Las nenitas de mi familia – Capítulo 1 – Lucy
Lucy es una pequeña pelirroja, delgadita y de cuerpo tiernito, es una nena inteligente, desde muy pequeña aprendió a valerse por sí misma, aprendió a mentir y a conseguir lo que quiere. Conocerá a quien probablemente será su primer amor..
Advertencia para el lector, este relato probablemente es diferente a lo que haz leído anteriormente, es progresivo de inicio será poco implícito. Si buscas una lectura caliente que hable de sexo desde las primeras líneas estas en el relato equivocado. En los diferentes capítulos se trabajó para buscar presentar al lector diferentes puntos de vista de los involucrados. Soy principiante, seguramente tendrá errores de lógica, cohesión y coherencia, espero ir mejorando con el tiempo y haciendo mas lectura. Sin mas… espero que lo disfruten.
mast/nena+hombre
Capítulo 1
Hola soy Lucy y les contaré una historia de cuando tenía 5 años. Todos los fines de semana visitábamos la casa de mis abuelos, me sentaba a jugar con mis muñecas y otros juguetes, mientras veía como mi hermana (Bety, 7 años) y mi prima (Ana, 8 años) estaban cercas de ese chico llamado Oliver, si mis cálculos no me fallan él tenía 25 años en ese entonces y siempre estaban con él. Oliver las cargaba, las mimaba, les daba lo que querían, les prestaba su teléfono celular, las sentaba con él. Siempre estaban cercas de él, ellas eran felices.
Recuerdo que un día llegó mi tía a nuestra casa, y mi mamá me dijo que visitaríamos a mi abuelo ya que habría una fiesta de cumpleaños. Recuerdo que nuevamente estaba Oliver ahí, mi madre lo saludó diciéndole: -hola mi primo guapo ¿cómo estás?, y como siempre Bety corrió hacía él y subió a sus brazos, estaba fascinada de verlo de nuevo, parecía estar embrujada por su encanto, siempre tenía una sonrisa cuando lo veía a los ojos y lo empezó a llenar de besos.
Como en otras ocasiones mi mamá se la pasaba con los demás adultos, bebiendo y platicando, y se olvidaba de alimentarnos a mi hermana y a mí, intenté hacer que me escuchara, – mami tengo hambre. Pero me respondió con la misma frase de siempre, -vete a jugar con los otros niños y no estés de chiflada. Recordé que mi hermana tenía guardados en su mochila unos dulces que le dieron en Halloween, pensé que podría tomar alguno y comérmelo. Me dirigí a la sala, ahí se encontraba Oliver sentado viendo su celular, encontré la mochila de Bety y… ¡¡¡eureka!!! Encontré una barrita de chocolate, me senté al lado del chico y me di provecho.
Unos minutos después llegó mi hermana, que seguramente también tenía hambre, buscó en su mochila y ¡oh sorpresa! Desapareció el chocolatito que guardaba para este momento. Empezó a buscar culpables, nos cuestionó a Oliver y a mí y ambos negamos haberlos tomado, entonces fue a buscar a mi tía. Cuándo regresó con ella, mi tía con su mirada fría y molesta me acusó y me preguntó dónde estaba el chocolate, en ese momento no se me ocurrió mejor idea que culpar a Oliver mientras miraba su rostro, yo solo quería escapar de los golpes de mi tía. Pero el chico me acusó a mí diciéndole a mi tía que él me vio tomar la mochila y sacar el chocolate y que no me reclamó nada ya que pensó que era mío.
Mi tía se acercó a mí y me dio una cachetada y me llamó mentirosa, se llevó a mi hermana a la tienda para comprarle otro chocolate, y yo corrí llorando a esconderme en mi lugar favorito, entre los libreros, mi cachetito me ardía mucho. Mi mamá entró en la sala y me vio llorar, se aventuró a decirme, – no llores que te lo mereces. Oliver estaba ahí sentado observándome, por primera vez vi sus ojos, tenía una mirada cálida y hermosa, expresaba arrepentimiento se veía un poco confundido y triste, supongo que no esperaba ver a mi tía y a mi mamá actuar así. De repente se puso de pie y me tomó con sus brazos, fue tan rápido que no me dejó luchar para escapar de esos brazos tan grandes y peluditos. Me llevo al patio donde estaban los adultos, se sentó frente a mi mamá y empezó a hacerme cosquillas, al inicio me resistía a reir y seguía haciendo pucheros, entonces me levanto la blusa y puso su boca en mi barriguita y sopló muy fuerte, sentí muchas cosquillitas y no pude aguantar más y terminé soltando unas carcajadas y sentí un poco de “alivio” en mi “cosita”. Algunos de mis tíos nos voltearon a ver y tenían sonrisas de orgullo en sus caras, -que bueno es con los niños –se decían unos a otros mientras volvían a sus cosas de grandes.
Entonces vi sus ojos nuevamente, esta vez su rostro estaba tan cercas, sonrío y me preguntó -¿ya estas mejor? –Asentí con la cabeza y me puso de vuelta en el suelo. Pero ¡que mirada tan bonita!, nunca había visto esa mirada en ningún otro adulto. Sentí un poco de humedad ahí abajo, ¡no puede ser!, mi pipí se había salido, nunca me habían hecho cosquillas de esa manera. Oliver buscó mi mirada y se percató que estaba empapada. Escapé de ahí antes de que mi mamá me viera también y me castigara nuevamente. Corrí en dirección al baño y cerré la puerta. Estaba muy nerviosa, ¿Qué voy hacer?, me quité los pantaloncitos y la braguita, tomé un poco de papel sanitario y empecé a intentar secarlos, intenté agitarlos, pero mis brazos no tenían suficiente fuerza, les soplaba tan fuerte como podía. En eso escucho que alguien golpea la puerta, ¡no puede ser! Si es mi mamá o mi tía me pegarían muy fuerte otra vez. -¿Lucy?, ¿estás ahí? Voy a entrar -en eso se asoma Oliver por la puerta del baño y solo pensé en esconder mis pantaloncitos húmedos de él. Entró y cerró la puerta con seguro tras él, se acercó poquito a poquito hacía mí, yo estaba aterrada, descubriría mis pantaloncitos y se lo diría a mi mamá como lo hizo con el chocolatito. Le decía con lágrimas en los ojos que por favor no le dijera a mi mamá. De repente con su mano tomó mi barbilla para levantar mi cara y hacer que quedará a la altura de la suya y exclamó con una voz tan dulce, -lo siento Lucy, no era mi intención, te mojaste por mi culpa, déjame ayudarte a secarlo. Me quitó el pantaloncito de las manos y buscó en los cajones del baño, sacó una secadora como la que a veces usaba mi mamá para secarnos el cabello y empezó a secar mi pantaloncito con ella. Guau ¿por qué no pensé en eso antes? Mientras estaba ahí parado dirigió su mirada hacia mí y volvió a verme a los ojos, ¡vaya! sus ojitos eran realmente bonitos, su mirada tan llena de ternura y despreocupación, eso me tranquilizó. Después tomó mi calzoncito del suelo y lo empezó a secar también, se dio la vuelta dándome la espalda, terminó y se giró nuevamente, vino a donde estaba sentada en el piso y se arrodilló frente a mí y me los extendió. De repente vi que su mirada se enfocaba en mis piernas que aún escurría mi pipí, -también puedo ayudarte con eso –solo asentí con mi cabeza. Tomó el papel de baño y empezó a secarme mis piernas, era muy cuidadoso no me tallaba tan fuerte como lo hacía mi mamá, subió a mis rodillas, subió su mirada a mi cara y sonrió, realmente quedé hipnotizada por su encanto de sonrisa, el seguía secando y secando cada vez más arriba mientras decía -tranquila ya ha pasado todo, nadie se enojará contigo. De repente se puso de pie y se dio la vuelta yo me sentía aliviada y extraña, mi “cosita” por alguna razón estaba calientita aunque ya había hecho pipí sentí muchas ganas de volver a hacer, me subí a la taza del baño e hice pipí. Él se detuvo por unos segundos cuando me escuchó decirle, -gracias Oliver, me has salvado. Continuó su camino y salió del baño.
Ufff salvada por Oliver, ahora entiendo porque mi hermana lo quiere tanto, es tan bueno con todos. Me puse los pantaloncitos de nuevo, y salí de la habitación, pero escuché un ruido que provenía del patio trasero y vi a Oliver, parecía agitado y movía algo muy rápido de arriba y abajo como cuando agitas una lata de espuma, escuché que hacía unos sonidos, me preguntaba que hacia allá en la oscuridad quizás necesitaba ayuda –Oliver, ¿necesitas ayuda? -se dio la vuelta y me sonrió nuevamente y dijo, -¿ya terminaste? ¡Qué bien! -se reacomodó el pantalón. Se acercó a mí y me preguntó si me había lavado las manos –no, estoy chiquita y no alcanzo. Me tomó de la mano y me llevo de vuelta al baño, me sujetó por la cintura me levanto y me pegó un poco fuertesito contra el lavabo, abrí la llave y empecé a mojarme las manos y pensé que sería divertido mojarlo a él como venganza por hacer que me hiciera pipí. Así junté un poco de agua con mis manitas y me intenté girar y se la aventé en la cabeza, él se quejó un poco diciendo -¡heyy, para no puedo defenderme! –empezó a moverme de lado a lado, luego de arriba y abajo, noté que empecé a tirar mucha agua y me detuve pero él seguía moviéndo mi cintura de arriba abajo, por un momento me sostuvo con un brazo, luego sentí que algo rozaba en mi colita sobre el pantalón, era duro, pero no le di importancia, intentaba concentrarme en terminar de lavarme, le decía a Oliver – ¡para! ¡No me dejas terminar! –Él me contestó, -solo un poco más –escuché un par de quejidos y dejó de movernos. Finalmente me bajó me di la vuelta y vi su pipí frente a mi cara, guau nunca había visto uno ni siquiera el de mi papá y estaba manchado de algo blanco y pegajoso, -Lucy mira ¡hiciste que me mojara! Me sentí culpable así que me propuse a ayudarlo como el hizo conmigo, fui y tomé el papel del baño y lo empecé a secar. Cuando acabé guardó su pipí por un agujero que tenía su pantalón se agachó hasta que su cara estaba frente a la mía me dio las gracias, pude sentir su aliento en mi cara, ¡Era muy dulce! ¡Olía como cerezas!, y sin previo aviso tomó mi barbilla con su mano y acercó sus labios a los míos se acercó lentamente, me hipnotizó con sus ojitos tan cercas y me dio mi primer beso, metió su lengua en mi boca, era muy húmedo y se sentía gracioso. Cuando separó sus labios de mí, me dijo, -ahora estamos iguales, no le tienes que decir a nadie lo que hicimos ¿ok?. Se puso de pie, se dio media vuelta y salió en dirección al patio principal donde se encontraban los demás adultos. Por alguna razón sentí calor en mi “cosita” pero esta vez no tenía pipí. Era realmente extraño nunca nadie me había tratado con tanta suavidad y tranquilidad. En ese momento pensé que quería estar con él y que quería que me mimara como lo hacía con mi hermanita y Ana.
Desde ese día siempre que visito a mis abuelos busco a Oliver, en ocasiones si va, y en otras ocasiones no, le pregunto a la abuela por él y me dice que no viene porque tiene que trabajar. Cuando está ahí me presta su celular y me sienta con él para supervisarme cuando juego, también me deja peinarlo y a mí me pinta las uñas. Oliver es el mejor, lo quiero mucho.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!