LAS MUJERES DE PAPA 6
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Las horas pasaron, mamá llego puntual a eso de las 8 como siempre lo hacía.
Beatriz había empezado a preparar la cena, Lily aún continuaba haciendo tareas mientras que yo había salido a la acera de la vecindad donde cada noche se reunían los chicos de mi edad.
Eran cazadores en potencia, sementales en busca de sexo.
Nataly, la hija de Doña Vicky no podía faltar en aquel grupo, es más, podría decirse que era el centro de atención entre ellos.
Coqueta sonreía cada vez que alguno le insinuaba ir más allá de ser meramente vecinos, pero ella parecía no interesarle.
Yo sabía que su gusto eran los hombres de mayor edad, más experiencia.
Hombres como papá con quien la había visto follar más de una vez y que la hacían sentir el verdadero sexo.
Era una mujer lujuriosa aunque apenas tenía 17 como yo.
– Hey – dijo aquel al que llamábamos Juan.
Nataly está pensando en que la va a regañar su amor platónico.
Las miradas hacia donde yo estaba era evidencia que se referían a mi.
Todos mirándome, todos sonriendo.
El más osado incluso la susurró que no me dejara escapar.
Ya declárale que le quieres quitar su virginidad – dijo en tono burlón.
Ella lo empujó suavemente, indicándole que dejará de molestar.
Sonriendo me pidió no hacer caso de lo que decían.
Otra vez las risas y el típico uy.
Como lo defiendes Nataly, se nota que estas loca por sus huesitos – dijo otra vez Juan, el que había hablado al principio.
Aquellas escenas no era la primera vez que sucedían.
Como he contado en relatos anteriores, nuestra familia era la típica normal frente a los demás, nuestros pecados sexuales eran un secreto muy bien guardado.
Curiosamente aquellos que los habían descubierto, muchos se habían vuelto parte de ellos.
Cómplices habían decidido callar, mamá era un claro ejemplo, ella había sido parte de nuestra historia de incestuosa y ni como andar pregonando lo que hacían sus hijos, tía Fátima igual, nuestros vecinos cuando vivíamos en la otra casa tampoco dijeron palabra alguna ya que ellos también eran parte de nuestro mundo de sexo.
Rosa nuestra hermanastra también era guardiana y cómplice, Doña Alicia y sus hijos ¿Cómo querría contar cuando había sido hasta ahora nuestra mejor maestra de sexo?
Para aquellos chicos, de mi edad la mayoría.
Nosotros éramos unos neófitos, muchos habían pretendido a Beatriz mi hermana y habían recibido negativas.
Saber que ella follaba conmigo desde los 11 años era algo que no hubiera digerido su cerebro.
Quien creería que aquella niña de 16 tenía un largo recorrido de sexo y que ahora incluso cogía con su papá y disfrutaba de sus más de 18 centímetros de verga, esos que sólo conocía Nataly a quien ahora molestaban conmigo, de quien decían estaba enamorada y que yo era su amor platónico.
Ilusos, si supieran que ahora mismo estaba pensando en que tendría una noche de sexo y que si todo salía como pensaba.
Rosa, mi guapa hermanastra terminaría con mi verga enterrada en sus vísceras.
Suponía que andaba caliente al igual que yo, ver coger a mi padre no era algo que se olvidaba tan fácilmente y la había visto masturbarse, acabar quizá.
Sin embargo, conociendo lo fogosa que era, sabía que no era suficiente para calmar sus deseos verga.
No le hagas caso – alcance a escuchar que dijo Nataly.
Yo había empezado a retirarme hacia donde mama y Beatriz habían terminado de preparar la cena.
Rosa también había hecho su aparición, todos juntos como muy pocas veces lo hacíamos, cenamos.
Sólo faltaba papá, el llegaba hasta a eso de las 10 cuando ya nosotros estábamos en nuestro cuarto.
Fue por ello que mama tuvo a bien indicar como y donde dormiríamos está noche.
Esta era la segunda vez que pasábamos aquel episodio en nuestra familia, supuse que otra vez Rosa ocuparía mi cama y a mi se me asignaria la otra donde debía compartir con mi hermano.
Beatriz y Lily dormirían juntas en el viejo colchón que teníamos en el cuarto.
Era la lógica decisión que había barajado todas estas horas desde que llegó Rosa, pero que mamá echó por la borda.
Su hermana – dijo.
Se quedara unas semanas, dormirá acá con nosotros en este cuarto.
Ustedes siguen como están.
No quiero peleas, en esta casa todos somos familia – agregó mamá mientras nos miraba como si quisiera medir el efecto de sus palabras.
Rosa era su hija primogénita y aunque antes vivió con nosotros, ahora todos habíamos crecido y al parecer nuestra madre quería evitar algún celo que pudiera surgir al no ser hijos del mismo papá.
Ninguno de nosotros dijo nada, aunque por dentro yo me preguntaba que podía haber sido más conveniente.
Tenerla en mi cuarto era tenerla a un paso de que sintiera ganas de follar y me buscara a sabiendas que podía contar conmigo, un chico de 17 años, su hermanastro con el que ya había tenido sexo.
Tenerla en mi cuarto también sería un inconveniente, puesto que ella no sabía que yo me cogía a Lily mi hermanita de tan sólo 12 y con quien en realidad dormía aunque mamá había ordenado y dispuesto de otra manera.
La voz de mamá ordenando recoger la mesa me sacó de mis cavilaciones.
Fue hasta cuando llegamos a nuestro cuarto, Beatriz se tiro de largo y mirándonos dijo: Pensé que nos iban a separar.
Luego sentado en posición india volvió a hablar dejando escuchar aquellas palabras que me sonaron a gloria:
– ¿Quieren follar?
Hacia tanto que Beatriz no se unía a nosotros en nuestros juegos sexuales que aquella invitación hizo que tanto mi hermano, Lily y yo nos quedamos callados por algunos segundos que parecieron minutos.
¿Que pasó? – dijo mirándonos coquetamente.
Había abierto sus piernas dejando ver su calzoncito color crema, su vagina abultada aunque chica se le veía apetitosa.
Lily sonreía, se sentó al lado de su hermana aunque dejo los pies colgando sobe la cama.
En los ojos de ambas había picardía, un brillo que sólo aparecía cuando teníamos sexo.
Sin hablar sabíamos que Beatriz follaría conmigo y Lily con nuestro otro hermano.
A manera de precaución, fue mi hermano quien fue a asegurar por dentro la puerta que daba al patio.
La del cuarto donde estábamos era la única que podía echarle llave, la otra nomas le corríamos un clavo a manera de pasador.
Cuando nuestro hermano regreso Beatriz ya tenía ni verga en su mano, semi erecta aunque ya con vida.
Mis pantalones a los tobillos, ella aún con ropa, Lily observando como su hermana empezaba aquel ritual de amor por una verga.
Los labios de Beatriz estaban calientes, con los ojos cerrados besaba cada centímetro de carne empezando de la cabeza a los huevos, se detenía y con su lengua lamia como si estuviera degustando una paleta, a manera de estar más cómoda se había acercado hasta quedar al borde de la cama igual que Lily, sin dejar de sostener mi pene se había metido hasta quedar prácticamente bajo mis bolas que al parecer era su primer objetivo.
Jugueteaba con ellas adentro de su boca, me las estrujaba suavemente y succionaba, su mano izquierda se había ido a colocar sobre mi nalga como si con ello quisiera estar segura de que no iba a escaparme.
Mi hermano y Lily ya estaban follando, en la cama él sobre ella culeandola, dejándole ir sus 13 centímetros.
Totalmente desnudos, ella se había quitado su calzoncito infantil dejando al descubierto su moreno cuerpo y sus bien formadas piernas.
Ocupados como estaban, Lily no perdía de vista como Beatriz lamia mi verga en toda la extensión hasta saber que mis 17 centímetros estuvieron listos.
Al parecer Beatriz había decidido llevar la iniciativa, siguió aferrada al tronco con su mano derecha, la izquierda aún en mi culo.
La escuchaba respirar agitada, gemir mientras su mano derecha levantaba la verga hacia arriba hasta dejarla a manera de mástil.
Sus calientes labios una vez más subían besando por todo el tronco hasta llegar a la cabeza y está vez si engullo parte del glande para luego sacarla por completo.
La tienes más grande – dijo colocando su barbilla en el pegue de los huevos y todo lo largo sobre su rostro.
Aquel comentario inocente 6 meses atrás hubiera pasado desapercibido, pero ahora era diferente.
Era como si este reencuentro fuera un nuevo inicio, una nueva forma de tener sexo entre hermanos, por instante Beatriz despertó algo diferente en mi, algo me hacía saber que lo que estábamos haciendo no era más un juego.
El comentario incluso pareció impactar a nuestros hermanos, ya estaban cogiendo pero aún así se detuvieron por unos instantes para ver a su hermana, quizá también ellos percibían el cambio.
Soltó mi polla y poniéndose de pie se sacó el vestido por arriba de su cabeza, yo hice lo mismo con mi playera.
Me quite los pantalones y quizá siguiendo la dirección que ella había tomado conserve mis calzoncillos, porque tampoco ella se quito sus calzones.
Los dos en interiores, uno frente al otro separado por escasos centímetros, sus pechos chicos y bien formados casi rosando mi cuerpo.
Beatriz me miraba a los ojos, por un instante supe que me cedía toda iniciativa.
Mis manos se apoderaron de aquellas tetas y apretándolas un poco me agache hasta quedar frente a ellas, mis dedos jugueteando con sus pezones, un gemido de Beatriz me hizo suponer que no iba por el camino erróneo.
Tras nosotros, Lily y mi hermano cogían como si les fuera la vida en ello.
El arriba dándole fuerte, ella totalmente abierta recibiendo cada embestida hasta tragarse una y otra vez aquellos 13 o 14 centímetros a los que ya debía estar acostumbrada.
Chupar los pechos de Beatriz fue la confirmación, aquello que estábamos haciendo era distinto a cuánto habíamos hecho.
Mis labios parecieron latigazos de electricidad para su cuerpo, su piel su erizo de sobremanera y otra vez aquellos gemidos intensos.
Esta vez no pude ver si al igual que antes nuestros hermanos habían parado sus quehaceres, sólo me importó saber que mis labios eran capaces de darle placer a aquella niña de 16.
Era mi hermana, habíamos follado desde que teníamos 12 y 11 sin embargo hoy parecía ser nuestra primera vez como amantes.
Apaga la luz – Me pidió.
Así como estábamos prácticamente caminamos al interruptor juntos, abrazados nos dejamos caer sobre la otra cama dejando a mi hermano y a Lily en la suya.
Porque en esa cama dormía Beatriz, normalmente sola los últimos meses desde que le entró el moralismo y no querer jugar al sexo con nosotros.
Hoy era diferente, una vez más me centre en sus pechos aunque mis dedos empezaron a acariciar su estómago hasta llegar al borde de su calzón, pude saber que tenía vía libre cuando movió sus piernas hasta quedar abiertas.
Sentir su humedad entre mis dedos cuando recorrí su raja fue el acabose, deje sus pechos y mis labios recorrieron su cuello, luego bajaron poco a poco hasta llegar al ombligo, la mano de Beatriz en lo oscuro otra vez se apoderó de mi polla y está vez ella misma empezó a bajarme los calzoncillos.
Yo hice lo mismo con sus calzones, quedamos desnudos.
Al otro lado nuestros hermanos al parecer habían terminado, los gemidos de Lily eran los más evidentes, los que delataban que habían llegado al final de un cogida que nosotros apenas y comenzábamos.
Una vez más iba a chupar los pechos de Beatriz, pero ella quiso tomar la iniciativa de nuevo.
Mis dedos seguían en su chocho, los retiro suavemente mientras me susurraba que quería sentirme dentro.
Cógeme – dijo con aquella voz que delataba cuan excitada estaba.
Iba subirme, pero otra vez fue ella quien tomó el control.
Su pequeña mano en mi pecho empujándome sobre la cama, me cabalgaría.
Era su posición favorita, dispuesto me estire cuanto pude para darle espacio.
Se colocó sobre mi hasta quedar prácticamente sobre mi verga, se estrego sobre ella dejándome sentir toda su calentura y lo mojada que estaba, de nuevo aquellos gemidos, prolongados, apasionados, intensos.
Ella misma se colocó la verga en la entrada, se movió como si quisiera sentir nomas la cabeza entre sus labios vaginales.
Sus manos sobre mi pecho, sus caderas era lo único que se movía, de lado a lado, en círculos, por un instante estuve tentado a tomarla del trasero y halarla hacia abajo para que de una buena vez se la comiera toda.
Me aguanté, se movía rico, su entrada caliente le daba placer a mi pene sin haber entrado, pero aquello iba cambiando.
Los movimientos de Beatriz ahora eran hacia abajo, pude sentir cuando entro el anillo de la cabeza y esto fue algo desconocido para mi.
Aquella vagina era como una bolsa caliente por dentro, suave, esponjosa.
Era diferente de como la recordaba, era claro que coger con papá la había transformado no sólo en experiencia, también su cuerpo era tan distinto.
Aquel chocho era una delicia hecha para dar placer.
Sin quitar las manos de mi pecho bajo suavemente sus caderas hasta enterrarse hasta el último centímetro de verga.
La escuche suspirar, se quedó quieta por unos segundos como si quisiera acostumbrarse a lo que tenía adentro.
La tienes más gruesas – dijo en voz suave como si quisiera que aquello sólo lo pudiéramos escuchar ella y yo.
Aún cuando estábamos 4 en el cuarto, apenas y se podía oír nuestra respiración, mi hermano y Lily era como si después de follar hubieran desaparecido.
Pude sentir cuando Beatriz se acomodaba hasta quedar casi en cuclillas sobre mi, aunque conservando media polla adentro.
Sus manos en mi pecho, únicamente sus caderas bajaban y subían ensartándose en cada movimiento hasta el pegue de los huevos, con una mano tomó las mías y las puso sobre su culo.
Supe que había llegado el momento de coger en serio, a su ritmo cada vez que bajaba yo le empujaba mi verga, podía sentir cuando llegaba a lo más profundo de sus entrañas.
Flacos como éramos, la metida era perfecta, mis 17 centímetros una y otra vez entraban en aquella caliente panocha entre suspiros y gemidos de placer, los dos gozábamos.
Ahora también nuestros cuerpos chocando se escuchaban en aquella habitación donde 4 hermanos deberían estar durmiendo y no teniendo sexo.
Afuera todavía podía escucharse voces, vecinos entre los que talvez estuvieran aquellos que pensaban que Nataly debería robarme la virginidad.
Beatriz había aumentado la velocidad de sus movimientos de cadera, sus gemidos eran más prolongados aunque se los guardaba, desnudos como estábamos nuestros cuerpos sudaban, mis manos en su trasero ayudándole a marcar el ritmo.
Yo me había deslizado un poco hacia debajo de su cuerpo para culearla mejor, podía sentir como mi gruesa verga se llenaba de sangre, era un palo duro como mazo de cavernícola.
Los dos respirábamos como si de pronto el aire no nos fuera suficiente, Beatriz se había dejado caer casi por completo sobre mi cuerpo, sólo sus caderas continuaban con aquel movimiento que parecía querer quebrar mi polla.
Métela más duro, métela más duro – dijo ahora como si le importará un carajo que pudieran escucharla.
Quitando mis manos de su culo la abracé rodeándola fuertemente por su cintura, la apreté fuerte y acelere mis embestidas, pude saber que aquello le gustó porque aceleró más el culeo, sus gemidos eran tan fuertes que por un momento sentí miedo de que pudieran escucharnos.
Nos van a oír – dije con palabras entrecortadas por la falta de aire.
Beatriz pareció no escucharme, estaba acabando.
Su vagina se amplió, se puso reseca, pude sentir como su interior parecía como si soplara aire hacía afuera, sus uñas en mis hombros era señal inequívoca que era el mejor orgasmo que tenía conmigo.
Échame la leche adentro, acaba adentro.
Échame la leche abajito – dijo mientras se sacaba la verga y se la ponía abajo.
Su movimiento había sido espontáneo, rápidos.
Aunque al principio no me quedo claro, ya entre sus piernas Beatriz dejó claro que quería por el culo, ella misma había tomado mi verga con su mano derecha y se la había puesto en la entrada, movió sus caderas un poco hacia adelante y entendí que debía empujar.
De un solo ahí tenía la cabeza adentro, aquel hueco era tan apretado que tuve que detenerme porque sentí que podía lastimarme la polla.
Métela, Métemela toda – Me pidió.
Ábreme el culo, quiero que me eches la leche adentro.
Se le deje ir, lento pero de una vez.
Ella seguía abajo pero había levantado sus piernas tan alto que estaba en posición de gallina asada, yo había quedado como si estuviera haciendo flexiones de pecho.
Con mis brazos practicante le ayudaba a que mantuviera aquella pose y bajaba, una y otra vez perforando aquel culo que también era una cueva caliente, sonreí.
Así como estaba de seguro mi verga le llegaba hasta el estómago, pero mi hermana la gozaba, gemía y por momentos parecía que iba a llorar.
Dame duro, dame duro – decía entre lamentos.
Aquello no podía ser más erótico, definitivamente está era una forma distinta de sexo al que habíamos tenido todos estos años atrás.
Me gustaba hacerla gemir, me gustaba que pujara, que casi llorara de placer.
Beatriz lo disfrutaba, talvez incluso hubiera deseado que yo tuviera otra polla.
Porque la que tenía adentro no podía machacarle el clítoris, por eso ella misma se empezó a dedear, mi verga entrándole por el culo y ella tocándose.
Ni aún el que Lily hubiera encendido la luz la detuvo, yo tampoco me detuve.
Era tanta la excitación que mi verga quería descargarse, que importaba que nos vieran.
Culeamos hasta sentir electricidad por todo nuestro cuerpo, era mi quinto polvo en 24 horas pero me salió leche como si fuera la primera vez.
La acabada fue bestial.
Adentro, muy adentro del culo de Beatriz.
Mi hermano y Lily desnudos en su cama, nos miraban.
El estaba con la verga parada otra vez, su mano muy cerca del chocho de quien seguro cogería de nuevo.
Lily, esa morena de ébano sonreía.
Sonreía, pero su sonrisa era de picardía, como si ver a su hermana con una vergota en el culo le pareciera divertido.
Ninguno decía nada.
Beatriz y yo de espaldas al techo resoplando, cansados.
Mi hermano arrimándole otra vez la verga a Lily.
Fue entonces que escuchamos crujir las viejas bisagras de la puerta que daba al patio.
Alguien había deslizado el clavo que servía de pasador y ahora entraba al cuarto improvisado de tablas y platicos que en realidad era el corredor de aquellos apartamentos de vecindad.
– Beatriz, Beatriz – se escuchó afuera.
Era la voz de mamá.
Estaba adentro y si quisiera podía entrar puesto que tenía llave de donde estábamos.
– Beatriz, Lily – volvió a hablar.
– Ya se durmieron – dijo alguien a quien por el tono supimos que era Rosa.
– Hijo, Roberto, Roberto – hablo esta vez mientras tocaba la puerta suavemente.
Me llamaba a mi.
Quizá pensó que por ser el mayor estaría despierto o talvez sólo buscaba adivinar quien era el responsable de que ninguno respondiera.
– ¿Tiene llave?
– Si
Aquellas palabras calaron de sobremanera en cada uno de nosotros.
El miedo a ser descubiertos se apoderó de nuestros pensamientos, el cuarto olía a sexo, nosotros olíamos a sexo.
Apenas y habíamos tenido tiempo de ubicarnos cada quien en su cama, tal como lo había dispuesto mamá.
Desnudos los cuatro, nuestras ropas tiradas en desorden.
Seria obvio que estábamos follando, algo que dábamos por hecho que no era un secreto muy nuestro, Rosa lo sabía, nuestra madre lo sabía.
Pero hoy estaban juntas y eso era algo para lo que no estábamos preparados.
Con gran alivio escuchamos decir a mamá que mejor nos dejaba dormir.
La puerta exterior se cerró, luego el clavo que servía de pasador deslizándose.
Otra vez estábamos solos.
Mi hermano junto a mi, desnudo.
A su verga se le había bajado la calentura, Beatriz y Lily en la otra cama.
Desnudas igual, enseñando sus cuerpos.
Diferentes hasta en el color de piel, Lily morena de curvas bien delineadas y con tetas apenas haciendo aparición.
Beatriz flaca, 16 años, 4 más que Lily pero casi la misma estatura, tetas pequeña como del tamaño de una naranja media, duritas, cabello largo al igual que Lily.
Eran unas niñas, aunque las dos tenían algo en común.
Observando su vulva cualquiera se habría dado cuenta que ambas daban señales de haber comido verga desde hace algún tiempo.
– Vas a dormir conmigo -.
pregunto Lily con vos infantil a Beatriz.
– Tu quieres seguir comiendo polla – dijo Beatriz por respuesta en tono divertido.
Mi hermano sin preguntarle ya se había salido de mi cama e iba hacia donde estaba Lily.
Beatriz le abrió espacio, al pasar a su lado le tocó la polla mientras le hacía la observación de que también le había crecido.
– Bea – dijo Lily.
¿Cuál polla te gusta más?
Todos guardamos silencio.
Yo supe que Lily se refería a papá en su pregunta.
Beatriz seguro caía en cuenta.
Sólo nuestro hermano talvez no supiera.
– Ya duérmete – dije mientras me paraba a apagar la luz.
La pregunta quedó ahí.
También yo hubiera querido saber la respuesta, pero pensé que no era el momento.
Suficiente con el hecho de después casi seis meses Beatriz otra vez se decidiera a ser parte de nuestros secretos sexuales.
En la otra cama mi hermano otra vez follaba a Lily.
Nosotros en cambio nos acostamos uno a la par del otro, ella de espaldas a mi.
Desnudos, mi polla casi entre sus nalgas, así nos dormimos.
Fue hasta la mañana siguiente cuando la voz de mamá nos despertó.
Nos tapaba con las sábanas al tiempo que nos decía que debíamos pasarnos cada quien a su cama.
Va a venir su papá y los va a encontrar – decía mientras recogía nuestras ropas y las colocaba sobre unas cajas de cartón que utilizábamos a manera de ropero.
Serían las 6 de la mañana, no teníamos escuela pero ella si iría a trabajar.
Con ella también iba Rosa, quien quizá también habría entrado al cuarto.
Esa incógnita la despejó mama, de manera cómplice nos dijo:
– Anoche no quise entrar porque su hermana estaba conmigo.
Hoy aproveche que ella se está bañando.
Pásense cada quien a su cama – dijo para luego agregar.
Tienen que tener cuidado con su papá.
Las palabras de mamá me hicieron pensar ¿Sabrá ella que papa se coge a Beatriz? Esa pregunta al igual que la que Lily había hecho a nuestra hermana igual, hoy por hoy se quedaría sin respuesta.
Seguiré contando.
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