de Graciela. A él se le notaba que iba ser marico, pero ni pendiente pues; lo menos que quería o, era que el viejo se diera cuenta que uno se daba cuenta de la vaina del sobrino.
Fue una noche, después de tres días del hecho, yo estaba sentando en las aceras de la calle, ahí frente de la casa. Adentro estaban todos, y solo esperaba que me llamaran, si es que nos iban a dar de cenar, todo dependiendo del humor que tuviera el viejo. En eso sale Jair a la calle, y se sienta en la acera. La verdad es que no recuerdo cómo fue que empezamos hablar y a pesar de que él hablaba como niña, no era motivo para yo pensar mal del el, pero me dejo en el sitio, cuando el carajito me pregunto; ¿Por qué yo esa noche, Graciela se había ido a dormir conmigo? yo solo le esquivo la mirada, y le digo que no; ella no dormido conmigo. Pero el chico me miraba de reojo, como diciendo en su mente << yo sé, que tú y Graciela han culiando >>.
De por sí, yo estaba burda de cagado, pero esa noche no hice tanta mente al asunto, y pensé que era yo, quien lo imaginaba de esa manera. No creía capaz, que Graciela se lo dijera, había pensado esto, porque ellos dos se la pasaban pa´ arriba y pa´ abajo.
Al otro día, no se hacia donde habían ido. Cuando le pregunto a mis hermanos, ellos me dijeron que se habían ido a la playa. No tiene nada que ver con lo que te quiero contar; pero esa mañana llore a escondida; ver como mis dos hermanos se quedaron en casa, siendo ellos dos muchachos también, no se los pudieron llevar a la playa, siquiera a ellos nada más, que yo ya estaba grande y entendía.
Llegaron a las diez para las seis, todos cansados y haciendo comidas. Apenas en ese momento yo iba al baño, prácticamente me encontraron adentro, no había terminado de cagar bien, cuando ya estaba bajando la poceta. Entro a la ducha para bañarme rápido, cuando en ese momento empujan la puerta, y yo me quedo helado.
Pensaba en todos, menos en él; era Jair que había entrado. Él se quedó viendo mi cuerpo desnudo, yo sonrió y respiro entrecortado, como estaba aún asustado, no reaccione de inmediato, en taparme la verga. Y el chico se quedó fijo en mi entrepierna, al darme cuenta, me tapo. Pero el perdió el control de ocultar que era marico, y de una me dijo; destapa, déjame verla.
Compadre quizás sea porque estaba en esa edad, cuando a uno se le para el güebo de nada. Pero se me puso tiesa, y cuando podía yo cubrir mi erección.
Deje que me viera, y hasta me la jale hacia atrás, le pele todo la cabeza. Y él se quedó viendo embelesado, luego se acercó rápido, y manoseo mi güebo, lo palpo duro; y cuando quiso metérselo a la boca, yo estuve a punto de echarme hacia atrás, pero el mismo salió del baño corriendo, porque habíamos oído hablar a alguien cerca de llegar al patio.
Me quede con pao bien prensado, pero como no debía quedarme tanto tiempo en el baño, rápido termine de darme el baño.
Compa, cuando Graciela entro al baño esa vez, yo creía que era Jair. Pero no era el, y te confesare esto; yo esperaba que fuera el, no sé por qué, pero sentía que con el chico no sentía… mea culpa.
Después de haber dicho eso, ambos hombres rieron; termino con esa locución latina, a mofa de una noticia política de ese entonces.
Sergio trataba de no apoyar la erección contra nada, estaba de lado en la cama, abajo a su lado, estaba Nelson, quien si se metía la mano dentro del calzoncillo, para masajearse el güebo que lo tenía tieso.
¿Y en qué momento te los has cogido? –pregunta Sergio.
Yo nunca me lo cogí compadre –le dice Nelson.
¿Entonces por qué me has dicho que te lo habías cogido? –
No te dije eso. Te he dicho que si tú has cogido con un hombre.
¿Tú te lo hubieras cogido compadre? –le pregunta Nelson. Sergio se queda en silencio, ahogado sin saber que responder. Pero luego Nelson le pasa la mano (la que tenía dentro del calzoncillo) y empieza joderle jugando…
Ambos se reían, hasta decirse en juego, que eran unos maricos. La tensión de hace un momento, se había esfumado con la jodedera y la empujadas que tenían. Nelson se pone de pie y empieza a caerle a Sergio encima, pero como la cama era pequeña, entre la jaladas y los demás, Sergio se va abajo, al colchón donde duerme Nelson y sin siquiera pensarlo, Sergio estuvo sobre Nelson, y no había almohadas o sabanas que estuvieran en el medio de esos cuerpos masculinos.
El roce fue inevitable y en ambos se encendió la llama de la tentación del deseo…
Continuará.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!