LAS VACACIONES CON TÍA JENNY
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alex_Phoenyx.
Todo empezó en las vacaciones del 2010. Regresaba después de 7 años a pasar unas semanas en casa de mi tía, una mujer de 35 años, separada hace muchos años y con dos hijas de 17 y 19 años, y un hijo de 12. Ella es muy jovial, extrovertida e intelectual. Le gusta estar a la moda y tiene un cuerpo muy bien conservado ya que recurre al gimnasio unas dos veces por semana. Tiene unos labios carnosos, unas tetas chicas pero bien puestas, unos pequeños rollitos que excitan y unas piernas largas y contorneadas que terminan en un culo redondo y estrecho.
Yo recién había cumplido los 20 años y estaba en la etapa entre adolescente y adulto. Mido 1.70 m y soy de contextura delgada, tengo piernas marcadas porque practico futbol y tez trigueña. Tal vez fue culpa del destino o algo que mi inconsciente planeó, pero las situaciones propiciaron un encuentro que nunca olvidaré.
Decidí ir a pasar las vacaciones al sur del país y quise dar la sorpresa a mi tía y mis primos. Al no avisar que llegaría, todos hicieron sus planes y yo arribaría en el momento menos indicado. Era el 14 de febrero, como las 5:00 pm. y llegué a la casa, al tocar la puerta salió mi prima mayor y me recibió apurada.
– Hola primo! Que… Que haces acá?
– Hola, quise darles una sorpresa, pero veo que estás sola.
– Si primo! Es que mis hermanos se fueron a pasar las vacaciones con mi papá y yo tengo un viaje de estudios de dos semanas.
– Pucha prima, lo siento! Pero no habrá nadie en casa?
– Bueno mi mamá viene en veinte minutos de una reunión, pero luego se irá de viaje con su novio.
– Novio?
– Si! está saliendo con un viejo de 65 años!
– Y ahora no habrá nadie acá?
– No se primo! Ya tengo que irme.
– Pero, que hago?
– Voy a llamar a mi mamá para avisarle, así que quédate en casa, conversas con mi madre y ojala te quedes.
Mi prima se fue apurada y yo me quedé confundido sin saber que haría esta vacaciones. Pase unas horas viendo televisión y jugando PS2, después por el calor que había decidí tomarme un baño y subí al cuarto a alistarme. Me quedé en bóxer y cuando me dirigía a la ducha sonó el timbre de la casa. Ante la insistencia decidí bajar y asomarme por la ventanita de la puerta, al abrirla escuché.
– Hijito! Que sorpresa! Abre la puerta.
– Hola tía! Pero, pero…
– Abre Alexito, dale un abrazo a tu tía.
– Ya tía, entra.
Al abrir la puerta de inmediato mi tía se lanzó a mí y sin darse cuenta de las fachas en que estaba, tiró la puerta para cerrarla y me apretó con un fuerte abrazo. Sentí su dulce aroma mezclada con un fuerte olor a alcohol. Lo único que pude hacer fue cogerle de las caderas y aprovechar en tocar sus nalgas de a pocos. Mi tía me llenaba de besos la mejilla y me apretaba tanto que sus tetas se apretaban en mi pecho. Yo me excité tanto que le apreté las nalgas suavemente, la pegué a mí y puse el bulto de mi pene erecto entre sus piernas.
– Hay hijito! Que es esto?
– Tía, este…
– Pero mírate! Ya eres todo un hombre… completito! (sonrío)
– Si tía, je… (Me daba cuenta que mi tía no dejaba de mirar mi bulto cuando podía)
– Que haces así bebé?
– Así? Como?
– Sin ropa.
– Iba a darme un baño y llegaste.
– A ya entiendo! Bueno ve, anda dúchate!
– Si tía ya vuelvo…
– Alex, espera! Vienes a mi cuarto porque la ducha principal está mal.
– Ya tía, traigo mi toalla y voy.
Fui a mi cuarto y esperé un rato para que la erección se me pase, al no lograrlo me puse la toalla y entré al cuarto de mi tía. Al abrir la puerta la encontré sentada mirando al piso. Se dio cuenta que yo estaba ahí y me pidió ayuda para quitarse los zapatos. Luego se puso de pie y empezó a quitarse la blusa. Me veía y me preguntaba porque viaje sin avisar y sin darme cuenta mi tía estaba en ropa interior, tenía un sostén blanco con encajes que la favorecían y un calzoncito del mismo color y con los mismos detalles que adornaban las ricas y redondas nalgas bronceadas que tenía.
Tras esa pequeña conversación me di cuenta que mi tía estaba pasada de copas y quería contar algo que no la tenía del todo feliz. La situación me excitó tanto que fui directo a buscar lo que quería: Tirar con mi tía.
– Te sientes bien tía? Sé que tienes nuevo novio!
– Ay hijo! Si supieras…
– Tía confía en mí, que ha sucedido?
– Bueno que ya no viajaré. Peleamos por culpa de sus celos y el viaje se canceló.
– Celos? Por qué? Le hiciste algo?
– Ay hijito a ti no puedo mentirte. Pero no lo hice, lo intenté y me descubrió.
– Intentaste qué?
– Tener un encuentro íntimo con un joven practicante de mi trabajo.
– Cómo? Por qué?
– No lo sé hijo, falta de muchas cosas. Pero ya, basta de hablar de eso. Vamos a bañarnos.
– A bañarnos? Juntos?
– Ay bebé, como crees! Ya no eres un nene, estas grandote y por lo que veo todo en ti creció. (La toalla se me había caído y mi bulto en el bóxer era incontrolable.
– Je! Si tía, fueron siete años sin venir.
– Si pues! Antes tal vez si nos bañábamos juntos, ahora no creó que quieras.
– Por qué dices eso tía, acaso tu si quieres? Porque yo no tengo vergüenza.
– Como dices hijo? No tienes vergüenza?
– No. Si me lo permitieras me encantaría bañarme contigo.
– Ay Alex! Solo dije que antes si lo hacíamos, pero ahora no sé.
– Por eso digo que por mí no hay problema. Pero ya veo que te retractas de tu oferta.
Intenté ser más pícaro y directo con mis comentarios e intentar calentarla y buscar respuesta alguna en mi tía. Me empezó a hablar de otra cosa y preguntar por otros temas, así que solo me quede callado y pasado unos minutos me puse de pie y dije:
– Bueno, ya veo que me iré a bañar solo.
– Hijo espera! Yo siempre cumplo lo que digo, y si te sonó a una propuesta, esta bien. Nos bañaremos juntos, pero…
– Tía espera,,, pero… solo era una broma.
– No hijo, debo darte el ejemplo. (Tal vez estaba así por las copas de más que tomó)
– Ya tía, nos bañaremos, pero qué?
– Primero deberás darle unos masajes relajantes a tu tía.
– Está bien tía! Acepto! Trato hecho.
Mi tía se recostó en la cama y se puso boca abajo, se desabrochó el sostén y lo tiró a un lado. Yo no sabía como empezar y lo único que sabia de masajes era por las películas que había visto. Me quité la toalla y subí encima de ella, sentándome en sus piernas y teniendo delante mío esas ricas y grandes nalgas que solo hacían que mi erección se hiciera más evidente.
Sin perder tiempo busqué excitarla desde el comienzo, me estiré hasta tocarle el cuello y los hombros y acomode el bulto de mi erección entre sus nalgas. Ella dio un pequeño salto y giro la cabeza para verme. Tenía los ojos abiertos totalmente y una cara de sorpresa que contrastaba con la sonrisa pícara de esos labios carnosos que tanto me ponen.
– Alexito! Qué es eso que siento?
– Lo siento tía! Es que no se… Yo, solo…
– Ummmm! Esta muy dura. Por qué bebé?
– Creo, que me excita tu cuerpo y tus nalgas en especial.
– Hay hijo! Seguro ya se te pasará, sigue con los masajes.
– Si tía, pero no creo ser muy bueno.
– No te preocupes, tú solo haz lo que te digo.
Mi tía me iba dirigiendo y poco a poco ya había acariciado su cuello, sus hombros, su espalda, y su cintura, pero mi erección no bajaba, por el contrario frotaba mi pene entre sus nalgas a través de mi bóxer con cada masaje que le daba. Ella no se incomodaba y por el contrario se quebraba cada vez más apretando mis huevos con su trasero, la temperatura de nuestros cuerpos subía y lo que rompió el silencio fue un pequeño gemido de mi tía, a lo que siguió:
– Ahora dame el masaje en las caderas.
– Pero… (Se puso a cuatro patas)
– Tómame fuerte de las caderas y frota mis nalgas con tu cuerpo y ese duro bulto.
– Lo que digas tía…
Los movimiento empezaron gentiles y poco a poco se hicieron más intensos. Yo tenía el pene a punto de estallar y mis líquidos mojaban mi bóxer. Mi tía no se quedaba atrás y tenia mojadita la conchita que por la humedad traslucía su calzoncito blanco.
– Hijo, sabes porque me separé…
– No tía…
– Quería encamarme con ese practicante porque hace mucho que no tengo una buena faena sexual. Necesito alguien con más vigor. Un hombre de verdad.
– Entonces era cierto que no paso nada con él y todo quedo en las conversaciones por internet.
– Así es, pero bueno, aquí estás tú para que me ayudes con eso.
– Lo que quieras tía, solo dímelo…
– Quiero que me des unos masajes especiales.
– Lo que quieras tía. Dime donde.
– Dentro de mí. Hazme sentir mujer.
– Wao! Lo que tú digas tía Jenny.
– Gracias Alexito! Bájate el bóxer y saca tu pene.
– Listo…
– Hazme a un lado el calzoncito y lentamente pon la cabeza de tu pene en la entrada de mi conchita.
– Ya… tía… así?… Está caliente y muy mojada.
– Así hijito, ahora empuja y métela toda.
– Está apretada tía, se siente muy rico. Que ricas y estrechas nalgas.
– Sigue bebé, hace años que no me la meten así. Sigue papito. Dale cariño a tu tía.
No podía creer que tenía a mi tía en cuatro patas y la estaba cogiendo con fuerza. No podía creer sus gemidos intensos y ver como mi pene entraba y salía entre esas nalgas redondas y grandes que se apretaban con cada arremetida. Apreté fuerte sus caderas, luego sus tetas y le daba de nalgadas de vez en cuando.
– Así papito! Así! Dale cariñito a tu tía.
– Si tía, si… te voy a meter toda.
– Si hijito, que rico pene tienes. Tan duro y cuanto te ha crecido.
– Hay tía, tú tienes un culo delicioso, me encanta!
– Todo mi culo es para ti, hijito. Quiero que me lo llenes de tu leche.
– Quiero venirme tía, quiero llenarte.
– Vente papito! Vente, que yo ya me vengo.
Tras unas arremetidas fuertes no aguanté y eyaculé todo dentro de la vagina de mi tía. Fue mucho semen con el que la llené. Ella se estremeció y sentí que también se vino, pues lleno sus labios con sus líquidos y mi pene estaba recontra empapado. Fue un orgasmo doble inimaginable, y los gritos de placer invadieron la casa. Mi tía estaba recontra excitada y yo tenía el pene erecto a mil todavía. Vi su culito dilatándose de a pocos y no desaproveche la oportunidad. Después de darle unas lamidas a ese hoyito, le puse la cabeza de mi pene en la entrada y poco a poco se la fui metiendo por detrás. Ella lanzó un grito desesperado y dijo:
– Hay Alex! Soy virgen de culo.
– Ya no tía, ya no! Ya está adentro.
– Papito! No! No!… me duele…
– Si tía! Si…
– Hay papito! Sácala, sácala…
– No tía! No… Deja que siga.
– Dame, dame,,, ya dame todo de una vez, hijito.
– Tía quiero venirme! Ya me vengo!
– Lléname de leche bebé, llena el culo de tu tía con tu leche.
Sin esperar más me vine nuevamente y está vez en menor cantidad pero con la misma intensidad y más aun por lo apretado de ese culito. Mi tía se excitó y se vino también. Sin sacársela caímos a la cama y nos acomodamos de costado. Nos quedamos dormidos y al despertar tenía el pene erecto otra vez, desperté a mi tía y lo hicimos otra vez. Así nos pasamos esas semanas, cogiendo por toda la casa como amantes locos.
Tras unos meses mi tía dio la noticia a la familia de que estaba embarazada y que había vuelto con el viejo con quien estaba. No se si ese pequeño será mío, pero sí se que cada vez que mi tía viene a visitarme a la capital se toma un tiempo para escaparse a mi cuarto y coger con su sobrino favorito, haciendo que le llene la conchita y el culito de mi leche joven y deliciosa.
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