Lecciones de Belén Capítulo 9 : Despacio y con buena letra
“Paciencia es la fuerza que tu mente emplea para decirle a tu cuerpo que todo llegará…”.
Recordaba aquel jardín perfectamente era la casa de Pedro y Rita los vecinos de mi tía Elena, su hija Esther tenía la misma edad que mi prima, habíamos estado de barbacoa nuevamente en su casa, yo me había quedado en la mesa con los mayores mientras hablaban tomando café y bebiendo licores. Mi prima Silvia y Esther estaban tomando el sol en bikini mientras leían distraídas unas revistas de chicas. Miraba de reojo como aquellos cuerpos se movían sutilmente reflejando los rayos del sol bronceándose, deseaba tan sólo ser la toalla que les rozaba, o los rayos que bañaba sus cuerpos calentándolos, o aquel bikini que tapaba su sexos y sus pechos… pensaba distraído mientras mi tía Elena me devolvió a la realidad
– ¿me haces un favor Daniel? Me dijo mi tía Elena mientras exhalaba el humo de su cigarrillo
– Claro, tía dime, dije orgulloso de que confiase en mi para una tarea importante
– Creo que tu prima Nerea y Juanito el hijo pequeño de Pedro se han ido a jugar a la calle con los otros niños, anda vé a echales un vistazo, me dijo mientras cogía un pequeño vaso de un licor verde
Salí a la calle con la imagen de las largas piernas de Silvia y Esther sobre esa gran toalla en mi mente, había niños jugando a la pelota en la calle pero no podía ver a Nerea, Juanito estaba de portero entre dos arboles con cara verdadera concentración, así que me acerqué a él
– Juanito, ¿sabes donde esta Nerea?
– Si, me dijo sin dejar de mirar como se desarrollaba el partido
– ¿y? Le repliqué
– se fue a casa a echar la siesta me dijo que estaba cansada… dijo molesto porque parecía que le estuviese desconcertado
La puerta del garaje de la casa de mi tía estaba subida, abrí la puerta que daba acceso a la casa, el salón parecía frío carente de vida, como esperando a que llegasen sus dueños para recobrar su calor y alegría, como si fuéramos nosotros los que insufláramos vida y carácter a aquellos muebles inmóviles, podía ver como motas de polvo revoloteaban suspendidas en los rayos del atardecer que entraban por las ventanas cayendo sobre las estanterías esperando al fin inmóviles a que alguien las limpiase. Oí ruidos al fondo, parecían proceder de la habitación de Silvia, la puerta de esta estaba cerrada, la abrí para investigar y vi la cara asustada de Nerea ante mi interrupción, estaba completamente desnuda sentada encima del cojín con forma de caramelo alargado, el pato de peluche yacía enfrente con su pico parecía golpear en el clítoris de aquellos pequeños y relucientes labios abiertos
– Me aburría y me entró ganas de jugar dijo Nerea reiniciando los movimientos de sus caderas,
empujé detrás de mi lentamente la puerta mientras observaba como ese pequeño cuerpo cabalgaba aquel cojín alargado y la cara sonriente de aquel peluche que parecía estar complacido con su función
– Vuelves a tener el pito grande, Dijo Nerea señalando a mi entrepierna
Yo seguía sin saber que decir, ni que hacer, tan sólo quería ser un espectador de aquel momento, deseaba poder admirar cada detalle sin perderme nada, como los mofletes de su culo se contraía y volvía a recobrar su forma rítmicamente al mismo tiempo que dos agujeritos aparecían en la parte baja de su espalda. Al rededor de ella como si fuesen las ofrendas de un aquelarre para aquellos amantes yacía la ropa de mi prima revuelta, una pequeña bragita rosa con un unicornio con sus grandes ojos y pestañas de niña junto a una cola alargada con los colores del arcoíris aún colgaba de uno de sus tobillos, sus pequeños pezones marrones iguales que los de mi prima Silvia parecían estar erizados como si hubiesen pasado un cubito de hielo sobre ellos. El pelo de Nerea caía lacio y empapado de sudor sobre su espalda y frente, sus ojos se abrían y cerraban mientras sus labios permanecía abiertos jadeantes, su pequeña y graciosa nariz se contraía y extendía mientras el placer recorría aquel pequeño cuerpo desnudo, y el pico del pato parecía chapotear de alegría hundido en aquella pequeña vagina abultada, su rajita relucía con su sudor y fluidos, aquello tenía un poder especial, había algo bello e hipnótico , algo casi poético y magnético que no te dejaba apartar la mirada de ella,
– Quiero verla otra vez, me dijo Nerea mientras se acerba un dedo a su boquita traviesamente
-¿segura? Le dije
– Ummhhjuuu dijo Nerea
Mi pene quería salir, y mi mano ya lo acariciaba lentamente hacia rato, miré de nuevo a la puerta y esta permanecía cerrada,
-Si así lo quieres ….
Ella miró complacida como me sacaba el miembro y este aparecía en su plenitud, notaba su dureza como si las venas que le obligaban a hincharse ya no tuviesen más capacidad, en un instinto primario se la acerqué a su boca abierta y jadeante, sin interrupción lo comenzó a chupar mientras continuaba masturbándose con el pato y el cojín, jadeaba y lo chupaba mientras podía sentir como el placer recorría aquel cuerpecito, lo zarandeaba y lo liberaba de su boca mientras este rebotaba como si fuese un muelle, lo que le arrancó una sonrisa maliciosa,
– Vamos , me dijo mientras se levantaba y me agarraba de la mano entrelazando sus deditos con los míos,
Como si yo fuese su mascota me conducía hacia la cama de su hermana, en la cual se subió mientras yo me quitaba la ropa. Me senté junto a ella, Nerea acercó su cara a la mía, sacando su lengua para tocarme los labios lentamente, no podía creerme que aquella carita tan pequeña y angelical supieran besar de aquella manera impropia para su edad, pero al final ¿cuando había empezado yo cuando Belén me inició? Incluso había sido antes que ella, se ve que Silvia había ayudado a su hermana en el camino del descubrimiento, tal vez Nerea hubiese descubierto por si sola algunas cosas de forma accidental o por simple imitación, pero mi prima sin duda la había conducido a este mundo de sombra y oscuridad. Por suerte Nerea como yo conservaba esa dualidad en la que desde fuera sólo podías ver una niña hiperactiva con sus diferentes disfraces combinados como ella misma decidía casi de forma aleatoria sin dejarse influenciar por la mente cuadrada de un adulto, sin duda la personalidad de mi primita era lo que más me llamaba la atención.
Comencé a acariciar su cuerpo mientras continuábamos jugando con nuestras lenguas, sus caderas rectas, sus brazos, aquellas pequeñas piernas que colgaban de la cama sin tocar el suelo, hasta que poco a poco llegué a su abertura por la cual mi dedo se resbalan recorriendo esa rajita que se separaba, ponía la yema de mi dedo como si quisiese cerrar su agurejo con el, lo separé como si lo liberasen de un pequeño vacío que se lo quería tragar descubriendo que mi dedo se llenaba una y otra vez de sus fluidos, temía hacerle daño aquella minidiosa que me besaba frenéticamente, volví a hacer presión con la yema de mi dedo en aquel agujero por el que salía su humedad como si fuese la saliva que estábamos intercambiando, cuando comprobé con sorpresa que este se hundía dentro de ella lentamente, ella tomó aíre en un lento suspiro hinchando su pecho, mientras este se introducía más en su interior, un lento “oh” salio de su boca junto a mi oído,
– ahora prueba con tu pito, me dijo Nerea arrugando su naricita mientras mi dedo se movía dentro de ella
– Pero… y si te hago daño, le repliqué sorprendido
– yo quiero, me dijo Nerea enfadada mientras yo continuaba masturbandola
– Vamos a probar, pero si veo que te hago daño paramos… Le dije cediendo a sus deseos
Ella se tumbo dejando sus piernas colgando fuera de la cama, mientras abría los labios de su vagina, yo comencé a restregar mi pene por aquella rajita abultada que se abría ante mi, Nerea gemía y miraba con placer como mi polla resbalaba por su sexo chorreante rozando contra su clítoris, entonces coloqué la punta de mi pene en la entrada que aquel agujero con miedo de hacer algo que podría dañarla, comencé a menear mis caderas dejando que la punta de este la presionara como había hecho con la yema de mi dedo hasta sentir como aquel cuerpo lo deseaba de verdad, intentaba presionar delicadamente con paciencia poco a poco aquel agujerito que se iba abriendo lubricándose mas
– sí, así …., susurraba Nerea complacida mientras gemía
Continué con aquel ritual tan lentamente y con tanto cuidado como si estuviera construyendo un barco dentro de una botella de cristal cuando quise darme cuenta la cabeza de mi pene comenzaba a hundirse dentro de ella mientras aquella apretada vagina parecía abultarse más como si estuviese abrazando con sus labios aquello que entraba en su cavidad
– Así sí, así si decía Nerea emocionada
Fui incrementando el ritmo viendo el placer que recorría aquel hermoso cuerpecito, ella levantó sus piernas permitiendo que mi pene entrase casi hasta la mitad,
– Besame mientras me metes el pito, dijo al mismo tiempo que cerraba los ojos concentrándose en las sensaciones que recorría su cuerpo
Aquella Diosa me hacía dudar ¿quien era el maestro y quien era el alumno?, ¿quién enseñaba a quien? sin duda ella, igual que cuando jugamos con su mesita de té, ella era la que llevaba el ritmo de este juego, yo lo prefería agradecido que fuese así pues mi temor a herirla era mayor que la pasión y el placer que sentía, así que era de nuevo un hombre sumiso en manos de aquella mujercita, comencé a besarla mientras sus piernas apuntaba al techo procurando no echar todo mi peso contra ella, ella gemía y me besa, chupaba mi cuello apretando sus labios para no gritar en exceso, agarraba su culito mientras la alzaba para poder penetarla mejor, sus piernas rodeaban mis caderas empujándome contra ella
– quiero cambiar, me aplastas me dijo Nerea
Mi corazón latía con fuerza contra su pecho
– Perdona, como tu quieras pequeña… le dije mientras la cogía en brazos para no dejarla de besar
Mi pene aún estaba dentro de ella, y yo continuaba moviendo mis caderas mientras me levantaba alzándola en brazos conmigo, sus manos agarraban con fuerza mi cuello, y su cabeza se movía con mis delicadas embestidas, su cuerpo se movía de arriba abajo mientras mis manos agarraban su culo ayudándola a saltar sobre mi miembro, al fin me tumbé boca arriba mientras ella continuaba jadeante encima mía
– Te lo voy hacer mejor que mi hermana, me dijo sonriente
Nerea comenzó a moverse cabalgándome como hacía con el cojín y patito de peluche, el cual yacía en medio de la habitación envidioso con su ojos tapados con la braguita rosa con el unicornio y con el pico por el que aún escurrían los fluidos que le habían empapado, notaba como la mitad de mi pene entraba y salía de su cuerpo, su culo en pompa buscaba el ritmo con movimientos aleatorios, su clítoris se restregaba como una serpiente contra mi piel, el placer que me daban se iba incrementando, yo estaba simplemente abandonado a sus manitas, a su cuerpo que se movía encima mío, le pertenecía y podía usarme como quisiese, así que simplemente le dejé hacer, me centré en sentir sus gemidos, en ver como su cara reflejaba lo que su interior sentía, como su boca permanecía abierta exhalando y jadeando, como el sudor recorría su cuerpo haciendo brillar esos pequeños pezones marrones, su manitas presionaba mi pecho, comencé acariciar su espalda mientras esta se arqueaba, sus caderas continuaba moviéndose mientras oleadas de placer recorrían nuestros cuerpos, entonces subió más el culo hasta que sólo tuvo la cabeza de mi pene en su interior, comenzó a moverse de arriba hacia abajo con su cuerpo para sólo masajear con su vagina esa parte de mi miembro, la presión crecía de nuevo en mi interior, nacía con más violencia que la noche anterior, la imagen de su pequeña vagina abierta por mi pene erecto se reflejaba en mis ojos absortos, el olor de sus fluidos, el calor de su interior, los gemidos que salían de aquellos labios en miniatura, sus pequeños pechos, y el pelo sudoroso y pegado a su carita jadeante, aumentaba la presión en la base de mi miembro como si fuese imparable, estallaba con una brutalidad que no había sentido antes, preté los dientes en un intento desesperado de pararlo, pero no funcionó, como la onda sísmica de un terremoto procedente desde mi testículos, esta se fue desplazando hasta que pude notar como un líquido caliente salida de polla, mi pene palpitaba dentro de aquella vagina que chorreaba sus fluidos y los míos como si la hubiesen llenado, sus paredes parecían palpar la cabeza de mi pene como si fueran una boca que succionaba mi eyaculación. Nerea gemía y sacaba la lengua dejando caer su saliva por su cuerpo, aquella espuma blanca bajaba por su cuello hasta detenerse en sus duros pezones, noté que temblaba sus piernas y se llevaba el brazo a la frente como si fuese la versión en miniatura de su propia hermana cuando llegaba al orgasmo, se dejó caer desfallecida en mi pecho, mis dedos comenzaron acariciar lentamente aquel culo redondito que permanecía sentado y abierto encima de mi pene mientras una oleada de fluidos y calor salía de su cuerpo, nuevos temblores emergía en ella mientras mis manos recorrían delicadamente su espalda y su pelo empapado, Nerea permanecía inmóvil con sus ojos cerrados y su boca abierta encima de mi pecho dejando que su saliva continuase esparciéndose por este, parecía estar reteniendo los últimos golpes de placer en su cuerpo y mente
– Oigo tu corazón, dijo Nerea con una vocecita dulce y temblorosa
– Pequeña, tenemos que vestirnos, o tu mama se preocupará le dije suavemente mientras le acariciaba el pelo
– dejame un poquito más replicó aún sin abrir sus ojos
La noche se acercaba cuando volvimos a salir a la calle y a regañadientes Juanito se volvió con nosotros a la bulliciosa barbacoa que parecía unirse con la noche como si no quisiese terminar, Silvia nos miró por un instante como si hubiese adivinado que algo había pasado mientras Nerea le sacaba la lengua en señal de burla, mi madre me dijo que nos quedabamos a cenar en casa de Pedro y que tenía que acompañarlas a por comida a casa de mi tía Elena
– no dejarás que las mujeres hagamos todo el trabajo, necesitamos la fuerza de un hombre que nos ayude con las bandejas, me dijo mi madre como si pensase que le hablaba aún a un niño pequeño
Volví a la casa de mi tía temeroso de que algún olor me delatase, o que algún mueble cobrase vida relatando lo que allí había pasado, pero los muebles continuaba inmóviles, en silencio y carentes de vida, hasta las motas de polvo yacían esperado en el mismo lugar
Continuará……
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