Los Buenos de Corazón
Lo señalaban con desprecio, pero él nunca hizo nada por desmentirlos. Era un degenerado, sí, y lo llevaba con la misma indiferencia con la que otros llevan un abrigo viejo. Su presencia era una sombra en los callejones, una risa áspera en las tabernas..
Lo señalaban con desprecio, pero él nunca hizo nada por desmentirlos. Era un degenerado, sí, y lo llevaba con la misma indiferencia con la que otros llevan un abrigo viejo. Su presencia era una sombra en los callejones, una risa áspera en las tabernas, un susurro incómodo en los oídos de quienes creían en la decencia. No tenía redención ni la buscaba. Para él, el mundo estaba podrido desde antes de que él llegara, y lo único que hacía era moverse entre la inmundicia con la naturalidad de quien ha aceptado su lugar en el fango. Un día conoció a Abril. Tenía 17 años y entrenaba con disciplina en el gimnasio, el mismo al que él acudía, aunque no precisamente por el cuidado de su salud. Su cuerpo ya era grande y musculoso por naturaleza, pero su presencia allí respondía más a una costumbre arraigada que a una verdadera necesidad. Abril no fue la excepción entre quienes llamaban su atención, aunque había algo en ella que resultaba distinto. No era solo su apariencia, sino la energía con la que se movía, la determinación en su mirada, la forma en que parecía ajena a las miradas de los demás. En un mundo donde todo parecía predecible y sin sorpresas, ella era un enigma que despertó en él una curiosidad inesperada.
Desde hace unos años, Abril se la pasaba deprimida. Lloraba sin motivo aparente, aunque en el fondo sabía exactamente qué la atormentaba. Todo comenzó el día en que su hermano mayor, su mejor amigo y cómplice en la infancia, se marchó sin despedirse. Una noche estaba en casa, y a la mañana siguiente, su cuarto estaba vacío, su cama intacta y su celular apagado. Sus padres se negaban a hablar del tema, evadiendo las preguntas con silencios incómodos y miradas esquivas.
Al principio, Abril pensó que él volvería, que todo era un malentendido, pero con el tiempo entendió que nadie en su familia quería enfrentar la verdad: su hermano había desaparecido y nadie hacía nada por buscarlo. Ese vacío se instaló en su pecho como un peso insoportable, convirtiéndose en una tristeza silenciosa que la acompañaba a todas partes. El gimnasio se convirtió en su refugio, el único lugar donde podía liberar, aunque fuera por unas horas, la angustia que llevaba dentro.
Una tarde, después de terminar su rutina, Abril se detuvo junto al corredor anterior a los vestidores, se miraba al espejo aun agitada por el ejercicio. Fue entonces cuando lo notó. Él estaba allí, apoyado contra la pared trasera con los brazos cruzados, observándola con una media sonrisa.
—Te esfuerzas bastante —comentó él, con voz grave pero curiosamente relajada.
Abril lo miró de reojo mientras bebía un sorbo de agua. No le gustaban las conversaciones innecesarias
—Solo hago lo que tengo que hacer.
—Eso es más de lo que muchos pueden decir —replicó él, encogiéndose de hombros—. Me llamo Raúl.
Ella dudó un momento antes de responder. No era de las que daban su confianza rápido, pero tampoco le veía el caso a ignorarlo.
—Abril.
Raúl sonrió un poco más, como si confirmara algo que ya sabía.
—Bonito nombre. Combina contigo.
Abril rodó los ojos y recogió su toalla. No tenía energía para halagos baratos. Pero mientras se alejaba, sintió la mirada de Raúl siguiéndola. Cuando estuvo a punto de ingresar a los vestidores, volteó su rostro y miró a Raúl.
—¿Crees que soy interesante de alguna manera, Raúl? ¿O solo estás siendo amable?
—Me parece que eres muy interesante. Dice él, mirándola de arriba abajo con lujuria. —¿Crees podría invitarte un trago?
Abril se ríe, un sonido suave y melodioso que contrasta con su apariencia sombría. Sacude la cabeza y se pasa una mano por el cabello
—¿Un trago? No puedo entrar a un bar, solo tengo 17 años. Pero…supongo que podríamos encontrar algo en alguna tienda.
Abril volvió su cuerpo hacia Raúl y se colocó frente a él.
—No soy como las demás, quiero que lo tengas claro. —Sus ojos verdes se clavaron en los de Raúl, buscando reacción de su parte, pero solo hubo silencio y una extraña sonrisa.
—Te espero afuera. —Fue lo único que dijo Raúl.
Abril asintió lentamente, una pequeña sonrisa jugó en sus labios. Se giró y caminó nuevamente a los vestidores, dejando solo a Raúl y sus depravados pensamientos sobre esta nueva chica.
Cuando Abril salió del gimnasio, Raúl estaba allí apoyado de brazos cruzados contra una pared. Abril llevaba una chaqueta de cuero negro sobre una camisa blanca y una falda negra a tono. Comenzaron a caminar.
—Entonces Raúl. ¿Qué vamos a tomar?
—Podemos comprar unas cervezas o una botella de aguardiente, lo que tu prefieras.
Abril sonríe, más expresivamente que antes.
—Suena bien. —Dentro de la tienda es Abril la que selecciona la botella de aguardiente. —Esto servirá. —Se gira para mirar a Raúl que recibe la botella para pagarla y es cuando por primera vez nota la tristeza de la chica por encima de sus pensamientos lujuriosos.
Caminaron hacia un parque cercano, destaparon la botella y comenzaron a tomar, Raúl comenzó con su acostumbrada labia de conquistador, pero la chica únicamente respondía sin convicción. Hasta que con un tono más serio Raúl le preguntó por el motivo de su tristeza.
Abril tomó u trago largo de la botella antes de responder, sus ojos se volvieron distantes.
—Mi hermano mayor se fue hace unos años de casa. Sin una palabra, sin una nota, simplemente…desapareció
Tomó otro trago, más largo esta vez, casi como si intentara ahogar sus emociones. Cuando bajó la botella, sus ojos estaban llorosos.
—Mis padres están destrozados. Se culpan todo el tiempo, pero no han intentado ponerse en contacto con él, siempre dicen que fue su decisión y la respetan, pero nadie piensa en mí, en como lo extraño.
Raúl coge la botella y toma un trago largo también, presiente que el día no será tan provechoso como esperaba, pero algo en su historia le quedó sonando, le hace conversación a Abril por un largo rato y ella siente, por algún motivo que desconoce, que puede confiar en este extraño hombre.
—¿Por qué se culpan tus padres? —Preguntó Raúl en el momento que Abril había soltado la lengua y estaba un poco entonada por el alcohol.
Abril siguió bebiendo como si no hubiese un mañana, pero su mirada seguía perdida en el suelo, cuando soltó la botella lo miró.
—En mi familia…hay algunos secretos, cosas un poco oscuras. —Se inclinó hacia Raúl, acercándose al punto que su aliento lo sentía en su rostro y habló en un tono mucho más bajo. —Mis padres…ellos nos llevaron a un lugar. Un lugar que cambió todo. Éramos una familia feliz. Pero después de eso…todo se vino abajo.
Abril tomó otra bebida, más pequeña esta vez, como si estuviera tratando de calmar sus nervios.
—Prométeme que no le dirás a nadie. Sí alguien se entera de esto…no sé qué pasaría. —Sus ojos están llenos de miedo y desesperación, buscando confirmación de que él puede mantener su secreto.
—Puedes confiar, ¿qué lugar era ese? —Preguntó Raúl intrigado.
Abril miró a su alrededor nerviosamente antes de volver a inclinarse, su voz era apenas un susurro.
—Era una especie de comunidad. Un lugar donde las familias como la nuestra…podían andar libremente. Sin juicios, sin reglas. Todos estaban todo el tiempo desnudos, compartían todo. Incluso…compartían a sus hijos.
Raúl tragó saliva y su rostro se palideció.
—Mi hermano y sobre todo yo éramos muy niños. No entendíamos nada. Pero recuerdo…recuerdo a otros niños, siendo tocados por adultos. haciéndoles cosas…
Abril cerró sus ojos con fuerza, su expresión era de dolor y vergüenza
—Mis padres nos llevaron allí porque…porque les gustaba el incesto. Ellos lo ven como algo natural y querían que mi hermano y yo…que nosotros…
Abril no pudo terminar la frase, su voz se quebró. Tomó otra bebida intentando calmarse.
—Pero mi hermano no se lo tomó bien, yo no entendí en ese momento todo, pero el si lo entendió y lo entendió a su manera. Así que escapó. Y nunca volvió.
Raúl observo sus ojos llorosos.
—Por favor, Raúl. No digas nada a nadie. Sí alguien se entera de esto…no se que haría. Mi familia estaría arruinada. Yo estaría arruinada
De repente, Abril lo abrazó, fuertemente buscando confort y protección. Raúl paso sus manos por detrás de la espalda de la chica. A pesar de que la historia lo había sorprendido también había despertado sus instintos más lascivos.
—Tus padres, ¿tuviste relaciones con tus padres?
Abril negó con la cabeza sin dejar de abrazarlo.
—No. Después de que mi hermano se fue, fue como si…como si toda la vida sexual de mis padres hubiera desaparecido. No se hablo nunca más de eso y jamás intentaron nada conmigo. Era como si tuvieran miedo de perderme a mi también.
Se apartó por un momento mirando a Raúl directamente a sus ojos
—Pero yo…yo estaba dispuesta, cuando logre comprender de que se trataba todo ya mi hermano no estaba, pero yo quería a mi familia de vuelta, así que estaba dispuesta. Pero ellos…a ellos se les veía el miedo en la cara, miedo de perderme como perdieron a mi hermano.
Abril tomó otro trago más, sus manos temblaban.
—Así que aquí estoy, atrapada en esta familia rota, en este secreto oscuro. Sin poder ser lo que realmente soy, sin poder hacer lo que realmente quiero
Los ojos de abril se llenaron de lágrimas, mirando a Raúl con una intensidad desesperada.
—Espera, ¿me estás diciendo que te gustaría tener sexo con tus padres?
Abril asintió lentamente, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.
—Si. Sé que si yo…si yo lo hago, si estoy con ellos, si hago lo que querían de nosotros en ese entonces, entonces tal vez podríamos ser una familia de nuevo. Olvidaríamos el dolor, la pérdida…
Su voz nuevamente se vuelve un susurro
—Pero tengo miedo. Miedo de que me rechacen, miedo de muchas cosas. —Abrazó fuertemente a Raúl, que la tomó de la cabeza y la besó, su lengua se internó dentro de la boca de Abril que quedó inmóvil por un momento, sorprendida. Luego, lentamente, comenzó a mover su lengua junto a la de él. Cuando se separaron lo miró con ojos ahora llenos de esperanza.
—¿Lo harás? ¿me ayudarás a estar con mis padres? Pero… ¿cómo? No puedo simplemente decirles
Su voz se apaga, su rostro enrojecido con la vergüenza.
—¿Qué tienes en mente Raúl? ¿Cómo podemos hacer que esto suceda sin que parezca…malo?
—Llévame a tu casa y preséntame a tus padres como tu novio. Luego déjame todo a mí. Confía.
—¿Mi… mi novio? —Insegura, Abril asiente.
Juntos se dirigieron a la casa de Abril, la noche ya había llegado hacía un par de horas, Abril sabía que sus padres estarían en casa, incluso podría adivinar lo que hacían, su madre en la cocina haciendo cualquier cosa que la mantenga ocupada y su padre en la sala, leyendo o viendo la televisión, llevaban años en ese monótono comportamiento. Abril apretaba la mano de Raúl, no quería dejarlo escapar, aunque ella no sabía que el caminaba guiado por el deseo de una situación sumamente morbosa. También se apoyaba en él al caminar, aunque en ese momento no lo quisiera aceptar, Abril estaba levemente mareada, su rostro era pálido y tenso, pero sus ojos ya no reflejaban el llanto, de hecho Raúl la miraba con deseo, de verdad le parecía una chica muy hermosa. Se detuvieron frente a la puerta principal, respirando hondo antes de mirarse uno al otro. Abril giró la llave y entraron.
—Mami, Papi, estoy en casa
—Hola hija, se escuchó casi al unisonó desde dos partes diferentes de la casa. —Se dirigieron a la sala, donde en una silla y leyendo un libro se encontraba el padre de Abril. Un hombre de aspecto serio con gafas y traje de oficina, pero sin corbata. En el marco del pasillo detrás de él estaba una mujer con un vestido que mostraba sus piernas hasta sus rodillas, ambos nos miraron con algo de curiosidad.
—Papá, mamá este es Raúl. Mi… novio
La palabra novio salió de su boca con dificultad, era el primer hombre que llevaba a casa, y por un segundo pensó en la locura que estaba haciendo, acababa de conocer a Raúl, pero era demasiado tarde para arrepentirse.
—Raúl y yo… nos gustamos mucho. Y creí que ya era momento para que lo conocieran.
Su madre sonrió cálidamente, se acercó y me tendió la mano.
—Bienvenido Raúl, soy Linda, la madre de esta jovencita
Su padre sin embargo no se paró de su silla, dejó a un lado su libro y se cruzó de brazos, mirando sospechosamente al hombre mayor que se paraba junto a su pequeña hija.
—Yo soy Roberto, —Por fin dijo, —Siéntese por favor.
Linda desapareció hacia la cocina indicando en el camino que traería algo de beber. Roberto por su parte no dejaba de mirar a Raúl por encima de sus gafas.
—Así que Raúl ¿cómo conociste a nuestra hija? —Su tono era cortes, pero había una tensión subyacente en su voz, para Raúl era claro que Roberto notaba dos cosas, la diferencia de edad y el hecho de que apestaban a alcohol. En ese momento Linda regresó con café para todos y un baso de agua para Abril, a quien no le gustaba el café. Luego se sentó junto a Roberto esperando una respuesta de Raúl.
Allí fue cuando Raúl, quizás de forma más valiente de la que habría tenido con menos alcohol en su sangre, empezó a trazar su maquiavélico y morboso plan. Le confesó en ese mismo instante que Abril y él se habían conocido en un foro de internet, les aclaró que se trataba de un sitio donde las personas compartían ciertas experiencias o fantasías, que afortunadamente ella y él habían conversado y se habían gustado casi que de manera inmediata. Les comentó que luego de eso habían comenzado a salir y se habían hecho novios.
Fue una larga conversación en que los padres de Abril atiborraron de preguntas sobre todo a Raúl, pero también a su hija. Pero Raúl había dado en el clavo, notó como la curiosidad empezaba a hacer efecto en el rostro de Roberto. Abril estaba sonrojada profundamente, miraba hacia abajo, pero no protestó una sola de las palabras que salieron de la boca de Raúl y mucho menos cuando este coloco su pesada mano sobre uno de sus muslos desnudos.
—¿Una pagina de internet? —Interrumpió Roberto en un momento, mirando a la nada. —¿De qué cosas hablaban?
Linda se inclinó hacia adelante, con un interés evidente en la pregunta de su esposo. Se había comenzado a sentir una cierta tensión en el aire.
—Señor Roberto y Señora Linda, debo confesarles que en mi familia hemos practicado el incesto durante generaciones, Abril me contactó luego de que yo conté mis experiencias, así fue como nos conocimos. —Mintió astutamente Raúl.
Roberto y linda intercambiaron miradas con sorpresa, sus ojos se iluminaron con un brillo que inmediatamente Abril notó. Luego miró a Raúl expectante por lo que dirían sus padres.
—¿Incesto… en tu familia? —Roberto preguntó con cautela, como si estuviera saboreando las palabras.
Raúl termino de inventarse su historia familiar, contó cada detalle de una familia inventada a medida que hablaba, él mismo estaba sorprendido de todo lo que salió de su boca pero al final todo tuvo el efecto deseado, Abril y Raúl lo notaron en la cara de Linda.
—Eso es fascinante, no esperaba para nada que salieras con algo como esto, déjame aclararte que estoy muy sorprendida, pero…creo que Abril algo te ha contado sobre nosotros. —Linda hablaba y se mordía el labio, su puño arrugaba parte de su ropa y miraba a su esposo con nerviosismo. —Cariño, ¿fue esto lo que te atrajo de él? —Preguntó después dirigiéndose a Abril.
—Si Mami, su historia me resultaba muy interesante y una cosa llevo a la otra y bueno, aquí estamos.
—De hecho, esta muñequita se excitaba bastante cada vez que le hablaba del tema. —Remató obscenamente Raúl.
Roberto y Linda se miraron, una comprensión silenciosa pasó entre ellos. Luego, Roberto miró directamente a Raúl, con una expresión seria pero interesada.
—Raúl, debes entender que esto es… inusual. No es algo que hablemos abiertamente. Pero estamos intrigados. Muy intrigados.
Linda sintió con entusiasmo. —Así es, todo lo que nos has contado de tu familia es, excitante, debo admitirlo y te agradezco mucho que lo hayas compartido con nosotros, debo aceptar que me alegra mucho que Abril tenga esa misma manera de pensar.
Abril miró a su madre y sin poder contenerse se puso de píe, temblando se dirigió a ella, se inclinó frente a su madre. —Mami, siempre me he sentido así. —Su madre la miró, expectante, se acercó y la beso, un beso corto, labios contra labios, pero luego fue un beso más apasionado, sus lenguas se entrelazaron ante los atentos ojos de Roberto y Raúl.
Roberto se puso de pie lentamente, allí Raúl pudo percibir que era un hombre mas bajo que él, sus ojos brillaban con una emoción intensa, se acercó a Abril que también se enderezó, quedando a una altura similar, la respiración de ambos era acelerada, Roberto coloco una de sus manos en la mejilla de su hija, la miro por unos instantes, con un amor sumamente expresivo, se inclinó y la beso también, su beso más intenso y demandante que el que le había dado su madre.
Cuando se separaron, lo hicieron solo para tomar aire, sus rostros estaban enrojecidos.
—Esto es increíble. —Dijo Roberto.
Linda miraba sentada con una respiración que oba en aumento, Raúl se acercó a ella y colocó su mano en el hombro de ella.
—Esto es lo que verdaderamente hemos querido Raúl. Una familia unida, — Dijo Linda.
Abril sigue temblando en los brazos de su padre.
Linda se puso de pie y abrazo con fuerza a Raúl, consternada, susurrando en agradecimiento en su oído mientras Roberto y Abril se besaban apasionadamente. Raúl sentía el cuerpo de Linda apretarse contra el suyo y correspondió el abrazo, sintiendo en sus manos su espalda y su cabello
Roberto guio suavemente a Abril hacia el suelo, acostándola sobre la alfombra, se acomodó de tal manera que comenzó a besar la parte interna de los muslos de su hija. Linda y yo medio abrazados mirábamos atentos la escena. Abril respira agitadamente, su pecho sube y baja al ritmo de cada suspiro mientras su padre besa sus piernas.
Roberto lentamente bajo y quito la ropa interior de su hija, revelando su vagina completamente depilada. Abril abrió las piernas invitando a su padre a observarla, mostrando su vagina húmeda. Roberto por un momento solo la observo tragando saliva, admirándola.
Abril estaba muy excitada, bajo una de sus manos y comenzó a pasar sus dedos por su propia vagina, abriéndola como podía para que su padre pudiera ver su interior rosado y húmedo. Roberto no pudo resistir la tentación y se inclinó, presionando su boca contra la vagina de su hija. Al contacto, Abril echo la cabeza hacia atrás y comenzó a gemir.
La mano de linda ya estaba sobre el pene de Raúl, pero no perdía de vista a su hija. Y sin soltarlo lo guio para que ambos acompañaran a Roberto y se acomodaran junto al cuerpo tirado de Abril. Roberto se hizo a un lado, dejando espacio para que los demás disfrutaran de esa vagina. Sin dar más espera linda y Raúl a la vez comenzaron a lamer la vagina de Abril, sus lenguas entraban y salían de ese húmedo agujero y por momentos se tocaban entre sí. La lengua de Linda intento irse lo más profundo que pudo, disfrutando de cada pliegue y recoveco. Raúl intentaba seguir su ejemplo, era increíble para él observar a una mujer lamiendo de manera tan decidida una vagina, mejor de lo que él lo hacía. Roberto miraba la escena con ojos hambrientos, su mano acariciaba su erección sobre sus pantalones. Abril usaba sus manos para tomar los cabellos de Raúl y su madre, no quería dejarlos escapar.
Roberto se bajó los pantalones junto a su ropa interior y dejo libre su pene, fue hasta el otro costado y se arrodillo ante el rostro de su hija.
—Hijita mía… he querido poner mi verga en tu boca durante mucho tiempo. Ver como chupas, como la saboreas…
Abril, presa de lo que las lenguas de su madre y de Raúl le estaban haciendo sentir, abrió los ojos y se encontró con el pene erecto de su padre sobre ella, abrió la boca y fue Robert el que tuvo que llevar adentro su pene, por la posición no le metía gran parte, pero ya era enormemente placentero cumplir con una de sus más fervientes fantasías.
Todos se dejaban llevar. La boca de abril parecía increíblemente pequeña en comparación con el grosor del pene de su padre y sus labios se estiraban al máximo para poder mantenerlo dentro. Roberto agarraba una mata de cabello de su hija y movía su cabeza en pequeños movimientos que hacían ritmo para una follada bucal.
Raúl de momento se hizo a un lado y permitió a Linda apoderarse de la vagina de su hija, chupaba con desesperación. Linda agarraba de las caderas a Abril y enterraba su cara en la vagina de su joven hija. Raúl estaba gratamente sorprendido, ni un su más ínfimo sueño de perversión habría imaginado tal escena entre dos padres y su hija. Abril se ahoga con la verga de su padre y gime como puede al mismo tiempo.
Raúl aprovecho la oportunidad para acercarse por detrás a Linda, levantó cuidadosamente su falda, revelando un hermoso trasero ante sus ojos. Raúl manoseo a su antojo ese trasero, dado leves palmeos en sus nalgas para luego bajar la ropa interior de linda y dejar a la vista sus agujeros. El aroma de su intimidad le llegó rápidamente a su nariz, coloco sus manos en las nalgas de Linda y abrió para observar obscenamente.
Sin querer esperar más, Raúl libera su verga, y de un solo empujón la clava en la humedecida vagina de Linda, quien ahoga su grito en la vagina de su hija, voltea la cabeza por un instante al percibir que la verga de Raúl es más grande que la de su marido. De inmediato, vuelve a introducir su lengua en la vagina de Abril, que a duras penas puede respirar, su padre no pierde oportunidad de follar la boquita de su hija.
Raúl se desplomó sobre el cuerpo de linda, sin dejar de penetrarla profundamente, arrugó como pudo sus ropas limitándolas al espacio en su vientre, liberando en el proceso dos enormes tetas que comenzaron a balancearse con cada embestida.
Roberto, extremadamente excitado con toda la escena, atrae un poco más la cabeza de su hija para tener mas espacio de movimiento. Luego, con un gruñido animal, introduce su verga hasta la garganta de su hija, fallándosela con total abandono. Abril se ve obligada enderezarse y colocar sus manos sobre la alfombra, con lo que se aleja un poco de su madre, cierra los ojos y los aprieta, siente como el pene de su padre la llena por completo, incluso cuando su nariz golpea el cuerpo de Roberto. Pero no intenta apartarse, dejando que su padre use su boca como él quiera. Linda, por su parte, sigue siendo follada por detrás, sus gritos de placer son lo que más se escucha en la sala.
Roberto aprieta con fuerza ala cara de Abril, comenzando a contar mientras mantiene su verga profundamente en la garganta de su hija
—Uno… dos… tres…
Abril lucha por respirar, sus ojos saliendo de sus orbitas. Pero su padre no se detiene, sigue contando hasta llegar a diez. Cuando finalmente suelta su rostro, Abril toma una gran bocanada de aire y comienza a toser violentamente. Roberto simplemente sonríe, cegado por la excitación, la mueve como si de una muñeca se tratara, coloca le verga en la entrada de la vagina de su hija y hace presión fuertemente, a pesar de eso solo un tercio de la verga ingresa en la vagina de Abril, que suelta un pavoroso grito de dolor. Roberto, cae en cuenta de que le acaba de quitar la virginidad a su hija, no lo sabía, realmente en ese momento no pensó en ningún momento que abril fuera virgen. Mantiene la verga dentro y se acuesta sobre su hija, limpiando sus lágrimas, y besando su rostro, consolándola el tiempo que sea necesario. Abril pasa sus brazos sobre el cuerpo de su padre, llora desconsoladamente.
—Esta bien papi…quiero hacerlo. —Dice entre llanto.
Roberto, esta vez con mas paciencia que malicia, empuja suavemente, penetrando milímetro a milímetro la vagina de Abril, quien frunce su rostro con cada avance, hasta que la verga a entrado en su totalidad, ya no parece sexo brutal, ahora Roberto está haciéndole el amor a su hijita. Linda en cuatro recibiendo sus propias embestidas observa la escena con fascinación.
Raúl también le da la vuelta a Linda, ahora quiere ver como rebotan esos grandes globos que tiene por tetas, apenas la coloca boca arriba, las tetas de Linda se desparraman por los lados de su cuerpo, y nuevamente la penetra con movimientos más fuertes que antes.
Robert comienza a moverse lentamente en la vagina maltratada de Abril, saboreando cada empujón. Pero Raúl, poseido por la lujuria, penetra a Linda con fuerza, dándole un duro tratamiento, y a ella le encanta, sus tetas se mueven para arriba y para abajo y de izquierda a derecha.
Robert es el primero en llegar al orgasmo, gruñendo profundamente pero totalmente inmóvil se corre dentro de la vagina de Abril. Su cuerpo se estremece mientras vacía su semen dentro de su propia hija. Abril lo siente, siente como un liquido muy caliente se deposita en su interior, le arde, pero no deja de pensar, a pesar del dolor, en que hoy a comenzado una nueva vida para ella.
Roberto se pone de pie y deja a Abril despatarrada, la imagen de su vagina goteando semen y sangre es demasiado para Raúl y agarrando las tetas de Linda se viene en su interior lo más profundo que puede, llenándola también a ella de caliente semen. Linda grita de placer, su cuerpo convulsiona en su propio orgasmo mientras siente como la llenan. Su vagina se contrae con su orgasmo y exprime las ultimas gotas de semen de Raúl. Cuando finalmente Raúl se retira, un chorro de semen se expulsa hacía el suelo, revelando la abundancia de su corrida.
Roberto completamente satisfecho, coloca una mano en la cabeza de abril y con la otra la ayuda a ponerse de pie y la lleva al sofá de la sala. Linda también se pone de pie y se tumba junto a su hija dando besos en sus cachetes.
Por un momento el cuarto se llena de silencio, hasta que Raúl siente la pesada mano de Roberto en su espalda, pero tras d eso un rotundo “Gracias”. Raúl simplemente asiente.
—Esto ha sido… increíble. Ya había dado por muerta la posibilidad de vivir algo así—Dice Roberto.
—Sí… ha sido maravilloso. Me siento tan cerca de Abril ahora, de ti mi amor. —Asiente Linda.
Yo comienzo a vestirme en silencio, Abril permanece inmóvil mientras su madre la acaricia con cariño.
—¿Alguien te espera en casa, Raúl? —Pregunta Linda. En ese momento Raúl quiere pensar un poco las cosas, pero les asegura que volverá, no desperdiciará la oportunidad de hacer esto de nuevo. Raúl se despide y sale de casa. Abril besa a Raúl, en un beso que significa mucho más que eso.
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