Leche para mis hermanos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ya conté en otro momento una paja en compañía donde mis hermanos pequeños y sus amigos se empeñaron en pajearme. Ahora voy a contar algunas pajas de ese verano, una vez que ya perdí el pudor de que mi hermano y mi hermana me vieran desnudo y me hiciesen una paja junto a sus amigos.
Al día siguiente de aquel pajote comunitario, les dije a mi hermano de 10 años y mi hermana de 12 que si querían, mi polla estaba disponible para masajearla (yo tenía entonces 15 años, y les vi tan emocionados el día anterior que lo hablé con ellos). Me dijeron que sí, que les gustó la “experiencia” (ya la escribí y estará en esta web por estos relatos) … Todo dicho entre risitas nerviosas, jeje.
Pues, un par de días después, a la hora de la siesta estábamos mi hermano y yo tumbados sin hacer nada (mi hermano leía alguna cosa)… Entonces, me acordé del pajote pasado y….. sugerí a mi hermano que……. si quería……. podía enseñarle la polla como la otra vez… pero esta vez, a él solo (solo estábamos los dos en la habitación, claro). A él se le iluminó la cara…., y dejó la revista que tenía entre las manos. Me dijo, “¿ahora mismo?, ¿aquí”… y le contesté: “claro. Se me está calentando la polla y….. si quieres, ¿me harías una paja?”. “Vale”, fue la respuesta de él. Yo estaba en bañador, con el torso desnudo y… todavía no tenía la polla tiesa, pero estaba morcillona. Me bajé el bañador y mostré mi pollón gordote, pero todavía no estaba tenso apuntando para arriba. Procurábamos hablar despacito para no llamar la atención en casa, porque también estaban mi madre y mi hermana… cada una por ahí. Pero no pensé lo que iba a ocurrir en un rato…
Mi hermano agarró mi pene…, esta vez, para él solo, y empezó a subir y bajar su mano lentamente, mientras mi polla empezaba a coger brío y a endurecerse todavía más. Mmmm, me encantaba que me hicieran pajas… Una vez que ya tenía asumido que mi hermano me tuviese en esa situación, me dejaba llevar por sus meneos, y mi polla cada vez estaba más tensa e hinchada. Le comenté si quería beber la leche de mis huevos, a lo que no parecía muy decidido. Le expliqué lo sanísima que era la leche de hombre, con sus proteínas, sales minerales, vitaminas (me inventé un rollo), y que le haría mucha falta a él para que cogiese fuerzas y creciera mejor. Le dije que tampoco sería mucha, pero que eran tan buena la leche, que no quería que se desperdiciara. A mí me sobraba, pero a él le sentaría muy bien. Le convencí o se dejó convencer, porque, tras la primera resistencia, asumió que lo que yo le daba era un alimento sanísimo.
En esas estábamos, con mi polla a pleno rendimiento, cuando…… Zas, se abre la puerta y se asoma mi madre… ¡!¡!¡! Mi hermano se retira y me quedo tumbado en la cama (como estaba) y con la polla como un mástil imposible de esconder (en ese momento casi me corro). Me acuerdo perfectamente lo que me soltó mi madre: “Vaya huevazos tienes…”. Al momento, no sabía que decir… Sí, tenía unos huevazos bien gordos…. pero al segundo noté la ironía en las palabras de mi madre, que continuó diciendo: “Vaya huevazos… para tener que decir a tu hermano que te pajee… “. Yo contesté balbuceando: “no le he obligado…”, y me quedé sin palabras… Para alivio mío, mi madre hizo un gesto con la cara y se fue…. Uffffff, nos volvimos a quedar solos mi hermano y yo. Mi polla estaba a 100, durísima y no había querido desinflarse ni un poquito. Le comenté a mi hermano que no había pasado nada (realmente, no había pasado nada)… y…, al par de minutos, le animé a que volviera a coger esa polla que no bajaba y seguía tiesa y erguida. “Cierro la puerta”, me dijo mi hermano. “No, y así podemos oir si alguien se acerca”, dije yo… Entonces, con la puerta abierta, y yo completamente desnudo en la cama, nos disponíamos a acabar lo que habíamos empezado.
Volvió mi hermano al meneillo… Al minuto se le había olvidado el rubor del susto anterior, y ponía otra vez su cara de viciosillo al tener solo ojos para mi polla. Tras unos minutos, me incorporé, porque ya notaba que mi polla iba a explotar en poco tiempo. Le recordé a mi hermano las “virtudes” de la leche de hombre…., y, sí, estaba dispuesto a beberla. Entonces, me puse frente a su cara, con mi polla muy cerca de él, mientras me seguía masturbando. Al rato, le dije: “abre bien la boca y saca un poco la lengua”. Metí la punta de mi polla en su boca. “Espera, que ya sale”, le dije, mientras metía y sacaba la punta en su boca. Me encantó notar el tacto de su húmeda lengua en mi glande…, así que, en unos segundos mi polla empezó a escupir leche en su boca. “Chupa, chupa, que ya sale”, le dije, y él, como si fuera un acto reflejo, cerró su boca con mi pene dentro mientras me vaciaba. Jeje, demasiada leche, porque le salió por las comisuras de los labios (también es que no la tragaba al principio, me imagino que porque la querría saborear). Tras la eyaculación, me dijo, “estaba caliente la leche”. No me comentó nada sobre su sabor… solo se la tragó y, cuando le acerqué mi polla con un último borbotón de leche en la punta, sacó la lengua y lo lamió. Perfecto. Durante ese verano, varias veces más me hizo mi hermano unas buenas pajas, y la mayoría de ellas, se bebió mi leche y me dejó la polla bien limpita.
Pero…. no fue el único que me pajeó ese verano. Como ya dije al principio, tenía una hermana que tenía 12 años entonces, y que también participó del primer pajeo comunitario. También le dije a ella que mi polla estaba disponible para si quería tocarla alguna vez. Lo que pasa es que, mi hermana dormía en su habitación, no como mi hermano que dormía en la misma habitación que yo. O sea, que ni por las noches ni en la hora de la siesta tenía a mi hermana a mi lado (cosa que mi hermano sí). Pero, varios días después de este pajote que me hizo mi hermano, le sugerí lo mismo a mi hermana. Jejeje, también estaba en bañador, desnudo de cintura para arriba… y le insinué a mi hermana que mi polla estaba caliente (la comenté que mi hermano ya me había pajeado……. y se había bebido mi leche!!). El caso es que…, mi hermana echó unas sonrisitas nerviosas y dijo que sí… No quería yo que nos pillara mi madre como la otra vez, así que me puse de acuerdo con mi hermana que, cuando saliera mi madre a la compra, pues sería el momento. Esperamos y…….., según salía mi madre, nos fuimos a su habitación (a la de mi hermana). Estábamos los dos solos y… me bajé el bañador. Ya tenía la polla medio erecta. Cogí la mano de mi hermana y la puse en mi polla, subiendo y bajando por ella. Mi polla cogió brío, empezó a subir y a endurecerse ante la emoción de mi hermana. Me tumbé en su cama y ella empezó a pajearme. También la intenté convencer de las “bondades” de la leche de mis huevos… pero, puso demasiadas pegas. No quise insistir. Tras un rato, mi polla empezó a echar leche que nos duchó a mi y a mi hermana (si se la hubiera tragado…). En fin, que limpié de leche a mi hermana como pude (chupándome los dedos de mi propia leche, para tratar así de convencerla de lo buena que era) y se acabó por ese día.
Durante ese verano, unas 2 o 3 veces a la semana, les tenía de esclavos de mi pene. Yo, encantado. Unas veces por separado, y otras veces mi hermano y mi hermana juntos (la siguiente vez, hice lo mismo con mi hermano, cuando me iba a correr le metía el glande en la boca y me vaciaba allí. Los dos convencimos a mi hermana de lo sana que era la leche. Jajajaja). Para otra vez que estuvimos los tres, ya nos pusimos de acuerdo en que sería ella la que se lo bebería. Y, sin ningún problema, se lo tragó todo. No estaba tan convencida como mi hermano, pero…
Y no me quiero alargar más (que bastante me he alargado). En aquel verano me pajearon normalmente en casa, pero también en el campo, en la playa, en el monte… Tiene su morbillo que te pajeen mientras te da la brisita en los huevos. Me encanta las pajas en el monte, jejeje.
Y, tras ese verano, con eso del otoño y sus ropas, rutinas y vuelta a casa, pues ya no volvimos a sacar el tema
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