LAS MUJERES DE PAPA 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Los dias pasaban de lo más normal en aquella vecindad.
Parecía como si el hecho de que Papá se hubiera cogido a Doña Vicky jamás hubiera sucedido.
Mis hermanos y yo seguíamos en las nuestras teniendo sexo en cuanto teníamos oportunidad.
Nataly la hija de Doña Vicky continuaba con sus coqueteos e insinuaciones de siempre.
Incluso le había dicho a mis padres que yo era su novio ante la sonrisa sarcástica de mamá.
Ella sabía que Nataly no era mi tipo y quiza adivinaba lo satisfecho que me sentia cogiendo en familia.
Doña Vicky y papá no daban a demostrar nada.
Si es que habían vuelto a tener sexo lo harían de la manera más discreta, porque yo había estado de lo más pendiete.
La espiaba a ella, en mi lógica nanera de pensar creía que Doña Vicky era la clave para saber sobre las infidelidades de mi padre.
Tres semanas y ni un indicio.
A fuerza de vivir en la misma vecidad de mala muerte, mamá y Doña Vicky eran amigas.
Talvez no íntimas, pero si de las pocas vecinas con las que cruzaban palabras.
Incluso era pbhastaeen muchas veces se acompañaban cuando iban a lavar o a traer agua al manantial que yacia en la propiedad frente a donde vivíamos.
– Si va ir a lavar me avisa
– El domingo – repondia mamá.
– Entonces vamos juntas.
Y tal como acordaban, ahi iban las dos.
Juntas, mi madre quiza sin sospechar que aquella mujer 10 años menor que ella además de compartir el hacer el oficio, también compartían el comerse la verga de papá.
Mamá siempre nos pedia acompañarlas.
Mi hermana Beatríz y Lily la ayudaban a lavar, mi hermano y yo cuando terminaban éramos los responsables de cargar los huacales y cubetas de ropa a medio secar o seca, púes lo que iban lavando lo tendian al sol por lo que también eramos los encargados de vigilar que no fuese a llegar alguien y se la llevara.
Doña Vicky normalmente iba sola.
Nataly era de las chicas que su madre le lavaba la ropa.
Dichosa usted – le decia a mamá.
Que sus hijos le han salido bien obedientes.
Nataly no me hace caso – se lamentaba.
Era mejor asi.
No tenía que soportar sus insinuaciones.
Además podia darme el lujo de fantasear con todas.
Porque tanto mamá como Doña Vkcky lavaban semi desnudas.
En fustan que les llegaba a las rodillas, sin brasier.
Mis hermanas nada mas en calzones, eso que Beatríz ya tenia casi 15 y Lily casi 12.
Si Doña Vicky tenía en comun con mamá el comerse la polla de papá, mis hermanas también tenian en común comerse mis 17 cm y también el pito de mi hermano de 13, que si bien no era tan grande pero ya echaba leche a placer.
Podría decirse que acompañar a mamá era en realidad un premio, una oportunidad de hacer mias las mas morbosas intenciones.
Ver las tetas aun duras de Doña Vicky, redondas y con ese pezón sabroso era algo que me ponia al mil de excitado.
Su cuerpo pequeño y bien formado.
Caderas no muy grandes pero redondas, bajo aquel fustan podía ver su tanga negra donde podia apreciar aquel chocho abultado que semanas atrás habia visto comerse a mi padre.
Mamá no tendria el cuerpo de Doña Vicky.
Tetas grandes y algo caídas debido a los 40 y tantos más el hecho de amamantar 7 hijos.
Alta de estatura, nalgas de potranca y piernas fuertes, robusta.
Mujer de trabajo, con aquel chocho enorme que yo sabía era el mas delicioso manjar.
Rico y por el que tantas pajas me había dado.
Mis hermanas dos biscochitos, Beatríz a sus 15 aunque chaparrita buen culo, tetas medianas, bien proporcionada.
Lily a sus casi 12, morena de caderas bien delineadas, con pechos apenas nacientes.
Más alta que Beatriz, quien viera a mis hermanas tan inocente, en calzones ayudando a mamá a lavar, quiza jamás se hubiera imaginado que las dos tenian ya su recorrido en cuanto de comer polla se trataba.
Lily hacia mas de un año que si no era una vez eran dos y hasta tres veces que cogia conmigo y con nuestro otro hermano.
El lugar era un terreno de varias hectáreas inabitado.
Su propietario era también dueño de la vecindad.
Muchos arboles, maderables y algunos frutales.
Tambien arbustos y maleza propia de un lugar donde nace un arroyo, lo que muchas veces utilizábamos para ocultarnos cuando jugábamos a las escondidas o jugábamos al sexo.
Porque mamá quizá entendía que verlas asi desnudas no pasaba desapercibido a los instintos de sus hijos y era cuando nos pedia ir jugar o a bañarnos, sabedora talvez que nosotros hacíamos la dos cosas cada vez que nos íbamos corriente abajo a una poza que se formaba por la configuración del terreno.
Chamacos.
Si van a bañarse bañense ya – decia.
Esto era calculando que le faltase una hora o más para terminar.
Ustedes – volvia a decir esta vez dirigiéndose a mis hermanas.
Si van a bañarse con sus hermanos vayan.
Ya ven que es peligroso que vayan solas.
Mamá nos mandaba a bañar y nosotros ibamos a follar.
Ese dia no fue la excepción.
Serian las doce del medioda cuando mamá nos dijo que era la hora de "bañarnos".
Mis hermanas se enfunfaron en sus vestidos, que nomas nos servía para colocarlos debajo cuando cogíamos.
Uno a uno fuimos bajando por aquella vereda que conducía a la poza en cuestión.
Mi hermano delante, luego Lily, yo detras y por último Beatríz quien se sostenia a mi espalda para no resbalarse.
Los cuatro concientes de que íbamos a aquello que tantas veces habíamos hecho.
A la mitad del camino, a unos 50 metros de donde estaba mamá Beatriz y y nos detuvimos.
Había un claro entre los arbustos donde ya antes habiamos follado.
Vayanse ustedes para alla abajo – les dijimos a nuestros hermanos.
Eacondanse bien para que no los vaya a ver mamá – les recomendamos como los de mayor experiencia.
Estábamos donde queríamos estar.
Solos, excitados.
Beatríz parecia urgida y de una vez se saco el vestido por arriba de su caeza dejandome esos ricos pechos a mi disposición.
Los tenía duros, sus pezones parados, apetecibles.
Tanto que al contacto de mi lengua no pudo opacar aquel largo ahhh de placer.
Chupamelas las chiches – dijo con aquella voz que expresaba cuan excitada estaba.
Ahhh ohhh Que rico – decia entre gemidos de placer.
Quiero mamartela – me pidio mientras se agachaba y ella misma me desabrochaba los pantalones.
Con mi verga entre sus dedos me miraba como si quisiera medir cuanto me gustaba lo que me hacía.
Mi polla frente a su rostro se veía enorme, sino hubieramos tenido sexo antes pensaria que no seria capaz de tragarsela en ese coñito que se le marcaba bajo aquel calzon mojado po haber estado ayudando a lavar a mamá.
Sus labios calientes engullendo mi pene me hicieron doblar el cuerpo y cerrar mis ojos levantado mi cara al cielo.
Que rico chupaba, se notaba los cuatro años de experiencia follando conmigo, con mi hermano y con mas de algun vecino.
Se metía nomas lo justo y luego la volvía a sacar.
Su mano derecha no se soltaba del tronco como si creyese que aquel manjar pudiera escaparsele.
Idos como estábamos.
Concentrados al cien en lo que hacíamos no la escuchamos llegar.
Estaba frente a nosotros, sobre la vereda misma.
Parada y con aquel semblante que no supimos adivinar que significaba hasta que hablo.
Hola pajaritos – dijo.
Asi que los niños les gusta jugar a hacerse cositas ricas.
Que guardadito te lo tenias – dijo dirigiéndose a mi.
Que buena verga te tienes.
Quien diria ¿A quien heredarias papi? – le escuche decir como si con aquella frase estuviera recordando a alguien con quien yo la habia visto coger.
Presta mija – dijo entrando al claro donde nos encontrábamos mi hermana y yo.
Dejame que yo tambien goce esta vergota que se tiene tu hermano.
Beatríz no hablaba.
Seguia en cuclillas pasando su verguenza.
Yo no acababa de asimilar lo que estaba sucediendo.
Doña Vicky ya tenia agarrada mi verga con su mano y con voz autoritaria le había dicho a mi hermana que se fuera a bañar.
Deja de andar de cusca (caliente, cogelona, puta) – le habia dicho.
Ve con tus hermanitos.
Dejame que yo me encargue de este calenturiento.
Ve – dijo.
O tú mamá se entera hoy de lo que estaban haciendo.
No había más que decir.
Beatríz tomó su vestido y camino hacia donde deberían estar nuestros otros hermanos follando.
Suerte que desde donde estábamos no eran visibles.
Ahora si papito – dijo.
Ahora quiero que me hagas todo eso que imaginas cuando me ves.
Su voz era entre lujuriosa, llena de morbo.
Te he visto como me miras, he visto como te crece el bulto cuando me ves las tetas – me susurro al oido.
¿Quieres mamarme las tetas papito? -preguntó.
Porque pienso cumplir todas tus fantasias.
Quiero que me folles, quiero comerme esta verga rica que tienes.
¿Quieres mi vida?
Creo que leyó mi respuesta en mi rostro, porque no dije palabra alguna.
Sin embargo queria, lo deseaba desde el dia que la vi con papá.
Tenia 32 años, pero mi verga habia soñado coger con una mujer como ella.
Sin soltar mi verga (la que habia sostenido desde cuando le dijo a mi hermana que se la prestara) Me beso.
Sus labios suaves se toparon con los míos, pude saber que quería que abriera mi boca.
Sentí su lengua abriéndose paso para buscar la mía, pero no era solo choque de lenguas.
Era algo más, era un beso de una forma distinta.
Era como si la pasion se pudiera pasar por la boca.
Doña Vicky me beso como jamas me haban besado.
Nuestros labios fundidos en uno sólo cuerpo, nuestras lenguas jugueteando entre si.
Nos apretabamos como si tambien quiseramos que nuestros cuerpos fueran uno solo.
Ella no habia soltado mi verga y lo hizo hasta cuando se saco su vestido.
Queria que le chupara las tetas – me dijo.
La realidad superaba a la fantasia.
Chupar los pechos de Doña Vicky era más de lo que yo pudiera imaginar.
Suaves pero firmes, sensibles.
Al contacto de mis labios podia ver como toda la piel se erizaba.
Estábamos totalmente desnudos los dos, porque ella no llevaba calzon.
Unicamente vestido y hoy yacía a nuestros pies.
Doña Vicky con su experiencia me guiaba a donde queria que le besara, sus pechos, luego entre ellos.
Con su mano luego me llevaba a su cuello, suavemente me empujó en señal que queria que bajara por su estómago, hasta llegar al inicio de su mata de vellos.
Un prolongado suspiro me dijo cuanto lo estaba gozando.
Ahora dejame a mi papito – dijo.
Se agachó hasta quedar frente a mis 17 centímetros, que por increíble que parezca se veian grandes frente a su cara.
La vi sujetarse el cabello como si quisiera que nada la estorbara en lo que iba hacer.
Se metio unos pocos centímetros y al igual que cuando nos besamos fue su lengua la que empezó a juguetear sobre el glande de mi polla.
La movía en círculos mientras la enpapaba de saliva para luego engullir hasta donde podía.
Sus manos no dejaban de acariciar mis huevos.
Me los apretaba un poco, luego más fuerte.
Con todo y bolsa me los halaba hacia abajo, después hasta atrás como si con ello quisera sacar mi verga por completo de su funda.
No dejaba de chupar mi tranca y cada vez probaba meterse más en su boca hasta causarse arcadas.
Yo estaba hasta con sensaciones en el culo del gusto.
Quiero que me mames el chocho – me dijo.
Y conciente que era quien dirigia la orquesta, Doña Vicky.
Ella misma tendio su vestido sobre el suelo y me pidio que me acostará boca arriba.
Ella se recosto con su cabeza en direccion a mis pies, paso una pierna sobre mi dejando aquella vulva semi abierta a mi total disposición.
Agarro mi verga y otra vez empezo a mamarmela.
Chupame el gallo – dijo.
Estábamos en un 69 perfecto.
Ella mamando con toda la pasion que pudiera imaginarse, yo chupando aquella panocha que sabía a sexo, realmente no sabria decir que sabor tenía, pero me encantaba sentir ese chocho en la boca.
Olía rico, a mujer ganosa de polla a hembra deseosa de que la follaran.
Algo entre ácido y con sabor a sal le salio a Doña Vicky, quien pareció haber perdido la razón.
Me apreto la verga con sus manos mientras decía con palabras ahogadas cuan rico sentia.
Mmmm gimió.
Papi me hiciste acabaaar papi chulo que rico me la mamas papi.
Yo hacia lo que creía hacer bien.
A mis casi 17 no era un experto en sexo oral, pero aquella raja abierta me encantaba y la chupaba diligentemente haciendo que Doña Vicky se contorsionara del gusto y que me la mamara de manera intensa, me masturbaba.
Parecía decidida a de una vez sacarme la leche.
Metemela papi – la escuche decir.
Se giro hasta que quedamos frente a frente, ella sobre mi.
Su vulva rozando mi pene, otra vez me beso de aquella manera tan diferente a como me habian besado.
Metemela – dijo otra vez.
Y como si tuviera prisa ella misma tomó mi garrote con su mano derecha y tras urgar un poco entre sus labios vaginales empezo a descender tan lento como pudo hasta que la tuvo toda dentro.
Ignoro que haya sentido ella, pero la cueva de Doña Vicky tambien sobre pasaba cualquier expectativa de mis fantasías.
Mi verga le quedó perfecta, ni un milímetro más ni un milímetro menos.
Simple y llanamente parecía que eran el uno para el otro.
Que rico bebe – Había musitado ella.
Que rica verga tiene mi niño.
Que grande y rica.
La siento hasta el tope amor – afirmó.
Nos habíamos detenido como si aquel preámbulo fuese el inició de un polvo inolvidable.
Fue Doña Vicky quien reanudó todo, levantó sus caderas hasta casi dejar fuera los 17 cm y una vez más se ensarto en ellos.
Luego una y otra vez, luego otra y otra.
La vulva de aquella hembra era tan deliciosa que a cada penetrada me hacía sentir que la anterior era unicamente la nuestra.
Que esta vez si era su mejor versión.
Afianzado a sus caderas cogíamos frenéticamente, se movia tan ricamente que yo trataba de seguirle el paso levantado mi culo de su vestido en el afan de que cada sentada mi polla le llegara hasta el fondo como decia ella.
Hazmelo de torito papito – dijo.
Quiero sentirla hasta adentro.
Quiero que acabes en mi, dame tu lechita.
Se puso de rodillas y con las manos en su vestido.
Yo atras de ella, dueño de la situación.
Tenerla así pidiéndome polla había sido una de mis tantas fantasías.
Que importaba que por su edad pudiera ser mi madre.
Porque tenía una hija, esa que tantas veces se me habia insinuado.
Teaniamo los dos casi 17 y hoy tenía a su mamá de 32 a cuatro.
Incado tras de ella, sosteniendome de su bonito trasero la cogí.
Verdaderamente podía sentir que como ella decía mi verga le entraba toda.
Podía ver incluso cuando le entraba y le salia, podía ver como se contorsionaba, como arqueaba su espalda y parecia preguntarse el porque tan rico.
Ay papi ay papi que rico.
Que rico papiii que rico.
Acabamos y caí en cuenta que los gemidos de Doña Vicky podían haberse escuchado hasta donde mamá.
Estábamos a unos 50 metros, pero los últimos segundos definitivamente ella había gozado su orgasmo y por ende quiza perdido el control de sus emociones.
Prácticamente habia gritado del gusto.
Pude ver a mi madre asomarse al borde de donde estaba.
Beatríz – gritó.
¿Estas bien?.
Lily Lily ¿Estan bien?
Si se escuchó decir en direccion a donde deberian estar mis hemanos, pero no en la poza.
Era mucho mas cerca.
A unos 15 metros de donde estabamos Doña Vicky y yo.
¿Están todos juntos? -preguntó de nuevo mamá.
Si – respondió mi hermano.
¿Ya terminaron de bañarse? Venganse ya – dijo sin esperar respuesta.
Uno a uno los vimos pasar, Beatriz a la cabeza, luego lily y por ultimo mi hermano, quien fue el que con mayor descaro nos miro.
Aun estábamos desnudos.
Mi verga morcilona por haber sido vicima de aquel polvo inolvidable.
Supe que debia ir a bañarme y sin importarme hacer el ridículo sali corriendo en direccion a la poza y me zambulli.
Quise hacerle pensar mi madre que ahi habia estado todo este tiempo y grite: Mamá, mamá.
Yo llevaré las dos cubetas.
Si quiere vayase adelante.
Mis hermanos habían llegado a donde ella y hubiese querido tener oídos de perro para saber sobre que los cuestionaba.
Tan rápido como pude me puse mis pantalones y otra vez corri sin importarme de nuevo hacer el ridículo frente a Doña Vicky a quien vi que ya sea había puesto sus ropas.
– Escuche ruidos – me dijo mamá al verme llegar.
– ¿Si? ¿Por donde?
– Ahi donde andaban ustedes.
– Yo no escuche nada.
¿Verdad que no se escuchó nada? – dije como si quisiera la confirmación de mis hermanos.
Y como si de desviar el tema se tratase pregunte:
– ¿Y Doña Vicky?
– Ya se fue.
¿Y ustedes que tienen? Dijo mamá dirgiendose a mis hermanos.
Los 3 dijeron que nada.
Adujeron hambre.
Eran pasada de la una de la tarde.
No habia duda de que el sexo hace pasar el tiempo volando.
Esa noche ninguno de mis hermanos quiso tener sexo.
Es más, Beatriz paso un par de semanas o más alejada conmigo.
Lily pareció olvidar el hecho mas rápido y otra vez nuestro cuarto se convirtió en nuestro cómplice sexual.
La historia de las mujeres de papá no acaba aquí.
Diganme si quieren que les siga contando.
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