Las tardes con mi primita – Parte Uno.
Los juegos empezaron con inocentes cargadas y caballitos, pero la suavidad de su piel y el aroma de su cabello, el cual conservaba desde su nacimiento, fueron despertando mi erotismo. .
Las tardes con mi primita – Parte Uno.
Soledad había crecido y muy bien, siempre fue una niña algo mas alta que el promedio y ahora me llevaba quizá un par de centímetros, ya tenía catorce años. A pesar de nuestros doce años de diferencia fuimos muy cercanos hasta que llego a la pubertad. Tuvimos algunos juegos, en los que me ingeniaba para satisfacerme sin forzarla, esa no era la idea, pero ella los comentó con toda inocencia a un familiar y me complicó la existencia. Así, que me cerré negando todo y opté por mantener prudente distancia para que las cosas no pasaran a mayores.
Los juegos empezaron con inocentes cargadas y caballitos, pero la suavidad de su piel y el aroma de su cabello, el cual conservaba desde su nacimiento, fueron despertando mi erotismo. En los veranos ella usaba pequeños pantaloncillos, que conforme fue creciendo le quedaban más ajustados llegando a convertirse en una segunda piel. Desarrollo unas hermosas, largas y carnosas piernas con unos glúteos redondos, firmes, paraditos. Nunca fue gordita, no recuerdo verla panzoncita. Aprendió a cabalgarme con maestría. Solía llegar por las tardes, a la casa de los abuelos, cuando no había quien se quede en su casa y siempre me buscaba para conversar o de jugar, en realidad casi siempre terminaba en lo segundo. Por lo regular yo tomaba algo de sol en el jardín de la casa, lo hacía en con una trusa pequeña (Slip) y su presencia me excitaba automáticamente, así que me cubría con una bata corta de verano. Mi dormitorio daba al jardín, yo vivía con los abuelos, aprovechando que en la casa los mayores tomaban siesta, le proponía jugar al caballito y la llevaba adentro, la subía en mi cama, abría la bata, acomodaba mi pene sobre mi estómago, ella se sentaba sobre él, le enseñe a hacerlo una sola vez y ella se encajaba perfectamente, sentir la suavidad de la piel de sus muslos en la cintura ya era un gran placer mientras ella movía su pelvis encima de mí, en una sincronizada y perfecta pertunda. Cuando se cansaba cambiaba de posición y me daba la espalda, ahí disfrutaba de la vista de sus glúteos, bueno, en su ajustado pantaloncillo. Nunca me atreví a tocarlos. Para que no me malinterprete, ja, ja. Tampoco el juego duraba mucho. Ella prefería salir al jardín y ahí venían las cargadas, inventé algunas acrobacias en las que lograba pegar mi miembro a su vagina. Siempre sobre nuestras ajustadas prendas, y eso era todo. Nunca logré eyacular, no sé que hubiera pasado de haber sucedido. Lo cierto que a ella no le incomodaba mis erecciones, tal vez lo disfrutaba, no lo sé. Pero se acomodaba y bien.
Hasta que un día perdí el control. Ella llego en la mañana, algo inusual, quería bañarse en la piscina. Llego con un vestido muy suelto, esos de verano que se sacan por arriba. Tiende su toalla y se saca el vestido, ese fue el momento detonante. Al sacarlo descubrió el bikini más diminuto que pudiera haber imaginado. Si bien aún no tenia senos, su pechos estaban ligeramente hinchaditos y los triángulos de la parte arriba apenas cubrían la aureola de su pezón. Debía ser de varios años atrás, cuando en realidad era casi un bebe. La trusa apenas cubría su monte de venus y era obvio que hacia tiempo no lo usaba, pues mostraba marcas de bronceado de algo más grande a excepción de su vientre que estaba sin broncear, las tiras con las que se sujetaban ambas partes se ataban con las justas. Colapse de la tremenda erección que me produjo. Me estaba excitando a propósito? En unos días iba a cumplir los once años. Me dijo que iba a broncearse conmigo. Yo atine a preguntarle si tenía bronceador, me contesto que ella traía su aceite para bebe, que eso la bronceaba mejor y lo que quería era borrarse las marcas que le había dejado su ropa de baño entera, ahora quería usar bikini. Le ofrecí echarle el aceite. Ella acepto y fue una experiencia de alto voltaje. Me dio la espalda y empecé por los hombros y brazos… luego recorrí su espalda, pero como estaba sentada, le recomendé que se pusiera boca abajo. Que así estaría mejor. Estaba perdido!
La trusa dejaba ver la mayor parte sus carnosas nalgas, con la desproporción de la prenda y lo apretada que lo llevaba, parecía el culo de alguien mucho mayor. No pude evitarlo y me atreví a tocarlas por primera vez en mi vida, ella se sobresaltó, yo no detuve, para no evidenciar culpa, así que ella me dejo seguir. Cuando ya no pude seguir regodeándome con su trasero, me pase a sus piernas, como seguía boca abajo, igual de rato en rato visitaba la colita. Hasta que tuve que detenerme pues me dijo que iba a voltearse.
Ya boca arriba, le pregunté si le echaba por adelante, ahí me miró fijamente a los ojos y se echo sin decirme nada. Había sido suficiente, pero yo estaba encendido y demasiado erecto. De pronto, con los ojos cerrados me dice: No me vas poner más aceite? La emoción volvió y empecé a frotar su vientre y bajar hasta sentir los huesitos de su cadera, no me atrevía a bajar más, rodeé el triangulito de su trusa, y me pase a las piernas, los muslos, las pantorrillas y me detuve haciéndole un masaje con aceite en los pies, eso la relajo mucho y me parece que la encendió un tanto, pues por primera vez sentí que su respiración empezaba a agitarse y algunos suspiros de placer. Aproveche para subir por sus muslos y echarle en la parte interna acercando sistemáticamente a la entrepierna, ella las separó un poco y llegue a rozarle la trusita por abajo. Ahora si estaba a mil. Así que me atreví a decirle si quería jugar al caballito, pero me dijo que quería tomar el sol. Yo ya no podía más, así que le dije que me iba a ducharme a mi cuarto, en realidad me iba para meterme la gran paja de mi vida.
Ya en mi habitación, me acomode con vista al jardín ocultándome con la cortina en la ventana, tome unos binoculares para ver sus partes de cerca, la vista no era la mejor pero, alcanzaba para los fines del caso… ja, ja. De pronto veo que se para y se dirige a mi habitación yo ya no tenia trusa, estaba desnudo, fui al baño por mi bata y mientras me la ponía ella encontró que mi puerta estaba cerrada, así que toco el vidrio. Salí y le dije que estaba a punto de bañarme. No quedaba de otra, con agua bien fría para que se me pase la calentura. Ella entró y se echo en mi cama, así como estaba con su bikini. Me encerré en el baño y me metí una paja algo veloz, esperando se fuera. No estuvo mal, fue profusa y digamos de alta presión, regué las mayólicas de la ducha. Me dedique a limpiar con la regadera las paredes del baño, pero estaba intranquilo. Al salir con mi bata, ella seguía ahí sobre la cama parecía media dormida, al acercarme se incorpora y me dice: Vamos a jugar al caballito?
La oportunidad estaba pintada, me echo en mi cama y ella se monta encima, empezaba a ponerme erecto, le digo que espere que me abriera la bata y no me percate que no tenia ropa interior, ella no se dio cuenta y se acomoda como sabia hacerlo y empieza a moverse, lo delgado de la tela de la trusa prácticamente era un contacto piel con piel, sentía su humedad en mi pene y ahora si sentía que su movimientos eran acompañados por su respiración y algunos gemidos, lo que nunca había pasado, en algún momento el bikini se corrió un tanto de lado y ahora si mi pene estaba en contacto con parte de su labios vaginales. Al rato me pregunta si quería que se sentará al revés. Yo estaba demasiado excitado para contestar, asi que ella se voltea sin decir nada, y ahí se da cuenta que no tengo ropa, duda un poco si sentarse, pues estaba totalmente erecto, entonces lo pegue a mi estómago y le dije: Ahora si siéntate. Ella lo hizo, ahora sí, tenía la conciencia de lo que estaba haciendo. Lo estaba disfrutando, no había duda. Mi pene se acomodaba entre sus nalgas gloriosamente, y ella se movía maravillosamente. Pero no me aguante y desate su bikini, en realidad casi lo rompí. La volteé y le comencé a sobar el pene en la entrada de su vagina, tenía unos cuantos pelitos. Mientras le buscaba el clítoris para masajearlo, eso la elevo a las alturas, gemía como una verdadera mujer. La quise penetrar pero me pidió que no lo haga, me contuve y me coloque sobre ella sobándole el pene sobre su vagina, ella lo estaba pasando bien pero yo quería más. Así que la volteó y le coloco el pene entre las nalgas y empiezo a moverme, ella estaba un poco asombrada , pues ya no se movía solo me dejaba hacer, eso ya no me gusto tanto, así que la puse de costado dándome la espalda, le junte sus piernas en introduje el pene entre ellas, para sentir sus nalgas y que su entrepierna abrazar mi pene, igual sus labios vaginales se abrieron un poco y lo recibieron sin penetrarla ella ya no se movía, así que con una mano busque su clítoris para estimularlo y doble su cabecita hacia mí. Ella estaba sorprendida cuando le planté un beso en los labios y le quise meter la lengua, no la acepto. Pero le puse un dedo y empezó a chuparlo y se fue entusiasmando mientras seguía moviendo mi pene su entrepierna, finalmente acepto mi lengua y nos besamos apasionadamente, hasta que inevitablemente eyacule. Quedo sucia de semen, lo recogía con sus dedos extrañada, yo me acerqué y seguí besándola, no entendía muy bien que acababa de suceder, que estaba pasando. Ahí, besándonos de frente descubro que sus pequeños pezones están erectos y empiezo a tocárselos, al principio no me deja , pero continuamos con los besos, luego cede y le saco la parte de arriba, ahora está totalmente desnuda, yo le chupo sus incipientes senitos y ella se revuelve de placer. Luego me empuja sobre la cama y se sube encima de mí, ella misma coloca el pene pegado a mi vientre y se sienta sobre él. La vista es morbosísima, sus pequeños labios se abren abrazando el grueso de mi pene y ella se mueve con gran maestría haciéndome una gran paja, el acondicionamiento de los años anteriores había surtido efecto. Finalmente hizo su trabajo y me hizo eyacular en la misma posición, ella miraba con curiosidad como mi pene disparaba el semen. Seguimos besándonos y termino la sesión, no sin antes advertirle que era un secreto entre los dos.
Pero lo emocionante de la aventura la superó y se lo comento con pelos y señales a una prima mayor y esta se lo comentó a su madre y está a su vez con su esposo. El tío, en una reunión familiar, me llevo a un costado y me dijo que sabia todo, y que iba hablar con los padres de la niña para que la revisen y si le había hecho algo, me iban a meter preso. Como les conté yo negué todo y Soledad hizo lo mismo, nunca la revisaron, aunque igual no hubo penetración. Pero era prudente distanciarse y así lo hice. Las vistas de mi primita a la casa ya no eran tan frecuentes.
Pero esta tarde coincidimos, pero eso es otra historia
CONTINUARÁ
¡Qué susto! Menos mal que ella colaboró y no contó nada. Una verdadera lástima que esa historia concluyera de esa manera. Suerte para la próxima, si es que la hay.
Muy buen relato, así se hacen las historias o se cuentan. Espero continues escribiendo amigo.