Locura deliciosa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por harmsarah.
Nunca conocí a mi padre. Mamá no había cumplido los trece años cuando me tuvo a mí. Por lo que me contó hace unos años, empezó a acostarse con su hermano, cinco años mayor que ella cuando tenía doce años y se quedó embarazada. Poco después, mi tío y padre, se mató en un accidente de tráfico en el que también murieron tres amigos más. Mientras mi madre estudiaba, mi abuela me cuidaba. Cuando mamá terminó los estudios, consiguió trabajo en una ciudad cercana y yo ya había empezado al colegio. Cuando yo tenía diez años, murió mi abuela. Entre mis trece y catorce años, mamá salió con un hombre. No me gustaba nada el hombre, pero en principio parecía que mamá era feliz.
Un día que salía de casa, lo oí hablar con unos amigos a los que decía que iba a cortar la relación porque le parecía que mamá quería algo más y él sólo quería divertirse. Uno de ellos le preguntó si la había dejado preñada por casualidad. Según él, cuando tenía dieciocho años, se hizo la vasectomía y que además había estado tomando pastillas para disminuir sus espermatozoides, pero que ella no sabía eso. Los últimos meses, yo los había espiado varias veces cuando follaban. Aprendí unas cuantas cosas viéndolos a ellos y viendo la tele. Poco después de que el hombre desapareciera, una noche, me levanté al baño y vi a mi madre con un vibrador. Las veces que los había visto, me había excitado un montón, y esa noche, viendo a mamá con el vibrador, también.
Durante varios días soñé con meter mi polla en la vagina de mamá. Al día siguiente de marcharse aquel tío, mamá recibió una carta en la que le decían que para seguir viviendo en aquella casa, o mamá se casaba o tenía un hijo. Eso me dio una idea. Una noche, después de observar cómo mamá se consolaba con su vibrador, me desperté de madrugada y fui a su habitación. Mamá estaba completamente dormida. Levanté las mantas por la zona de los pies y me di cuenta que estaba desnuda. Le separé las piernas con cuidado y empecé a saborear su raja. Aunque seguía sin despertarse, notaba cómo su chocho se iba mojando cada vez más. Aunque seguía sin despertarse, empezaba a gemir y noté cómo sus manos apretaban mi cabeza contra su cuerpo. Cuando ya no podía más, separé mi boca de su chocho y metí mi polla hinchada y dura en su vagina. Mientras la embestía, mamaba sus pezones. Aahh, qué delicioso era sentir sus estrechas paredes contra mi polla. Al final, descargué mi leche en el fondo de su vagina.
Me derrumbé sobre ella. Después de un rato, me levanté, puse bien las mantas en sus pies y fui al baño para lavarme y meterme a la cama. Durante dos noches, hice lo mismo. La tercera noche, se despertó cuando estaba follándola. Pero ya estaba en el punto de no retorno y no podía parar. Pegó un bote al darse cuenta de que era yo quien la follaba, pero también estaba muy excitada y pasó sus piernas por mi cintura. Tuvimos un inmenso orgasmo y derramé mi semilla en su interior, luego me derrumbé sobre ella. Cuando recuperamos el resuello, mamá preguntó:
—Adrián, mi vida, ¿qué hemos hecho?
A pesar de su pregunta, no dejaba de acariciar mi espalda con sus manos.
—Una locura deliciosa. Lo siento, mamá, pero hace tiempo que me excitas. Os he visto follando más de una vez y me he puesto a mil. Y cada vez que te veía con el vibrador, no dejaba de soñar en que ya no tendrías que necesitar consoladores artificiales y que yo te consolaría con naturalidad. Te quiero un montón, mamá, como madre y como amante.
—¿Lo hemos hecho más veces?
—Sí, mamá. Esta es la tercera noche seguida que te follo y debo admitir que tienes un coño maravillosamente suave y caliente —yo estaba rojo como la grana aunque me había vuelto a excitar—. Si no te ha gustado, lo siento mucho, mamá, pero mi mástil otra vez está a mil.
—Lo estoy notando, cariño. ¿Con que quieres consolarme con naturalidad, eh?
Noté que ella también se había vuelto a excitar. Por primera vez, me besó en la boca golosamente mientras empezábamos a movernos. Poco después volvimos a corrernos y mamá cerró sus piernas como para guardar la semilla en su interior. No volví a mi cama. Por la mañana, sábado, yo tenía deporte y mamá salió a hacer la compra. Todo el equipo tuvimos que viajar a otra ciudad y volvimos por la tarde. Al entrar en casa, metí la ropa de deporte en la lavadora y fui a la sala donde estaba mamá viendo la tele. Apagó la tele y cenamos muy temprano para que yo recuperara mis energías. Recogimos la cocina entre los dos y fuimos a la sala. Me tumbé en el sofá, con la cabeza en el regazo de mamá. Estuvimos hablando de cómo nos había ido el día y de lo que había pasado las noches anteriores. Le confesé que había visto la carta que había recibido que sería maravilloso que en una de las noches anteriores se hubiera quedado embarazada. Mamá se quedó en silencio.
—Bueno, mamá, si es que quieres seguir, claro.
Me abrazó con fuerza contra su pecho.
—Mi amor, jamás hubiese pensado que lo haría con mi hijo ni que mi hijo quisiera follarme. Tengo que confesarte una cosa. Tu padre, era a la vez mi hermano mayor.
—¿Los abuelos no se enfadaron por eso?
—Tu abuelo ya había muerto para cuando tú naciste, pero mamá no se enfadó ya que mis padres eran a la vez hermanos mellizos.
—La abuela y tú, ¿disfrutasteis con vuestros hermanos?
—Sí. Tanto ella como yo.
Mientras hablábamos, su mano acariciaba mi pene por encima del pantalón. Le saqué una de las tetas por la abertura de la bata y empecé a mamar. Los dos nos excitamos. En un momento dado, nos levantamos, fuimos a su habitación, y nos desnudamos el uno al otro. Hicimos un rico 69. Cuando ya no aguantaba más, me suplicó:
—¡Fóllame, amor mío! ¡Fóllame, hijo de mi alma!
Y eso hice, la penetré hasta el fondo y pasamos toda la noche follando. Y efectivamente, mamá se quedó embarazada. Esos meses fueron inmensos. Me enseñó un montón de posturas. Nueve meses más tarde nació nuestra hija Linda. Después de volver a casa, mamá me comentó:
—Cariño, tengo algunas dudas de quién es el verdadero padre de Linda.
—Te diría casi con seguridad que soy yo, mamá.
Entonces le conté la conversación que le había oído a su ex pareja.
—Diría que fue una de aquellas primeras noches cuando te hice el maravilloso bombo.
Cuando Linda cumplió los tres años, una noche, comenté a mamá:
—Mamá, quiero hacerte más hijos.
—Oh, sí, mi amor, hazme más hijos, cariño. Quiero sentir cómo crece tu semilla dentro de mí.
Y así, al mes, mamá volvía a estar embarazada. Y esta vez le hice mellizos, dos chicos, Vicente y Rafael. Y no sé por qué, ya no tuvimos más hijos, aunque mamá se sentía realizada en ese aspecto con cuatro hijos. Cuando Linda ya tuvo edad, le explicamos el verdadero parentesco que teníamos y los antecedentes familiares.
—No sé por qué, lo sospechaba, papá-hermano. Además, quiero que seas tú quien me desvirgue. No podría elegir un mejor amante para mi primera vez. Y por supuesto, papá, quiero que me hagas hijos.
—Veo que no te conformas con solo un hijo, cielo —bromeó mamá.
—Por supuesto que no, mamá. Y si cuando les llegue la hora de follar, Rafa y Vicente se animan, también me gustaría tener un hijo con cada uno de ellos. Y tengo que reconocer que
Rafa, para ser tan joven tiene un pollón impresionante.
La chiquilla estaba sentada entre los dos y en un impulso, la senté sobre mi regazo, de cara a mí y la besé en la boca por primera vez. De reojo, vi que mamá asentía con la cabeza.
—¿Quieres empezar con las lecciones, cielito?
—Me encantaría, papá.
—Llévala a su habitación, Adrián. Allí, Linda se sentirá más cómoda.
La chiquilla se nos quedó mirando un momento.
—¿Por eso me habéis cambiado la cama hace unos días?
—Por eso y porque la cama anterior era demasiado pequeña para una joven como tú.
Me levanté y la llevé en brazos sin dejar de besarla. Esa tarde, padre e hija disfrutamos de lo lindo. Y yo diría que al igual que con mamá, la dejé embarazada la primera vez. Desde esa primera vez, pasaba noches con mamá y otras con Linda. Y nuestra chiquilla tuvo una preciosa niña, Marina. Incluso los mellizos estaban encantados con su sobrina. Dos años después, volví a dejarla embarazada. Cuando lo supimos, los chicos estaban en casa, en su habitación y oyeron cómo Linda nos decía que volvía a estar embarazada. Entonces, explicamos a los chicos la verdadera relación que nos unía a todos. Me di cuenta que sobre todo a Rafa, se le abrieron los ojos.
—Eh, Linda, cuando me llegue la hora de follar, ¿te importaría que te hiciera un hijo o dos?
—El día en que supe lo que hoy habéis sabido y que papá me desvirgara, dije que quería tener hijos con papá y que posteriormente si os animabais, también quería tener un hijo con cada uno. Con lo cual, para cuando te llegue la hora de follar, yo ya habré tenido esta criatura y podrás dejarme embarazada.
—Me parece que habrá que echarlo a suertes quién de nosotros te deja embarazada por primera vez.
El segundo embarazo también fue otra niña. Posteriormente, fue Rafa quien la dejó embarazada por tercera vez, un varoncito. Y para terminar los embarazos de Linda, Vicente le hizo también otro niño.
Delirante, pero rica pedofilia :3