Le agradecí con mi himen.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde mi pubertad soy una "bebota" con el problema de que cosas me llamaban la atención y mi cuerpo de mujer, aunque no desmesurado me hacía ver muy grande para hacer ciertos juegos.
Llegaron mis 15 y con mi rubia cabellera larga y mi cuerpo que ligaba piropos demasiados adultos esperaba y agradecía la fiesta que mi tío-padrino me regalaba sin miramientos de gastos.
Todo lo que le decía de mis proyectos para la misma el la duplicaba.
Pasado el maravilloso evento después de un tiempo fuimos con mamá y papá a visitarlo.
Tío es de uno noventa, regordete, separado sin hijos, morocho y aveces usa aro en la oreja con camisas hawaianas; esta muy bien económicamente y con papá (su hermano) tienen una excelente relación.
Vive cerca del mar en una buena casa y mis progenitores le pidieron si él podía quedarse conmigo un fin de semana que ellos necesitaban una luna de miel.
Se fueron un jueves y a la noche cenando al borde de la piscina, me dió autorización para un aperitivo de licor que me dejó algo alegre.
Charlando me pregunto como andaba yo y si tenía novio.
No creyó mi negativa aduciendo que si los chicos eran tontos y ciegos, que él de solo imaginarme abrazada a alguien le daba rabia de celos, y reía a carcajadas.
Le pregunté si creía que el hecho de que mis padres quisieran estar solos era culpa mía.
Se acercó y me acarició el cabello susurrando: "como se te ocurre que una ricura como vos puede ser culpable de separación; los adultos a veces necesitamos tiempos solos".
No paró de acariciarme y me dio besitos en la frente.
Quedé en silencio mirando hacia abajo las lajas, me gustaba su ternura pero también me turbaba en algún punto no entendía que me pasaba al margen del licor.
Se percató de ello y tomándome de la pera me hizo mirarlo a los ojos.
-¿Pasa algo lindita?.
Sonreí como cortesía al cabo que me gustaba que se preocupara por mí.
Me besó la mejilla una y otra vez y yo no me opuse, en un momento se separó y alcé mis ojos hacia él.
-Si no fueras mi sobrina como me gustaría abrazarte fuertemente, tenerte contra mí y protegerte.
silencio.
soy un estúpido mirá que decirte algo así a mi edad; soñar algo así, con una mujer como vos, perdón y que quede entre nosotros por favor te lo ruego.
Me acerqué a él y sin saber bien que hacer puse mi boca casi con la suya.
Escribir en estos tiempos que a los 15 ese sería mi primer beso parece ridículo; pero fué así.
El lentamente y con dulzura buscó mi lengua tomándome del cuello y empezamos un beso de lengua, pausado, pasional despertándome sentidos que sospechaba o experimenté a solas.
Me levantó en brazos y sobresaltada le pregunté adonde íbamos.
-Tranquila mi divina, no te voy a hacer daño, solo a disfrutarte.
Me sentó en su falda en el sillón y seguimos con los besos donde empezaron sus manos a recorrer mi cuerpo.
Cuando iba a mis senos o piernas se las quitaba y el me rogaba dejarlo disfrutar de mi condición de mujer soñada y yo accedí y fui cayendo pese a mis ruegos de negativas.
En ropa de verano le fue más fácil mi desnudez y yo temblando miré su pija parada y dura, era la primera vez que veía una de verdad.
Sin parar de besarme rodamos en la alfombra y sentí como abandonó mi boca para ir a mi cuello con su lengua viborita y bajó hasta el ombligo y siguió bajando; y supe que estaba dispuesta con miedo y perdida.
Sentí el calor de su boca llegando a mis labios vaginales, hinchados, olorosos y jugosos labios.
Con la lengua los separó y se sumergió dentro de mi inmaculada conchita para hacerme retorcer de placer y perder el sentido de todo hasta el grado de no percatarme que ya se había apoderado de mi boca inundandola con su lengua y en un segundo; me hizo mujer.
Ví como cerró los ojos y sonrió.
lo odié pero estaba agradecida y empecé a moverme tratando de aprender.
Sentí el cálido grado de mi sangre y sus jadeos diciendo "divina, yo sabía que eras un espectáculo de mujer, divina".
Me ayudó a lavarme el semen que volcó en mi pancita y abrazados me dió las gracias por haberme entregado a él.
Nos dormimos abrazados y el exageraba su preocupación por el pequeño pico de fiebre que había levantado yo después de la cogida.
Me despertó con el desayuno en la cama y mientras lo ingería no paró de acariciarme y darme picos con la excusa de que tenía sucios los labios.
Hablamos de lo sucedido y nos tranquilizamos por coincidir en la pasión y no vernos demonios por nuestra filialidad.
Después siguió el paseo a la playa, el llamado a mis padres, los besos bajo un árbol, nos chupábamos la lengua y nos sobabámos las lenguas dentro de nuestras bocas, tomando nuestras babas y fué cuando me tomó la mano para llevarla a su pija ya parada.
La sacó fuera de la bermuda y en la soledad de la playa con el árbol como custodio le chupé la verga por primera vez.
El degenerado me acabó en la boca pero dada la proximidad de voces me tragué la leche sin más y quedó en que ya estaba bautizada.
A la noche ni loca le quería dar la cola, el desgraciado me chupó el culo de una manera que me dejó sin fuerzas y expuesta, me colocó el miembro en la boca para hacerse chupar las bolas tambien.
No llegué a un beso negro pero dí mis primeros pasos cortos quedando en mi lengua su sabor a culo.
me la mandó entre las nalgas y encontré que masturbándome se soportaba mejor los dolores de la dilatación intestinal y que mi gemidos lo excitaban más y acababa más rápido.
Pero llegó el día que me enamoré de él, al otro día volverían mis padres y para esperarlos con un regalo fuimos a la feria por el mismo y comida.
Yo me puse unos mini shorts con tela de calzas.
me llevé la mirada de repudio de mujeres, las de espanto de viejas y la libidinosa de todos los hombres.
me tomó del brazo y me llevó al auto ante mi sorpresa.
Condujo hasta un descampado, se bajó y fue hacia mi puerta; después de abrirla de un tirón me sacó los mini shorts y me pegó una chupada de culo y concha que jamás volví a vivir.
Me acabé no sé cuantas veces, estaba empapada en jugos cuando me quitó el solero y quedé totalmente desnuda.
Me penetró tomandome de las nalgas y babeandome toda la cara gimió.
-Haganse la paja hijos de puta, esta hembra es mía, yo me la cojo.
Empezó a gimotear y no era cansancio; era pasión desbordada, nuestros cuerpos se deslizaban en la transpiración y hacían sopapa en determinados lugares.
Aunque no me daban brazos y piernas traté de rodearlo rogándole que jamás me dejara y que me encajara un hijo.
Acabó a raudales y cada exhalación de su boca agotada era un chorro de leche que goteaba por mis muslos internos.
A la noche lloramos acariciandonos sabiendo que todo terminaría pero jurando amarnos ni bien pudiéramos.
Al otro día llegaron mis padres y fingimos alegría.
mamá acotó- Mirá las ojeras que tienes, seguro tu tío te deja con al compu toda la noche.
Pasó el tiempo, hice mi vida, me casé y con mi tío me sigo viendo para coger a morir; cuando me embaracé por primera se dió una situación alegre dentro de la pasión desbordada por coger.
El por su panza no podía ver como le chupaba la pija y ahora yo con la mía no veía cuando me chupaba la concha.
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