Lecciones de Belén Capítulo 12 : La fruta prohibida
“A veces no te das cuenta del valor de un recuerdo hasta que se convierte en parte de tu memoria”.
Los días pasaron como si después del carnaval la rutina hubiese roto la magia de aquel momento devolviéndote a la realidad, existía en un mundo carente de color como si me hubiese inmerso en una película en blanco y negro, el colegio, las clases, cenar y dormir, como si fuese un mero robot programado para realizar aquella tarea y repetirla una y otra vez, me imaginaba que era uno de esos brazos roboticos atropomórficos que salían por la tele cuando hablan de la industrial del automóvil sacando chispas, cuya única función era colarse una y otra vez en el chasis desnudo de un coche y soldar los mismos puntos día tras día, carente de de vida, de opinión, de cualquier atisbo de creatividad.
Decidí volver andando a casa desde el colegio, sentía que tenía que romper ese circulo vicioso, ese día que se repetía una y otra vez como un bucle infinito que te atrapa y del que por alguna razón no luchas para escapar de él simplemente te arrastra y tu cuerpo se deja ir, pero hoy tenía que ser diferente aun que sólo fuese por no subirme al autobús y regresar andando por las calles, ver los parques con sus niños jugando dotándoles de vida y risas, las familias paseando, los comercios, el ruido del tráfico, las motos que pasaban velozmente sorteando todo tipo de obstáculos como si fuese una gran yincana, mientras estaba absorto contemplado como el mundo volvía a tintarse con diferentes colores, un verde intenso de un puesto de fruta me llamó la atención, allí estaba Belén oliendo una manzana “Granny Smith” de esas que son tan verdes que casi parece antinatural, llevan una larga pero semi-veraniega falda de tela fina marrón claro con motivos florares, una blusa blanca que realzaba sus pechos, su pelo rizado recogido como de costumbre en un coqueto moño con un pequeño mechón que caía rebelde y distraído en su frente, Belén compró varias manzanas, y dirigió el paso hacía donde yo estaba, yo simplemente contemplaba absorto como su cuerpo se movía, su cara no había cambiado prácticamente desde la última vez la que la había visto, ya hacía 7 años, Belén ahora tendría unos 32 años, y lo último que supe de ella es que se había ido a otra cuidad pues le había salido trabajo de maestra en otro colegio, por alguna razón ella había vuelto a casa.
Belén pasó casi rozándome mientras miraba distraída los escaparates de los comercios de la calle, mi corazón se aceleró, parecía no reconocerme como si mi cuerpo hubiese cambiado tanto que el patrón que guardaban sus recuerdos no encajaban, mi mente parecía bloquear todos los movimientos de mis músculos, no era capaz de alargar mi mano para llamar su atención, ni si quiera articular palabra llamándola, en ese instante como si su visión o un simple reflejo en un escaparate le hubiese enviado una alerta, volvió su mirada directamente a mis ojos
– ¿ Daniel?, de verdad eres tu… ¿Daniel?… soy….. me dijo balbuceando
– Belén le dije sonriendo librándome de ese estupor que me mantenía inmóvil
– Pero que mayor estas…, me alegro muchísimo de verte…. Dijo Belén con sorpresa
– yo… supongo que algo he cambiado … le dije mientras me sonrojaba
– he vuelto unos días, echo de menos mi barrio, sus parques, mis amigos… pero no esperaba encontrarme contigo dijo Belén con cierta melancolía
-ni yo …para mi es una gran sorpresa le repliqué
– me acompañas y nos ponemos al día, la casa de mi madre queda de camino a tu casa… dijo Belén sonriente
Nos dirigimos por las calles llenas de vida, mi madre no llegaría hasta la hora de cenar así que tenía la tarde libre, llegamos al edificio donde vivía la madre de Belén el cual parecía haber tenido días mejores,
– Sube a casa y tomamos algo.. me dijo Belén
Mientras subíamos por ese antiguo ascensor con sus botones blancos desgastados el cual rechinaba como si algo fuese a romperse, Belén me contó que su madre había muerto hacía casi dos años, y que ella volvía periódicamente a la cuidad para comprobar que todo estaba bien en el piso. Cuando entramos en aquel apartamento,una mezcla de olores invadió mi nariz, olía a apartamento cerrado, a productos de limpieza recién aplicados, hasta conseguí distinguir el típico olor de la naftalina, el salón parecía haberse congelado en el tiempo con una mesa redonda cubierta con mantel blanco plastificado, unos viejos armarios marrones llenos de libros polvorientos y fotos antiguas permanecía expectantes a que alguien se acercase a ellas. Allí estaba Belén de pequeña en una foto en blanco en negro montada sobre una bicicleta en la que apenas llegaba a los pedales, un hombre con un rostro como sus facciones tan marcadas que pensaba que podría ser perfectamente uno de los de los actores de las películas sujetaba aquella vieja bicicleta impidiendo que se cállese…
– Sí, mi padre , la bicicleta de mi abuelo y yo intentando no caerme dijo Belén mientras dejaba las manzanas en la fuente del centro de la mesa
– ¿cuantos años tenías? Le repliqué
– Pues no sé, cuatro o así tendría ¿quieres una manzana?…. Dijo Belén mientras sonreía y mordisqueaba una de ellas
Me quedé observando como aquellos labios se abrían y mordían aquella jugosa manzana, su jugo se escurría por su rostro el cual lo limpió fugazmente con su lengua antes de darle otro pequeño mordisco. Me miró de nuevo estudiándome…
– Vaya, parece que más cosas han crecido en ti, y hay partes de tu cuerpo que aún me recuerdan, me susurró Belén, mientras se acercaba íntimamente, acercándome la manzana que había mordido a la boca
– como me iba a olvidar de mi maestra.. le repliqué mientras mordía la manzana cerca de donde había mordido ella
Belén comenzó a besarme descubriendo con placer que sus lecciones habían calado en mi, la agarre por su nuca para gobernar aquellos besos, por primera vez quería marcar el ritmo, ser el que dirigiese ese baile, lo cual podía notar que le sorprendió con agrado, jugábamos con nuestras lenguas mientras podía notar como sus manos bajan por mis caderas buscando mi culo, el cual comenzó a apretarlo como aquel que llevaba tanto tiempo deseando algo que cuando por fin lo tiene al alcance de su mano no quiere soltarlo de nuevo, mis manos fuero desabrochando su blusa descubriendo un fino sujetador blanco, busqué el cierre en su parte de atrás el cual no lograba encontrar, hasta que noté como se reía sin dejarme de besar
– Aún tengo cosas que enseñarte, este es de cierre delantero.. dijo sonriéndome mientras lo abría
Aparecieron ante mí aquellos pechos que tan vivamente recordaba, redondos pero vigorosos que caían ligeramente para luego alzarse orgullosos coronados con dos pequeños pezones rosados, el tiempo no los había vencido, Belén me quitó la camiseta mientras nos dirigíamos a trompicones por el pasillo dejando caer nuestra ropa entre besos y caricias, su falda yacía junto a la puerta de un pequeño aseo que podía oír que algo goteaba, ella llevaba un tanga blanco que apenas tapaba su sexo, acaricié su entrepierna comprobando que estaba completamente rasurada, Belén gimió mientras mis dedos volvía a tocar su clítoris después de tanto tiempo, el movimiento sobre su sexo tenía que siempre como si siempre quisieses mover tus dedos hacia abajo, no hacia arriba, así le gustaba a ella
– Vaya pequeño, no te has olvidado de como me gusta que me toquen, me dijo Belén jadeante
Abrió la puerta de una habitación en la que la cama aún estaba revuelta, alguien había dormido allí pero se había ido sin hacer la cama, una mesita de estudio en la que había encima un corcho con diversas fotos de Belén en lo que parecía diferentes etapas de su vida, rodeada de amigas, en excursiones, encima de una moto con un chico, allí había una vida resumida en varias fotos, viejas entradas de cine y notas de colores con frases escritas a mano. Deslicé su tanga blanco haciendo que bajasen por esas piernas blanquecinas, el cual cayó delicadamente entre sus pies, yo aproveché su desnudez para agacharme y comenzar a lamer su sexo mientras ella parecía luchar contra la gravedad intentando mantener el equilibro, le sujetaba firmemente de sus caderas mientras mi lengua abría aquella vagina que ya conocía, aquel sabor me trasportaban hasta la primera vez que lo probé, me negaba a dejar de lamer y succionar todo aquel jugo, Belén acariciaba mi pelo extasiada de ver como manejaba su cuerpo con aquel ímpetu, me incorporé para que ella probase de mis labios el sabor de sus propio fluidos, mientras dejaba caer mi ropa interior, la mano de Belén se deslizó hasta mi pene, comprobando que aquello que agarraba ya no era tan pequeño como antes, por su puesto mi miembro aún estaba en pleno desarrollo, pero aquel cambio aquel crecimiento y que aún no fuese el pene de un hombre adulto parecía darle el morbo de saber que iba a disfrutar de una nueva etapa de él, este había cambiado y ella de nuevo lo iba a disfrutar, se agachó y lo comenzó a lamer y chupar dulcemente mientras sonreía y alzaba sus ojos para mirar las reacciones de mi cara, pasaba la lengua por la cabeza de mi polla coquetamente mientras mantenía su mirada en mis ojos, haciendo que me entregase a ella, como si en ese instante volviésemos a tener los mismos roles que siempre, no lo podía permitir, así que alcé su cara saliendo mi pene de sus labios chorreando saliva por todo los lados. Belén me miró extrañada de nuevo de que la hubiese interrumpido, pero se alzó hasta mi besándome dejándose conducir por mis deseos, como si bailásemos la conduje hasta la cama, ella se tumbó en el borde quedando su piernas aún el suelo y yo aún de píe agarrando su caderas la penetré como había penetrado a Esther en su cama permitiendo que Belén viese como mi miembro salía y entraba de su sexo, ella gemía y miraba aquel espectáculo, dejé caer saliva en su clítoris mientras lo presionaba con mi dedo gordo, sin dejar de mover mis caderas, podía notar como aquella vagina se lubricaba cada vez más permitiendo que mis movimientos fueras cada vez más veloces, entonces me subí a la cama mientras alzaba sus piernas poniéndolas en mi hombros, aquella vagina se abría ante mis embestidas y Belén gemía complacida por mi efusividad, la giré mientras la penetraba de lateral, Belén agarraba sus pechos los cuales los acariciaba, mientras miraba como manejaba su cuerpo y le daba placer a mi antojo, la giré del todo hasta que se quedó boca abajo, ella alzó su culo, y yo la penetré, abrí sus mofletes y comencé a jugar con el agujero de su ano mientras mi polla salía y entraba de su sexo, sus fluidos resbalan por sus piernas mientras mi miembro entraba en toda su longitud en aquel agujero, mis testículos rebotaban contra esa raja caliente y chorreante humedeciéndose, mi dedo comenzó a entrar en ese ano que parecía querer que se lo follasen, notaba que el orgasmo de Belén se acercaba, el ritmo de su jadeos, sus reacciones, su blanquecina piel se erizaba, mientras yo continuaba dando cuenta de aquellos dos agujeros, comencé a gemir mientras la empujaba incontroladamente, la presión aparecía la base de mi pene anunciado que me iba a correr, notaba mi miembro duro presionando las paredes de su vagina, Belén comenzó a menear su culo de delante hacia atrás impidiendo que pudiese frenar mis movimientos, ella podía notar como mi miembro en su interior crecía y se endurecía, entonces comencé a eyacular mientras un fuerte orgasmo llevaba a mi cuerpo, mi pene palpitaba dentro de Belén mientras salpicaba chorros de semen su vagina, Belén se movía también orgásmicamente al unisono al sentir que estaba recibiendo mi leche,
– Ohh pequeño, por fin siento como te corres dentro de mi, me dijo Belén jadeante
Dejé mi miembro dentro de ella mientras me colocaba de lateral detrás de ella abrazándola, me quedé inmovil en esa posición sintiendo como sus fluidos y los míos se mezclaban, como su vagina aún palpitaba notando la dureza de mi polla dentro de ella, sus pezones aún estaba duros, mis ojos se cerraron mientras un hondo sopor se apoderaba de mi cuerpo y mente arrastrándome hasta un profundo sueño. Cuando desperté Belén tenía su cabeza apoyada en mi pecho, mientras me miraba fijamente
– Estabas tan guapo con esa tranquilidad mientras dormías que no quería despertarte pequeño.. Me dijo dulcemente mientras me sonreía
– ¿esto yo?… igual tendríamos que haber usado un… le contesté
-no te preocupes, no creo que pase nada no estoy en mis días fértiles… me ha encantado sentir con eyaculabas en mi interior, me dijo mientras me besaba
Nos levantamos al fin, y recogimos el sendero de ropa que había por todo el pasillo, ella me beso cariñosamente mientras nos despedíamos, se estaba haciendo tarde y yo quería llegar a casa antes de que llegase mi madre, no quería que se preocupase
– ¿cuando te volveré a ver?.. le pregunté mientras esperaba a que el ascensor subiese,
– no lo sé Daniel, pero me alegro de haberte vuelto a ver…
continuará……….
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