Lecciones de Belén Capítulo 10 : Carnaval
“¿por qué esta nevando?¿de donde viene la nieve…? Preguntó una dulce niña mientras la arropaban….”.
Habían pasado tan sólo algunos meses cuando mi madre me dijo emocionada que íbamos a volver a casa de mi tía Elena por carnaval, mi tía decía desde hacía muchos años que teníamos que vivir aquella fiesta con ella ya que era espectacular como se transformaba la cuidad donde vivía como si una oleada de locura recorrieran las calles, las casas y a las personas transformándose cada rincón en un nuevo mundo imaginario de pintura y cartón, con luces, farolillos y gente disfrazada con todo tipo de motivos diferentes.
¿Qué pensaría un alienígena si llegase en ese instante aquella cuidad? Y viese a zombis con cuchillos en la cabeza, vampiros, dinosaurios locos,… desde luego que allí no había vida inteligente ….. pensaba riéndome en mi interior mientras observaba a la turba de gente pasar, la música sonaba por todos los rincones, y las calles estaban rebosantes de alegría, color y vida, como si ese mundo mágico hiciese que hasta los adultos se comportasen como niños metiendoles arrastrados por sus disfraces en los mismos roles de la ropa que portaba.
Volvíamos a casa ya que era bastante tarde, mi madre a final se había decidido por primera vez en muchos años en salir esa noche a una fiesta con mi tía y su novio Ernesto, se iban a reunir con Pedro y Rita los vecinos con los que ya habíamos compartido tantas cosas en un pub cerca de casa con música en directo, yo miraba el disfraz de mi prima Nerea, como siempre ella portaba sus propias mezclas, llevaba la nariz pintada de negro, de la cual salían unos finos bigotes, una diadema con orejas de gato y el resto del cuerpo era el disfraz de un conejo blanco con su colita redonda y pomposa, cuando le pregunté al verla me dijo
– Ahí primo pareces tonto, soy una “gataneja”… gritaba mientras ponía sus brazos en jarra en señal de enfado, tu si que estas feo añadió sacando la lengua
Mi disfraz a pesar de las protestas de mi madre era el de Eduardo Manos-Tijeras, con una camisa blanca con unos pantalones negros sujetados con unos tirantes del mismo color, mi cara estaba pintada de blanco con mis labios negros con el pintalabios que compró mi madre tan sólo para mi disfraz y rematado con una peluca de pelo largo y negro, que lo llevaba lógicamente revuelto , me había quedado fascinado con el oscuro mundo de aquel ser el cual apenas comenzaba a descubrir en el mismo instante que lo vi anunciado su estreno en la tele, había algo en ese mundo gótico y siniestro que me atrapaba, peleé con mi madre para que me dejase ver aquella película que echaban de noche, a regañadientes al final me dejó, dicho mundo me fascinó profundamente. Mi prima Silvia y su amiga Esther llegaron justo a la hora acordada disfrazadas de vampiras con sus vestidos largos y blancos hechos jirones, sus colmillos puntiagudos llenos de sangre.
– Chicas, por favor comportaros y cuidar de los pequeños, estaremos justo al principio de la calle si pasa algo… dijo mi madre
– Lo se, tía no te preocupes, ya me lo dijo mama… respondió Silvía
– si pasa algo…. Repitió mi madre
-Tranquila doña Mariajose, los cuidaremos bien… añadió Esther
Mi madre me echó una mirada indecisa, pero creo que por fin vio que su pequeño había desaparecido hacia ya tiempo, aquel preadolescente con aquella vestimenta gótica estaba abandonado la niñez, poco a poco se estaba abriendo camino por si solo, nos quedamos riendo en el salón contando la gente más pintoresca que habíamos visto por las calles, Nerea nos miraba con fascinación mientras permanecía tumbada boca abajo en el sofá con sus manos en su cara, la mesa de mi abuela Nora parecía relucir como nueva bajo la luz del salón, y la nuevas sillas blancas en las que estábamos sentados le daba un toque más moderno del que recordaba…
– ¿quieres jugar a piedra papel o tijera?… Dijo Esther imitando la escena de la barbacoa de la película Edward Scissorhands
-No .. le respondí
-¿pero…y eso porqué? Dijo Esther
-Me canso de ganar siempre … le respondí mientras nos echábamos a reír
Silvia se retorcía en el suelo de risa, Esther y yo caímos de las sillas también agarrándonos nuestros estómagos, Nerea nos miraba como si algo nos hubiese poseído
– niño malo, niño malo, repetía envidiosa de que yo fuese el centro de atención
– Nerea vamos… deja en paz a tu primo le dijo Silvia
– Quiero jugar replicó Nerea
– uhmmm.. esto…..Esther a que no te atrevés a darle un beso a Eduardo Manostijeras … le dijo Silvia mientras le miraba retándole
– ¿ a tu primo? Le dijo con extrañeza
– No …..a Edward, somos dos vampiras y tenemos que cazar, si yo le doy un beso en los labios, luego le das tu… le contestó Silvia
Esther parecía indecisa,
– y luego se lo doy yo dijo Nerea emocionada
Esther comenzó a reír y aceptó la apuesta, Silvia se incorporó y comenzó a besarme como ya habíamos hecho tantas veces, Esther nos miraba con esa mezcla de extrañeza y de curiosidad, podía notar como de alguna forma su deseo crecía, Silvia se apartó dejando el turno a Esther, ella acercaba sus rostro pecoso a mi cara, su pelo era largo y castaño el cual había apartado a un lateral, su boca era alargada que le daba de alguna forma un carácter morboso especial, podía notar como sus labios temblaban como si fuese la primera vez que besaban de aquella forma, yo alargué mi mano hacia su nuca, y la acerqué suavemente hacía mí, nuestros labios se tocaron por primera vez, comencé a recorrer sin prisas cada rincón de sus labios mientras ella abría la boca, podía notar como su cuerpo se estremecía con mis besos, como el deseo nacía mientras mi lengua se introducía en su boca, cerraba los ojos intentando olvidarse donde estaba centrándose sólo en la sensación, sentía como se había abandonado a mi pasión, a mis deseos, mi oscuridad despertaba y deseaba poseer aquella alma que había caído en mi red
– ¿eres Pandora la bebedora de sangre?…. se que me deseas morder le susurré al oído a Esther volviéndola a besar
– Serás mi Marius… me replicó Esther al oído mientras notaba como se excitaba diciéndomelo
Mi prima Silvia había comenzado a acariciar y a masajear el cuerpo de Esther dejando que se relajase mientras nos besábamos, Nerea se acercaba a nosotros a cuatro patas imitando ser una gatita-coneja que estuviese a punto de cazar. El calor del cuerpo de Esther llegaba hasta mi piel, sus pechos rozaban en mi brazo mientras continuábamos jugando con nuestras lenguas, mi mano lentamente recorría sus piernas subiendo poco a poco su vestido blanco hecho jirones. Las manos de Silvia levantaron la cara de Esther reclamando los labios que yo estaba besando, mientras mi prima Nerea se acercaba para asegurarse su turno, comenzó a trepar por mis piernas gateando mientras decía
– Niño malo, niño malo, te voy a castigar… me dijo con sus cejas arqueadas
Las pequeñas manos de Nerea abrieron el botón de mi pantalón, bajándome la bragueta como si diese un zarpazo, arañaba delicadamente el bulto que aparecía en mi ropa interior, hasta que como si cerrase unas garras imaginarias agarró la goma con sus dos manos bajándola hasta que mi miembro emergió erecto ante su atenta mirada, sacó su lengua mientras esbozaba una sonrisa maliciosa y como una gatita que va acicalarse, comenzó a lamer mi pene, Esther nos miraba mientras mi prima Silvia la besaba y la acariciaba en su entrepierna, Silvia le bajó la parte de arriba y le quitó el sujetador, los pechos de Esther eran abultados pero tersos, con unos pequeños pezones rosa pálido que los coronaba como si fuese la guinda de un pastel, Silvia comenzó a besarlos mientas continuaba metiéndole la mano dentro de su tanga blanco y sedoso, sus piernas se abrían para recibir mejor las caricias en su sexo, Nerea se afanaba en chupar y lamer mi miembro con pasión, mientras restregaba su entrepierna en una de mis piernas.
– ¿quieres probar el pito de mi primo, vampirita? Le dijo Nerea a Esther mientras jadeaba
Esther asintió con la cabeza, se agachó y se acercó hasta la afanada tarea de mi prima Nerea, la cual le dejó sitió para continuase lamiendo mi miembro, Silvia comenzó a quitarle el disfraz a su hermanita mientras la besaba y acariciaba, Esther chupaba los laterales de mi polla, y lo batía bruscamente, agarré su mano y guíe sus movimientos hasta como el adulto que ensaña a montar en bicicleta a un niño, la solté comprobando con satisfacción como su ritmo mantenía el equilibrio adecuado, batía con maestría y lo chupaba. Mis primas ya desnudas se acercaron a nosotros gateando y maullando, Esther en una arrebato como si le molestase, se incorporó de un salto y se quitó definitivamente la ropa, su pubis adornado de abultados pelos semirizados, sus labios vaginales eran carnosos guardando un gran parecido a los labios que había besado, sus cuerpo era proporcionado salvo por aquellos pechos que parecían ser algo más grandes de lo que le correspondía a sus proporciones, mis primas me arrancaron el disfraz y los tirantes como si hubiesen sacado unas garras
Nerea se tumbó encima mía, su sexo quedaba a la altura de mi pene, comenzó a bajar su cuerpo haciendo que la cabeza de este la penetrase, Esther miraba fascinaba como aquella pequeña vagina se abría y mi miembro se hundía entre aquel culito entrando y separando aquella rajita abultada mientras mi prima Silvia le introducía la lengua en su agujero haciéndola gemir, Esther se retorcía indefensa ante los brazos de mi prima Silvia que la retenía agarrado con ambas manos su trasero, mientras chupaba, lamía y le introducía los dedos en aquel nuevo templo del placer como si estuviese comiendo un pastel de nata, Nerea me cabalgaba cada vez más fuerte contemplado como Silvia enredaba con su amiga de la misma manera que jugaba con ella, el ritmo de mi prima Nerea era frenético, el sudor recorría su cuerpo como si estuviese en una sauna, su piel parecía brillar, pasé mis manos por sus pezoncitos sudorosos mientras ella se retorcía de placer
– una gataneja te está montado me decía Nerea mientras reía y gemía
No pude soportar más aquella dominación que parecía tener mi prima Nerea sobre mi ser, así que la agarré por su culo, y me levanté con ella, sin dejar que mi miembro se saliera de aquel aguejrito, me dirigí al sofá mientras la penetraba ferozmente como si quisiera castigar aquel cuerpecíto que gemía abrazado a mi cuello, la tumbé con cuidado en el sofá, mi miembro salía y entraba de aquella vagina infantil sin dificultad, mientras sentía su respiración entrecortada, sus gemidos, sus fluidos,ella cerraba los ojos, su cuerpo permanecía inmóvil en señal de sumisión dejándome que la penetrase como quisiera, tan sólo gemía y repetía cada vez más rápido mientras se mordía los labios
– ah si, ah si, ah si,
Esther y Silvia se unieron con nosotros en el sofá, comenzado a besar cada rincón del cuerpo de Nerea para aumentar aquel castigo, el culo de Esther quedaba hacía mi, deslizé mi mano comenzando a explorarlo, ella continuaba chupando aquellos penzoncitos mientras una risa malvada se dibujaba en sus cara pecosa, sus ojos miraban con placer y admiración como Silvia besaba el cuello de su hermanita, mientras los pequeños dedos de Nerea la acariciaban,
mis dedos llegaron hasta el sexo de Esther, la cual abrió más sus piernas permitiendo que entrasen dentro de ella, intentaba moverlos al mismo ritmo que penetraba a mi prima, Esther estudiaba los movimientos de ese cuerpecito, las reacciones de su cara recibiendo placer, como aquellos pequeños labios se abrían y gemían, la miraba como si imaginase que aquello le estuviera pasando a ella cuando era pequeña, Silvia se incorporó, masturbándose delante nuestra mientras contemplaba con sumo placer aquella obra maestra que ella había iniciado, sus dedos entraban y salían ruidosamente de su vagina imitando el mismo ritmo que llevábamos, sus pezones estaba erectos, por su cuerpo resbalaba más sudor del que yo hubiera visto en ella, sus piernas comenzaron a temblar viendo como Nerea se retorcía orgásmicamente, mis dedos chapoteaban entrado y saliendo de la vagina de Esther, mientras Silvia jadeaba, mi pene se salio de aquella vagina apretada y resbaladiza, así que comencé a moverlo por aquel reluciente, pequeño y vigoroso clítoris , Silvia llegaba temblando más fuerte de lo que le había visto, y entonces lo vi por primera vez en mi vida como sus fluido salían disparados como si eyaculara, mojando el cuerpo de su hermana, aquella visión me superó, el olor de sus fluidos resbalando por los pezones de Nerea, los gemidos de mis primas combinados y el silencioso pero intenso placer de Esther que salía de aquellos grandes labios abiertos, la presión en mi miembro aumentó y comencé a eyacular salpicando el cuerpo de Nerea que yacía gimiendo al igual que su hermana, notaba que Esther estaba apunto pero su orgasmo por alguna razón no llegaba, así que me deslicé entre sus piernas, abrí bien su sexo y lo comencé a succionar, Silvia se levantó del sofá e introdujo los dedos en la vagina de su amiga mientras yo continuaba con mi lengua dando cuenta de su clítoris, el placer superó a sus gemidos silenciosos y comenzó a jadear fuertemente con sus cabeza aún apoyada en el pecho de Nerea, su pelvis se movía contra mi boca y los dedos de mi prima Silvia salían y entraba salpicando ese liquido brillante, sus fluidos eran más calientes y densos de los que hubiese probado hasta ese momento con un sabor mucho más fuerte, notaba como al fin llegaba, así que al unisono Silvia y yo relajamos el ritmo hasta casi dejarlo desvanecer con sus gemidos, mientras la piel de su amiga parecía erizarse.
Esther aún jadeante miraban fijamente como parte de mi esperma permanecía sobre el ombligo de Nerea como si fuese un pequeño lago, podía notar que sentía curiosidad, pero tal vez algo le frenaba, Silvia la miraba adivinando lo que pasaba por la mente de su amiga, así que se inclinó sobre aquel lago absorbiendo todo el contenido del ombligo de Nerea, acercó su boca a Esther besándola, Nerea se deslizó, apartó la cara de su hermana separando los labios de aquellas dos vampiras, mientras la conducía hasta los suyos, las tres comenzaron a intercambiarse besos y a jugar con sus lenguas mientras mi esperma parecía pasar de una lengua a otra, aquella mezcla de olores, aquella imagen de esas tres diosas acariciándose y besándose se incrustaría en mis recuerdos junto a los momentos más importantes de mi vida.
Cuando nos pusimos nuestros pijamas, mi prima Nerea dormía plácidamente desnuda en el sofá, la cual agarré delicadamente con la ayuda de Silvia para ponerle su pijama favorito de estrellas y planetas que había pertenecido a Silvia cuando era más pequeña, la abracé contra mi pecho y sus manos rodearon mi cuello delicadamente mientras la llevaba a su cama, notaba como su sexo aún estaba caliente y húmedo haciéndome dudar de la naturaleza de sus sueños, Esther parecía totalmente ensimismada como si ponerse aquella prenda le hubiese recordado que ella no era aquella vampira
– Esther, escucha… dos vampiras, una especie de gata-coneja y Eduardo Manostijeras han escrito su propia historia de carnaval, eso es todo, nosotras tan sólo nos hemos puesto nuestros pijamas y nos hemos ido a la cama, le dijo Silvia
– Así es añadí confirmando las palabras de mi prima
Aquello la animó de esa manera en que puedes mentirte a ti mismo, dejando que sea la sombra de la vampira, la locura de una noche de carnaval la que hizo aquello y mañana cuando amanezca con mi pijama, en un barrio reluciente en la que viven familias idílicas y modelo, nada habrá pasado y todo será como siempre….
Cerré los ojos en la oscuridad intentando dormir, mientras en mi sueños aparecía una escena que recordaba bien…
“El fuego crepitaba, mientras la anciana le que contaba que nunca más le volvió a ver…. Pero aún puedes ir allí le dijo la dulce niña,…….. No, prefiero que me recuerde como era antes le contestó con dulzura…”
Continuará……………..
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!