Las nenitas de la familia Capítulo 2 – Lucy
Continúa la historia de la pequeña Lucy, esta vez descubrirá un mundo nuevo que será presentado por Oliver..
Capítulo escrito desde la Perspectiva de Oliver
mast/nena+hombre
Tengo una familia muy grande mi padre tiene 5 hermanos, todos casados y con hijos, en total por primos somos alrededor de 16 primos, y solamente somos 4 varones, eso nos deja 12 niñas de diferentes edades desde los 30 hasta las de 2 y 5 años. Soy un joven de 25 años, pueden decirme Oliver, saco provecho de esta situación de lujo, mi descripción física está de más. Con varias de mis primas hubo jueguitos inocentes, cuando teníamos pijamadas y “dormíamos” juntos me sacaba provecho, historias ricas, pero esta que les cuento fue épica. Siempre he sido un imán con los niños, convivo más con ellos que con cualquier otro adulto. Mis primas de 7 y 8 años me adoran, no se despegan de mí, lástima que esta historia no se desarrolla con ellas.
Todo empieza con la pequeña Lucy, hija de una de mis primas que se embarazó desde los 18 años, Lucy es su segunda hija, es una pequeña de 5 años, luce más joven de lo que en realidad es.
Ella es una lindurita pelirroja, hermosa, de ojos oscuros, delgadita y tierna, con unas nalguitas redonditas y pequeñas. Obviamente también me adora. Por años vi como mi prima la desatendía, desde que nació, creció sin recibir la debida atención que una bebé debería recibir, duraba horas sin comer, horas sin que le cambiara el pañal y yo odiaba a mi prima por eso. La pequeña es inteligente, aprendió a valerse por sí misma, pero siempre le hizo falta el cariño que todo padre y madre deberían darle.
Todos los fines de semana los tíos y los primos no reunimos en la casa de nuestros abuelos, a veces mi prima nos visita con sus hijas y a veces no, y cada fin de semana me decía mi prima como Lucy preguntaba por mí, quería visitar a sus abuelos solo para verme y que le dedicara tiempo.
Cierto día la pequeña Lucy me pidió mi celular para jugar, Lucy tiene una hermana mayor de 7 años que obviamente también busca mucho mi atención y también quería usar mi celular, dejé que se turnaran por tiempos, primero empezó Lucy, y como siempre, si usan mi celular es bajo mi supervisión así que siempre están sentadas conmigo en un sillón tipo reclinable, o mejor dicho sobre mis piernas, mientras yo aprovechaba para darle abrazos muy largos expresando mi adoración por la pequeña. La hermanita mayor de 7 años que nombraremos como Bety, se quedó viendo la televisión mientras yo “supervisaba” a su hermanita.
Ella se acostó cruzando su abdomen sobre mis piernas, dejando s entrepierna al alcance de mis manos, muy tentador, traía un pants (pantaloncito de algodón para el frío), era época navideña y claro que es una buena excusa para acurrucarse con el primo favorito.
En muchas ocasiones acaricié a mis primas mientras dormían pero nunca mientras estaban despiertas y consientes, pero tenía un aliado poderoso, la distracción perfecta, mi celular. Decidí dar el paso, empecé a acariciar sus tiernas y delgadas piernitas, dando pequeños círculos sobre sus pantorrillas, subiendo a sus muslos, me acercaba poco a poco a sus nalguitas redonditas y perfectas.
No había monos en la costa, los padres distraídos como siempre, afuera con unas cervezas y sus estúpidas charlas de adultos, y nosotros en la habitación principal viendo películas… todo era perfecto. Pasé mi mano por debajo de su cuerpo, acaricié un poco sus muslos subí y finalmente encontré lo que buscaba, llegué a su tesorito. Palpaba poco a poco, la temperatura corporal subía rápidamente, mi aliento no era cálido, estaba caliente. Bajaba hasta sus rodillas y volvía a subir, decidí aventurarme y metí mi mano dentro de sus pantaloncitos. La acariciaba despacito sobre su pequeña braguita, y empecé a sentir sus respiraciones cada vez más fuertes. No hacía ningún comentario, no se oponía, seguía en su jueguito de mi poderoso aliado. Después de jugar subiendo y bajando decidí presionar un poco más, me quedé acariciando su florecita, completa atención a sus labios inferiores. Y mi erección… bueno encendido al 100%. Ella no lo soportó más y soltó una risita, apartó la mirada del teléfono por primera vez y me miró directo a los ojos. Que descarada. Le sostuve la mirada le devolví la sonrisa y le besé sus pequeñas mejillas, que ya se pintaban de rosa.
Bety nos interrumpió nuestro jueguito, exigía su turno en el celular, pero Lucy se reusaba a cooperar, obviamente sabía que significaba que ella ya no estaría sentada conmigo y tampoco tendría el teléfono. Lo perdería todo. Le dije que tenía que ser compartida con su hermana, finalmente cedió, y le entregó el celular a la pequeña Bety. Se puso de pie y se iba a retirar de la habitación. Frustrada y molesta, pensé para mis adentros, por mí no había problema, ya que tendría una nena más grande sentada conmigo. Pensé que mi aventura con la pequeña Lucy había terminado, pero de repente Lucy se detuvo antes de llegar a la puerta, la muy astuta se inclinó un pocos obre sus rodillas y empezó a mover su culito de un lado a otro dándose palmadas sobre sus nalguitas, ¿acaso era un intento de seducción por su parte?
Pues lo consiguió.
Me pare de prisa, la tomé en mis brazos y la llevé de regreso al sillón, lo recliné un poco y la senté conmigo, empecé acariciando su ingle, pero no le daba lo que quería, alzaba su cadera hacia arriba. Se dio media vuelta quedando cara a cara conmigo y tomó mi rostro con sus pequeñas manitas. Me pidió que le hiciera cosquillas en su “cosita”. Le susurré en su oído la orden 66: ok, pero no le digas a nadie.
Se sentó sobre mi nuevamente dándome la espalda, sus piernas abiertas a los costados de las mías, mientras veíamos televisión. Usé mi abrigo para “cubrirnos del frío”, acaricié su “cosita”. Empecé con pequeños círculos con mi dedo sobre su pantaloncito, empezó a mover sus caderas rítmicamente. Ya estaba durísimo por el simple roce de su culito sobre mi pene. Hubiera sido genial que no tuviéramos la ropa puesta.
Con un brazo la tomé y rodee su cuerpo y la presioné más sobre mi pene, y con mi otra mano la seguía acariciando, soltaba risitas, voltee a ver a su hermana… bien metida en mi celular, ni idea de lo que hacía con su hermanita menor. Me puse de pie la dejé sentada sobre el sofá, ella extendió sus brazos haciendo pucheros, pensó que la dejaría así y que me iría, pero esto apenas empezaba.
Me arrodillé sobre el sofá, miré nuevamente a su hermana, sin reacciones, como una zombie en el celular. Acerqué mi boca a sus piernas y empecé a llenarlas de besos, mientras besaba una, paseaba mis dedos ligeramente sobre su otra pierna. Mi boca bajó por su pierna, le quité sus zapatillas, besé su pie, comencé a subir a ritmo lento poco a poco, besos por sus pantorrillas, subo un poco más besos para sus rodillas, un poco más arriba, llego a sus muslos la abro más de piernas y le suelto cientos de besos sobre su “cosita”, ella ya no soltaba risitas, solo respiraciones fuertes y profundas.
Recordé que amaba que le soplara con mi boca sobre su barriga, subí un poco a su abdomen, subí un poco sus prendas y pegué mi cara a su barriguita, y soplé lo más duro que pude, Bety nos volteó a ver y regresó su mirada al celular, le di otra soplada, no tenía un vibrador conmigo, pero ¿para qué? Si puedo usar mi boca. Bajé a su pequeño capullo pegué mi cara lo más que pude y soplé tan fuerte, ella soltó una carcajada disfrazando su gemido, se me terminó el aire y tomé otra bocanada, volví a soplar duro sobre su vaginita, empezaba a desprender un dulce aroma que jamás había sentido. Empecé a meter más velocidad, soplaba y soplaba, decidí cambiar de posición me puse de pie y la tomé en mis brazos. Me senté y la puse sobre mis piernas boca arriba, tomé su trasero y lo acerqué a mi boca y soplé, una y otra vez, constante. Me empezaba a cansar, soplaba y soplaba ella ya no reía, la miraba de reojo, su carita esta roja, tanto como sus cabellos. Me asusté, dejé de soplar, pero ella me empezó a suplicar, “más dame más” con sus piernas sujeto mi cabeza y me pegó a su vaginita, ¡pero que atrevida!, nunca pensé que haría algo así, una niña me aplicó una llave con sus piernas para que siguiera dándole placer con las vibraciones que generaban mis soplidos. Ella empezó a gritar “más quiero más”.
Tenía que detener esto, mis tíos afuera, sus padres, su hermana como testigo, soltó un llorido de molestia, de desaprobación, de putita frustrada, la dejé con las ganar de llegar a su clímax. Corrí al baño y solté todo lo que tenía generado.
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