LAS MUJERES DE PAPA 7
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Una a la par de la otra, mamá, mi hermanastra Rosa y Beatriz Lavando la ropa que habíamos ensuciado durante la semana.
Hablaban trivialidades, Rosa y mi madre eran las que más hablaban.
Beatriz escuchaba, talvez al igual que yo estaría pensando que de no estar nuestra hermanastra quizá ya hubiéramos tenido oportunidad de irnos arroyo abajo a echar un buen polvo.
La sola idea hizo que mi verga cabeceara bajo el short.
Sentado a unos 30 metros de donde ellas estaban, mirando a aquellas tres mujeres semidesnudas de la cintura hacia abajo.
El fustan transparente de mamá ni siquiera era capaz de ocultar que abajo no llevaba calzones, sus nalgas se marcaban a la perfección en aquella prenda mojada, cuando se volteaba podía verle aquel monte de pelos que dejaba adivinar cuan grande era la vulva que escondía tras de si.
Creo que Rosa se había percatado de mis curiosos ojos mirando aquella parte de mamá, quizá al igual que Beatriz hasta hubiera tenido algún pensamiento incestuoso.
Porque no podía negar que en algún momento de nuestra historia había follado conmigo, tanto que cuando regreso a nuestra casa yo pensé que otra vez podía tener sexo con ella.
A sus 22 años estaba como para darle verga todos los días.
Ahora que la veía semidesnuda podía darme cuenta que el tiempo había sigo benévola con ella, se había puesto más buena que antes.
Sus buenas tetas al aire era una tentación que ni yo su medio hermano podía pasar de largo, sus caderas hasta el mismo ángel de la guarda que llevamos dentro hubiera querido estar atrás suyo acariciándolo.
Su calzón rojo bajo el fustan solo la hacia ver más sexi.
Beatriz a su lado, 16 añitos.
En short que ella misma había hecho de unos jeans.
Pequeña de estatura en comparación con Rosa aunque gustosa de la verga al igual que ella y quizá por herencia de mamá.
Verle su trasero solo me hacía pensar en cómo era capaz de aguantarle la polla a papá.
Mis pensamientos fueron interrumpidos con la llegada de mi hermano menor, el que le seguía en edad a Beatriz con 14 años.
– ¿Que pasó? – pregunté viendo que llegaba como si no quisiera delatar su presencia.
– Papá me encontró con Lily
– ¿Cómo? -dije adivinando que se refería a que los había encontrado follando.
No hubo necesidad de que me respondiera.
Sus ojos lo decían todo, estaba nervioso.
Sus manos temblaban, todo el temblaba.
– ¿Dónde los encontró?
– En el cuarto.
Se refería al lugar donde dormíamos el y yo con Beatriz además de Lily con quién recién lo habían descubierto follando.
El cuarto aquel que papá había rentado aparte porque no cabíamos todos en uno solo en aquella vecindad donde nos había llevado a vivir.
El cuarto donde noche a noche cogíamos como verdaderas parejas sexuales aunque fuésemos hermanos.
Sabia que mi hermano no era capaz de darme más detalles por ahora.
Una última mirada a mamá y mis hermanas para luego irme a casa.
Quise cerciorarme que mi padre no le fuera a hacer daño a Lily o en su caso pudiera aprovechar aquella situación para hacerla una más de sus mujeres.
Me vio llegar, estaba sobre el techo colocando la antena del televisor que una noche antes había llevado Rosa.
Sin camisa, dejando ver su delgado cuerpo sudoroso por estar en el sol.
– ¿Ya terminó de la lavar tu mamá? – preguntó.
– No
– Ah – dijo como si se preguntara a si mismo el porque entonces de mi llegada.
– Mira la tele – hablo.
Me avisas si se ven los canales.
El arriba yo abajo.
La televisión encendida hormigueando por no tener buena recepción.
– Cambia de canal – grito.
Gire la perilla.
Uno a uno, papá me preguntaba si podía verse bien la imagen.
Los checamos todos hasta que pudimos estar seguros que podíamos ver los canales más vistos, la pantalla gris dejaba mirar en ella aquellas imágenes en blanco y negro que desde ahora podríamos usar como entretenimiento.
Seríamos los segundos en tener televisión en la vecindad, nuestras idas a donde la vecina del fondo a ver la novela ya no sería más.
Desde hoy Chespirito y demás programas estarían en nuestra propia casa.
– ¿Se ve bien? -pregunto mi padre aún arriba del techo.
– Si – dije.
Segundos después lo vi bajar.
Me sonrió.
– Dile a tus hermanos que si quieren vengan a ver televisión.
Aquello me hizo pensar.
¿Dónde estará Lily? Mi hermano se había quedado en el nacimiento de agua talvez fantaseando con las tres mujeres de la casa que lavaban la ropa sucia.
Porque casi siempre era el acompañante en nuestros juegos de sexo pero de cuando acá el morbo ya era parte de él aunque apenas tuviera 14.
– ¿Y Lily? – pregunté mirando a mi padre como si ignorara lo que minutos antes me había contado mi hermano.
– Creo que en su cuarto.
Las palabras de papá, el tono de su voz me desconcertaron.
Acaso me habría mentido mi hermano.
Una mirada a donde me había dicho papá confirmo lo que me dijo él.
Lily recostada sobre la cama, un cuaderno abierto.
Estaba haciendo tareas, la presencia de mi padre tras de mí hizo que no pudiera cuestionarla.
Casi por obligación tuve que regresar a donde había estado antes, mi hermano seguía ahí.
Sentado, ignorando incluso que frente a él 3 mujeres lavaban en ropa interior.
Mamá al verme sonrió al tiempo que decía a Beatriz.
Deja esa ropa hija, esa la lavamos nosotras.
Si quieren ve a bañarte a la poza.
Era la frase clave, era la licencia que siempre nos daban aunque no directamente.
Mi madre parecía darnos permiso para ir a follar aunque bien sabría que por las noches no desperdiciábamos el tiempo.
De reojo, Rosa pareció decirme con su mirada lo cómplice que era de nuestros secretos.
Nos fuimos los tres, Beatriz, mi hermano y yo.
La poza no estaba lejos de donde se había quedado mamá, aunque si fuera de su rango de visión.
El agua cristalina invitaba a bañarse.
Nos desnudamos por completo, mi verga colgando frente a sus ojos.
Beatriz me miraba lujuriosa, sabía que iba a comerse algo que tanto le encantaba.
Quizá la follara a cuatro mientras ella le mamaba el pito a nuestro hermano o talvez la cogiera adentro del agua mientras este se masturbaba viéndonos tener sexo.
También podría ser mi hermano quién la penetrara y quien la amamantara o me pajeaba viéndolos.
Todo podía suceder, pero no pasó.
Recordando lo que minutos antes me había dicho mi hermano, le conté a Beatriz y luego fue él mismo quien con lujo de detalles nos relato que papá lo había encontrado dándole polla a Lily.
–Yo estaba en medio, culeándola – dijo.
Lily solo pujaba, me había rodeado con las piernas y escandalosa me pedía más.
Yo estaba a punto de acabar, también pujaba porque sentía que la leche se me salía.
Fue entonces que papá entro y nos encontró sin que pudiéramos hacer nada por ocultarnos.
Lily se escondió debajo de mi aún con mi verga adentro, pensé que iba a golpearme pero no.
Se quedó parado.
Luego nos dijo que dejáramos de estar haciendo cochinadas, Frente a él nos vestimos y luego me vine para acá.
¿Y Lily? – pregunto Beatriz.
Fui yo quien respondí.
Que la había visto haciendo tareas en el cuarto.
Desnudos los tres, mi polla aún colgando aunque casi en total flacidez, Beatriz con su coñito desflorado frente a nosotros.
Por primera vez no cogíamos, si nos bañamos pero luego nos pusimos nuestra ropa y esperamos a que mamá nos llamará para ir ayudarle a llevar la ropa mojada.
Rosa nos miraba, quizá pensara y hasta la excitara saber qué bien pudimos tener sexo y ella no podía participar porque nuestra madre no la considerara parte de nuestros secretos.
Cuando llegamos a la casa todo fue de lo más normal, mamá llevo la ropa al tendedero y luego preparo algo de comer para el almuerzo.
Así pasaron las horas, fue hasta la tarde casi entrando la noche cuando mi madre salió con Rosa y Beatriz a casa de nuestros tíos.
Iba a hablar con Fátima nuestra tía, esa que por años había sido confidente de nuestros juegos de sexo.
Mi hermano salió a jugar con algún niño vecino y yo me quedé en mi cuarto.
Lily se fue a ver televisión, como había dicho papá ahora tendríamos en que entretenernos.
Al principio no me cayó el veinte como dicen cuando se refieren a que no caí en cuenta, pero recordar lo que me había contado mi hermano en la mañana me hizo pensar que algo podía pasar al estar Lily con mi padre solos.
Saber de su gusto por follar a cuánta mujer se le pusiera enfrente y hasta con nuestra otra hermana, me hizo sospechar que era hoy el momento en que papá podría sacar partido de lo que había visto horas antes.
La verga se me revolvió bajo los pantalones de solo pensar que aquello pudiera estar pasando.
Muy despacio salí de mi cuarto, el patio estaba deshabitado a pesar de que era domingo.
Era la hora que pasaban aquel programa familiar y muchos estarían viéndolo donde la vecina.
Quizá Lily también lo estuviera viendo y fuera yo el mal pensado.
La puerta donde estaba con papá estaba abierta, adentro apenas y se escuchaba la televisión.
Sigiloso me adentre al cuarto primario, ese que era utilizado como cocina comedor, no pude ver a Lily, deduje que estaría talvez sentada en la cama o quizás en una vieja silla mecedora que papá utilizaba para descansar.
Intentando no hacer el más mínimo ruido me acerque a la hendidura de la puerta, el espacio entre la puerta y las bisagras sería suficiente para comprobar lo que yo sospechaba.
Los vi.
Papá tendido en la cama con los pantalones a medio bajar, hasta las rodillas.
Mi hermana encima de él chupándole aquel vergón que apenas podía rodear con su mano, sus nalgas al aire acariciadas por mi padre quien parecía estar en la gloria sintiendo la boca de su hijita comerle la polla.
La televisión encendida como fiel cómplice ocultando sus gemidos, mi hermana aún con aquel vestido que había usado desde la mañana.
Sus morena piel contrastaba con la de papá aunque el también era de tez oscura, la de ella radiante y firme.
Él con arrugas en más de alguna parte producto de los años que pesaban sobre si.
Papá flaco y de piernas delgadas, ella pequeña y con carne en donde debía tener.
A sus 12 años Lily tenía un cuerpo bien formado talvez mejor que el de Beatriz su hermana mayor aunque ella tuviera dos años más.
Si tan sólo imaginar lo que ahora veía me había empalmado un poco, ahora mi verga era un camote en total erección.
Mi mente no pudo controlar a mi cuerpo y sin medir consecuencias me saque la polla mientras seguía viendo como mi hermana degustaba aquel pollón negro que apenas podía meter en su boca.
Lo saboreaba de tal forma que parecía disfrutarlo de sobremanera, su rostro mismo delataba cuanto lo estaba gozando.
Nuestro padre ni que decir, él estaba en el paraíso sexual si es que existía alguno.
Su mano empezaba a hurgar entre las nalgas de Lily y no pudo callar aquel comentario que llegó perfectamente a mis oídos.
Tienes bien desflorada su cosita bebe, se nota que te dan verga desde hace ratos.
Por un momento me sentí aludido, porque ciertamente la había encontrado con mi hermano.
Pero papá parecía estar adivinando que a aquella vulva le había entrado más que un pene flacucho de 13 ó 14 centímetros.
Lo vi acomodarse a Lily en un 69 perfecto, ella arriba con las piernas abiertas con él en medio, su chocho debió quedar apetitoso frente a la boca de nuestro progenitor quien no perdió tiempo y empezó a darle lengua mientras su hija seguía agarrada a su verga intentando seguir chupando polla.
Intentando, porque su cuerpo se doblo en arco al sentir la lengua saboreando su vulva.
Yo afuera no dejaba de pajearme, lo hacía suave como si quisiera seguir el ritmo de lo que hacían adentro aquellos incestuosos.
Fueron largos minutos de sexo oral, Lily parecía disfrutarlo tanto o más que cuando sólo chupaba polla, su cara había dejado de ser la expresión misma de la niña que era.
Cerraba los ojos, su boca entre abierta, gemía.
Cuando papá le preguntaba que si le gustaba no dudaba en decir que si, poco importaba que la pregunta llevará consigo la palabra putita ¿Te gusta que mame la concha putita? ¿Quieres que te meta la verga verdad? – decía papá con acento lujurioso.
Creí que iban desnudarse porque supe que habían llegado al momento de pasar a un segundo acto, pero no.
Ni siquiera ella se quitó el vestido.
Papá la bajo a un lado de él y colocándose atrás quedaron de lado en posición como de cucarachita.
Papá le levantó ligeramente la pierna y con su mano le colocó la verga en la entrada.
Aquel pedazote de carne por primera vez hacia contacto con los labios vaginales de mi hermana, quien por un instante talvez tuvo miedo de que no le cupiera.
Su rostro era una mezcla de deseos, de tragar verga y nervio al sentir aquel intruso rosando su intimidad.
No tengas miedo bebe – dijo papá.
Vas a sentir rico, vas sentir tan rico que después me la vas a pedir toda.
Me la vas pedir hasta adentro y está vulvita querrá más.
Su cuerpo seguía acomodándose hasta quedar perfectamente acoplados, el atrás y Lily adelante.
Desde donde yo estaba podía verlos perfectamente, incluso pensé que ellos podrían verme a mi entre la hendidura, pero quizá la excitación fuera tanta que lo que sucedía a su alrededor pasará a segundo plano.
Se la empujó tantito, suave hasta que le entró la cabeza.
El rostro de ambos era de satisfacción, él quizá estuviera viviendo el polvo de su vida, ella talvez estuviera comiéndose la verga que había imaginado desde hace unos días atrás cuando vio como papá se cogía a nuestra otra hermana.
¿Te gusta? – pregunto él.
Un si entre dientes talvez fuera el mejor aliciente, porque él otra vez tomo impulso y ahora le empujó otro tanto de polla, luego se la saco y otra vez le empujó la misma medida hasta que supo que Lily aguantaba más.
Ahora la vas a sentir toda bebe – dijo como sin con ello quisiera advertirle que se la iba a meter de una vez.
El aviso sirvió de algo, porque Lily aspiro aire como fuese a recibir una inyección y cuando mi padre le empujó aquellos 20 centímetros se los tragó entre un prolongado gemido de gusto.
Sus labios vaginales quedaron llenos de carne, la gruesa polla de papá parecía haber llenado cada resquicio, el rostro de mi hermana era de satisfacción total.
Por unos segundos quedaron inmóviles, yo también pare de masturbarme, por un instante quise disfrutar como si fuera yo quien acaba de empalmar aquella vulva y porque no decirlo.
Por un instante pensé como se sentiría tener aquel pollón adentro.
No hubo tiempo de cavilaciones, papá supo que era el momento y levantando un poco más la pierna de Lily le saco casi toda la polla hasta dejarle adentro nada más parte del glande, otra vez culeo y de nuevo le enterró más de media verga, luego el mismo movimiento, después otra vez y así una vez más.
Eran embestidas bien calculadas, tanto en cuanto le metía como en la velocidad, Lily parecía gozarlo como nunca lo había sentido.
Por un instante sentí envidia, ya que follabamos desde hace más de un año y si habíamos disfrutado cogiendo pero por el rostro de mi hermana esto era otra dimensión.
La verga de papá debía tenerla al límite de lo imaginable.
Follaban a buen ritmo, se la empujaba duro haciendo que sus cuerpos chocarán dejando escuchar el típico ruido de una pareja cogiendo, los huevos de mi padre meciéndose al ritmo de la cogida.
Mis huevos sintiendo aquella sensación de fuego fluyendo desde la parte más recóndita de mi sexo, me masturbe sin importarme más si terminaba igual o antes que ellos.
Una ráfaga de electricidad fue el presagio, desde la cabeza bajo por toda mi columna vertebral y entre sonoros quejidos de papá diciendo que se corría acabé.
Fue algo que nunca planeamos, es más.
Yo ni siquiera debía estar ahí, pero acabamos sino al mismo tiempo con fracción de segundos entre sí, sendos chorros de semen salieron volando hasta caer sobre la puerta.
Mi padre tuvo mejor suerte, el se corrió sobre Lily.
Cuando supo que iba a terminar le saco la polla y con sus manos se dio los últimos jalones y le echo toda su leche sobre la pancita de su calenturienta hija que no dejo de darse dedo mientras el le rociaba leche encima.
Quizá era el orgasmo más salvaje que yo hubiera visto hasta ese día.
Las televisión seguía encendida sin que a nadie le importará, papá seguía sacudiéndose el pene.
Lily con el vestido arrollado dejándose ver con leche encima por primera vez no me parecía sexi.
Talvez en mi interior tuviera celos de haberla visto follando con papá.
Con una sensación de flacidez en mis piernas, sigiloso como había llegado abandone el cuarto.
Ya en el patio me topé con Carmen, una niña de 14 años que recién se había mudado con su mamá y un hermano a la vecindad.
Hola – dijo sonriendo con aquel rostro de alguien que te gusta.
Hola – dije mientras veía su flaco cuerpo y talvez no tan atractivo como para imaginar que algún día podría cogérmela.
Con paso rápido me fui al cuarto, me quite los pantalones y decidí darme un baño.
Sentía que olía a sexo.
Lily continuaba con papá, talvez ahora si estuviera viendo televisión o quizá estuviera por empezar un segundo round sexual.
Mamá regreso una hora después y otra vez todo volvió a normalidad.
Esa noche me folle a Beatriz y en un has de venganza no le permití a Lily ni que me la mamara.
Ella cogió con mi hermano.
Seguiré contando
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