Le mamé el pene a mi hijo de 12 años…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ezeloro.
Era un sábado por la mañana, como todos los sábados me dispuse a hacer el desayuno para mi hijo, una chocolatada con cereales y pan tostado con mermelada de ciruela. La cual le encanta.
He criado a mi hijo solo desde los últimos 3 años, cuando su mamá, en un ataque de locura, se fue con el primer drogadicto que se le cruzó en el camino y no volví a saber de ella.
Por su puesto que al principio siempre cuesta adaptarse a la nueva vida. Pero lo asimilé rápido, pues las cosas no estaban bien entre nosotros y, en el momento en que se fue, me dolió pero sentí que fue lo mejor. Pues las discusiones diarias frente a Santiago, nuestro hijo, no eran buenas para su desarrollo.
Soy un hombre de 32 años, mido 1,87 de altura. Tengo pelo castaño claro, mis ojos son marrojes y mi piel blanca pero tostada por el sol del verano. Y mi hijo nació cuando yo tenía 20 años.
Pasaron 3 años desde que se fue Roberta, mi esposa, y Santiago y yo hemos sobrevivido y nos hemos acostumbrado a convivir. No miento, en estos años jamás me trajo problemas con sus tareas de la escuela y ha canalizado el sentimiento de abandono que le dejó su mamá con la práctica del deporte que más le gusta, el rugby. Que además de amigos le moldeó el cuerpo, antes era muy flaco.
Ése deporte hace maravillas con el cuerpo, le da forma, lo moldea. Ver a mi hijo jugar siempre me dio orgullo. El más rubio, el de los ojos verdes del grupo, muy parecido a la madre. Con su piel blanca de porcelana y su simpática sonrisa.
Un día, era sábado por la mañana, y como todos los sábados me dispuse a hacer el desayuno para mi hijo, una chocolatada con cereales y pan tostado con mermelada de ciruela. La cual le encanta. Por mi parte, siempre me hacía un jugo exprimido de naranja. Siempre me gustó comer sano para no sentir el cuerpo pesado el resto del día.
Cuando terminé de preparar el desayuno, por lo general siempre mi hijo estaba despierto y jugando con sus videos juegos en su habitación. Pues los fines de semana madrugaba para no perder ni un minuto. Ya que al mediodía lo tenía que llevar al club para que juegue un partido contra otro club. ´
Pero éste día me sorprendió que al llamarlo desde la cocina no venga corriendo, como siempre, a desayunar. Por lo que decidí ir a su habitación a llamarlo, al abrir la puerta ahí estaba, durmiendo de costado en su cama, completamente desnudo y sin ninguna sábana que lo tape. Estaba acomodado de manera tal que su trasero hermoso apuntaba hacia la puerta.
Entré a la habitación, vi que la televisión estaba prendida por lo que me di cuenta de que no durmió en toda la noche.
Sus nalgas me tenían hipnotizado, blancas, redonditas, sin ningún pelo. Era el trasero en desarrollo de mi pequeño adolescente de 12 años. No pude evitar tentarme con el panorama. Jamas me había pasado, ni lo había imaginado. Pero me encontraba ahí, maravillado con la figura femenina pero a la vez masculina, no sé cómo explicarlo, de mi hijo,.
Mi pene se había puesto a mil, sin pensar las consecuencias, atiné a bajarme el short que traía puesto y comencé a masturbarme mientras lo miraba. Estaba que me hervía la sangre, de pronto no bastaba con sólo verlo. Comencé a acariciarlo todo, su espalda, su colita y sus hermosas piernas. Mi hijo tenía una figura hermosa, muy sexy. Por mi cabeza pasaban un montón de cosas, por un lado sabía que era mejor retirarme y no seguir. Pero mi cuerpo quería sentir el interior de mi nene.
Santiago seguía dormido, se ve que estaba en el quinto sueño porque roncaba. De pronto me animé, comencé a rozar mi pene en torno a la raya de su cola. Suave, lampiña y fresca. No aguanté más y terminé sobre la alfombra de su habitación. Fui corriendo al baño y tomé una toalla con la cual sequé el desastre que dejé.
Pero mientras limpiaba, vi a mi hijo cómo despertaba completamente desnudo, inocentemente se en el borde de su cama y, mirándome, me dijo: -papá, qué haces acá? … A lo que le respondí: -ya está el desayuno.
Santiago me miró incómodo, y luego miró hacia un estante que tiene al costado del televisor. Lo que me llamó la atención, me paré y fui a ver lo que había, era un dvd porno, lo que rápidamente me aclaró el por qué estaba desnudo y se había quedado hasta tarde con la televisión.
Eso me puso a mil de nuevo, lo miré a mi hijo y su pene estaba comenzando a pararse. Lo que me hizo pensar que quizá estaba recordando las escenas que había visto en la noche con ese dvd.
Me acerqué a él, me arrodillé delante y comencé a masturbar su hermoso pene, que cada segundo crecía más, creo que en su punto máximo alcanzó los 14cm. Todavía no tenía pelos pero su excitación parecía la de un adolescente de más edad.
Mi hijo no decía nada, solo disfrutaba, se recostó en su cama y comencé a chuparle el pene. Se lo succionaba como se chupa un helado. Riquísimo. Hasta que eyaculó en mi boca, me tragué todo sin dejar una gota. Él me miró asustado como esperando que le grite enfadado.
Luego de eso, me levanté y le dije:- Santi, ponte un calzoncillo y baja a desayunar. Tenemos que hablar…
(continuará)…
(historia ficticia producto de una fantasía)
🤮