le gusto a mi sobrino
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Joss2000.
Hola a todos.
El siguiente relato que les contaré es algo muy divertido y muy excitante que me pasó durante estás vacaciones.
Y digo vacaciones porque tuve la oportunidad de que me visitara mi sobrino Luis.
Ya en el relato anterior comenté sobre lo qué pasó entre nosotros durante una charla en videollamada.
Se podría decir que esta vendría siendo una segunda parte.
Si son nuevos, y quieren saber un poco más sobre el anterior relato, lean: “siendo una pervertida con mi sobrino por webcam”.
Para los que no me conocen, soy una mujer blanca que a pesar de estar atravesando los 40, sigo cuidándome haciendo ejercicio los fines de semana para al menos tener un cuerpo mucho mejor que el de las mujeres de mi edad.
Tengo trasero parado, pechos firmes, abdomen plano, y claro, se me notan las curvas aún.
La verdad que me siento muy bien conmigo misma por no rendirme y disfrutar la vida como lo hago y con quien lo hago.
En fin.
Mi sobrino Luis, es un chico universitario de 19 años.
Y aunque aún es joven, no lo parece.
Otros pensarían que tiene como 23 o 34 años.
No es feo.
Puedo estar segura que tiene una que otra admiradora.
Aunque no lo eh tratado mucho la extraordinaria confianza que tuvimos la ultima vez, me hizo entrar en acción rápidamente.
Todo empezó cuando llegó un fin de semana.
Fue por el mi hijo Jorge al aeropuerto, ya que el viene de Monterrey y viajar en autobús hacia el centro del país es pesado.
Ambos llegaron.
Yo estuve con mi hija Carolina poniendo la mesa cuando llegaron.
– Ya llegamos!!!, avisaba mi hijo.
Mi hija salió de la cocina a recibirlo.
Yo estaba un poco nerviosa y algo apenada por nuestro momento en el chat.
No tenía de otra, tenía que saludarlo.
Salí de la cocina rumbo a la sala.
– ¡Hola, Luis!
– Tía, que tal!!
Nos dimos un beso en la mejilla, claro, y un abrazo.
– ¿Cómo has estado?, ¿el cuñado que dice? , ¿tú mamá como ah estado?
– Bien tía, gracias.
Los dos trabajando como siempre.
Les mandan saludos.
– Muchas gracias, en un rato le hablaré.
– Claro.
– Jorge instala a Luis en la recamara de huéspedes.
Se acomodó mientras continué poniendo la mesa.
Durante la comida platicamos.
No dejaba de verme.
No sabía si lo hacía a propósito o por curioso.
Vestía una camisa Slim Fit semi ajustada que lo hacía lucir fresco y elegante.
Al terminar los tres salieron y yo me quedé en la casa.
Afortunadamente tuve descanso.
Lavé los trastes y me senté en la sala mientras se secaban un poco.
En ese lapso sonó mi celular.
Mensaje de número desconocido.
– Hola, preciosa.
– ¿Quién eres?
– Adivina.
– No respondo de números desconocidos.
– Te veías muy rica en la mesa.
– ¿Luis?
– Así es, chula.
– ¿Quién te dio mi número?
– Me lo dio mi mamá por si necesitara algo cuando llegara aquí.
– Entiendo.
– Oye.
– Dime.
– No sabes las ganotas que tengo de romperte ese culote que tienes.
No pensé que empezara a estar de cachondo tan rápido.
– Jaja no, no sabía.
– Pues ahora que lo sabes.
Ojalá y hoy tenga la oportunidad de comérmelo.
– Jaja pues a ver si tienes suerte.
– Jaja te ah de oler bien sabroso, ¿verdad?.
– Jaja no lo sé.
Nunca me lo eh olido.
– Solo de ver lo hermosa que estás, uno puede imaginarse lo rico que te ah de apestar.
– Jaja ¿te gusta oler traseros?
– Mucho.
Y chuparlos.
– Jaja que asqueroso es eso.
– Jaja para nada.
Bueno, solo pasaba a saludarte.
En un rato nos vemos.
– Jaja de acuerdo.
Nos vemos.
Su pequeña conversación me había encendido un poco.
Y aunque sus intenciones eran muy repugnantes, me excitaron mucho.
Vi la tele para calmar un poco mis ganas hasta que llegaron.
– ¿A dónde fueron?, les pregunté al entrar.
– Fuimos a la plaza.
– Bueno.
Me imagino que ya no van a cenar, ¿verdad?.
– Pues…no jaja, contestó Jorge.
Bueno.
Ya hay que dormir, Luis, hay que ver tu cama porqué hay que cambiar las sábanas.
– Si, tía.
– Ustedes ya vayan a dormir.
Ya son las 11:00.
Es muy tarde para andar en la noche.
– Si, ya, tranquila.
Hasta mañana.
Mis hijos se despidieron de mí.
– Vamos.
En el closet de mi cuarto hay sábanas limpias.
Ven.
Caminamos a mi cuarto.
Abrí el closet y me agaché un poco para buscar.
En lo que lo hacía, se pegó a mi intencionalmente.
Me enderecé.
– Lo hiciste a propósito, ¿verdad?, preguntó tomándome de la cintura.
– ¿Qué cosa?
– No te hagas, contestó susurrándome al oído derecho y bajando su mano derecha para agarrarme el glúteo.
– Mmm mira que culo más rico.
Tragué saliva.
Aunque estaba en pantalón, su mano se sentía mucho como si no tuviera nada.
Siguió bajando y pasando sus dedos al centro donde se unen mis dos nalgas.
Presionó los dedos como si los metiera entre mis dos glúteos.
Me gustaba lo que estaba haciendo.
No hice nada más que quedarme quieta y disfrutar de sus caricias.
– Apuesto a que te apesta el culo bien rico.
– …no lo sé
– Me encantó que me lo enseñaras el otro día, y me encantaría verlo de nuevo.
– ¿si?
– Si.
Olerlo, chuparlo, meterte la lengua.
Dios santo.
Me estaba excitando todo lo que su boca me decía.
– Pues…si…pero…no me siento limpia.
– No importa.
Seguro te sabe rico.
Pasó sus manos al frente como si me abrazara y desabrochó el botón de mi pantalón y bajó el cierre.
Me mordí los labios.
Estaba nerviosa.
Dobló un poco las parte del cinturón de modo que se asomara mi piel y mi calzón.
– ¿te gusta usar calzones que se te metan en el culo, tía?
– A veces.
– Que rico.
Los has de apestar de tu mierda y de tus ricos pedotes.
– …ajá.
Si.
Eso es obvio, ¿no?
– Que rico sería olerlos después de que los usas.
– ¿si?.
¿los olerías?
– Claro, tía.
Mientras sean tuyos, con gusto que lo hago.
Hasta me masturbaría mientras los respiro.
– Pero eso…es muy asqueroso, dije en voz suave y baja.
– Para mi no.
Me ponía intensa todo lo que me decía.
Soy una mujer muy pervertida que palabras como esas me excitan en seguida.
Con sus dedos agarró la cintura del pantalón y me lo empezó a bajar lentamente.
Al tenerlo muy ajustado, lo hizo con fuerza haciendo brincar levemente mi culo.
– Dios mío, tienes un culo hermoso.
Sonreí.
– ¿te lo han chupado?
– Jaja …si, contesté con pena.
– Que rico.
¿y te gusta?
– …pues si.
A veces.
– ¿Por qué a veces?
– …porque luego no me siento muy limpia de ahí.
– No te preocupes.
Que a mi no me importa si cagaste mucho o poco.
Agarró el resorte de mi calzón y lo levantó de modo que se me metiera más.
– Mira que rico se te mete.
– Si.
La tela me rozaba el ano.
Sentía muy rico.
Me bajó el pantalón hasta los tobillos y jugó con mi prenda.
Se agachó detrás de mi y agarró con sus dos manos mis dos nalgas y me las separó.
– Mira que ricura de culo.
– Jaja ¿si te gusta?
– Como no me va a gustar.
Lo tienes muy rico.
El calzón me tapaba esa zona que aunque me decía que le gustaba a mi me hacia sentir algo apenada.
Lentamente me fue bajando el calzón hasta desnudar mi culo por completo.
– Dios, que culo!!
Sonreí solamente.
Sus manos me lo abrían para ver mejor mi zona.
– Estás super buenota, tía.
Que rico comerte este culo, en verdad.
– ¿Si?
– Claro que si, hermosa.
Miré hacia mi trasero viendo como metía su cara.
– Mmmm te apesta bien rico.
Lamió mi zona.
Su lengua probaba mi orificio.
– Luis…no, dije su nombre con los ojos cerrados.
Su lengua acariciaba mi ano lentamente.
– ¿no que?.
Sabe acido pero rico.
– ¿en serio?
– Si.
Abre tu culo, tía, me ordenó.
Cubrí mis nalgas con mis manos y las separé.
– Eso, así.
Que rabote más rico.
Plantó su boca en mi orificio y empezó a lamer.
Dios, a pesar de que olía mal, se atrevió a chuparme.
.
– Mmmm que rico, dije
– ¿te gusta, tía?
– …si.
Sigue.
Chúpalo.
– Lo que tú digas.
Su linda lengua limpiaba mi ano.
Lo lubricaba.
– ¿Sabe rico, corazón?
– Si, tía.
Te sabe riquísimo.
– Sigue.
Comete mi culote.
Puse mi mano derecha sobre su cabeza y la empujé para meterla más a mi culo.
– Méteme la lengua.
– ¿si?
– Te gusta mi culo, ¿no?
Ya estaba ahí.
Que otra cosa peor podría pasar.
Si estaba dispuesto a chuparme el culo, que me lo chupara bien.
Empujó su lengua con fuerza.
– Aaahhh!!! Ándale, así!!
Lo hacía tan rico.
Separé más las nalgas para que me chupara mejor.
– Eso, ábretelo bien, tía.
Mientras lo hacía, sentí que se me abría mi entrada.
No tenía tan apretado mi agujero.
– Que hoyo tan rico.
Plantó su cara en mi trasero e insertó su lengua en mi entrada.
– ¿te gusta meterla?
– Si.
Me encanta.
Te sabe rico el culote.
– Sigue!! Métela bien!!
Lengüeteaba y empujaba su punta.
– ¿te tiras muchos pedos?
– Jaja a veces.
– ¿y te huelen rico?
– No se.
Nunca me los eh olido.
– Ya no sigas.
Eso es muy sucio.
– Como crees.
Te han de oler bien sabroso.
Igual te has de ver hermosa cagando.
– Jajaja ya, párale.
Siguió lamiéndome.
Mordió mis nalgas.
Las chupó.
Se levantó y me dio una rica nalgada en el glúteo derecho.
Su larga mano cubría mi nalga.
Pegó su cadera a la mía de modo que su bulto chocara con mi trasero.
Estaba dura.
Su bulto tenía buen tamaño.
Y sin duda lo tenía.
La vez que me la enseñó por la web, me encantó tanto su verga que se me hizo agua la boca.
– Se me paró un poco, tía.
– Eso veo.
– ¿quieres verla?
– …ajá.
Si.
Gire mi cuerpo quedando frente a él y acaricié su pecho bajando poco a poco hasta llegar a su cinturón.
Sonreí y empecé a desabrochar.
En lo que lo hacía, miré a la puerta viendo si alguien venía.
Nadie.
Seguí hasta bajarle la cremallera.
Me arrodillé y me incliné para oler su entrepierna.
– Que rico, dije.
Solo sonrió.
Le bajé el pantalón hasta las rodillas.
Dios, si la tenía parada y muy buen tamaño.
Tal como el me dijo que le media.
Como 20 cm.
Subí la mirada a su rostro y le sonreí coqueteándole.
– Bájalo.
¿Qué esperas?.
Lo hice lentamente.
Al hacerlo su verga salió de un brinco tambaleándose de un lado a otro.
– Dios santo!!, dije sorprendida con los ojos muy abiertos.
– ¿Qué?, ¿te gusta?
– Jaja …ajá.
Me mordí los labios conteniendo las ganas de comérmela toda de un solo bocado.
La tomé con la mano derecha.
Estaba dura, caliente, y lisa.
La jalé poco a poco.
Su piel cubría y sacaba su punta.
Acerqué la cara y la olí.
– Huele rico.
– Chúpala, tía.
Por favor.
– ¿si, corazón? ¿quieres darle verga?
– Si.
Cómetela.
– Pero por su puesto, dije abriendo la boca y metiéndome 5 centímetros de su trozote.
– Eso!! Así!!
Sus manos descansaban en mi cabeza.
Chupé su punta como si fuera una rica paleta.
Succionaba.
– Lo haces muy bien, tía.
¿a quien más se la has chupado aparte de mi tío?.
Lo miré y simplemente le sonreí.
Él no debía saber muchas cosas.
Abrí mas la boca y me la metí hasta que chocara con mi campana.
– Trágatela, tía.
Métetela toda!!
Solo metí eso.
La retiré y lengüetee su glande.
Lo acaricié con mi lengua.
– Aaahhh!! Tía!!
Atrapé su punta con mis labios y empecé a chupar.
– Dios!! Sii!! Chúpale!! Que rico!!
Se la chupaba con ganas y lo masturbaba.
Escuché un ruido fuera de la recámara y me detuve.
Me levanté rápidamente y me arreglé la ropa, al igual que él.
Caminé a la puerta y me asomé.
Nadie.
– A ver, ya.
Hay que ver tu cama.
Agarré las sábanas que estaban a la vista y caminé para salir.
Me siguió.
Salimos al patio en dirección a la recamara de huéspedes que se encontraba en frente.
Le quité el seguro y entré.
Prendí la luz.
Justo cuando lo hice, se aventó sobre mí.
Me quitó las sábanas y las tiró.
Me besó, me tomó de la cintura y me pegó a la pared.
Mi trasero y mi espalda se recargaron sobre el muro.
Mis manos sólo vagaban por su cara y su cuello.
Miré a la ventana de que nadie viniera.
Besó mi mandíbula, mi cuello.
– Hueles muy rico.
– …¿si?
– Si, tía.
Aunque huele mejor tu trasero.
Metió los dedos en mi blusa y me la subió.
Destapó mi ombligo y mis costillas hasta dejar al aire mi sostén.
– Mira que ricas.
– ¿te gustan?
– Si.
Me encantó ver que te las exprimieras la otra vez.
– Jaja.
Subió mi blusa hasta quitármela y tomó mi seno izquierdo.
– Uy que rica.
La tienes de buen tamaño.
Le quitó el seguro que se encontraba entre las dos copas y libero mis dos firmes pechos.
– Mmm!! Mira que ricura!!
– ¿Quieres chuparlas?
– Por supuesto que si.
– Pues hazlo.
Agarró mi seno izquierda y la apretó haciendo que la punta resaltara.
Sin dejar pasar un segundo la atrapó con su linda boca y la chupó.
Lo hacía muy rico.
Sentía como succionaba como si lo amamantara.
– Chúpala, corazón!!
Lengüeteaba mi punta.
Jugaba con ella.
La tomó con sus labios y me la jaló.
Me excitaba ver como lo hacía.
Tomó mi otro pecho eh hizo lo mismo.
Dios, que rico me las chupaba.
– Las tienes bien sabrosas, tía.
– Sigue! Chúpalas bien.
Me agarré el seno izquierdo con la mano derecha y me lo apreté esperando a que pudiera salir ese dulce líquido que probé durante la videollamada.
Apreté con más fuerza sin lastimarme, y deslicé los dedos hacía la punta logrando que se formara una gota blanca.
– Que rico, dijo Luis.
Chupó mi pecho.
.
– Sabe dulce.
Tomó mi otro pecho y lo chupó dándole un manotazo al final.
Me desabrochó el pantalón y el cierre, y me lo bajó.
Quedé solo con mi trapo verde que protegía mi zona más intima.
Se agachó y metió su cara en mi concha para olerla.
Su nariz rozaba mi vagina.
Aunque tenía el calzón, se sentía bien.
– Te huele bien rica la concha, tía.
– ¿De verdad?
– Si.
Me bajó el calzón lentamente hasta desnudar mi rajita.
– Mmm!! Te rasuras, que delicia.
– Ven, dije acercando su cara a mi entrepierna.
Plantó su boca sobre mi concha y succionó mis arrugados pliegues.
Sus labios se sentían tan ricos chupando mi rajita.
– Te sabe bien sabrosa.
– Sigue!! Chupa!!
Con su lengua comenzó a acariciar mi entrada.
Subió un poco hasta dar con mi clítoris.
Dios, fue lo más rico.
– Aaahhh!! Así!! Lame!!
– ¿si, tía?, ¿te gusta que te coma la concha?
– …sii!!! Lo haces rico!!
Con sus pulgares abrió mis pliegues descubriendo mí clítoris y lo lengüeteó.
– Dios!! Aaaahhh!!! Que rico!! Sii!!
Disfrutaba maravillosamente de sus lamidas.
Mi cintura se columpiaba inconscientemente de adelante hacia atrás.
Me encantaba su linda boca.
Sentía tanto placer que apreté su pelo formando un puño para controlarme.
– Luis!!
– ¿Qué?
– Dios!! Para!!
– Sólo relájate, tía.
– No…puedo!! Aaahhh!!! Rayos!!!
Acarició mis muslos.
Los frotaba.
– Ven sube tu pierna aquí, me dijo.
Recargue mi pierna izquierda sobre su hombro derecho y su mano me agarró el culo.
Seguía chapándome.
Estaba más abierta.
Mi vagina estaba muy húmeda de saliva.
Al tener su mano tocándome el culo, uno de sus dedos frotaba mi ano.
Lo que hacía que disfrutara más estar así.
Entre sus lamidas y caricias, empujó su dedo metiéndolo en mi agujero.
La lubricación de su saliva hizo que me entrara fácilmente.
Siguió metiéndolo hasta que lo tuviera todo adentro.
– Que rico!!, dije.
– ¿si te gusta?
– …ajá.
Me rascaba el culo por dentro.
Lo retiró un poco y lo volvió a meter.
– Te entra bien rico.
Seguro me lo van a apestar a tu rica mierda.
– ¿tu crees?
– No lo sé.
Pero tienes un culote bien rico.
Sacudió su mano haciendo temblar mi trasero.
Lengüeteó mí clítoris con ganas hasta volverme loca de placer.
– Aaahhh!!! Rayos!!! Que rico!!! Siii!!! Sigue!!!
Continuó unos minutos más y se detuvo.
Se puso de pie para besarme.
– Te sabe a vagina, dije.
– Pues claro, ¿a que querías?, ¿a tu sucio culo?
– Jaja ya cállate.
Pegó su cuerpo al mío y pasó sus manos a mi trasero.
– Tienes un culote bien rico, tía.
– ¿te gusta mucho?
– Si.
Sus dos manos cubrían mis dos glúteos.
Me los apretaba.
Me besaba el cuello mientras jugaba mi trasero.
Acercó sus dedos a mi orificio y me lo rascó.
Metía y sacaba la punta de su dedo en mi trasero.
Sus pequeñas y repugnantes mañas e intenciones me excitaban muchísimo.
Quitó su mano de mi culo y se los chupó.
– Que asco, ¿a que te saben?.
– Ricos.
Un poco ácidos.
Me reí de lo excitante y sucio que había hecho.
Se desabrochó el pantalón y se los bajó junto con su bóxer.
– Mira que paradota la tengo, me decía golpeando mis pliegues con su punta.
– Está larga.
– ¿te gusta así?
– …ajá, contesté estirando la mano para agarrarla.
– Andale, tócala.
Estaba dura y caliente.
Se la froté un poco.
Me agaché y le di una chupada metiéndome la mitad de esa vergota.
– Aaahhh!!! Tía!!!
– Mmm!!
Le di una deleitante mamada.
La lubricaba de mi saliva.
Lengüeteaba su glande.
Me tomó de los hombros y me levantó.
Me hizo caminar hasta la cama y me aventó.
Se quitó el pantalón tan rápido como pudo.
Estiró mis piernas hacia arriba y me fue quitando el pantalón y el calzón.
Olió mi prenda.
– Mmm!!! Que rico huele!!
Flexionó mis piernas pegándolas a mi pecho y golpeó mi vagina con su miembro.
– Tienes una concha bien rica, tía.
– Jaja gracias.
– De que.
Apuesto que te salen unos ricos pedotes.
– Jaja si.
A veces.
– Que rico.
– ¿te los hueles?
– Jaja no, que asco.
Bueno…una vez lo hice por curiosidad.
– ¿y que hiciste?
– Pues…estaba en la cocina secando trastes.
Jorge había salido con sus amigos y Carolina estaba dormida.
Me desabroche el pantalón y me lo bajé al igual que el calzón.
Tomé un vaso y lo puse sobre mi ano y me lo eché.
– ¿en serio? Que delicia oler ese vaso.
– Jaja.
Pues ya que me lo había echado, lo olí.
– ¿y que tal?
– Olía raro.
Jaja.
– Eres bien cerda, tía.
Que ricura.
– Algunas ve…aaaahhh!!!! Dios!!!
Insertó su verga en mi concha interrumpiendo mis palabras.
– ¿sientes rico?
– …si.
La fue metiendo lentamente.
Apreté la colcha y mis dedos de los pies.
– Aaahhh!! Siento muy rico!!, dijo excitado.
– …sii!! Sigue metiéndola!!
Al adentrarla bien, la retiró y empezó a cogerme lentamente.
– ¿te gusta?, le pregunté
– Si!! Se siente bien!!
– Sigue!! Hazlo más rápido!!
Fue aumentando su ritmo poco a poco.
– Aaahhh!!! Tía!!! Te entra de maravilla!!!
– Sii!!! Me gusta!!! Cógeme!!!
– Me encantas!!
Abrí mis piernas y se recostó sobre mi.
Sus brazos rodearon mi espalda abrazándome y penetrándome.
Lo abracé.
– Sii!!! Que rico la metes!! Sigue!!
– Aaahhh!!! Siii!!! Siento muy rico!!
– ¿te gusta mi vagina?
– Sii!! Está bien rica!! Te entra bien rico en tu sabrosa concha!!
– Sii!!! Se siente muy rico!! ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?
– Hace dos meses.
– …¿si?.
¿con quién?
– Una…amiga!!
– ¿y es bonita?
– Si.
Pero tú estás más bonita y más rica.
Aaahhh!!!
– ¿en serio?
– Si, tía!!!
Nos miramos y me besó.
Metió su lengua a mi boca.
Chupó mi labio inferior.
Bajó a mi cuello y resbaló su lengua hasta mi mentón.
– Sabe rica tu blanca piel.
– ¿ajá?
– Si.
Continuó besando mi cuello.
De la nada apretó mis pechos como si quisiera exprimirlos.
Y lo hizo.
Las chupó absorbiendo esas ligeras gotas que mis puntas habían expulsado.
– Me encanta tu sabor.
– Jaja
Era tan rico que me las chupara y me cogiera.
Su miembro rozaba mis paredes.
Sus venas se le marcaban.
Aceleró su penetración en un segundo.
– Aaahhh!!! Que rico!!
– Métela, corazón!! Házmelo rápido!!
– Claro!! Lo que tu me digas!!
Soltó mis pechos y me tomó de la cintura tomando más el control.
– Rayos!!! Siii!!! Así!!! Sigue así!!!
– ¿te gusta que así te coja?, me preguntó con una voz cortante de lo excitado que estaba.
– Sii!!! Siento…muy rico!!!
Cerré mis ojos para disfrutar de su larga y rica verga.
Disfrutaba de cada penetración.
Metía y sacaba.
Lo hacía lento y profundo.
Poco a poco fue aumentando el ritmo igual aumentando el placer.
– Que rico!! Hazlo más rápido!!
– ¿más?
– …si.
Siguió penetrando y de un segundo a otro, me empezó a coger como loco.
– Dios!!! Aaaahhh!!!! Luis!!!
– ¿Qué, tía?
– Sii!!! Que rico!!
– ¿te gusta mucho así? Aaahhh!!!
– .
si!! Mucho!!
Flexionó nuevamente mis piernas y siguió cogiéndome con gran desesperación.
– Aaaahhhh!!! Dios!!! Siii!!! Más!!! Me gusta!!!, dije muy excitada.
Sentía muy rico.
Extremadamente delicioso.
Era un placer muy rico que no quería que terminara.
– Dios mio!! Siento de maravilla, tía!!!
– Sii!!! Yo igual!!! Sigue!!! Aaahhh!!! Vamos!!!
– Me gusta…como jadeas!!! Aaaahhh!!!
– …¿si?
– Ajá!! Siento!! Siento que me vendré!!!
– Vamos!!! Termina!!! Hazlo!!!
– ¿segura?
– Si!! Te doy permiso!!! Vamos!! No temas!!
– Pero… puedes quedar embarazada!!
– Tú…tranquilo!!! Sólo!! Hazlo!!!
– Está bien, está bien!!!
Siguió cogiéndome a tal punto de convertir su ritmo en una abrumadora desesperación.
– Sii!!! Ya, tía!! Me vengo, me vengo!!! Aaaaahhhhh!!! Dios santo, que ricooo!!!
– Si!! Me gusta!!! Expúlsalo bien!!! Lléname la concha!!
Su verga expulsaba un chorro de semen dentro de mi.
Pulsaba su miembro.
Me encantaba como gemía mientras sacaba ese espeso líquido.
Reaccionaba exhausto.
– ¿ya?
– Si.
Ya.
Lo abracé y le di un beso en su pelo.
– Que rico coges, le dije.
– ¿te gustó?
– Ajá.
Jajaja
Aunque no me vine como él.
Disfruté como nunca.
Estuvimos acostados unos minutos más hasta que reaccione y volví a la realidad.
– Me tengo que ir.
– ¿ya?
– Si.
Me levanté y me vestí.
– ¿Por qué no duermes y al rato te vas?.
Pongo la alarma.
– ¿estás loco?
– Jaja pues algo pero no hay de que preocuparse.
– No sigas.
Me voy.
– Espera.
Me detuvo con su voz justo cuando iba a salir.
– Dime
Lo miré.
Estaba todo desnudo y aunque ya se había venido, su verga aún seguía erecta.
Me acerqué y me arrodille sin apartar los ojos de los suyos.
Se inclinó a mi cara y me dio un gran beso.
Metió su lengua.
Recorrió toda mi boca.
Me gustaba.
– Tengo…que irme.
Luis.
– Ya, está bien.
Agaché la mirada.
Tragué saliva.
– ¿quieres?
– Jaja.
Ya es tarde.
Me paré pero me agarró de la mano.
Miré a la ventana.
Regresé la mirada a él y me agaché.
Me peiné apartando mi cabello de la cara y se la agarré para chuparla.
– Eso!!
Succioné.
Sabía ácida.
Tenía un sabor extraño.
Cremoso.
Sin duda tenía residuos de semen.
– Aaahhh !!! Chupas rico
– Jaja
Seguí limpiando su vergota.
La lamí.
Lengüetee su punta.
– Ya.
– ¿eso es todo?
– Si.
Ya.
Debo regresar, Luis.
No seas necio.
– Está bien.
Se levantó y me acompañó a la puerta.
– Mañana, nos vemos.
Descansa.
– Igual, tía.
Y gracias por esto.
Le sonreí.
– Igual.
Me gustó mucho.
Nos vemos.
Salí y entré a la casa.
Fui a mi recámara y me puse mi camisón para despedirme de un grandioso día.
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