LAS MUJERES DE PAPA 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Aunque apenas eran las 3 de la tarde, la campana hizo el anuncio de que las clases habían acabado, saldríamos 2 horas antes.
Entre bullicios y pupitres moviéndose cada uno de los alumnos tomamos nuestras cosas.
La profe no dejaba de recordarnos la tarea que debíamos traer el lunes.
Hasta el lunes – respondía a cada uno, quizá entendiendo que nosotros estábamos más interesados en el fin de semana que a su advertencia de que el resultado de nuestra tarea sería tomado para promediar el resultado del semestre.
Afuera mi hermana Lily mochila al hombro me esperaba, ella había salido antes.
Estudiábamos en una de esas escuelas donde se imparte desde primaria hasta preparatoria aunque en instalaciones separadas.
Yo apenas cursaba el primer año de prepa y como bien hermano era responsable de llevarla conmigo cuando acababan las clases.
Así lo había dispuesto papá, por las mañana estudiaban mis otros hermanos, siendo Beatriz la mayor de ellos, la encargada de regresar juntos a casa.
Éramos una familia muy unida, una familia normal aparentemente, si es que todas las familias tuvieran sexo entre ellos.
Nuestra casa quedaba a un par de kilómetros de la escuela, nos íbamos caminando como tantas veces.
Junto a otros chicos que como nosotros vivíamos en aquella comunidad en crecimiento en los límites de la ciudad, el camino polvoriento y parajes solitarios no era impedimento para que por medio de la escuela nuestros padres buscarán para sus hijos un mejor futuro.
Caminábamos en grupos, aunque no faltaban los que iban en pareja, principiantes de las relaciones de noviazgo.
Tenían 17 al igual que yo, pero ellos quizá no tuvieran unas hermanas como las mías.
Hembras fogosas, tanto que si este momento se me antojaba follar nos metíamos con Lily entre el monte y echábamos un buen polvo como ya lo habíamos hecho en más de alguna ocasión.
El recuerdo de lo que me había confesado horas antes vino a mi mente, me duele la panocha – había dicho.
A sus 12 años mi hermana caminaba junto a mi, nadie podría adivinar que aquella niña llevaba adolorida su vulva tras follar tres veces seguidas en un solo día, tanto conmigo como con nuestro otro hermano.
De seguro está noche no tendríamos sexo.
El pensar en ello hizo que mi pene se moviera bajo mis pantalones, una mirada de Lily me hizo pensar que quizá ella también fuera pensando lo mismo.
– Todavía te duele la panochita – dije casi sin emitir palabra.
– Me arde – respondió mientras se adelantaba un poco como si quisiera que le viera el culo, aunque su verdadera intención fue alcanzar a una compañera de su mismo grado que también vivía en nuestra vecindad.
Sin más, llegamos a casa.
Ruth la compañera y amiga de mi hermana se fue de largo, pues vivía en los últimos cuartos.
Lily y yo nos dispusimos a entrar al nuestro, la puerta que daba al patio estaba entre abierta, algo normal partiendo del hecho de que ya deberían estar nuestros otros hermanos, pero algo no cuadraba en lo usual.
¿Porqué aquel silencio en nuestro cuarto? Por un instante me imaginé que quizá estuvieran follando, quizá Beatriz también participará con ellos y esa era una buena oportunidad para meterle la verga, que por cierto ahora estaba totalmente despierta entre mis pantalones.
Con gran cuidado me asomé al interior, Lily a mi espalda.
Sigiloso, adivinando que adentro estaban haciendo algo a lo que éramos adictos.
Casi imperceptible pudo llegar aquel sonido que yo sabía era de alguien que coge, de alguien que está teniendo sexo, de alguien que está disfrutando lo más rico que el cuerpo puede sentir.
En mi mente no pude más que imaginar que aquella era Beatriz follando con mi hermano, la podía ver montándolo mientras su cuerpo se retorcía hacia atrás apretándose las retas, su caderas moviéndose en círculos de atrás hacia adelante, su piel mojada por el sudor pero aún así moviéndose enérgicamente en busca del orgasmo, mi hermana era de las que vivía el sexo sin inhibiciones y cuando follaba se entregaba por completo.
Por un instante mis ojos no daban crédito a lo que vi al asomarme al interior, a la entrada de la puerta del dormitorio estaba nuestra hermanastra Rosa, su cabeza ligeramente asomándose como si al igual que nosotros quisiera saber que es lo que pasaba dentro.
Su 1.75 de estatura de espaldas hacia donde estaba Lily y yo, en un principio creí estar equivocado pero mi hermanastra tenía su mano derecha ocupada tocándose entre las piernas, se movía agitada como si lo que estuviera viendo la excitara al punto de no poder contenerse y tener que tocarse su chocho.
Adentro los gemidos eran más prolongados, señal inequívoca que quien estuviera follando estaba haciendo bien su trabajo.
Por un instante descarte que pudiera ser mi hermano con Beatriz, de ser ellos Rosa no estaría ahí observando como espía temerosa de ser descubierta ¿Quién será? Acaso mi padre metería a una de sus tantas mujeres y se la cogía en nuestro cuarto.
O bien podría ser mamá, porque papá llegaba normalmente a eso de las 10 de la noche y apenas era media tarde.
Las preguntas en mi mente eran muchas, la mano de Lily tomando la mía me volvió en si.
Rosa seguía ignorante de que atrás suyo sus hermanos la veían tocándose su parte íntima, sus caderas de movían rítmicamente de lado a lado, su mano parecía ir de arriba abajo por toda la raya de su vulva, la falda apenas y le cubría al frente, se la había levantado casi por completo dejando ver aquellas carnes blancas, sus piernas bien formadas y aquel calzoncito tipo tanga de color negro.
Aún sin ver pude saber que su chocho debía estar destilando líquidos vaginales, adentro los gemidos ahora se estaban convirtiendo en pujidos de placer.
Ahhhh ahhhh ahhhh ahhhh ahhhhh se escuchaba hasta donde estábamos mi hermana y yo.
Era la hora perfecta y talvez así lo hubieran planeado aquellos que ahora follaban en nuestra habitación, la vecindad parecía abandonada.
No había curiosos más que nosotros, que nunca debimos entrar en sus planes porque normalmente llegábamos a eso de las 5:30 ó 6 pm.
Rosa tampoco debía estar ahí, porque ella apenas había llegado hoy a medio a día cuando casi me descubre follando con Lily.
Una vez más mi mente buscaba respuestas ¿Serán mis hermanos? ¿Estará Isabel mi pequeña hermana de 10 ahí adentro? Quien podía darme la respuesta era Rosa, pero por la forma como se movía, por cómo se estregaba el chocho, era obvio que por ahora yo me quedaría con la duda.
Mi hermanastra daba signos de haber perdido la noción de donde estaba, nos tenía a sus espaldas pero quizá era tanto su placer al masturbarse que nosotros éramos meros fantasmas para ella.
Incluso ahora se había subido más la falda, sus piernas se habían abierto un poco más para dar paso a su mano que sutilmente se había deslizado por un lado de su tanga.
Con su mano izquierda se tocaba ambos pechos, respiraba agitada, gemía.
El placer la delataba, aquella hembra necesitaba polla, pero tenía que conformarse con dedo.
Lily continuaba junto a mi, quizá a ella no le causara tanto impacto el ver a Rosa masturbándose, su mano apretaba la mía como si con ello quisiera preguntarme que pasaba más allá de lo que veíamos.
En su mirada había más curiosidad que morbo o excitación, yo por el contrario había pasado de sorpresa a deseo.
Mi verga se había puesto dura viendo a mi hermanastra desear una buena polla, sus tetas bailoteaban fuera de su escote, se las había sacado casi por completo y ahora se movían al ritmo de su cuerpo dándose dedo.
Adentro los gemidos se habían convertido en chillidos, el sonido de dos cuerpos chocar era tan claro que quien pudiera oír no podía dudar de que era el de alguien teniendo sexo, incluso pudimos reconocer la voz de papá preguntando si la quería toda.
¿Te gusta putita? ¿Te gusta la verga de papá? ¿Te gusta comértela toda? – le habíamos escuchado decir.
Rosa quizá había hecho suyas aquellas palabras, se movía de tal manera que dejaba adivinar que estaba al borde del orgasmo, en un movimiento rápido se había quitado su tanga y sosteniéndola en su mano izquierda ahora se daba dedo con mayor libertad, al parecer se había centrado en su clítoris, el movimiento era como el de una mano temblando, una mano que quiere darle electricidad a un punto específico.
Sus gemidos ahora eran intensos, prolongados, talvez hasta hubiera cerrado los ojos, quizá hasta le importará un comino el que pudieran escucharla aquellos a quienes espiaba.
Talvez hasta esa fuera su intención, porque aquella hembra a quien papá cogía estaba viviendo el éxtasis sexual de su vida.
Gemidos tras gemidos, sollozos y hasta lloriqueos, mi padre no paraba de decirle que le gustaba meterle la verga, que era un putita deliciosa, eres mi puta favorita – decía.
Creo que ver a Rosa retorcerse me volvió en si, casi pude hacer mío aquel momento, supe que estaba acabando y por instante soñé que mis 17 centímetros eran suyos, que eran los que le estaban dando placer.
Yo sabía como su chocho se derramaba en líquidos cuando llegaba al orgasmo, mi pene había sido víctima suyo cuando habíamos tenido sexo hace unos años atrás.
Ahora era toda una mujer de 22, yo también había crecido, ya no era más el mocoso de 13.
En aquel momento supe que mi hermanastra podía volver a ser mía.
Cómplice o no, Lily apretó mi mano.
Rosa había terminado y adentro también parecían haber llegado al final de un polvo que parecía no iba a acabar nunca.
Fue también Lily quien nos descubrió con mi hermanastra.
Hola Rosa – dijo.
La reacción de ella fue la de un felino, se giró al tiempo que bajaba su falda ocultando su intimidad.
En su mirada pude ver miedo primero y luego verguenza, aunque segundos después se transformó en alivio al ver que éramos sólo Lily y yo quienes estábamos tras de ella.
Con el dedo índice sobre la boca nos pidió guardar silencio para luego caminar hacia donde estábamos, su tanga aún en la mano hizo que otra vez la indiscreta de Lily volviera a hablar.
¿Se estaba masturbando? – pregunto.
Rosa al parecer ignoró la pregunta.
Es su papá con Beatriz – dijo como si con ello quisiera explicar algo.
Sin que nos dijera más supimos que quería decirnos que nos fuéramos, Lily primero, luego yo y por último Rosa.
Uno tras el otro nos salimos al portón de la vecindad hasta salir a la acera.
Los tres en silencio, Lily y yo aún mochila al hombro.
Mi verga se notaba bajo mis pantalones y creo que tanto Rosa como mi pequeña hermana no pasaron desapercibido, tanto que por primera vez me sentí avergonzado.
Estábamos en la calle y ciertamente con las dos había tenido sexo pero al menos Rosa no sabía que yo me cogía a Lily a sus 12 años.
Lily tampoco sabía que yo me había follado a nuestra hermanastra.
Vimos venir por la calle a unos alumnos de nuestra escuela, esos que se quedaban rezagados por ir con sus novias o simplemente se quedaban al último.
Venían calle arriba y tenían que pasar frente a la vecindad, nada por que temer, éramos tres hermanos frente a su casa.
Nadie podría adivinar aquello que habíamos vivido minutos antes, a no ser por aquella tanga en la mano de Rosa.
Creo que los tres nos dimos cuenta de aquel pequeño detalle.
Rosa no había tenido tiempo de ponerse su ropa interior y ahora mismo andaba sin nada debajo de su falda, me miro nerviosa y fue otra vez Lily la que hablo.
Métala en mi mochila – dijo muy sabionda.
Al parecer nadie se percató de nada, los alumnos pasaron de largo.
Los tres nos mantuvimos afuera hasta que pudimos ver a papá cruzando el patio rumbo al baño improvisado con palos y plástico, esperamos hasta que saliera.
Serían las 4:30, toalla a la cintura nos saludo como si recién llegáramos.
Hola – dijo a Rosa como si no estuviera enterado de que había llegado para quedarse.
Ella lo miraba como siempre lo había hecho, aunque por un instante pude ver que sus ojos buscaron más abajo, buscaron ahí, donde ella sabía que estaba el culpable de los gemidos de Beatriz.
Tú mamá no está ¿Te vas a quedar? – hablo de nuevo papá.
Si, unos días – replicó ella viendo salir a Beatriz del cuarto donde apenas la había visto follar.
Los cinco frente a frente, talvez pensando en nuestra propia versión de lo que acabábamos de vivir.
Fue papá quien habló para explicarnos que había pasado nada más a bañarse.
Tengo que regresar al trabajo – agregó mientras se dirigía al cuarto donde dormía con mamá e Isabel.
Beatriz dijo tener tareas y sin más tomo su mochila escolar y salió.
Lily y yo entramos al cuarto, nos cambiamos de ropa.
Nos desnudamos uno frente al otro, si antes pensé que está noche no tendríamos sexo ahora supe que eso cambiaría.
Es más, no la cogía ahí mismo porque Rosa aún continuaba afuera y estaba próximo a que llegará mamá.
Un leve dolor había empezado a hacer aparición en mis huevos, una vez más tenía semen acumulado y debía evacuarlo.
En quien no sabía, podía ser en Lily, en Isabel aunque por lo que había sucedido hoy bien podría ser con Rosa y hasta con Beatriz, ella que últimamente se había mostrado reacia a tener sexo conmigo.
Lily no despegaba sus ojos de mi verga colgando dispuesta a dar placer, quizá también ella estuviera lista a coger ahora mismo.
Escuchar a Rosa hablando afuera hizo que aquello pasará a segundo plano.
– Hola señorita, que guapa – era Doña Vicky quien hablaba.
– Hola señora, que gusto – dijo Rosa.
– Así que otra vez se deja ver.
Está última era Nataly, la hija de Doña Vicky.
Las tres se saludaban, se conocían porque aunque mi hermanastra no había vivido con nosotros en la vecindad, la habían visto de cuando llego a vivir a nuestra anterior casa.
– ¿Qué, se va a quedar? – dijo Doña Vicky.
– Unos días.
Voy a trabajar acá en la ciudad.
Continuaron hablando, trivialidades, cosas de mujeres.
Nataly no ocultaba su admiración por mi hermanastra, una y otra vez le dijo cuán bonita se había puesto.
Está para ligarse a cuánto chico se le antoje dijo a lo que su mamá le llamo la atención, diciéndole que dejara de pensar sólo en hombres.
Rosa no le dio importancia, yo sólo pensaba, que también Doña Vicky era otra opción más para descremarme.
Seguiré contando.
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