Las tetas de mamá VII
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Vallekanito.
Jesús siguió a Pilar a la cocina, miraba su culo gordo, como lo novia la condenada, hacía tanto tiempo que no follaba que ya la tenía otra vez tiesa, si Pilar estaba cansada no era su problema, él necesitaba más, la empujó contra la mesa de la cocina, sus tetas quedaron sobre ella, le levantó la falda del vestido y allí apareció su culo.
– Lo siento, Pilar, pero no puedo más, luego podrás descansar todo lo que quieras.
– Está bien, Jesús, he vuelto con la condición de estar siempre a vuestra disposición.
– Gran idea la de Miguel de que no lleves bragas, así es todo más fácil.
¿Te han dado alguna vez por el culo?
– No Jesús, no irás a.
– Si Pilar, si.
Pilar iba a protestar pero pensó en su promesa y se resignó, al fin y al cabo no podía ser tan malo, después de todo lo que había hecho iba a ser una experiencia más.
Jesús cogió una botella de aceite y restregó un poco por la raja del culo de su mujer, está se estremeció al notar el líquido, Jesús se lo extendió bien, y con un dedo le untó el orificio del ano, a Pilar se le escapó un grito.
Jesús se bajó los pantalones y los calzoncillos z dirigió su pene hacia el ano de Pilar y empezó a introducirlo despacio, Pilar se retorcía, a Jesús le costaba, por fin tuvo medio miembro metido y empezó a moverse hacia delante y atrás, mientras sujetaba a Pilar por la cintura.
– Cuidado, Jesús, me haces daño.
– Tranquila, lo haré despacio.
Jesús empujaba, el culo de su mujer que estaba con las tetas sobre la mesa, le estaba costando, era su primera vez y eso se notaba, tendría que practicar más, se dijo, al final se corrió con un espasmo y se quedó tumbado un rato sobre la espalda de Pilar, está dió un grito al sentir el calor del semen de su marido en el culo y se quedó quieta, la legalidad le resbalaba por el culo.
Jesús sacó su polla del culo de Pilar, cogió un trapo de cocina y se lo limpió.
Pilar se incorporó y se alisó la falda.
– Bueno, para ser la primera vez no ha estado mal, dijo Jesús, habrá que seguir practicando.
– Me ha dolido al principio, pero luego no ha estado mal.
Me habéis convertido en una zorra, pero me gusta.
– ¿Miguel no va a volver?, Preguntó Pilar.
– Supongo que no, estará con su novia,.
– ¿Sigue con ella? Dijo Pilar, pensando en lo que había sucedido con ella y su hijo al principio de la relación, seguro que su hijo se lo estaba pasando bien con ella.
– Si, y no me extraña, menuda mujer y que tetas tiene, son casi tan bonitas como las tuyas.
– ¿Te la has follado?
– No, pero no me importaría, dijo Jesús, que se imaginó haciéndolo, más de una paja se había hecho pensando en ella.
Tenía que proponérselo a su hijo, si él se follaba a su mujer, tendría que haber correspondencia.
– Por cierto, Pilar, mañana viene a comer para celebrar que has vuelto.
– Muy bien, yo me voy a acostar, me voy a la cama de Miguel, quiero descansar y si estás tú a mi lado seguro que no me dejas.
– Vale, hasta mañana.
Pilar fue a su dormitorio, cogió la maleta y la llevó a la habitación de su hijo, se quitó el vestido que estaba bastante arrugado después de tanto trajín, se desabrochó el sujetador, sus tetas aparecieron, las sopesó con ambas manos, parecía mentira lo que esas tetas habían cambiado su vida.
Cogió unas bragas y el camisón de la maleta y se lo puso, se acostó, aún tenía el culo algo dolorido, pero con lo cansada que estaba, esperaba poder dormir.
Se durmió enseguida, estuvo toda la noche soñando con su marido y su hijo, le hacían de todo y a ella le gustaba, disfrutaba como una loca, el resultado fue que amaneció toda excitada, no se lo podía creer, a ella nunca le había apasionado el sexo, pero de un tiempo a esta parte no podía pensar en otra cosa, se levantó y se quitó las bragas, tenía que poner fin a su calentura, seguro que Jesús estaba dispuesto a hacerlo.
Jesús estaba desayunando en la cocina, en pijama, cuando vió aparecer a Pilar, lo primero que hizo fue fijarse en que no llevaba sujetador, las tetas se le meneaba según andaba.
– Hola, Pilar¿Qué tal has dormido?
– Bien, he soñado contigo y con el chico.
– ¡Ah!, ¿Y que tal?
– ¿Tu que crees?
– Ven aquí.
Jesús se bajó el pantalón del pijama, él tampoco llevaba calzoncillos, apareció su pene tieso.
Pilar se arremangó el camisón y se acercó, cogió la polla de Jesús y se la metió hasta dentro, sentándose sobre sus piernas, sus tetas quedaron a la altura de su cara y Jesús empezó a restregarse contra ellas después de sacarlas del camisón.
Pilar empezó a moverse arriba y abajo, con lo que sus tetas golpeaban en la cara de su marido.
– Sigue, Pilar, sigue.
– ¡Quítame la calentura Jesús!
– Si, mi amor, sigue cabalgando que me voy a correr.
Jesús se corrió y con el estremecimiento que tuvo se rompió la silla, quedaron los dos tirados en el suelo riéndose.
– Vaya polvo, hemos roto hasta la silla, dijo Jesús.
– No importa, me he quedado muy a gusto.
A ver qué le decimos a los chicos.
– La verdad, Pilar, seguro que les encanta saberlo.
– Bueno, dijo Pilar, me voy a duchar y luego me pondré a hacer la comida.
Cuando se duchó y estaba haciendo la comida se abrió la puerta de la casa, eran Miguel y Silvia, Silvia se acercó a ella y le dio dos besos a modo de saludo.
– Hola, Pilar ¿Qué tal?
– Hola, Silvia.
Miguel y Jesús vieron como al besarse sus pechos se rozaron y se aplastaban unos contra los otros, se miraron y sonrieron, les encantaría ver eso mismo estando las dos desnudas.
– Bueno, dijo Miguel, papá y yo nos vamos a tomar unas cervezas, ¿os venís?
– Yo no puedo, dijo Pilar, tengo que acabar la comida.
– Y yo prefiero quedarme con ella, hablando, dijo Silvia.
– Bueno, pues entonces hasta luego.
Miguel y Jesús salieron, dejando a las dos mujeres en la cocina.
– Sabía que volverías, dijo Silvia.
– ¿Y eso?
– Porque te vi gozar como una perra con tu hijo.
– Tu tampoco te lo pasaste mal, dijo Pilar recordando como se masturbaba mientras su hijo la sobaba.
– Me encantan las tetas maduras, así tan blanditas y suaves y las tuyas son preciosas.
– Las tuyas tampoco están mal y seguro que las tienes más duras que yo.
– Eso podemos comprobarlo, dijo Silvia acercándose a Pilar y agarrándole las tetas por encima de la bata.
¿Nunca lo has hecho con una mujer?
– No, nunca, últimamente estoy haciendo cosas que nunca había hecho y me están gustando bastante.
Silvia se quitó la camiseta que llevaba y aparecieron sus tetas, no llevaba sujetador pero sus pechos eran firmes como Pilar había imaginado.
Pilar acercó sus manos y los tocó, eran duros, sus pezones reaccionaron y se pusieron tiesos.
– ¿Has terminado ya aquí? Susurró Silvia.
– Si, dijo Pilar apartando la cacerola del fuego.
– Pues vámonos al salón, estaremos más cómodas.
Pasaron al salón, Silvia se acercó a su suegra y empezó a desabrocharle la bata, aparecieron sus grandes pechos que apenas podían contener el sujetador negro que llevaba, era un sujetador con el cierre por delante, Silvia lo abrió y aparecieron las tetas de su suegra.
– Como me gustan las tetas de las maduras, tan blanditas y grandes, no me extraña que a tu hijo le vuelvan loco.
Te las voy a comer enteras.
– Si Silvia, haz con ellas lo que quieras.
Se sentaron en el sofá, antes Silvia le bajó las bragas a su suegra, apareciendo su peludo coño.
Silvia cogió una teta de Pilar y se la llevó a la boca, dándole pequeños mordiscos, Pilar mientras acariciaba los pechos de su nuera.
– Eres una guarra, suegra, te encanta que te folle tu hijo.
– Si, soy una puta, me gusta mi hijo y su novia.
Silvia le lamió los pezones que ya estaban tiesos y separó la boca de las tetas de su suegra.
– Ahora me voy a dedicar a tu coño, vas a disfrutar más que con la polla de tu hijo, abre bien las piernas puta.
Silvia se subió la falda y se bajó las bragas, no era justo que su suegra fuese la única que disfrutara, iba a usar su lengua, pero sus manos estaban libres y las iba a aprovechar para darse placer.
Se amorró sobre el coño de Pilar y empezó a pasar su lengua por la raja, mientras sus manos iban hacia su chocho para masturbarse.
Movió la lengua por el contorno del coño de Pilar, despacio, ésta se removía de gusto en el sofá.
– ¡Oh Silvia, como me gusta, mejor que una polla.
QUE LENGUA!
Silvia se la metió dentro y empezó a chupar su clítoris, Pilar se volvió loca y no podía parar, era mejor que un polvo, la corrida fue majestuosa, Silvia la sintió en su boca, literalmente Pilar chorreaba.
– Bueno, suegra, ahora te toca a ti, dijo Silvia.
Puso su coño a la altura de las tetas de Pilar y se lo restregó con ellas, le encantaban esos pechos y los iba a utilizar como polla.
Después de dos o tres pasadas se corrió también ella, Pilar notó la humedad en sus tetas.
Ambas quedaron derrengada en el sofá, al cabo de un rato se arreglaron la ropa y esperaron a que volvieran los hombres.
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