Las mañas de mi prima
Era demasiado inocente y mi prima era una pervertida .
Un relato un poco diferente a lo que normalmente escribo.
Está historia sucedió muchos años atrás, alrededor de cuando tenía diez.
Habíamos ido a visitar a un tío, hermano de mi papá. Me gustaba ir pues siempre jugaba con mi prima, mientras que mis dos primos jugaban con mi hermano.
Ese día lo recuerdo bien, pues nos fuimos a la habitación de mi prima a platicar.
—¿A qué no sabes que paso?— me dijo ella con emoción.
—¿Qué?.
—Hoy en la escuela un niño me mostró su polla.
—¡Ay wakala! Debió ser asqueroso.
Mi prima solo se burló de mi. En ese entonces no me importa mucho esa clase de temas, pero mi prima era muy distinta a mí.
Recuerdo que ella colocó su mano sobre mi muslo; bastante arriba.
—También casi me beso.
—¿Y eso qué?.
—¿No te da curiosidad? ¿Los besos?.
Yo solo levanté los hombros. Mi prima me hizo un gesto para que la siguiera, yo lo hice.
Ambas nos fuimos al piso de arriba; el patio. Las dos juntas nos escondimos detrás de un tinaco, ahí mi prima de nuevo puso su mano en mi muslo.
—Shh, no hagas ruido.
Yo asentí. Mi prima se acercó a mi y me dió un pico en los labios, yo solo me quede estática sin poder creerlo.
—¿Te gustó?— me preguntó.
—No sé.
—¿Cómo qué no sabes?.
—Pues es que no sé.
Mi prima miro a su alrededor para comprobar que no había nadie, ella me miró con una sonrisa. Su mano paso de mi muslo a uno de mis pechos y lo apretó.
Me sentía extraña, ella me dijo que para que no me sintiera mal hiciera lo mismo y así lo hice. Puse mi mano en su pecho y lo toque.
Mi prima metió su mano debajo de mi blusa y tocó mi seno desnudo, sentí cosquillas, pero hice lo mismo. Ella entonces se acercó y me besó, está vez intenté hacer lo mismo por lo cual nos besamos.
—¿Te gusto?— pregunto de nuevo.
—Tal vez.
Mi prima de nuevo se fijó que no hubiera nadie y se desabrocho el pantalón.
—Mete tu mano.
Yo seguí sus indicaciones, metí mi mano entre la tela del pantalón y los calzoncillos. Mi prima entonces empezó a moverse, empezó a frotarse contra mi mano. Yo podía sentir como la humedad en sus calzoncillos empezó a crecer.
— Mueve tu mano— ella me dijo.
De nuevo seguí las indicaciones como un perro obediente. Empecé a mover mi mano.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero cuando empezó a oscurecer nos metimos de nuevo a los cuartos.
Después de lo sucedido no volvimos a hacerlo.
Hoy en día mi prima se burla de nuestro momento lésbico, yo solo me quedo callada. Maldición, por su culpa ahora soy medio lesbiana.
Wow, deliciioso!