LOS 7 PECADOS SEXUALES 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Beto43286158.
Después del susto que nos dio Estrella esta mañana, me quedé analizando lo que sucedió y no terminaba de entenderlo.
La llevé al colegio, y me quedé exhorta viendo a las otras madres despidiéndose de sus hijos, algunas les besaba, la frente y otras les daban un pequeño besos en sus labios.
Mi mente jugó conmigo y me imaginé dejando a Raúl, mi hijo, en la puerta de la universidad, besándole la frente y luego sus labios, y luego volviéndolo a besar, apasionadamente.
¡Beep! El claxon del auto de atrás me hizo despertar de mis pensamientos.
Mientras manejaba de regreso a casa, me repetía una y otra vez:
-Blanca, por todos los cielos, es tu hijo- y volvía a mi mente el jalón de cabello que me había dado ayer y la sensación de placer en mi espalda me invadía.
– no te imagines cosas- me volvía a repetir a mí misma- No esas cosas con tu propio hijo.
Cuando llego a casa entro enseguida a la cocina para comenzar a preparar, los alimentos del día, pero me encuentro con Raúl frente al refrigerador, me sorprende y le digo:
-¿Por qué estás desnudo en la cocina?
-Má, perdón, creí que estaba solo en casa.
– Dijo muy tranquilo- Además no estoy desnudo, traigo calzoncillos.
– Era verdad, usaba unos bóxer cortos de licra muy ajustados, y aunque su torso y piernas eran musculosos y atractivos, un bulto sobresalía de su entrepierna y este me hipnotizó haciéndome que me le quedara viendo.
-¿He crecido, verdad Má?- dijo notando que estaba ensimismada viendo su bulto.
No supe cómo reaccionar, tartamudeé, intenté decir muchas cosas y no salió nada de mi boca.
Raúl camina hacia mí, se detiene muy cerca y me dice:
-¿Puedo?- Mi corazón comenzó a bombear sangre tan fuerte y tan rápido, que sentía los latidos dentro de mi cabeza, y toda mi cara roja.
-¿De qué estás hablando?- intenté hacerme notar que no estaba de acuerdo con lo que proponía, pero la verdad es que estaba deseando que se abalanzara sobre mí.
-Pasar, estas en medio de la puerta, necesito salir para ir a mi cuarto y cambiarme porque según tú, estoy desnudo.
-Perdón, tienes razón.
– me hice a un lado bajando la mirada y alcancé a notar como él sonreía con malicia en su rostro.
Aunque la noche anterior estuve con Pedro, la verdad es que estábamos entrando en la monotonía, las sesiones eran cada vez más espaciadas, de hecho esta última vez hacia 3 meses que lo más cerca que estuve de él fue durante el beso de las buenas noches.
Y aunque disfruto en gran medida nuestros momentos de bondage, también necesito de algo de piel que me acaricie de vez en cuando, cosa que no ha sucedido en más de un año.
-Esto no es pretexto para que fantasees con tu hijo- me dije a mi misma.
– Al menos busca a alguien de afuera.
– Si al menos tuviera tiempo para salir a tomar un trago a un bar lo haría con el primero.
Si cuando estoy en el Banco, esperando a ser atendida veo a todos los hombres que están allí mismo, y me los imagino desnudos, sus penes flácidos colgando de su entrepierna, fantaseando con que si se los pido todos podrían dármelo allí mismo.
Suspiro, me sacudo los hombros y me concentro en lo que iba a hacer, cocinar.
Preparo todos mis utensilios, los ingredientes, un mandil viejo que me regaló mi madre, y me dispongo a preparar la comida, después de unos minutos, recuerdo que la cacerola que necesito está en la parte alta de la cocina, y no la alcanzo.
La pequeña escalera de madera que tenía en la cocina para eso hace meses se quebró y desde entonces les pedía a Pedro o Raúl que me ayudasen a bajarla.
-¡Raúl!, puedes venir un momento.
– Le grito.
–
-Me estoy bañando.
–contesta desde el fondo de la casa
-Necesito que bajes la cacerola de arriba de la cocina.
En cuanto puedas ven.
-Está bien.
– No pasó ni un minuto cuando escucho sus pasos descalzos acercándose, cuando entra a la cocina, me vuelve a incomodar su presencia.
Tapado con una toalla en la cintura solamente, su cabello mojado y su piel aún cubierta con pequeñas gotitas de agua que la hacían brillar de una forma extraordinaria, toma una silla y se acerca a las repisas se sube e intenta tomar la cacerola pero se tambalea, y pareciera que se va a caer.
Sin pensarlo trato de sujetarlo para evitar su caída, pero lo único que pude sujetar fue su toalla.
En ese instante el brinca hacia un lado para evitar caerse, pero la toalla no se movió de su lugar, gracias a que yo la tenía sujetada con mi mano.
Todo fue en cámara lenta, con música instrumental de fondo y estrellas rodeándonos.
Mi pequeño Raúl, en el aire como flotando lentamente hacia abajo, y su fierro junto con sus bolas acompañando su cuerpo se tambaleaban en el aire al bajar, tan cerca de mí, que hasta su olor a limpio alcancé a distinguir.
-¡Mamá!- me reclamó Raúl.
Mientras me quitaba la toalla para taparse.
No podía dejar de mirárselo, aunque quisiera.
A decir verdad, no quería dejar de mirárselo.
Se quedó mirándome a los ojos y cuando lo volteé a ver, fijamente dijo:
-Te gusta.
-Eres mi hijo Raúl, y punto aquí no ha pasado nada.
-Le argumenté muy seria.
-Eres mujer, mamá, y con hijos, casada con un hombre, así que independientemente de quien lo tenga puesto, te gusta.
-Pues el tuyo no me gusta.
– Le dije muy segura.
-No lo has probado, no puedes asegurar que no te gusta.
– Sonrió y se me acercó un poco mientras dejaba caer la toalla al suelo.
Al asomarse, su miembro duro como tronco, grande y grueso, apuntaba en dirección de mi abdomen.
-¡Raúl, No!- Fue todo lo que me dejó decir, con un dedo calló mi boca haciendo solamente –shhh-.
Acarició mi cabello, tomó mi cabeza por la parte de atrás con una mano y me acercó a su cara para besarme.
Sus labios carnosos y tiernos me recordaron a los de su padre en su juventud, su carácter rudo y seco, desde que era un niño me había cautivado, sabía dominarme, su lengua comenzó a entrar en mi boca y yo le respondí chupándosela para indicarle que estaba de acuerdo, que me gustaba, que estaba dispuesta a hacer aquel acto tan prohibido ante la sociedad, sexo madre e hijo.
Se arrodilló ante mí, levantó y metió sus manos bajo mi falda, colocándolas en mis caderas, sujetó mis pantis y lentamente las deslizó hacia mis tobillos, mi cabeza gritaba “!NO, NO, NO!”, pero mi cuerpo decía lo contrario, porque cuando mis pantis llegaron al suelo, mis pies uno a uno se levantaron para sacarlos, y Raúl tomó mi mano derecha para colocarme en ella mis propias pantis y descubrir que estas no sólo estaban húmedas, sino que literalmente escurrían mi liquido vaginal.
Mirándome a los ojos levantó mi falda y se metió en ella.
Yo lo quise detener al instante, no me sentía para nada limpia ni lista para que me hiciera eso, pero a Raúl no le importó, impuso mas fuerza que yo y fue entonces cuando sentí como un rayo me callera directamente en mi espalda, y en mi vagina al mismo tiempo arqueándome hacia atrás de placer, su lengua, sus labios, su calor, su habilidad para masturbarme con su boca me hicieron gemir de placer.
Inconscientemente lo tomé del cabello y lo apreté con fuerza a mi chocho, comencé a mecer mi cadera hacia delante y hacia atrás instintivamente.
Sentía como por dentro de mi punzaba mi concha, me estaba viniendo… en la boca de mi propio hijo.
-Aaaaahhh!-Salió un gemido de mi boca en el momento en que mis músculos, comenzaban a relajarse, mi respiración agitada y mi corazón que se me salía del pecho.
Y entonces, sin la lujuria, con mis deseo1s carnales ya colmados, y la conciencia regresando a mi mente, dije en voz alta:
-¡Soy una puta!- empujé a Raúl al suelo y me aparté con los ojos desorbitados.
El me miró y me dijo:
-Todo está bien, y por supuesto que no eres una puta, eres mi madre, y no hay mejor relación en el mundo que la de una madre con su hijo, y si la relación de la madre y un hijo se vuelve sexual, es aún más maravillosa.
Déjame volver ahí, ahí de donde nací, déjame sentir ahora que soy consciente que se siente estar dentro de tu útero.
– dijo Raúl muy suave.
-No hijo, esto no está bien.
– dije para intentar calmarlo, pero la verdad es que yo también quería tenerlo dentro de mí nuevamente, quería saber qué se sentía que volviera a recorrer mi útero pero esta vez sin el dolor del parto, ahora con el placer del sexo.
Me fue de la cocina directo a mi cuarto, entré y aventé la puerta para cerrarla, pero esta nunca sonó, cuando volteo esta mi hijo sosteniendo la puerta a medio cerrar y dice:
-Buena idea, en la recámara de papá.
– Se abalanza sobre mí, me abraza de mis piernas y me levanta, damos una vuelta me baja, acerca su rostro al mío y me dice:
-Por favor mami.
– Yo no puedo resistir y lo vuelvo a besar, nos abrazamos y estrujamos, siento como su miembro empuja mi estómago como si fuera un pedazo de metal.
Me quita el delantal, me desabotona el vestido de atrás y me lo levanta todo.
Solo queda mi sostén negro de encajes cubriendo mis enormes senos.
Él les acerca la cara coloca una mano detrás de mí, y me desabrocha el sujetador, entonces quedan totalmente expuestos ante sus ojos, sonríe, ladea la cabeza y acerca sus labios a uno de ellos y dice:
-Yo no me acuerdo de esto mamá, pero estoy seguro que tú sí.
–Y comienza a chuparme un pezón.
La sensación era tan satisfactoria, que sentí como mi chocho volvía a lubricarse, casi escurriendo por mis entrepiernas.
Estuvo así un rato, después se incorpora, se para delante de mí y ahora desnudos los dos, frente a frente, deseosos de consumar nuestros actos, nos tomamos una mano y caminamos juntos a la cama, me recuesta boca arriba y se coloca encima de mí, siento como su pene comienza a acariciar mis labios vaginales, mientras yo ardo en deseos de que ya entre en mí.
Coloca su punta en mi entrada y sin dejar de mirarnos a los ojos lentamente comienza a empujar y su pene suavemente se desliza hacia adentro de mí, siento como mis paredes se abren recibiéndolo con un tibio abrazo y Raúl no puede disimular su placer, porque se escapan de su boca unos pequeños gemidos.
Llega hasta el fondo de mí, sale y entra una y otra vez, el cosquilleo de mi estómago es tan agradable que quisiera quedarme así toda la vida, la forma en que siento como mi vientre es llenado y se mueve es muy similar a cuando lo tenía en mi vientre y me pateaba.
El sexo Madre e Hijo es más fabuloso de lo que jamás imaginé.
Se sale de mí, me levanta, me da la vuelta y me pone a gatas.
Me vuelve a penetrar una y otra vez, es tan rico, tan sabroso, y tan fuerte que me vengo nuevamente entre gritos gemidos y sollozos.
Se detiene un poco para dejarme descansar, pero no se sale, me acaricia la espalda, mis pechos, me besa la nuca y comienza a bombearme nuevamente, mi chocho lo recibe con gran calidez, y siento como él lo está disfrutando.
De repente siento como un dedo húmedo comienza a acariciar mi ano, y mi vagina comienza a sentir punzadas nuevamente, poco a poco mientras me penetra con aquel enorme fierro mi vagina, un dedo está entrando en mi culito, después el segundo dedito comienza a abrir dilatando mis esfínteres anales.
No le costó mucho trabajo a mi hijo preparar mi culito, me di cuenta que tenía experiencia, y estoy segura que él supo que no era mi primera vez allí.
Así que se sale de mi vagina, se agacha y chupa mi culito metiendo su lengua y ensalivándomelo muy bien, lo deja listo para lo que sigue.
Apunta su palo en mi culo y lo deja entrar poco a poco.
Fue con algo de dolor, pero , eso fue lo más rico, entró en mí desesperado, mi culo le apretaba más que mi vagina, y comenzó a bombearme cada vez más rápido, ahhh, aaahhh, aaahhh, eran los gemidos que daba, mmmmmmpppphhhhh, fue lo último que dijo antes de detenerse sin salir de mí.
Había terminado adentro de mi culo, me acababa de devolver la leche que yo de niño le di a él.
Cuando se salió sentí como tras su salida un hilito de semen escurría de mi culo.
Nos acostamos en la cama y nos acariciamos, estábamos exhaustos, teníamos ya varias horas con sexo sin parar, y entonces dije:
-Creo que por hoy es todo, hijo.
Tengo muchas cosas que hacer, tengo muchas cosas que limpiar, y tengo muchas cosas que ocultar, pero sobre todo, tengo que planear uno de estos días para que podamos estar un día completo solos, sin nadie que pudiera llegar y descubrirnos.
-No me importaría.
-Estoy segura que sí, si alguien se entera de esto, jamás se volvería a repetir.
Y la verdad es que si quiero que se repita.
¿Y tú, también lo quieres?- mirándome a los ojos, sonríe y me contesta.
-Tú y yo vamos a coger de hoy en adelante todos los días mamá a menos que algo muy importante nos lo impida, entonces lo repondremos al siguiente día.
– Me besa en la boca y dice-
Tengo que irme ya es tardísimo para mis clases.
Sube a su cuarto a cambiarse, yo me limpio muy rápido en el baño, y me vuelvo a poner mi ropa excepto mis pantis que no encontré, y estoy segura que Raúl me robó.
Se cambia en 5 minutos y sale de la casa, escucho que platica con alguien.
-Tú que haces aquí.
-Salí temprano de la escuela y me vine con Paty.
-¿y por qué no entras a la casa, porqué estas sentada aquí afuera?-Se me hizo extraña la pregunta y me asome para ver quién era, y para mi sorpresa era Estrella.
Me preocupé un poco pues nuestros gemidos y ruidos fueron algo fuertes.
-Porque voy llegando, tarado y estoy abrochando mis agujetas.
Pero si quieres viajo en el tiempo para llegar antes.
– Dijo Estrella irónicamente para burlarse de su hermano al momento que se despidieron.
Me tranquilicé y la recibí en la puerta.
Me dio un fuerte abrazo y se metió a dejar sus cosas.
Por mi celular le mandé un texto a Raúl.
–me devuelves mis pantis porfa– y me contestó.
–perdón, pero yo no acostumbro coleccionar nada, búscalas bien antes que alguien las encuentre—
Continuará…
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