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Incestos en Familia

Las Mujeres en mí Vida (2)

Continúa las andanzas de Martín.
— Mí amor, levántate. Son las 14:00 hs de la tarde.

Sentí sus suaves labios presionando con cariño mí cuello y mejilla logrando erizar mí piel.

— Un rato más.— supliqué soñoliento.

— Un ratito eh, no seas vago.— comentó burlona— Yo voy a preparar algo para comer.

Me dió un pico en la boca y luego se colocó la tanga negra de encaje que yo mismo le había arrancado anoche, una tanguita que parecía tener ganas de esconderse entre sus gordas y apetitosas nalgas. Así sin nada más que tapase su cuerpo ni corpiño ni otra cosa, solo entangada y con las tetas al aire salió de mí habitación y se condujo por el resto de la casa a pasos felinos sin ningún tipo de temor a ser vista desde afuera o algún prejuicios por haberse cogido a su hijo en la noche de ayer.

Yo traté de ponerme más cómodo para seguir con el sueño pero fue difícil, la pija se me había parado de nuevo y estando desnudo fue difícil en no concentrarse por el placer que producía rozarme con la almohada o parte de la cama así que inconcientemente o no moví mí pelvis como si cogiera con la almohada largando suspiros a la vez que aumentaba el ritmo de las «embestidas». Movía la pija a tal punto que la «metía» entera en la almohada como si fuese una concha bien abierta.— Ohh oohh— gemí plácidamente ya ahogado de placer y continué sin parar hasta correrme sobre ella, gran cantidad de leche espesa y blanca había caído en parte al colchón pero no me importó, tomé un poco con los dedos y los chupé tragando mí propio sabor. Era algo salado pero me gustaba así que seguí degustando mí leche y desparramando sobre mí pija dejándola que se seque sobre esta hasta que oí el grito de mamá para que bajase a la cocina.

— Ahí tienes mí amor— Me dejó unos sandwiches sobre la mesa pero yo no dejé de ver cómo movían sus tetas hasta sentarse a mí lado— A la noche comeremos algo mejor.

— Gracias ma. ¿Ari y Flor no volvieron?.

— A Flor la tengo que buscar en lo de una amiga y Ariana seguro que debe andar de joda todavía.

Terminamos de comer y la ayudé a acomodar un poco la casa sobretodo mí habitación donde parecía haber sido testigo de una guerra.

— Qué es esto? En serio te pajeaste con la almohada?.— preguntó entre incrédula y gracia— Como si lo de anoche no te hubiera sido demasiado.

— Y bueno que querés.— me reí— son las hormonas.

— Saliste a mí, yo a tú edad montaba como loca mí almohada si no tenía un chico pijudo al lado.

Si había algo que me encantaba de mamá  era la naturalidad con la que nos hablaba a mí y mis hermanas. Para ella el sexo debía verse y ser algo libre sin tabúes por lo que crecimos con esa mentalidad.

— Seguro eras la mejor petera del barrio.

— Pues no se me han quejado.— me guiñó el ojo mientras se reía— Tampoco es que estaba con cualquiera, solo si me parecían lindos o me hacían reír les daba chances.

— Y ahora con Florencia harás lo mismo?.

— No creo, apenas tiene 13. Dejala que disfrute de las pajas ahora.

Cambiamos las sábanas de mí cama por unas limpias.

— Y yo con Ariana podemos coger?.— traté de no sonar nervioso.

— Pueden pero como siempre les digo, aquí en la casa nomás. Nada de ir a telos o lugares donde alguien los pueda ver.

Justo en ese instante escuchamos el sonido de la puerta y supimos que era mí hermana.

— Holaa.— apareció por el umbral de la puerta— Apa… Parece que no se aburrieron anoche.

Me le quedé mirando como un bobo, tenía puesto un top de vestir negro y una pollera acompañada de unas largas botas negras. Estaba echa una puta como las del GTA.

— Justo tú hermano preguntaba por vos.

Con las sábanas en sus manos salió de la pieza dejándonos solos y no pude evitar mirar su culo contorneandose hasta desaparecer de mí vista.

— Dejá de mirarle el culo.— se rió y me golpeó con su cartera— Parecés un pajero.

— Pero ustedes andan desnudas o entangadas.

— Ay si el, pobrecito…

Me agarró la pija totalmente desprevenido y la meneó hacia arriba y abajo.

— Que linda pija tenés, mejor que las de mis amigos, vas hacer feliz a las chicas.— me dió un pico y soltó la verga— Me voy a dormir un rato y después me contás los detalles eh…

Me sentí un pelotudo bárbaro. Ariana siempre lograba descolocarme y ponerme nervioso, nosé si era algo en su personalidad o simplemente yo era el problema pero había algo en su mirada y hermosa sonrisa que formaban hoyuelos en sus mejillas que me destruían por dentro. Caí sobre la cama rendido y me acordé de Flor, pensé que sería mejor buscarla yo mismo así despejar un poco mí mente por lo que me bañé, me puse ropa y tomé mis llaves y celular dejando a las chicas solas en casa.

Por suerte eran unas pocas cuadras pero lo suficiente para distraerme un poco, el sol era radiante como cualquier día de verano en nuestro país.

— Hola buenas tardes.— me abrió la puerta una chica de mí edad— Vos sos Martín, cierto?.

Ahí me di cuenta que era Sofía, una chica de mí escuela, un año mayor que yo. Tenía flequillo y es casi alta y delgada como yo.

— Hola Sofi, como estás? No sabía que mí hermana era amiga de la tuya.

— Ni yo, pasá si quieres.— me ofreció haciéndose a un lado y me adentré a su casa.

— Las chicas están en la pieza, ya las busco.

La vi irse por aquel pasillo, llevaba una remera pequeña que le llegaba hasta el ombligo y una calza cortita que le marcaba su tremendo ojete. Además de ir a la misma escuela también íbamos al mismo club del barrio donde ella practicaba voley y yo boxeo. Al rato ella vuelve con las chicas.

— Martín!. Tenías que haber venido más temprano.

— Seguro que quedaste cansado por lo de ayer.— agregó Sofía, yo la miré como si me hubiera descubierto cogiendo con mí mamá pero recordé que se refería por el boxeo.

— Es que ya no voy los cinco días de la semana, ahora solo voy los lunes, miércoles y viernes por lo que trato de meterle más intensidad a los entrenamientos.

— Que lástima, te iba decir para que vayamos juntos.

— Bueno si querés te busco los días que voy yo así tampoco vuelvas sola de noche, ¿Dale?.

— Dale, nos vemos el lunes.

Nos despedimos con besos en la mejilla y en el camino Florencia me hablaba de cosas pero no le prestaba atención.

— Martín!.

Me jaló del brazo.

— Qué quieres?.

— Sos un boludo, le gustas a Sofía!.

— Ella tiene novio, Flor.

— Y? Yo la ví como te miraba. Lo hace igual que…

— Qué quien?.

— Emmm… No nada.

— No, ahora decime.

— Vamos a casa, me hace calor.— apresuró el paso dejándome con la intriga.

Flor tenía una forma de vestir muy peculiar, el negro era su color favorito y amaba las polleras y los tatuajes aunque mamá no le dejaba tener ninguno. Era como una gótica angelical ya que había heredado los ojos verdes y cabello castaño claro de mamá.

Llegamos a casa y lo primero que hizo fue quitarse la ropa de encima quedándose en ropa interior, para mí sorpresa era de un color bordó que exponía la blancura de su piel.

— No dejes la ropa tirada en el piso.

— Perdón.— hizo pucherito como si fuese una niñita. La muy hija de puta sabía que ese efecto solo lo causaba en mí y no la culpaba, la quería demasiada a esa pendeja como si fuese mí hija.

— Que boba sos eh.

La abracé y luego ella se separó de mí con una sonrisa triunfal hasta su cuarto.

Me quedé solo en la sala sin nada de sueño así que prendí la tele hasta la hora de cenar dónde estaría yo solo contra ellas.

 

45 Lecturas/2 agosto, 2025/0 Comentarios/por Bisexuaal
Etiquetas: amiga, amigos, hermana, hermano, hija, hijo, mayor, sexo
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